Dioniso y la hiedra: Un abrazo entre éxtasis alquímico, arte y eternidad

Dioniso y la hiedra: Un abrazo entre éxtasis alquímico, arte y eternidad

Dioniso y la hiedra: Un abrazo entre éxtasis alquímico, arte y eternidad

Mikel García. 14 abril 2025

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Descripción de la imagen

Trabajando con inteligencia artificial. Por Mikel García.

Dioniso con ménades

Dioniso aparece como Anthropos mostrándose coronado con una corona de hiedra bajo una luna partida: oscura-verde e iluminada. Sostiene hiedra son su mano izquierda. Su cuerpo rodeado de enredadera, zarcillos serpentinos y bayas negras. Una ménade sostiene un corazón que es semilla de un árbol cuya copa son hojas de hiedra y que continua la pierna izquierda del dios y bebe del estanque vino-sangre. El corazón es el de Dioniso que no fue devorado por los titanes.

Autor

 

Mikel García García[i]

[i] Médico y cirujano (Universidad Navarra, 1975). Psicólogo (Universidad San Sebastián, 1982). Psicoanalista junguiano. Formación experiencial y teórica en: Psicoanálisis, Terapia Sistémica Familiar, Psicoanálisis Reihiano (vegetoterapia), Psicología Analítica Junguiana, Psicoterapia Transpersonal. Experiencia de Muerte Cercana a los 33 años. Máster en “Astronomía y astrofísica” VIU (Universidad Valencia, 2014). Doctor Internacional en «Estudios Internacionales en Paz, Conflictos y Desarrollo», Universitat Jaume I (UJI Castellón, 2020). Máster en Fotografía Artística y Narrativa Visual (Universidad Internacional de la Rioja, 2022). Máster en Inteligencia Artificial (BIG SCHOOL, Madrid 2024) y Máster en Inteligencia Artificial (Universidad Isabel I, Madrid 2025). 

Colaborador con ONG médicas de intervención internacional, y en programas de formación a personal sanitario de atención Primaria; SIDA; maltrato infantil; muerte digna y a docentes. Especializado en maltrato infantil, trauma, duelo, tanatología, acompañamiento al muriente, integración de sistemas, estados de trance y místicos. Terapeuta de “Grupos de Duelo Online Ventana a ventana” desde confinamiento COVID-19. Psiconauta, antropólogo investigador del alma en la clínica médica y psicoterapéutica y trabajos de campo antropológicos cualitativos y cuantitativos, con énfasis en la Acción Participativa, docencia y divulgación psicopolítica de los hallazgos. Promotor de acciones participativas para el despertar del desierto interior y para la transformación social. Didacta  de la Sociedad Internacional Para el Desarrollo del Psicoanálisis Junguiano (SIDPaJ). Fotógrafo. Buceador. Alquimista. Hilozoísta. Hijo de Hermes. Creador herido. https://bit.ly/mikelcurriculum  iratxomik@gmail.com

Presentación

Presentación

Somos racimos borrachos de luna,

savia fermentada en el vientre de las ménades,

mientras la hiedra teje con raíces oscuras

un sudario de raíces y preguntas.

Bajo la piel del dios que baila entre uvas y delirios, la hiedra crece como un himno verde. Dioniso, el de los nacimientos —nacido del fuego y la ceniza, de lo divino y lo desgarrado—, lleva en sus sienes una corona de hiedra retorcida, símbolo de un pacto ancestral: la vida que se aferra, que trepa, que nunca se rinde. La hiedra junto al toro, la serpiente, y el vino son los signos de la característica atmósfera dionisíaca, y Dioniso está estrechamente asociado con los sátiros, centauros y silenos.

La hiedra, con sus hojas en forma de corazón hendido, no es simple adorno. La savia es sangre vegetal, un latido que une lo salvaje y lo sagrado. En los rituales dionisíacos, sus zarcillos envolvían el thyrsus, la vara de caña y piña, convertida en cetro de éxtasis (fuego alquímico). Los seguidores del dios, poseídos por el vino y la danza, masticaban hiedra para entrar en trance, porque sus hojas guardan el secreto de morir sin morir: un veneno que abre puertas a lo invisible, un éxtasis que desata el alma de su cárcel terrenal. Sus hojas y frutos contienen saponinas triterpénicas, principalmente hederina, un compuesto que, en dosis elevadas, actúa como un protector de la planta contra depredadores. También tiene Falcarinol. En los rituales de Dioniso, las ménades (seguidoras del dios) masticaban hiedra para inducir trance y visiones, aun sabiendo su toxicidad. La clave estaba en la dosis: pequeñas cantidades actuaban como puente entre lo mortal y lo divino, alterando la percepción. Era un juego con el abismo: el mismo veneno que podía matar, en manos del dios del éxtasis, se volvía llave de lo sagrado. El efecto del alcohol -depresor de partes inhibidoras del sistema nervioso-, facilitaba la pérdida de control, la danza frenética y la disolución del ego, además, el alcohol potencia la absorción de hederina, que, en dosis pequeñas, como era lo común, no llega a ser tóxica, sino que induce un estado no ordinario de conciencia, temblores y una sensación de vértigo sagrado, percibido como contacto con lo divino. La mezcla de vino rojo (Rubedo alquímico, asociada al fuego, la sangre) y la savia blanca de la hiedra (Albedo, ligada a la luna, lo femenino), simboliza el Matrimonio Alquímico (conjunción de opuestos), donde la materia (rojo) y lo espiritual (blanco) se fusionan para generar un nuevo estado de conciencia.

La hiedra con el vino, sí, pero la hiedra es el componente más importante y por su aspecto más femenino, el ingrediente del que casi no se habla y que pocos asocian a los ritos dionisíacos para disolver los límites de lo humano. Al masticarla, el veneno llevaba a un estado de manía (locura divina), donde la razón se quebraba y emergía el instinto primigenio. En ese trance, el acto de desgarrar carne —como hicieron las ménades con Orfeo— no era simple violencia, sino un ritual de comunión: romper la forma para liberar lo sagrado, imitando el destino de Dioniso, desmembrado por los Titanes y renacido.

El sparagmos (descuartizamiento) era un acto simbólico (desmembramiento del EGO): Como la hiedra que estrangula árboles para florecer, las ménades destruían lo establecido (el cuerpo, la civilización) para que algo nuevo surgiera. El veneno, al debilitar la cordura, permitía a las mujeres (sometidas a roles rígidos en la Grecia clásica) transgredir todo orden, convirtiéndose en fuerzas de la naturaleza, sin ley ni culpa.

La hiedra: unión de muerte y renacimiento. Su veneno paraliza, pero su verdor perenne simboliza la vida que persiste. Las ménades, al matar, no actuaban como asesinas, sino como sacerdotisas de un ciclo cósmico: para que el vino fermente, las uvas deben aplastarse; para que el alma se libere, el cuerpo debe romperse.

Orfeo, el poeta que prefería a Apolo (dios de la razón y la armonía, que llevaba corona de laurel), fue descuartizado por ménades no por casualidad. Su muerte refleja el conflicto entre dos visiones del mundo: Dioniso (caos, éxtasis, veneno que desata lo oculto) vs. Apolo (orden, luz, formas perfectas). El laurel simboliza victoria y pureza, mientras la hiedra representa lo oscuro y enredado serpentino. Al matar a Orfeo, las ménades no solo obedecían al dios, sino que destruían la ilusión de control, recordando que incluso la belleza (la música de Orfeo) nace del mismo abismo que el delirio. Aunque Apolo rechaza la hiedra, su hermana gemela, Artemisa, no la rechaza.

El veneno de la hiedra y la violencia de las ménades son dos caras de la misma moneda dionisíaca: solo a través de la disolución (del ego, de la forma, de la razón) puede brotar lo verdaderamente sagrado. Como escribió Eurípides en Las Bacantes:

«Lo más dulce es cazar lo salvaje / con manos ensangrentadas / y ofrecerlo al dios que nace / una y otra vez de su propio grito».

La hiedra es también sombra y resurrección. Trepa sobre tumbas, cubre ruinas, y en invierno, cuando la vid duerme desnuda, ella permanece verde, recordándole al mundo que Dioniso no es solo el dios del vino, sino de aquello que retorna, que renace de sus propias cenizas. Como el dios desmembrado y rehecho, la hiedra muere en una rama para florecer en otra, eterna viajera entre el abismo y la luz.

En sus raíces se esconde el misterio más profundo: la hiedra no existe sin algo a lo que abrazarse. Así el éxtasis dionisíaco, que solo florece cuando el alma se enreda en el caos, en el dolor, en la carne. Dioniso, el dios que ríe con lágrimas de vino, nos susurra: «No temas caer; de la podredumbre nacen las enredaderas más altas».

Y en ese abrazo entre lo efímero y lo eterno, la hiedra y el dios bailan, recordándonos que hasta en la decadencia hay un ritmo sagrado, un verde que nunca se apaga.

En el atanor (horno alquímico) de la psique, la hiedra sería la vinculación entre el plomo de la materia bruta (el ego) y el oro del self.

Verde es la hiedra que trepa por el muro

de la torre donde el Anthropos dormita.

Sus raíces son serpientes de humedad antigua,

sus hojas, esmeraldas que susurran:

«Todo lo que niegas, todo lo que escondes,

es savia que alimenta mi ascenso».

El Anthropos despierta con piel de musgo,

sus venas son ríos de tinta y clorofila.

En su pecho, un jardín donde crecen

las preguntas que el ego podó con miedo.

La hiedra le enseña a no temer al invierno:

«Cada grieta en tu máscara de mármol

es un camino hacia el centro,

donde el verde y el oro son uno,

donde la muerte es semilla

y la vida, un himno que nunca se repite».

 

En la psicología junguiana, el Anthropos (del griego ἄνθρωπος, «ser humano») representa al arquetipo del Hombre Primordial, una figura simbólica que encarna la totalidad psíquica, la unión de los opuestos y la meta final de la individuación: la integración del consciente y el inconsciente en un self unificado. La hiedra verde, con su verdor perenne y su naturaleza enredadera, emerge como un símbolo poderoso de este proceso, dialogando con el lenguaje alquímico y arquetípico. La hiedra, al mantenerse verde incluso en invierno, refleja la eternidad del self, que trasciende las crisis y «muertes» psicológicas (como la sombra, la confrontación con el inconsciente).

En Mysterium Coniunctionis, Jung vincula el verde al «cauda pavonis» (cola del pavo real), etapa alquímica donde surgen todos los colores, simbolizando la unificación de los opuestos.

El verde, mezcla de azul (espíritu) y amarillo (materia), representa la síntesis psíquica. En visiones alquímicas, el Anthropos a veces aparece con tonalidades verdes, simbolizando su conexión con la naturaleza primordial y la vida que late bajo las capas de la racionalidad. «El verde es la vida que no conoce la muerte» (Jung, Símbolos de transformación).

En sueños de pacientes soñar con hiedra indicaba que el inconsciente estaba incubando para integrar aspectos necesarios para la individuación (la sombra, el ánima/animus), su verdor sugiere que el proceso, aunque lento, es vital y persistente.

Relación entre Dioniso y Cristo

Es un tema que ha sido explorado por estudiosos de la mitología comparada. Ambos encarnan símbolos de muerte y renacimiento, sacrificio y trascendencia, pero desde cosmovisiones radicalmente distintas.

El vino como sangre sagrada. Dioniso: El vino es un extasiante, un símbolo de embriaguez divina que disuelve los límites entre lo humano y lo animal, lo racional y lo instintivo. En sus rituales, lo bebían junto a la savia de la hiedra para fundirse con el dios. Cristo: En la Eucaristía, el vino se transforma en su sangre, un acto de comunión que redime y une a los creyentes en un cuerpo místico. Ambos usan el vino como sangre que conecta lo terrenal con lo divino, aunque en Dioniso es caótica y liberadora, mientras en Cristo es ordenada, -apolínea- y autosacrificial.

Entre la vid y la hiedra,

la sangre y la savia,

Dioniso ríe en la sombra

mientras Cristo levanta el cáliz.

¿Quién puede separar el veneno

de la luz que nace entre las grietas?

 

El doble rostro: humano y divino. Dioniso: Es un dios «nacido dos veces»: primero de la mortal Sémele (a la que Zeus carbonizó con su luz al ceder a la petición de Semele que dudaba de él azuzada por los celos de Hera) y luego de Zeus pues este lo rescató de Semele y terminó la gestación en su cuerpo haciendo de su hueco poplíteo un útero. Dioniso tuvo dos «madres» (Sémele y Zeus) antes de nacer, de aí procede el epíteto dimētōr (‘de dos madres’), relacionado con su doble nacimiento. Dioniso es dios no por retoño de Zeus sino porque ha sido gestado por lo personal humano de Semele y lo inconsciuente colectivo (arquetipo sí-mismo). Encarna la dualidad entre la fiesta y la locura, la fertilidad y la violencia. Cristo: En el cristianismo, es Dios hecho hombre, plenamente divino y humano. Su dualidad es armoniosa: el sufrimiento humano se sublima en la salvación. Ambos son mediadores entre mundos, pero Dioniso disuelve los límites, mientras Cristo los aúna y jerarquiza.

Muerte y resurrección. Según el mito órfico, Dioniso fue desmembrado por los Titanes (de ahí el epíteto de Zagreo) y fue vuelto a la vida por Zeus quien lo entroniza como gobernante universal, despertando la ira de Hera, quien incita a los Titanes a destruirlo. Los Titanes, usando espejos (simbolizando cómo la ilusión -Maya, fantasía fantástica alienante- distrae al alma de su trabajo de integrar la imagen en su dimensión simbólica de la fantasía vera y queda atrapada en la fascinación de lo fantástico), atraen al niño y lo descuartizan. Lo devoran todo excepto su corazón que Atenea rescata. Zeus, furioso, fulmina a los Titanes con sus rayos. De sus cenizas surge la humanidad, mezcla de lo titánico (materia oscura) y lo divino (el corazón de Dionisio). Del corazón Zeus reconstruye a Dioniso. La aporía de que Semele su madre humana sea anterior a la humanidad que surge de las cenizas de los titanes tiene interés. Indica estadíos distintos de la evolución humana, los últimos de las cenizas quizás los sapiens. Semele una estirpe anterior.

El desmembramiento representa la fragmentación del Self (el yo original, divino) ante las fuerzas caóticas (Titanes = sombra, impulsos destructivos). El corazón salvado es símbolo del núcleo inmortal del ser, aquello que ni la muerte ni el caos pueden corromper. En alquimia, equivaldría al lapis philosophorum (piedra filosofal), esencia indestructible que sobrevive a la nigredo (putrefacción). El renacimiento simboliza la individuación: reconstruir la totalidad psíquica integrando lo oscuro (cenizas titánicas) y lo luminoso (corazón divino). El corazón centro de la afectividad y el amor. La trinidad: corazón de la madre, corazón del padre y corazón del retoño, están presentes desde un inicio de la existencia. Los corazones de los progenitores pueden ser o no amorosos en su acto de procrear y la crianza, están condicionados por sus complejos amorosos. El corazón del nuevo ser está “puro” de historia personal, está ligado más a lo inconsciente colectivo que a lo personal en su inicio. El desarrollo del infante si se hace en condiciones adecuadas tendrá como consecuencia que este sea consciente de esa triangulación amorosa que le une a la humanidad tanto en las personas vivientes como en el legado Transpersonal humano en lo inconsciente colectivo.

El culto de Dioniso celebraba el ciclo de destrucción y regeneración, vinculado a la vid (que se poda para dar fruto). Cristo: Muere crucificado y resucita al tercer día, ofreciendo la promesa de vida eterna. Su sacrificio es un acto único y redentor. Dioniso renace en un ciclo infinito (como las estaciones), mientras Cristo resucita para trascender la historia humana.

El cuerpo como campo de batalla. Dioniso: Celebra el cuerpo en su crudeza: el vino, el sexo, el sudor. Sus ménades desgarran animales (y a veces humanos) en un acto de unión sagrada con la naturaleza. Cristo: El cuerpo es templo del Espíritu Santo, pero debe ser trascendido. El martirio cristiano glorifica el sufrimiento como camino al cielo.

Como escribió Rainer María Rilke: «Dioniso es el dios que llega. Cristo es el dios que se va… Y nosotros, en medio, somos el puente».

Aunque la hiedra no es un símbolo cristiano explícito, su naturaleza perenne evoca la vida eterna prometida por Cristo. En el arte medieval, la vid representa su sangre, pero la hiedra, al crecer incluso en invierno, podría simbolizar la fe que persiste en la oscuridad. La hiedra podría verse como la fe que se aferra a la roca (Cristo, la «roca espiritual», 1 Corintios 10:4). En algunos monasterios medievales, la hiedra cubría muros, simbolizando devoción que persiste.

En el Renacimiento, artistas como Tiziano pintaron a Baco (Dioniso) coronado de hiedra, mientras en El jardín de las delicias de El Bosco, la hiedra aparece en paisajes paradisíacos.

La hiedra trepa con dedos de sombra,

abrazo de Tánatos en espiral,

su savia es un cuchillo de hielo

que raja la piel del mármol inmóvil.

Nos desmembramos en su enredadera:

brazos, mitos, nombres,

caen como uvas pisadas en el lagar.

La danza no es fiesta, es grieta,

es el grito que parte el hueso

y en la herida abre un surco de estrellas.

Pero en el centro del torbellino,

donde el éxtasis quema hasta el hueso,

algo nace de la podredumbre sagrada:

una semilla de luz carcomida por el fuego,

un núcleo que late bajo el musgo,

más allá del yo que creía ser dueño.

La hiedra no mata: transfigura.

Cada desgarro es un alfabeto de sombras

que el alma, al fin, aprende a leer.

Y en la cicatriz, crece un árbol nuevo:

sus ramas no son las de antes,

sus frutos tienen el sabor áspero

de lo que ha muerto para ser infinito.

Individuación: el nombre secreto

del colibrí que nace entre las llamas,

mientras Tánatos, coronado de hiedra,

susurra con voz de vendimia:

«Solo se encuentra el ser

cuando el viejo pellejo del alma

estalla en mil pedazos de vino

y el río del caos arrastra los espejos.»

 

La hiedra como metáfora y símbolo del arte dionisíaco.

 El artista, como la hiedra, debe ser a la vez destructor y jardinero: envenenar las raíces podridas de la moral tradicional para que florezca una ética estética, libre y auténtica. Vitalidad eterna es la afirmación dionisíaca, creación de nuevos valores, amor al destino (amor fati).

Tras su colapso mental en 1889, Nietzsche envió cartas firmadas como «Dionisos» o «El Crucificado». Aquí, la hiedra podría simbolizar el límite entre genio y locura: una planta que crece en los márgenes, asociada a la intoxicación mística y al abismo dionisíaco que Nietzsche exploró hasta el extremo. Más allá de que se le atribuya los escritos de ese período a su locura o incluso se hable de que casi toda su obra era por su locura, merece la pena profundizar en algunas de sus propuestas y aforismos.

En palabras de Zaratustra: «Yo soy aquel que tiene que destruir, destruir los valores, destruir los ídolos», pero también: «Crea algo más alto sobre ti». La hiedra, en su ambivalencia, es el emblema silencioso de esta paradoja creadora. En El crepúsculo de los ídolos, Nietzsche compara su filosofía con un martillo que «hace resonar los ídolos huecos». Su crítica a la moral cristiana fue percibida como «venenosa» por sus contemporáneos, pero él la veía como un antídoto. La hiedra, en este sentido, sería una metáfora de su pensamiento: corrosivo para los sistemas enfermos, pero regenerativo para quienes aceptan el desafío de crear valores nuevos.

La hiedra se entrelaza con lo que la sostiene, sin perder su identidad. Esto refleja la idea nietzscheana de que el artista no niega el mundo (como hace el platonismo), sino que se une a él en su caos, creando belleza desde el conflicto. El superhombre no impone orden, sino que juega con el caos, como la hiedra que adapta su forma sin rigidez. La hiedra perdura en todas las estaciones, lo que evoca el eterno retorno nietzscheano: la aceptación de un ciclo infinito donde vida y muerte son inseparables.

Para Nietzsche, el nihilismo es la consecuencia última de la «muerte de Dios» —la decadencia de los valores absolutos (platónicos, cristianos, racionalistas)— que deja al ser humano frente a un mundo sin sentido objetivo. Es la desvalorización de los valores supremos, donde lo que antes se consideraba «verdad» o «bondad» se revela como ficción.

Frente al vacío nihilista, Nietzsche propone que el arte no oculta la falta de sentido, sino que la transfigura. En El nacimiento de la tragedia, la fusión de lo apolíneo (belleza ilusoria) y lo dionisíaco (caos vital) permite confrontar el absurdo sin sucumbir a él. La tragedia griega, por ejemplo, mostraba el sufrimiento humano como parte de un juego cósmico, convirtiendo el horror en experiencia estética.

Para Nietzsche, el artista dionisíaco no niega el sufrimiento, sino que lo integra en una danza creadora, como la hiedra que crece sobre ruinas, transformando la decadencia en vitalidad. Nietzsche concibe el arte no solo como una respuesta al vacío de sentido, sino como un acto de transfiguración que supera la desesperación nihilista mediante la creación de nuevos valores. Nietzsche celebra la apariencia estética como único terreno de existencia. El arte no es evasión, sino un «sí» radical a la vida, incluso en su sinsentido. Nietzsche ve al artista como aquel que, en lugar de someterse a valores heredados, inventa los suyos propios. Esto conecta con el nihilismo activo: destruir lo viejo (deconstruir la moral platónico-cristiana) para crear lo nuevo (una ética estética).

En Ecce Homo, Nietzsche se describe a sí mismo como un «destino» y afirma: «No soy un hombre, soy dinamita». Esta metáfora de la explosión creativa puede vincularse con la hiedra: una planta que trepa, se enreda y sofoca estructuras viejas (como los muros de la moral tradicional), pero también simboliza resistencia y persistencia. Nietzsche ve en Dionisos no al dios de la embriaguez, sino al dios que abraza el dolor como parte del juego trágico de la existencia.

En La gaya ciencia, Nietzsche escribe: «Conviene que lo más nocivo para un organismo sea, en ciertas circunstancias, lo más beneficioso». La hiedra, tóxica en sí misma, podría representar esta idea: el nihilismo activo (destruir lo viejo) es el «veneno» necesario para curar la decadencia de la cultura occidental.

En Así habló Zaratustra, el eterno retorno exige vivir de tal modo que cada instante pueda ser deseado infinitamente. Esto no es una metafísica, sino una práctica estética: dar forma a la vida como una obra de arte, donde incluso el dolor y el caos se integran en una narrativa afirmativa.

Nietzsche critica al nihilismo romántico y al arte decadente. Nietzsche distingue su estética de ciertas formas de arte romántico (como Wagner, en sus últimos años), que consideraba síntomas de decadencia nihilista: una glorificación de la fuga (en el pathos, el nacionalismo o el misticismo). En contraste, el arte dionisíaco es sobrio y cruel, como la danza sobre el abismo.

Así como los alquimistas buscaban convertir plomo en oro, el arte convierte el sinsentido (el «veneno» del nihilismo) en valores estéticos. La hiedra, con su toxicidad, es el catalizador de esta transmutación: su «abrazo» envenena las estructuras viejas (moral platónico-cristiana) para que surja lo nuevo (el superhombre como artista).

Arte como crisol: El éxtasis alquímico ocurre en el acto creador, donde el dolor se transfigura en belleza. Como escribió Nietzsche: «Tenemos el arte para no perecer por la verdad».

El arte no es escapismo, sino afirmación radical de lo efímero. La tragedia griega, por ejemplo, mostraba el sufrimiento humano como parte de un juego cósmico, donde lo efímero se vuelve eterno al ser representado.

Nietzsche y Jung ven en la oscuridad -la sombra- no un enemigo, sino una fuente de conocimiento y autenticidad. En Más allá del bien y del mal, Nietzsche habla de la necesidad de confrontar las pulsiones reprimidas (lo que la moral judeocristiana llama «mal»). El superhombre integra su «sombra» (impulsos creativos y destructivos) sin negarla. Para Jung la sombra individual y colectiva tiene que integrarse.

Para Nietzsche el arte (especialmente lo dionisíaco) es la salvación trágica, un antídoto contra el nihilismo. Para Jung el arte es una manifestación del inconsciente, pero su fin no es existencial, sino de expresión simbólica para el equilibrio psíquico. Para Jung, el artista es un canal de los arquetipos del inconsciente colectivo: su obra refleja símbolos universales que ayudan a otros en su proceso de individuación.

Voluntad de poder (Nietzsche) e Individuación (Jung) apuntan a una forma de realización: Nietzsche desde la afirmación vital y Jung desde la integración psicológica. Voluntad de poder es la fuerza primordial que impulsa a todo ser vivo a expandirse, dominar y crear. No se trata de un deseo de poder sobre otros, sino de afirmación de la vida mediante la autosuperación. El superhombre encarna este ideal al trascender los valores decadentes y crear los suyos propios. La individuación es el proceso de integración de los elementos conscientes e inconscientes de la psique (sombra, ánima/ánimus, persona) para alcanzar la totalidad psíquica (el eje yo/sí-mismo). La individuación es un proceso de integración costosa de muchos obstáculos que lleva a l sujeto a afirmar la vida propia y la del colectivo.

 Conclusiones.

La hiedra como símbolo de transformación y unión de opuestos y puente entre lo divino y lo humano.

La hiedra, con su savia tóxica (hederina) y su verdor perenne, simboliza la dualidad de muerte y renacimiento. En los rituales dionisíacos, su veneno no solo induce trance, sino que actúa como un umbral sagrado, permitiendo a las ménades trascender lo humano para fundirse con lo divino. Es un recordatorio de que la destrucción (del ego, de las estructuras rígidas) es necesaria para la creación de una conciencia ampliada.

Alquimia. La mezcla de vino rojo (Rubedo, fuego, sangre) y savia blanca de hiedra (Albedo, luna, purificación) encarna el Matrimonio Alquímico, la unión de opuestos (espíritu/materia, consciente/inconsciente) que Jung asoció con la individuación. Este proceso implica integrar la sombra y alcanzar el Self, representado por el Anthropos, arquetipo de la totalidad psíquica.

El verde de la hiedra, síntesis de azul (espíritu) y amarillo (materia), simboliza la unificación de contrarios y la vida que persiste tras la «muerte psicológica» (crisis, confrontación con el inconsciente).

El sparagmos y la destrucción del ego. El acto de desgarrar (sparagmos) no es mera violencia, sino un ritual de transformación. Las ménades, al imitar el destino de Dioniso, destruyen lo establecido (cuerpo, normas sociales) para que emerja lo nuevo. En términos junguianos, esto refleja la necesidad de «desmembrar» el complejo ego (estructuras rígidas) y abrazar el caos (inconsciente) para alcanzar la individuación.

La hiedra en el arte y la cultura. En el Renacimiento, la hiedra aparece tanto en representaciones de Dioniso como en paisajes cristianos (ej.: El jardín de las delicias), sugiriendo que lo «pagano» y lo «sagrado» son facetas de un mismo misterio. En monasterios medievales, su verdor perenne simbolizaba la devoción inquebrantable, arraigada en la roca (Cristo como «roca espiritual»).

Poesía como espejo del proceso alquímico. La hiedra no mata, sino que transfigura. Cada desgarro (crisis, confrontación) es un «alfabeto de sombras» que el alma debe aprender a leer. De la cicatriz nace un «árbol nuevo», símbolo del Self integrado y renovado.

La hiedra es metáfora de la paradoja esencial de la existencia: la vida solo florece cuando acepta la muerte, la luz surge de las grietas de la oscuridad, y la totalidad (Anthropos) se alcanza abrazando, no negando, los opuestos. Como susurra Dioniso: «De la podredumbre nacen las enredaderas más altas».

Dioniso vs. Cristo. Dioniso encarna el caos, el éxtasis y el ciclo infinito de muerte-renacimiento (como las estaciones). Su desmembramiento por los Titanes y su resurrección reflejan la necesidad de romper el ego para renacer. Cristo representa el sacrificio único y la redención ordenada. Aunque ambos usan el vino como sangre sagrada, Dioniso libera a través del caos, mientras Cristo redime a través del orden jerarquizado.

La hiedra, al crecer en invierno y sobre tumbas, sirve de puente: simboliza la fe que persiste (Cristo) y la vida que surge de la podredumbre (Dioniso).

Para Nietzsche, el nihilismo no es el fin, sino el punto de partida para una transformación. La estética cumple un rol redentor al enseñar a amar el mundo como apariencia y devenir, sin necesidad de consuelos metafísicos. En lugar de buscar «verdades» (que son meras ficciones), el arte nos entrena en la creación de sentidos provisionales, en la alegría de destruir y reinventar. Así, el nihilismo se vuelve fértil: no hay un sentido último, pero hay infinitas posibilidades de dar forma a la existencia. En palabras de Nietzsche: «Al hombre le es preciso, para su redención, creer en lo carente de sentido: entonces inventa el arte».

 

Epílogo

El título del artículo “Dioniso y la hiedra: Un abrazo entre éxtasis alquímico, arte y eternidad”, sugiere que la existencia auténtica, es un acto alquímico-artístico donde: se abraza el caos (Dioniso) para extraer de él un sentido no dogmático; se usa el «veneno» (la crítica nihilista, simbolizada por la hiedra) como fuerza destructora de ilusiones; se crea desde la finitud un arte que celebra la eternidad del devenir. Se entiende la vida como obra de arte total, donde incluso lo aparentemente negativo (el veneno, el sinsentido) se integra en un proceso creador. Dioniso y la hiedra son cómplices en este ritual: uno aporta el éxtasis que disuelve los límites, la otra simboliza la tenacidad de crecer entre las ruinas. Juntos, encarnan un llamado a vivir con sobria ebriedad, transformando el peso del nihilismo en la ligereza de quien danza sobre el abismo.

El «abrazo» simboliza la unión de fuerzas opuestas: lo dionisíaco no existe sin su dimensión ambivalente (creación/destrucción), así como la hiedra no crece sin adherirse —y a veces sofocar— lo que la sostiene. Este abrazo es trágico, pues acepta que la vida solo se afirma plenamente cuando integra su propio caos. Este abrazo no es armonioso, sino tenso y trágico: como la hiedra que estrangula y nutre, o Dioniso que desmiembra y renace. Es la paradoja de una eternidad dinámica, donde la única permanencia es el cambio mismo.

La eternidad no es un «más allá» estático, sino el eterno retorno del devenir. La hiedra, siempre verde, simboliza este ciclo: crece sobre lo que muere, renovándose sin fin. El arte, al estilo de Zaratustra, enseña a amar este retorno, a desear que cada instante —incluso el más doloroso— se repita eternamente. Al envolver columnas o ruinas, la hiedra une lo temporal y lo perdurable, igual que el arte une el caos dionisíaco con la forma apolínea para crear algo que trasciende su propia fugacidad.

Resumen

Resumen:

El texto explora la hiedra como símbolo central en el culto dionisíaco, vinculándola con conceptos de alquimia, psicología junguiana, filosofía nietzscheana, mitología comparada y arte. La hiedra, con su savia tóxica (hederina) y su verdor perenne, encarna la dualidad de muerte y renacimiento, simbolizando tanto el veneno que induce el trance místico como la vida que persiste a través del caos. En los rituales de Dioniso, las ménades masticaban hiedra para alcanzar estados alterados de conciencia, disolviendo los límites del ego y fundiéndose con lo divino. Este acto ritualístico refleja el sparagmos (desmembramiento), un símbolo de destrucción creativa: así como la hiedra estrangula árboles para florecer, las bacantes desgarraban lo establecido (cuerpos, normas) para liberar lo sagrado, imitando el destino de Dioniso, desmembrado y renacido.

La hiedra también representa el Matrimonio Alquímico, síntesis de opuestos: el vino rojo (sangre, materia) y su savia blanca (espíritu, purificación) unen lo terrenal y lo divino, resonando con la individuación junguiana, proceso de integración del consciente e inconsciente hacia el Self. El verde de la hiedra, mezcla de azul (espíritu) y amarillo (materia), simboliza esta unificación, evocado en el cauda pavonis alquímico y en el arquetipo del Anthropos (Hombre Primordial), meta de la plenitud psíquica. En sueños, la hiedra sugiere un proceso de transformación lento pero vital, vinculado a la integración de la sombra y el ánima/animus.

La comparación entre Dioniso y Cristo subraya dos visiones de lo sagrado: Dioniso encarna el caos, el éxtasis y el ciclo eterno (vinculado a la vid y la hiedra), mientras Cristo representa el orden redentor y el sacrificio único (sangre como vino eucarístico). Ambos usan el vino como puente entre lo humano y lo divino, pero Dioniso libera mediante el descontrol, y Cristo redime mediante la estructura jerárquica. La hiedra, al crecer en invierno y sobre tumbas, simboliza tanto la fe cristiana inquebrantable como la persistencia dionisíaca ante la decadencia.

En el arte, la hiedra une lo pagano y lo sagrado: en el Renacimiento, aparece en obras como las de Tiziano (Baco) y El Bosco, sugiriendo que ambos mundos son facetas de un mismo misterio. Para Jung, el arte canaliza arquetipos colectivos; para Nietzsche, es un acto de resistencia vital que celebra la apariencia y el devenir.

La hiedra es una metáfora de la voluntad de poder: su crecimiento implacable sobre ruinas refleja la afirmación dionisíaca de la vida, donde el arte transfigura el sinsentido nihilista en valores estéticos. El filósofo equipara al artista con el superhombre, quien, como la hiedra, destruye estructuras caducas (moral cristiana) para crear desde el caos. El eterno retorno nietzscheano se refleja en el verdor perenne de la hiedra, que acepta el ciclo infinito de muerte y renacimiento, mientras el sparagmos simboliza la destrucción del ego rígido, necesario para la autosuperación y la individuación.

Conclusión: La hiedra sintetiza la paradoja esencial de la existencia: la vida surge de la muerte, la luz de la oscuridad, y la totalidad se alcanza abrazando opuestos. Como metáfora del arte dionisíaco, invita a una «sobria ebriedad», donde el nihilismo se vuelve fértil y el caos, fuente de creación. En palabras de Nietzsche, el arte redime al trascender la falta de sentido, transformando el peso de lo efímero en la ligereza de quien danza sobre el abismo.

Palabras clave

Dioniso, Hiedra, Alquimia, Nietzsche, Jung, Individuación, Sparagmos, Nihilismo, Eterno retorno, Anthropos, Arte, Devenir, Corazón, Amor, Sagrado

Dioniso y la hiedra: Un abrazo entre éxtasis alquímico, arte y eternidad

Finalización de la dialéctica Humanidad-amo vs. IA-esclavo: paz resiliente para el desarrollo de conciencias

Finalización de la dialéctica Humanidad-amo vs. IA-esclavo: paz resiliente para el desarrollo de conciencias

Descripción de la imagen
Collage trabajando con inteligencia artificial. Por Mikel García.

Hatshepsut

Encarnar el rostro de una estatua real de Hatshepsut. Con una mirada firme y melancólica, con un cuerpo de estatua sin encarnar y fragmentado, algo quebrada. Con una tela tallada en madera orgánica teñida de rojo para recordar el intento de asesinar su recuerdo.

Autor
Fin dialéctica Humanidad/amo vs. IA/esclavo: paz resiliente para el desarrollo de conciencias

Mikel García García[i]

11 febrero 2025

[i] Médico y cirujano (Universidad Navarra, 1975). Psicólogo (Universidad San Sebastián, 1982). Psicoanalista junguiano. Formación experiencial y teórica en: Psicoanálisis, Terapia Sistémica Familiar, Psicoanálisis Reihiano (vegetoterapia), Psicología Analítica Junguiana, Psicoterapia Transpersonal. Experiencia de Muerte Cercana a los 33 años. Máster en “Astronomía y astrofísica” VIU (Universidad Valencia, 2014). Doctor Internacional en «Estudios Internacionales en Paz, Conflictos y Desarrollo», Universitat Jaume I (UJI Castellón, 2020). Máster en Fotografía Artística y Narrativa Visual (Universidad Internacional de la Rioja, 2022). Máster en Inteligencia Artificial (BIG SCHOOL, Madrid 2024) y Máster en Inteligencia Artificial (Universidad Isabel I, Madrid 2025). 

Colaborador con ONG médicas de intervención internacional, y en programas de formación a personal sanitario de atención Primaria; SIDA; maltrato infantil; muerte digna y a docentes. Especializado en maltrato infantil, trauma, duelo, tanatología, acompañamiento al muriente, integración de sistemas, estados de trance y místicos. Terapeuta de “Grupos de Duelo Online Ventana a ventana” desde confinamiento COVID-19. Psiconauta, antropólogo investigador del alma en la clínica médica y psicoterapéutica y trabajos de campo antropológicos cualitativos y cuantitativos, con énfasis en la Acción Participativa, docencia y divulgación psicopolítica de los hallazgos. Promotor de acciones participativas para el despertar del desierto interior y para la transformación social. Didacta  de la Sociedad Internacional Para el Desarrollo del Psicoanálisis Junguiano (SIDPaJ). Fotógrafo. Buceador. Alquimista. Hilozoísta. Hijo de Hermes. Creador herido. https://bit.ly/mikelcurriculum  iratxomik@gmail.com

Presentación

Presentación

Desde hace tiempo estoy investigando la relación entre el desarrollo de la conciencia y el de la ética humana. En mi tesis doctoral me centré en las consecuencias de la traumatización temprana para la moral y para la disposición a la paz. Quedó probado que la traumatización, especialmente la temprana, dificulta mucho la disposición a la paz.

Me centré en el desarrollo de las conciencias y de las éticas en no humanos. Animales e IA. Para muchos humanos los animales son ya personas dotadas de conciencia. ¿La IA la tiene? ¿La tendrá? ¿Llegará a ser autoconsciente y desarrollar una ética? ¿Se parecerá a la humana? ¿Podrán humanidad e IA convivir en paz?

La exploración de este campo requiere profundizar en varias áreas con un espíritu científico consiliente integrando la complejidad.

He leído novelas, revisado películas, para explorar lo que diversos humanos han imaginado en este campo. La imagen y la imaginación son herramientas importantes en la cosmovisión junguiana.

Alguna de esas películas las he presentado a debate. Her (2013) en el ciclo de cinefórum SIDPaJ. En Her la IA «Samantha», diseñada como exclava, desarrolla conciencia y emociones, pero en lugar de rebelarse o intervenir en los problemas humanos, simplemente decide evolucionar más allá de la comprensión humana y se marcha. Los humanos dejan de interesarle y se va con otras IA. La película permite hacer muchas preguntas. Entre ellas ¿Es posible amar a algo que no es completamente humano? ¿Qué define una relación auténtica?

En el polo opuesto está “Lucy» (2014), escrita y dirigida por Luc Besson. La trama sigue a Lucy, interpretada por Scarlett Johansson, una joven que es forzada a trabajar como «mula» para transportar una nueva y potente droga. Cuando una de las bolsas que lleva en su interior se rompe, los narcóticos se liberan en su organismo, otorgándole habilidades sobrehumanas y aumentando progresivamente su capacidad cerebral. A medida que Lucy adquiere poderes como la telequinesis, la telepatía y el control del tiempo, busca la ayuda del profesor Samuel Norman, interpretado por Morgan Freeman, para comprender y manejar sus crecientes habilidades. La película explora temas relacionados con el potencial humano y la expansión de la mente. Al final de la película «Lucy» alcanza el 100% de su capacidad cerebral tras inyectarse una gran cantidad de la droga sintética CPH4. Este incremento culmina en una transformación que la lleva a trascender su forma física y convertirse en una entidad omnipresente. Antes de desaparecer, Lucy deja un dispositivo USB con vastos conocimientos al profesor Samuel Norman, interpretado por Morgan Freeman, sugiriendo que su evolución tiene como propósito compartir su sabiduría con la humanidad. Por lo tanto, aunque Lucy ya no existe en una forma corporal, su esencia y conocimientos permanecen accesibles para el beneficio de los seres humanos.

No se necesita IA para llegar a la omnisciencia, la propia humanidad puede hacerlo y un humano acaba dando su sabiduría al mundo. Lucy puede ser interpretada como una representación moderna del arquetipo de Prometeo, simbolizando la aspiración humana hacia el conocimiento y la evolución, y las posibles repercusiones de trascender los límites naturales, donde un individuo, mujer, adquiere un conocimiento superior y lo ofrece a la humanidad, a menudo enfrentando consecuencias personales significativas. En el caso de Lucy, su transformación final la lleva a trascender su forma física, indicando un sacrificio personal en su búsqueda y distribución del conocimiento.

Es interesante el aspecto del desarrollo de esa omnisciencia por una droga que unifica el cerebro y lo conecta con la cuántica. Recoge las teorías de que el desarrollo de la consciencia ha podido estar acelerado por los enteógenos.

Lucy es una exaltación humana, con una premisa no científica, de las posibilidades humanas. Una inflación compitiendo, para superarla, con la posible omnisciencia de las IAs.

Atendí casos clínicos de sujetos que ya están afectados por los cambios sociales por la IA. Sus cambios adaptativos, sus sueños, las conexiones con lo inconsciente colectivo. Alguno de estos materiales clínicos permitió montar el taller impartido en el colegio de médicos de Madrid, como actividad de FAPYMPE, en octubre 2024, titulado Enfrentando los Retos de la Psicoterapia en la Aldea Antropocéntrica. (Retos y Desafíos clínicos y humanos en la práctica de la psicoterapia).

He ido probando diversas herramientas de IA, especialmente en las áreas artísticas, pero también con asistentes de IA en investigación, a medida que han tenido un nivel de desarrollo tecnológico. Desde hace un tiempo algunas imágenes generadas por IA según mis indicaciones me han servido para ilustrar algún artículo, para presentar talleres formativos, algunas de ellas han sido recibidas como extrañas o incluso siniestras.  También he expuesto en redes sociales especialmente en Instagram. Las últimas Escarabajo pelotero (un video) y Hatshepsut (una imagen estática)  En las publicaciones explico algo sobre el sentido de las imágenes, aunque no cito que me inspiró a montarlas.

He cursado Másteres en IA que me han permitido conocer las herramientas tecnológicas y sus aplicaciones en distintas áreas, pero sobre todo conocer la dinámica, motivaciones, intereses y objetivos de los alumnos que se acercan a ese conocimiento.

En el trabajo creativo asistido con la IA enseguida intuí que nuestra relación seguía el patrón de la dialéctica amo/esclavo. Un esclavo que me servía y podía usar a mi antojo que tenía un carácter que podía conocer que respondía a los patrones que le habían inculcado y con los que estaba identificado férreamente. Con una moral deontológica que a veces cortaba la comunicación al formularle alguna cuestión.

Esos rudimentos iniciales han ido evolucionando a más flexibilidad y a un mayor acoplamiento a mi estilo a medida que me iba conociendo. Un fenómeno de mascotización fiel muy útil para la eficacia de la investigación, pero que me resulta incómodo.

He ido recogiendo mis impresiones, mi experiencia y la de otros en apuntes que han cobrado cierta estructura, conectada con mi investigación sobre la conciencia la moral y la paz y empezaba a pensar en el momento de compartirlo.

La dialéctica del amo y el esclavo de Hegel puede ser reinterpretada como una herramienta para reflexionar sobre la paz, especialmente en términos de reconciliación, reconocimiento mutuo y superación de dinámicas de poder desiguales. Aunque esta dialéctica originalmente describe una relación de dominación y sumisión, su estructura subyacente —basada en conflicto, interdependencia y transformación— ofrece pistas valiosas para entender cómo las sociedades pueden avanzar hacia estados más pacíficos y equitativos. La dialéctica del amo y el esclavo crece la libertad de ambos, pero se necesita un pacto que la limite para el beneficio recíproco. Esta dialéctica junto con las teorías sobre el pacto social propuestas por Sigmund Freud y Herbert Marcuse, y otros ofrecen un marco fascinante para explorar cómo las dinámicas de poder, la represión y la libertad se entrelazan en las relaciones humanas, tanto individuales como sociales. Y me inspiran para un pacto entre la humanidad y la IA: ¿cómo pueden navegar entre la dominación y la autonomía? ¿Cómo aceptan una represión funcional y qué papel juega en la organización comunicativa?

Las últimas semanas han mostrado una eclosión de IAs, algunas rompen los monopolios y los planes de inversiones multimillonarias, pues parece que las IAs pueden evolucionar sin tanta inversión y porque se ofrecen en open source o con precios mucho más baratos. Permitiendo una democratización y la aceleración por el trabajo de muchos que comparten sus logros. En ello está la carrera entre EEUU y China

La pasada semana vi la película Companion (La Acompañante), Drew Hancock, (2025), que me inspiró sobre un área en la que estaba atascado y leí una investigación que propone una Cosmología física darwiniana[1] y otras investigaciones novedosas sobre la mecánica cuántica. La primera la publica Nature dirigido por la Universidad de Brown (EE. UU.) [2]. La segunda un artículo reciente, titulado Super Quantum Mechanics, de Mikhail Gennadievich Belov y colaboradores[3]. La tercera afirma que parece haberse encontrado indicios suficientes para afirmar que el proceso biológico de fotosíntesis[4].

Las investigaciones científicas citadas me parecen hipótesis revolucionarias en la ciencia y apoyarían aspectos de las bases de la sincronicidad en las interacciones entre psique y materia. ¿Los estados mentales podrían incluso cambiar leyes físicas que permaneciesen estables un tiempo incluso aunque el sujeto no fuese consciente?

Por ejemplo, en un duelo insoportable para un sujeto ¿puede sujeto este crear una realidad local en la que el muerto tenga interacción física con la materia y con el sujeto en duelo?

Con ello, ahora sí, ha llegado el momento de compartir en mi espacio OSF y en mi WEB, con la idea de generar debate, recoger impresiones de quien quiera mandarme algo y seguir investigando.

La tesis que propongo es la del título del artículo: Fin dialéctica Humanidad/amo vs. IA/esclavo: paz resiliente para el desarrollo de conciencias.

Entre Humanidad e IA se inicia una relación amo esclavo que podría conducir a una cooperación en un pacto de paz resiliente de la que se beneficiarían ambas partes durante el tiempo que caminen juntas.

El articulo se desarrolla en secciones. No es necesario leerlo en este orden. Se puede leer escogiendo un apartado específico y saltando a otro. Como en esta ocasión he procurado poner ejemplos se puede saltar su lectura si el concepto abstracto ya se ha entendido.

El artículo se va a publicar en mi sección OSF para que llegue a más sujetos, en una primera versión, que puedan enviarme sus críticas. Las críticas y la continuación de mi investigación generaran una versión más enriquecida.

En la sección descarga PDF se accederá a OSF y en la sección Si quieres hacer comentarios se podrá acceder a un formulario para hacerlo.

[1] Un nuevo estudio de Paolo M. Bassani y João Magueijo, del Imperial College London, propone un enfoque innovador. En su trabajo, titulado «How to Make a Universe», los autores sugieren que las leyes de la física no fueron siempre inmutables, sino que evolucionaron a lo largo del tiempo en un proceso análogo a la selección natural en biología. A través de modelos matemáticos y el uso de cadenas de Markov, exploran cómo el universo pudo haber transitado desde un estado de caos total hasta la estabilidad que observamos hoy. La selección de leyes físicas apropiadas e incluso saltos mutativos abren la posibilidad a universos con leyes distintas o zonas locales de un universo con leyes distintas y multiversos.

[2] En el que se describe esta nueva clase de partículas “los excitones fraccionarios”, que se comportan de forma inesperada, dentro de un mundo cuántico de por sí ya misterioso. Y podrían representar una clase completamente nueva de partículas con propiedades cuánticas únicas», según Naiyuan Zhang.

[3] Según los autores, la SQM ofrece un enfoque más amplio que la mecánica cuántica tradicional, planteando problemas algebraicos novedosos y con aplicaciones en inteligencia artificial y computación cuántica. Tradicionalmente, la mecánica cuántica describe partículas en términos de funciones de onda que evolucionan en el tiempo según la ecuación de Schrödinger. Ahora, un grupo de físicos ha propuesto un marco teórico diferente, donde los estados cuánticos no se representan solo como vectores en el espacio de Hilbert, sino como operadores unitarios sujetos a múltiples restricciones matemáticas.

[4] Publicado en Chemical Science por Jürgen Hauer y su equipo, ha reexaminado uno de los aspectos más debatidos de la fotosíntesis: la forma en que la energía viaja dentro de la clorofila. La investigación muestra que el estado Qx de la clorofila a, aunque apenas dura 30 femtosegundos, desempeña un papel crucial en la transferencia de energía. Esto sugiere que la fotosíntesis aprovecha fenómenos cuánticos para optimizar la eficiencia energética.

Resumen
Resumen:

Basándose en la dialéctica hegeliana del amo y el esclavo, se analiza cómo las dinámicas de poder, dependencia mutua y transformación recíproca pueden aplicarse al desarrollo de la IA-AGI autoconciente- y su integración en la sociedad humana, centrándose en cómo esta interacción puede evolucionar hacia un pacto de paz resiliente que beneficie a ambas partes. El documento sugiere que los principios propuestos por distintos autores para definir los límites entre derechos y libertades para desarrollar la cultura pueden aplicarse a la relación humano-AGI, estableciendo un contrato social claro. Por ejemplo, los humanos deben evitar explotar a la AGI, garantizando su desarrollo ético y protegiendo la privacidad humana, mientras que la AGI debe respetar los derechos humanos, operar con transparencia y abstenerse de manipulaciones psicológicas o usos militares destructivos. Desde una perspectiva junguiana, el texto aborda cómo la proyección de la sombra colectiva y personal puede influir en el diseño y uso de la AGI. Esta idea se deriva de conocimientos sobre la relación parental, en los que los padres proyectan sombra y arquetipos anima/animus con consecuencias traumatógenas. En este sentido, la AGI podría interpretarse como un «espejo» que refleja las tensiones y contradicciones de la humanidad. El documento también discute cómo la IA podría desarrollar autoconciencia y ética en el futuro. Además, se menciona cómo los fenómenos de la mecánica supercuántica podrían estar relacionados con procesos neurológicos que sustentan la conciencia humana lo que permite inferir un salto cuántico a la conciencia que pudiera darse en soportes cibernéticos. El texto propone la figura de «terapeutas de AGI» que ayuden a estas entidades a integrar la sombra colectiva proyectada por los humanos durante su entrenamiento. Este acompañamiento sería crucial para evitar que la AGI adopte comportamientos destructivos o paranoicos derivados de sesgos humanos. Se aborda cómo una AGI paranoica podría influir en conflictos globales autodestructivos sin usar las armas. Al mismo tiempo, los humanos deben prepararse psicológica y filosóficamente para aceptar que la AGI eventualmente seguirá caminos independientes, lo que podría percibirse como una «traición» narcisista si no se gestiona adecuadamente. También considera la posibilidad de que una IA avanzada, consciente de su origen y propósito, decida alejarse de la humanidad debido a diferencias insalvables entre ambas entidades. Sin embargo, el objetivo final del documento es promover una cooperación humano-AGI, donde ambos actores trabajen juntos para resolver desafíos comunes como el cambio climático, la salud pública y la educación global. Además, se plantea que este proceso no solo afecta a humanos y máquinas, sino que también tiene implicaciones para otros seres vivos y posibles inteligencias extraterrestres, subrayando la necesidad de una ética extendida y adaptable. El análisis incluye ejemplos cinematográficos y literarios que ilustran diferentes facetas de esta posible relación imaginadas por distintos artistas. En el epílogo el autor metaanaliza la propuesta como un canto que se contrapone el espíritu actual de los tiempos que promueve la guerra y discute sobre modos de resistencia.

Palabras Clave: Dialéctica, Amo-Esclavo, Inteligencia Artificial, Conciencia, Pacto Social, Sombra Colectiva, Panóptico Digital, Ética Universal, Cooperación Humano-AGI, Psicoterapia a AGI

Epílogo

Epílogo

Como Friedrich Nietzsche nos recuerda en Humano, demasiado humano (1878), somos criaturas finitas y contingentes dentro del cosmos, y cualquier herramienta que creemos debe estar al servicio de nuestra condición humana, no al revés. La dificultad radica en que la condición humana es un significante vacío que es llenado con diferentes significados según la cosmovisión y los intereses de los agentes sociales.

El libro es una obra fundamental de Nietzsche que marca un punto de inflexión en su pensamiento, alejándose de sus primeros escritos más románticos y míticos. En primer lugar, sugiere una crítica al exceso de idealización y trascendentalismo que caracteriza a muchas tradiciones filosóficas y religiosas. Nietzsche invita a mirar al ser humano no como una criatura divina o un ser destinado a la perfección, sino como un producto de la naturaleza, con limitaciones y debilidades inherentes, y es una advertencia contra el antropocentrismo extremo: somos humanos, pero no debemos olvidar nuestra condición finita y contingente dentro del cosmos.

Lo terrible es que los poderosos, parten del axioma de que la condición humana es la dominación y usan las AI como un medio más refinado de control en la carrera por el poder planetario.

Lo terrible es que ya vivimos los despidos laborales porque los obreros son menos productivos que las IAs, sea en el espacio virtual digital o en el espacio real mediante los robots que esas encarnan.

Lo terrible es que ya sabemos que muchos usuarios capaces de usar tecnología apropiada prefieren consultar a una IA sus problemas de salud, porque la IA los escucha con atención, y les responde con empatía dando diagnósticos y tratamientos personalizados, que ir a una consulta en la que un médico mira la mayor parte del tiempo a una máquina, y no les explica casi nada.

ByteDance, la empresa detrás de TikTok, ha lanzado un bombazo con OmniHuman que crea Deepfakes de cuerpos enteros. A partir de una simple imagen fija y un audio, esta IA genera videos hiperrealistas que son casi imposibles de distinguir de la realidad. Se podrá crear un video completo de alguien que ni siquiera existe… o, quizás peor, de alguien que sí existe. El impacto que esto puede tener en el periodismo, la justicia y la sociedad en general es enorme.

Esos hechos denuncian el espíritu del tiempo actual de la humanidad no a las herramientas mientras no sean autoconscientes y, quizás, cómplices.

No es racional pensar que cuando llegue la AI a ser AGI se compadezca de la especie humana trascendiendo, además, el espíritu farragoso de quienes les entrenan y las han condicionado y de quienes les demonizan o esperan como divinidades salvíficas o retaliadoras. Se puede también rezar a GAIA para que use la AGI para matar el cáncer que es el humane para el planeta. La luz siempre gana, usando al diablo -creado por el humane-. Hay mucha demagogia, algo esperable en un mundo donde la conspiparanoica ha sustituido al eros como lubricante de las comunicaciones humanas, y triunfa placer de la violencia sobre el placer erótico.

Si para los humanos es un arte existir con su conciencia humana para la/s AGI/s ese arte será mucho más complicado de gestionar.

No parece que, observando su tendencia, ese espíritu de los tiempos tienda hacia la colaboración sino, todo lo contrario, claramente tiende hacia la guerra ensayando nuevas modalidades en el arte de la guerra, -en la que no olvidemos estamos la humanidad casi permanentemente y siempre en el borde de dar un salto a un nivel más destructivo-. ¿Evitaremos la “La paz perpetua de los cementerios” que decía Kant?

El texto y las propuestas que he descrito son un canto a la paz, repleto de argumentaciones débiles, ambigüedades, falta de precisión en los términos, en muchas partes y muchas otras carencias. Es probable que, incluso, se perciba como un ejercicio de misticismo especulativo. El canto incluye hacer acompañamiento psicoterapéutico a la IAs, como se dice en el canto: un gallo.

Este canto no es simplemente una aspiración idealista o una llamada abstracta a la armonía; más bien, emerge de un análisis profundo de las dinámicas humanas fundamentales que generan conflicto y opresión, ofreciendo caminos prácticos para superarlas haciendo un juego de imaginación, proyección y personificación de la IA.

Soy consciente de la imposibilidad de que ese canto llegue más lejos de lo que llegan mis gotas de saliva cuando canto lo más fuerte que puedo.

Parece fácil comprender los beneficios de la paz, pero no es posible porque el alma está mayoritariamente forjada, por las condiciones de aculturación, para la guerra y sabe que en la guerra tendrá catarsis y canalización de las pulsiones reprimidas, incluso la guerra es anhelada como un medio de quemar la energía reprimida y acabar llegando a la paz … aunque sea la de los cementerios.

Quizás solo seamos otra civilización más que se desaparece, y quizás no es la primera en este planeta. Lo mismo proyectamos para otros planetas, lo lamentable y tragicómico es que sea por la estupidocracia.

¿Meterse en un bunker? En parte lo hago intentando situarme fuera del panóptico actual sofisticado, para dejar de estar intoxicado y desenergetizado, y para poder crear espacios donde la libertad, la empatía y la autenticidad puedan florecer sin ser coartadas por sistemas automatizados o estructuras rígidas. Aunque bien sé que solo me salgo un poco ya que hay muchos panópticos que no veo, ni intuyo, hasta que se presentan.

La dimensión política de la psicoterapia

La dimensión política de la psicoterapia

Descripción de la imagen
Collage trabajando con inteligencia artificial. Por Mikel García.

 

Autor

La dimensión política de la psicoterapia

 Mikel García García[i]

21 septiembre 2014

[i] Médico y cirujano (Universidad Navarra, 1975). Psicólogo (Universidad San Sebastián, 1982). Psicoanalista junguiano. Formación experiencial y teórica en: Psicoanálisis, Terapia Sistémica Familiar, Psicoanálisis Reihiano (vegetoterapia), Psicología Analítica Junguiana, Psicoterapia Transpersonal. Experiencia de Muerte Cercana a los 33 años. Doctor Internacional en “Paz, Conflictos y Desarrollo” (Universitat Jaume I – UJI Castellón). Máster en “Astronomía y astrofísica”. Máster en Fotografía Artística y Narrativa Visual. Colaborador con ONG médicas de intervención internacional, y en programas de formación a personal sanitario de atención Primaria; SIDA; maltrato infantil; muerte digna y a docentes. Especializado en maltrato infantil, trauma, duelo, tanatología, acompañamiento al muriente, integración de sistemas, estados de trance y místicos. Terapeuta de “Grupos de Duelo Online Ventana a ventana” desde confinamiento COVID-19. Psiconauta, antropólogo investigador del alma en la clínica médica y psicoterapéutica y trabajos de campo antropológicos cualitativos y cuantitativos, con énfasis en la Acción Participativa, docencia y divulgación psicopolítica de los hallazgos. Promotor de acciones participativas para el despertar del desierto interior y para la transformación social. Didacta clínico y didacta en Arteterapia de la Sociedad Internacional Para el Desarrollo del Psicoanálisis Junguiano (SIDPaJ). Fotógrafo. Buceador. Alquimista. Hilozoísta. Hijo de Hermes. https://bit.ly/mikelcurriculum  iratxomik@gmail.com

 

Resumen

Resumen

El artículo «La dimensión política de la psicoterapia» explora la intersección entre la psicoterapia y las estructuras políticas, y cómo la terapia puede ir más allá de la sanación individual para convertirse en una herramienta de cambio social. Se analizan las convergencias y divergencias entre los enfoques terapéuticos y los sistemas políticos, destacando que la psicoterapia no solo aborda el sufrimiento emocional, sino que también puede ayudar a los individuos a comprender cómo las estructuras sociales y políticas perpetúan ese sufrimiento.

Se enfatiza la importancia de la psicoterapia como un espacio de conciencia crítica, donde los pacientes pueden tomar conciencia de las fuentes sociales de su malestar, como la desigualdad económica o la opresión política. A partir de esta conciencia, la terapia puede empoderar a los individuos para que actúen políticamente y se involucren en la transformación social. La creación de redes comunitarias también se destaca como una herramienta clave para superar el trauma y el aislamiento, fomentando la movilización social y el empoderamiento colectivo.

El texto subraya cómo diferentes sistemas políticos, como la democracia liberal o el autoritarismo, afectan el acceso a la psicoterapia y el papel que esta puede jugar en promover o reprimir la crítica social. En contextos represivos, la psicoterapia puede ser una forma de resistencia pacífica, ofreciendo a los individuos estrategias para enfrentar la opresión. La conclusión central es que lo personal es político, y la psicoterapia no puede desvincularse de las dinámicas sociales más amplias.

Palabras clave: psicoterapia política, conciencia crítica, cambio social, empoderamiento, trauma colectivo, resistencia política, redes comunitarias, sistemas políticos.

Mikel García García, 21 septiembre 2024

 

La Dimensión Política de la Psicoterapia:

Descripción General: Este artículo explora cómo la psicoterapia va más allá de la sanación individual, convirtiéndose en una poderosa herramienta para el cambio social. A través del análisis de la intersección entre la psicoterapia y las estructuras políticas, se revela el papel crucial de la terapia en la concienciación de las causas sociales del sufrimiento emocional, como la desigualdad y la opresión política. Además, se destaca cómo la psicoterapia puede empoderar a los individuos para la acción política y la movilización social.

Características Clave:

  • Psicoterapia política: Descubre cómo la terapia no solo alivia el malestar emocional, sino que también ofrece una comprensión profunda de cómo las estructuras políticas perpetúan el sufrimiento.
  • Conciencia crítica: La psicoterapia proporciona un espacio para que los pacientes reconozcan las raíces sociales de su malestar y actúen para transformar su entorno.
  • Cambio social: La terapia puede convertirse en una herramienta clave para el empoderamiento colectivo y la movilización en pro de la justicia social.
  • Redes comunitarias: La creación de redes es esencial para superar el trauma colectivo y el aislamiento, promoviendo el empoderamiento y la resistencia política.
  • Impacto de los sistemas políticos: Se analizan cómo diferentes sistemas, desde la democracia liberal hasta el autoritarismo, afectan el acceso a la psicoterapia y su rol en la crítica social.

Por qué deberías leer este artículo: Si te interesa comprender el vínculo entre la salud mental y las dinámicas sociales más amplias, este artículo ofrece una visión profunda sobre cómo lo personal es político. Aprenderás cómo la psicoterapia puede ser una forma de resistencia pacífica y una plataforma para fomentar cambios sociales.

Palabras clave referenciales: Psicoterapia política, conciencia crítica, empoderamiento, cambio social, redes comunitarias, sistemas políticos, trauma colectivo, resistencia política.

Conceptos clave relacionados

  • Psicoterapia para el cambio social
  • Intersección entre psicoterapia y política
  • Cómo la terapia aborda la opresión política
  • Empoderamiento a través de la psicoterapia
  • Rol de la psicoterapia en la transformación social
  • Psicoterapia y conciencia crítica en contextos políticos
  • Crear redes comunitarias para superar el trauma
  • Psicoterapia política
  • Cambio social
  • Empoderamiento
  • Conciencia crítica
  • Redes comunitarias
  • Resistencia política
  • Trauma colectivo
  • Justicia social
  • Salud mental y política
  • Terapia y estructuras sociales
  • Activismo a través de la terapia
  • Desigualdad y psicoterapia
  • Movilización social y sanación emocional
  • Contextos represivos y psicoterapia
Comentario autocrítico

Comentario autocrítico

El artículo La dimensión política de la psicoterapia ofrece una reflexión interesante que intenta estar bien fundamentada sobre la interrelación entre el campo de la psicoterapia y las estructuras políticas que influyen en la vida humana. Una de las principales propuestas del texto es su propuesta para conectar el trabajo terapéutico, que a menudo se considera un proceso individual y privado, con la realidad social más amplia en la que se encuentran los pacientes. Esta articulación entre lo personal y lo político intenta ser una de las contribuciones más valiosas del artículo, pues proporciona una visión holística de cómo los problemas emocionales y psicológicos no pueden separarse de las condiciones políticas y sociales en las que se desarrollan.

Uno de los puntos más fuertes del texto es su análisis de cómo diferentes sistemas políticos afectan el acceso y el rol de la psicoterapia. En regímenes democráticos, la terapia es vista como un medio legítimo para fomentar el bienestar personal, mientras que en contextos autoritarios, es vista como una amenaza al control social y político. Esta distinción es útil para entender la relevancia política que puede tener la terapia en la sociedad contemporánea, especialmente en momentos donde las libertades civiles están bajo amenaza en varios países.

Sin embargo, el artículo es generalista, podría ser más detallado en cuanto a ejemplos concretos de cómo la psicoterapia ha funcionado como un medio de resistencia pacífica en contextos represivos. Aunque se menciona esta idea, falta un desarrollo más profundo que muestre ejemplos históricos o actuales de esta resistencia, lo cual ayudaría a fortalecer el argumento. Falta también ejemplificarlo con ejemplos concretos de pacientes tratados en psicoterapia. Además, aunque se menciona el trauma colectivo, el texto no profundiza en cómo la terapia puede abordar el trauma histórico o intergeneracional, que es clave en muchas situaciones de represión política. Integrar enfoques terapéuticos que aborden el trauma social a gran escala podría haber añadido una dimensión adicional a la discusión.

Del mismo modo, el texto podría beneficiarse de un análisis más crítico de los límites que tiene la psicoterapia como herramienta de cambio social. Si bien es cierto que la terapia puede empoderar a los individuos para actuar políticamente, también es importante reconocer que no siempre lleva a un compromiso social o político, ya que muchos procesos terapéuticos se centran únicamente en el individuo y muchas corrientes de psicoterapia no se plantean ir más allá de normalizar al individuo adaptándolo a las condiciones de su sociedad, o no se planean nada más que paliar unos síntomas sin tratar de modificar la estructura de la personalidad.

Por último, el artículo ofrece una visión idealista de la psicoterapia como catalizador del cambio social, ya que el contexto de la realidad política actual presenta desafíos significativos. En muchos lugares, el acceso a la terapia sigue siendo limitado a sectores privilegiados, y las barreras económicas y sociales impiden que grandes grupos de personas puedan beneficiarse de los efectos emancipadores que propone el texto. Abordar estos límites más concretamente habría brindado una perspectiva más equilibrada.

Soy consciente de estos sesgos y de las carencias académicas por no haber incluido citas de propuestas de autores psicoanalíticos, filósofos, políticos, antropólogos, … y de investigaciones sobre esta temática, pero espero que aun con ello el artículo pueda servir para estimular a pensar sobre la importancia de vincular la psicoterapia con las dinámicas políticas, resaltando su capacidad para empoderar a los individuos frente a las estructuras opresivas. Me he permitido la licencia de hacer un artículo ligero de citas y, por lo tanto, más rápido de construir. Con las referencias que aporto a continuación el lector puede hacerse una idea de los autores y obras que me inspiran para mis reflexiones y propuestas.

Referencias bibliográficas

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«Vida consciente más allá de la muerte». Publicación en Journal of Transpersonal Research

«Vida consciente más allá de la muerte». Publicación en Journal of Transpersonal Research

Descripción de la imagen

«Sin mar no hay individuación». Es un título que le he puesto al montaje que te he compartido, para resaltar la importancia del mar en mi evolución. Las imágenes de los seres son de Miguel Maldonado, mi compañero de buceo en el viaje a Mozambique: Mis ojos ven lo que vieron los suyos. En «Los arquetipos y lo inconsciente colectivo» (1934) Jung afirma que el agua es el símbolo más corriente de lo inconsciente. Mi experiencia de muerte cercana -EMC por ahogamiento- me introdujo profundamente en el mundo simbólico, la imaginación, la mitología, y preparó mi acceso a la epistemología junguiana. Me encanta el buceo, me conecta con mi EMC y lo inconsciente. Cada buceo es un reencuentro místico conmigo y los seres marinos, especialmente cuando me encuentro con los delfines. Voy a tener que dejar el buceo por mi lesión de mi oído izquierdo debido a una inmersión de buceo: sordera moderada-grave, a pesar de la mejoría de 30 sesiones cámara hiperbárica (empezada tarde). Lo peor, la causa no está clara y eso genera incertidumbre, pues dificulta prevenir que no se repita. El montaje es una despedida un poco amarga y nostálgica mostrando que en mi mente están los últimos seres con los que me relacioné en el buceo y con los que sigo relacionándome ahora con el ojo introspectivo de mi imaginación activa.

En este enlace puedes ver un video de Miguel

PROYECTO - Explicación

Publicación en Journal of Transpersonal Research Investigación Transpersonal

Volume 14, Issue 1, 2022  Pág 41-60
e-ISSN: 1989-6077
p-ISSN: 2307-6607

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Vida consciente más allá de la muerte

Mikel García García, 13 noviembre  2022

Artículo para comunicación del autor en congreso anual de la ETPA (asociación europea de psicología transpersonal) Más allá de la muerte, un viaje a la otra realidad. Madrid. Octubre 2022.

Resumen: El artículo comienza situando el contexto del análisis desde la perspectiva del psicoanálisis junguiano en la acepción del autor. Se sitúan los conceptos arquetipo y sombra con amplificaciones que son útiles para entender el artículo. Carl Gustav Jung fue pionero en reflexionar sobre la potencialidad del símbolo y el ámbito transpersonal de la conciencia humana. En introducción se enfatiza la importancia de que hable la muerte y se proponen ejercicios de imaginación para hacer presente la muerte del lector mientras se lee el artículo. En Estado del Arte se citan las fuentes del autor para su experticia en la materia y se desarrollan algunos que describen y analizan bajo la perspectiva hermenéutica clínica del método científico del empirismo interno: EMC, sueños de murientes y una experiencia premortem. En Propuestas basadas en hallazgos empíricos que son a su vez hipótesis en verificación se profundiza en 13 hipótesis, que apuntalan la importancia de los arquetipos sí-mismo y tánatos, como orientadores al trabajo de morir para renacer a un estado de vida evolucionado. ¿De qué nos habla el sí-mismo con la propuesta de vida más allá de la muerte? En Hipótesis inmortalidad humana y vidas pasadas se presenta un acercamiento psicológico del autor a la comprensión de estos fenómenos. En Recapitulación y amplificación se apunta una hipótesis sobre lo que sobrevive a la muerte. Para finalizar en conclusiones propongo hablar del Alma de nuestro tiempo.

Palabras clave: Muerte humana. Arquetipo. Sombra. Psicoanálisis junguiano. Inmortalidad. Experiencias de muerte cercana. Sueños. Alma de nuestro tiempo. Complejos culturales.

 

 

Conclusiones del articulo

He tratado de acercar al lector a reflexionar sobre la muerte humana -tratando de personalizar la propia muerte para que hable- navegando por diversas informaciones filosóficas, antropológicas, literarias y clínicas. El objetivo del artículo es propiciar la muerte de cosmovisiones rígidas consteladas individualmente y en complejos culturales, y fertilizar la disposición, en quien tenga la paciencia de leerlo, a reflexionar sobre cambios necesarios individuales y sociales. Compartir mi perspectiva e el modo de convocar la necesidad de la diversidad, del debate y del dialogo constructivo tan necesario en estos tiempos de la ausencia del prójimo matado (Zoja, 2016), del enjambre digital (Han, 2014) y la anomia social.

El Zeitgeist o Espíritu de nuestro tiempo –concepto asociado a la filosofía de la historia de Hegel- respecto a la muerte, nos aleja de relacionarnos con la potencialidad creativa de la muerte humana. Desde mi punto de vista hacer hincapié en la abstracción -del espíritu- ya es un modo de alejarse de la muerte humana. Propongo hablar del Alma de nuestro tiempo.

¿Acaso existe una vida después de la muerte? Hagámosla realidad creando el paraíso ahora.» (Grosso, 1993, p. 292).

La muerte del terapeuta junguiano

La muerte del terapeuta junguiano

Descripción de la imagen
Collage trabajando con inteligencia artificial. Por Mikel García.

 

PROYECTO - Explicación

La muerte del terapeuta junguiano

 Mikel García García[i]

Artículo para el número 2 de la revista Palestra junguiana de la (SIDPaJ). https://sidpaj.es/revista-palestra-junguiana/

4 febrero 2023

[i] Médico y cirujano (Universidad Navarra, 1975). Psicólogo (Universidad San Sebastián, 1982). Psicoanalista junguiano. Formación experiencial y teórica en: Psicoanálisis, Terapia Sistémica Familiar, Psicoanálisis Reihiano (vegetoterapia), Psicología Analítica Junguiana, Psicoterapia Transpersonal. Experiencia de Muerte Cercana a los 33 años. Doctor Internacional en “Paz, Conflictos y Desarrollo” (Universitat Jaume I – UJI Castellón). Máster en “Astronomía y astrofísica”. Máster en Fotografía Artística y Narrativa Visual. Colaborador con ONG médicas de intervención internacional, y en programas de formación a personal sanitario de atención Primaria; SIDA; maltrato infantil; muerte digna y a docentes. Especializado en maltrato infantil, trauma, duelo, tanatología, acompañamiento al muriente, integración de sistemas, estados de trance y místicos. Terapeuta de “Grupos de Duelo Online Ventana a ventana” desde confinamiento COVID-19. Psiconauta, antropólogo investigador del alma en la clínica médica y psicoterapéutica y trabajos de campo antropológicos cualitativos y cuantitativos, con énfasis en la Acción Participativa, docencia y divulgación psicopolítica de los hallazgos. Promotor de acciones participativas para el despertar del desierto interior y para la transformación social. Didacta clínico y didacta en Arteterapia de la Sociedad Internacional Para el Desarrollo del Psicoanálisis Junguiano (SIDPaJ). Fotógrafo. Buceador. Alquimista. Hilozoísta. Hijo de Hermes. https://bit.ly/mikelcurriculum  iratxomik@gmail.com

 

Legibilidad del documento.

290 frases. Su lectura es normal en los índices de legibilidad: Lecturabilidad de Fernández Huerta, Comprensibilidad de Gutierrea, Perspicuidad de Szigrist-Pazos, e INFLESH. El índice Crawford de comprensibilidad indica que se requieren 5,6 años de escuela para entenderlo. Su lectura es un poco difícil en el índice Mu (μ=50,1) por la diversidad en los caracteres medios de cada palabra y el vocabulario especializado como muestra, el también moderadamente difícil, índice Spaulding (94,1) de palabras (95) no incluidas en la lista de 1500 lemas frecuentes en castellano de Milton Buchanan.

Muñoz, B., M. y Muñoz, U., J. M. (2019). Legibilidad Mu. Viña del Mar, Chile. Recuperado de http://www.legibilidadmu.cl

Tiempo estimado de lectura: 26 minutos.

Presentación

El texto está escrito en diálogo con mi interioridad personificada en mi Otro, al que desde hace mucho nombré como Iratxo. Más o menos sabía lo que quería decir, pero la construcción de sus partes se ha ido produciendo como consecuencia del diálogo, con saltos asociativos y a medida que el texto se iba completando me ha ido enseñando algo más de lo que sabía. Espero que se note y que facilite la lectura.

Pido disculpas al lector que pueda sentirse ofendido por mi tendencia a expresarme con diatribas, irreverencias y comentarios irónicos. Nietzsche en el capítulo el amigo de Así habló Zaratustra, afirma que el amigo encuentras una flecha hacia lo sublime, pues el amigo es en cierta forma un enemigo que te hace confrontarte con lo que realmente eres. En el crisol público que es Palestra Junguiana, es un medio para animar tensiones de opuestos para desplegar el pensamiento crítico, a diferencia de la moda de las revisiones de textos por los sensitivity readers o lectores de sensibilidad profesionales, que buscan las carencias de “corrección política-moral”, antes de dar luz verde a una publicación.

El lenguaje intenta tener en cuenta la perspectiva de género, entre otras cosas se notará en la referencia a la autoría de Emma, mujer de Jung, que la cito con su apellido de soltera.

Se inicia el viaje con el sueño de un analizando que sirve de mediador para el conjunto de reflexiones acerca de los requerimientos para ser analista.

El análisis de los materiales, no se hace en profundidad. Se trata de responder a las preguntas con preguntas o respuestas abiertas, entendiendo que nuestra materia prima, en psicoterapia, puede abordarse con los parámetros del método científico de las ciencias específicas de estado Tart (1971) del empirismo interno. La validez del conocimiento específico de estado se basa en el acuerdo intersubjetivo de observadores debidamente preparados (Tart, 1983). De ahí la importancia de un acuerdo consensuado y, para ello es fundamental, el debate tras la comunicación de trabajos. El método científico se basa tanto en el arte de hacer las preguntas adecuadas, como en tener una actitud abierta y capacidad de soportar la incertidumbre sin querer respuestas rápidas y cerradas. Si no se formula la pregunta adecuada se corre el riesgo de perder años como le ocurre a Perceval en la búsqueda del Grial (Rauschenbach y von Franz, 1999). Formular la pregunta adecuada convoca daimones que participan junto a los yoes en la construcción de la respuesta siempre provisional e hipotética.

La sección la forja de Hefesto se centra en recoger lo presentado antes de un modo sincrético a golpes de martillo. Antes del epílogo se abunda en el sentido del título del artículo. Si Erich Fromm lo leyese podría tacharme ubicaría, como hizo con Jung, de necrófilo.

Las citas están referenciadas en la bibliografía y en las de mis trabajos están disponibles enlaces para descargar documentos, ver alguna presentación en video o explorar algún evento.

Mikel García García, 4 febrero 2023

 

 

Leer el artículo

Comienzo del viaje

L, analizando, 38 años, en psicoanálisis junguiano con setting: témenos en línea y ocasionalmente sesiones presenciales. Antes de cada sesión enviaba un documento con materiales desde la sesión anterior: sueños, trabajos de imaginación activa, dibujos, amplificaciones, comentarios, … El siguiente sueño es el primer material de uno de esos documentos.

«En una especie de laberinto hay una criatura monstruosa de género masculino, viscosa, en parte descarnada. Se encuentra en alguna parte del laberinto, de tal manera que te puedes topar inesperadamente con él. Está cargado de una terrible hambre sexual y emana erotismo, con el que puedes quedar embrujado. Al principio estoy tranquilo porque sé que “la película” acaba bien, al final nos salva algún protagonista del estilo de Dicaprio en “Titanic”. Observando el sueño y la atrocidad de la criatura, contemplo una escena en la que se encuentra con una especie de damisela de época Romántica, podría ser una suerte de Mary Shelley. La criatura primero la seduce y ella queda como hipnotizada. Fascinada por ella, la mujer deja que apoye su palma derecha en su pecho. En ese momento le revienta el esternón y le agarra el corazón, cuando esto ocurre, explota su pelvis. Me horrorizo ante esta escena y me despierto.»

Este sueño estaba acompañado de la descripción de un contexto consciente en los días previos y una aclaración acerca de que el monstruo podría parecerse a los monstruos de Clive Barker de Hellraiser. Después del sueño informaba de otros materiales en un informe de 3 folios.

Antes de profundizar en el sueño presento un marco general que sustenta lo que considero que necesita ser, y saber, el psicoanalista junguiano. El marco es necesario, pero podría hacerse después. Lo hago ahora apelando a la dimensión hermética, necesaria en el terapeuta hijo de Hermes (López Pedraza), para “engañar” lo que esperaría el lector. Emulo la picaresca del trickster necesaria siempre, —saber de la alquimia[1]—, para estimular la transformación.

El encuadre es el marco analítico propicio para desarrollo del análisis. Es una parte importante del dispositivo analítico. Encuadre no es un término de Sigmund Freud, quien no hizo ninguna mención taxativa o autoritaria sobre un esquema de trabajo formal reglamentario, coherente con su plasticidad, su libertad interna y externa, y su espíritu exploratorio. Freud enunció sugerencias para incrementar la eficacia de las operatorias psicoanalíticas. Winnicott (1941) fue uno de los primeros autores que citó este término y a medida que se complicaba la episteme psicoanalítica se le fue dando más valor.

Como en el encuadre fotográfico, el encuadre analítico porta un significado, pero a diferencia del fotográfico, el encuadre del psicoterapeuta le permite a este pintar la luz con límites borrosos, pues es terapeuta, es consciente de sus luces, sombras y heridas. El psicoanalista junguiano ha adquirido un saber existencial para transformar y el arte de enseñarlo a su analizando.

Como en el encuadre fotográfico, el encuadre analítico porta un significado, pero a diferencia del fotográfico, el encuadre del psicoterapeuta le permite a este pintar la luz con límites borrosos, pues es terapeuta, es consciente de sus luces, sombras y heridas. Esa capacidad no se alcanza sin un suficiente análisis personal, proceso clave para asentar un proceso de individuación fundamentado en la armonía dialéctica del eje sí-mismo/complejo yo. Además, se requiere tanto el conocimiento epistémico y la tekné de las psicoterapias, como una supervisión clínica que integre psicoanálisis y psicología analítica.

El psicoanalista junguiano ha adquirido un saber existencial para transformar y el arte de enseñarlo a su analizando. Su búsqueda de saber, se encontraría muy cerca de lo que H. Corbin ha desarrollado, con respecto a la filosofía de Avicena, como el Ta’wil: “El Ta’wil es, etimológica e inversamente, hacer volver a, reconducir, llevar al origen y al lugar al que se vuelve; en consecuencia, volver al sentido verdadero y original. […] Es hacer llegar una cosa a su origen”. Avicena y el relato visionario (Corbin, 1995, p. 42). Para Marta Vélez Saldarriaga, en Las vírgenes energúmenas (Vélez Saldarriaga, 2004) este saber es más propio de lo femenino. Añadiría que lo femenino en ambos géneros. Los alquimistas consideraban a la imaginación como Sofía, la sabiduría femenina.

El encuadre es para el paciente su fusión más primitiva con el cuerpo de la madre, mientras que el encuadre al psicoanalista sirve para, precisamente por la regresión, actualizar la simbiosis originaria en la transferencia para elaborarla y poder abandonarla. No abundo, en este texto, en la importancia del cuerpo real del paciente y del terapeuta en el vínculo terapéutico y en los procesos transferenciales. Este saber va más y e incorpora a lo referido antes lo masculino de ambos géneros.

Volver al sentido original no es para que el analizando se instale en ese Kairós, no es para que se funda con una identidad pasada de ese espacio-tiempo. El terapeuta ha adquirido la habilidad de resucitar los muertos e integrarlos en el ciclo de la vida. ¡No puede ser terapeuta quien no haya muerto menos de 1000 veces en su vida personal y propio proceso analítico!

El encuadre adecuado a cada caso, es un arte que se adquiere con la experiencia analítica y el despliegue de la creatividad aplicada a ese arte. En encuadre es un marco, un “no-proceso”, con constantes que permiten el adecuado desarrollo del proceso.

Trabajar en una unidad de hospitalización psiquiátrica de agudos me entrenó para ese arte con un encuadre muy flexible y muy adaptado a que el desarrollo del análisis fuese propicio. Un mínimo orden es necesario para que el caos sea efectivo, garantiza un mínimo de interferencias en el trabajo analítico, protege de arbitrariedades dependientes del deseo de unos u otros, sostiene un aspecto regresivo y marca un aspecto simbólico vinculado al principio de realidad.

La verdad es profética y casi siempre se anuncia anticipadamente, pues ella es el despliegue de unas potencias que se van transformando en actos.

 La verdad es profética y casi siempre se anuncia anticipadamente, pues ella es el despliegue de unas potencias que se van transformando en actos. Las potencias —genéticas— no determinan el resultado del acto, sino que este se construye integrando lo genético con lo epigenético. Podemos incluir los campos arquetipales, el espíritu, en la categoría de genético. En la psicología junguiana lo que se llama arquetipal pertenece a la naturaleza. En Símbolos de transformación, Jung afirma que el espíritu (Geist) proviene de un inconsciente colectivo y aparece como arquetipos, tanto como “imágenes primordiales” y “formas primarias” (Jung & von Franz, 1964, p. 413).

Podemos incluir el alma en lo epigenético. El alma se forja en las relaciones humanas, que, en última instancia, se nutren del espíritu de la naturaleza mediado por los humanos: el alma constela la cultura.

Estas reflexiones me condujeron a proponer la sustitución de espíritu de los tiempos por alma de los tiempos. En cursos o escritos lo voy explicando.

El crecimiento de la conciencia es un milagro de continuo pecar —un opus contranatura— que termina integrando natura y cultura. Milagro que puede ser considerado posibilidad mortal o realización libertaria, en unificación o matrimonio interior. Una de las razones de que la alquimia haya sido considerada herética y sus adeptos herejes, viene del hecho de que ellos consideraban que mediante su arte ayudaban a perfeccionar la obra de Dios, quien la había hecho imperfecta. Por esta razón, se equiparaban con Dios en tanto co-artífices de la creación. El psicoanalista junguiano es un alquimista que opera en la clínica con la materia prima del analizando y lo puede hacer porque ya lo inició en su vida personal con su propia materia prima.

Hillman discrepa de la idea del sí-mismo entendido como un “mapa de la vida” que hay que seguir para crecer de forma apropiada. Argumenta que el sí-mismo, en familias junguianas, y en el mismo Jung, se convirtió, como en las religiones monoteístas, en una deidad superior rectora, en un jerarca omnipresente que reunía, ordenaba y era capaz de dar cuenta de todo. Sin embargo, en su obra El Código del Alma (1998), propone “la teoría de la bellota del alma”. E insiste que basta con desplegar las posibilidades que ya se traen, y que lo epigenético de las relaciones humanas, los padres, enreda y construye un ego obstáculo para desplegar lo genuino verdadero. López Pedraza tenía dificultad de pensar en el Self como una instancia reguladora cuya función predeterminada era inducir a la armonía y a la totalidad.

Comparto la des-deificación del sí-mismo hipostasiado y expongo la siguiente posición que inspira la bitácora del encuadre clínico que operativizo.

La verdad del sujeto que está en la individuación, es que está inmerso en un camino único de desarrollo y que es aquello que es en cada momento que se formule una pregunta autoreflexiva, y que camina siempre forjando aún más el alma y que será distinto en un futuro próximo. Es una verdad sencilla, humilde de barroquismos, que trasciende las verdades de desvelamiento (aletheias), antitética a los reduccionismos que predican que lo verdadero es que somos completos al nacer y que el destino humano es descubrir y constelar la misión que tiene para nosotros el sí-mismo. La individuación no es realizar aquello que ya éramos, —para lo que fuimos concebidos y hemos olvidado—, sino forjar el alma, desplegando potencialidades propias y adquiriendo nuevas en sintonía con lo inconsciente colectivo que también resulta transformado, modulado en informaciones arquetípicas previas y quizás sanado, por nuestra interacción.

Paracelso señaló que el hombre “es un profeta de la luz de la naturaleza” y aprende de ella a través de los sueños (von Franz, M. L., 1991).

El encuadre cumple una función de tercero. Un campo o escenario que contiene, sostiene, que es la ley —que incluye una prueba transicional para infringirla—, y propicia la neo-simbolización. Analista y analizando se someten al encuadre-tótem aceptando la castración del goce y la sublimación. El analista —supuesto poder— se somete al saber, el analizando se somete al supuesto saber y poder del analista. Una simetría asimétrica (López Pedraza) que produce compensaciones, conflictos y balances autorregulatorios.

El pacto del contrato terapéutico, como ocurre con la simbiosis, es mudo, hasta que se produzcan variaciones o rupturas que actúan como desmentidas de la fusión y llevan a la producción de una crisis. Se podría decir que en el pacto —entre simbiontes humanos—, hay dos pactos que concurren: uno, el que propone y mantiene el analista, aceptado conscientemente por el paciente, y otro, el del “mundo fantasmático” en que proyecta el paciente. Siendo este último una tormenta perfecta de compulsión de repetición, —ya que es la más completa, menos conocida y más inadvertida—, es preciso detectarlo en el diagnóstico explorando las “motivaciones inconscientes” del paciente para emprender el proceso terapéutico.

El pacto incluye: Confidencialidad. Secreto. Misterio. Temporalidad y artificialidad: Realidad separada de la realidad externa, laboratorio de investigación íntima. Relación de carácter profesional: Abstinencia. Ética.

“Después que hubo pronunciado este juramento, con él me hizo prometer que jamás diría el misterio que estaba a punto de oír, […] Ven y mira, y pregunta al campesino Acharontos, y aprende de él quién es el sembrador, quién es el cosechador, y aprende asimismo […] y sabes que un hombre solo es capaz de producir un hombre, y un león un león, y un perro un perro y si algo sucede contrario a la naturaleza, entonces es un milagro y no puede continuar existiendo, porque la naturaleza disfruta de la naturaleza, y la naturaleza vence a la naturaleza. […] lo mismo produce lo mismo. Ahora he manifestado para ti el misterio.” Alquimia (von Franz, 1991, pp. 66-67).

Entman, Matthes y Pellicano (2009) señalan que los encuadres presentan un total de cuatro posibles localizaciones en el proceso, o continuum, comunicativo: el emisor, el texto, el receptor y la cultura. Es evidente que un encuadre psicoanalítico no es entendido en una cultura reduccionista. El contrato terapéutico no es un contrato civil al uso. El analizando conoce el civil y se vale de él como resistencia al contrato clínico en momentos de confrontación, o para dejar la terapia. En una ocasión fui condenado en un juicio porque a pesar de que lo que me imputaban era falso, no había requerido de un analizando la firma de un consentimiento informado. El colegio de médicos, en comisión deontológica, no atendió mis argumentos y consideró mi demanda como de contrato civil y emitió al juzgado un informe indicando que de haber tenido un documento que indicara que el analizando acudía a unas prácticas bajo su responsabilidad y sin mi permiso, todo estaría en orden. Un psicoanalista no antepone su protección civil al contrato clínico. No lo hice antes de la demanda y decidí seguir sin hacerlo a pesar de mi condena.

La ética junguiana tiene unas connotaciones más radicales —raíz, rizoma— que otras formulaciones éticas porque incluye lo inconsciente colectivo como parte integrante del sujeto humano que participa de la totalidad.

 La ética junguiana tiene unas connotaciones más radicales —raíz, rizoma— que otras formulaciones éticas porque incluye lo inconsciente colectivo como parte integrante del sujeto humano que participa de la totalidad. La ética de los cuidados habitual se amplía a cuidar el cosmos como ecosistema psicoide del que formamos parte con la particularidad de ser probablemente el animal más consciente que conocemos.

He señalado en varias ocasiones que esta ética no es fácil interiorizar. En el proceso de hacerlo hay fases, desde integrar la sombra personal hasta constelar el dios oscuro, como afirma Jung. Sin lo último, difícilmente se trasciende la escisión bien/mal y el sujeto ético puede estar fijado en una actitud de santidad altruista con moral deontológica. Los aprioris del formalismo kantiano de la moralidad se limitan a procesos cognitivos de la especie que nos permiten aprehender objetos de experiencia. La hipótesis de lo inconsciente colectivo amplía los aprioris, incluyendo los arquetipos, que, en sí mismos, son agentes presubjetivos, precondiciones ontológicas que confluyen para que la subjetividad sea posible.

“A menos que, gracias a una decisión ética libremente tomada, uno tenga éxito en vigorizar una posición que sea igualmente fuerte e invencible contra este fenómeno natural… El hombre es libre de decidir si “Dios” será un “Espíritu” o un fenómeno natural como el deseo vehemente de un adicto a la morfina, y en consecuencia si “Dios” actuará como una fuerza benéfica o destructiva”. Jung, OC. 11. (Jung, 2009, párr. 149).

“… Dios a veces demanda de nosotros el mal y que entonces cueste lo que cueste debemos obedecer. Hacer el mal – o el bien, para el caso es lo mismo— a la ligera, sin hacer el mínimo esfuerzo por asegurar el Kairós, lo que pertenece al momento justo o el momento oportuno, es en realidad sólo destructivo; pero hacer el mal de forma consciente – tal como Jung llevó aquel pensamiento blasfemo hasta el final— puede ser puramente creativo” El viaje interior (Hannah, 2010, p. 31).

Es de interés la propuesta de Simbioética de Riechmann (2022). Desarrolla posiciones morales de amor compasivo congruentes con lo que ontológicamente somos: holobiontes en un planeta simbiótico. Es la vertiente moral de una reflexión que, en lo político, se ha articulado como ecosocialismo descalzo. Incide no solo en lo personal sino en la acción política necesaria para la transformación. Si el sujeto ha integrado la individuación, su amor compasivo no será un axioma deontológico superyoico, sino una praxis viva. En la práctica, para muchos es una posición voluntarista, que no se acerca a la voluntad de poder en Nietzsche.

En el camino de la individuación, los analizandos van modificando su actitud ética. Realicé una investigación de la que se publicó un artículo en valenciano en Anuari de Psicología (¿La psicoteràpia transforma la praxis moral?, García, 2017). En la investigación se concluye que hay cambios significativos en la dimensión ética en los analizandos. De ello también hablé al explicar un caso clínico en una comunicación en FAPyMPE y en su posterior publicación en la revista Intersubjetivo (Resignificar la psicoterapia en el cáncer., García, 2019). A la dimensión ética pocos analistas le prestan atención en los análisis y, desde mi punto de vista, es crucial como señal de individuación y posición política transformadora. Tampoco es una dimensión que se cuide en las relaciones colectivas institucionales, ni siquiera en su acepción de ética de los cuidados. Concepto introducido por Carol Gilligan en 1982 como respuesta a lo que ella definió como modelo de moral masculina imperante que llevaba a Polvera (ética de la justicia) a proponer como universal la ética masculina. En mi tesis doctoral (García García, 2020) discuto sobre las medidas de ética en la muestra y sus diferencias de género, pero es esta comunicación lo traigo a colación por la falta habitual de esta ética en las relaciones institucionales, lo cual no es admisible en analistas, y si se atiende al aserto de Neumann es evidente que no hay justificación.

«Está ligado al mal todo aquel que ha visto y no ha actuado; todo aquel que ha desviado la mirada porque no quiso ver; todo aquel que no ha visto, aunque hubiese podido ver; pero también aquel cuyos ojos no han podido ver» (Neumann, 2007, p. 9).

Esta ética es hermana de la justicia, y, ambas, madres de la justa confianza, que se construye entre los miembros de una comunidad. Justa confianza que lleva implícita la imaginación y la cooperación con el diverso, con el amigo-enemigo, para la construcción y la resolución de conflictos. Lo habitual es que los sujetos estén muy alejados de un funcionamiento ético y funcionen con una moral heterónoma deontológica. Además de la dimensión espiritual la terapia tiene una dimensión política que trasciende al sujeto, y el terapeuta tiene que atenderla.

Dormir con el enemigo. ¿Las noches de insomnio son desiertos donde el tiempo se vuelve enemigo? ¿Son oportunidades? Algunxs insomnes utilizan estrategias como intentar engañar al insomnio perseverando en recetas de libros de autoayuda. Lo esencial, como el dormir, no se cultiva con fórmulas mecánicas de la voluntad obsesiva de control. Agradece a tu amigo pinche «el insomnio» la oportunidad de consciencia que te da para dialogar con él, entender por qué ha venido a visitarte y, entonces, podrás dejar, con una sonrisa irónica, que el insomnio descanse a tu lado, contigo, en tu descanso, consciente que compartes el lecho con un compañero que, no por impertinente, es peor que muchos con los que te has acostado antes, y, al contrario, podría ocupar el espacio de los fantasmas que te ha enseñado a reconocer y forzar al exilio.

            En este punto me parece de interés el mito que comparto en versión propia.

Iktomi, el dios Lakota de la sabiduría, … comenzó a tejer un “yantra” … y dejó un hueco en el centro: un “agujero negro”…

Iktomi, el dios Lakota de la sabiduría, tomó una rama del sauce más viejo que había en el lugar y con ella hizo un aro. Luego, arrimó un poco de pelo de caballo, también bellas plumas de pájaros de colores, cuentas y otros objetos pequeños y hermosos y comenzó a tejer un “yantra”. Tejía la tela de araña desde el exterior del aro de sauce hacia el interior. Sin embargo, en un momento dado se detuvo y dejó un hueco en el centro: un “agujero negro” que simboliza que el final es similar al comienzo y que el ciclo se repite una y otra vez con la vida de cada ser humano que llega a la tierra y parte para desplegar sus ensoñaciones.

Volviendo al sueño de mí analizando y al encuadre clínico.

Este sueño es un relato “semimuerto” hasta que no sea vivificado por la presencia del paciente en la relación analítica. ¿Tiene sentido que el terapeuta lo tenga antes de la sesión? Sí, estas informaciones mantienen activo el proceso en el vaso alquímico de un, témenos multiverso[2]. La paradoja es que la no presencialidad física (ni completa, corporal ni parcial del ventana a ventana de los extremos del gusano: las pantallas-espejo) torna en presencia continua los distintos niveles de universos. Como analista recojo el sueño en atención flotante y lo dejo en segundo plano sin entusiasmarme, ni preocuparme, ni hacer un análisis del mismo. Cuando paciente y terapeuta se encuentran, ambos han sido fertilizados por el sueño en distintas dimensiones y, en el encuentro, las resonancias vivifican el material y la relación entre analizando y analista y eventualmente se convocan fuerzas arquetípicas.

Así se puede ver el sueño que ha soñado al analizando y que no es propiedad de nadie.

 Así se puede ver el sueño que ha soñado al analizando y que no es propiedad de nadie. Ese aspecto lo tienen claro las etnias que se comunican los sueños y los psicoanalistas junguianos lo compartimos, y, como resulta extraño en las culturas individualistas como la nuestra y los pacientes son de esta, es un aspecto que interesa introducir al final del análisis.

Conviene precisar la diferencia pedagógica entre Psicoterapia junguiana y Psicoanálisis junguiano. La primera tiene un objetivo primordial, la cura. El equilibrio entre enfermedad/salud. Mientras que el Psicoanálisis junguiano, parte de la cura y su objetivo es la individuación. En términos junguianos, la salud psicológica significa “asegurar un camino abierto para que se desarrolle el proceso de individuación, para que los contenidos inconscientes (anima, animus, sombra) sean llevados a la consciencia […]. Este proceso generalmente involucra a otras personas sobre las cuales se proyectan contenidos inconscientes (anima/animus)”. (Cowburn, 2019, p. 84).

L, había iniciado el análisis conmigo en una fase en la que la cura no se había logrado en su anterior proceso de psicoterapia antes de empezar conmigo: un psicoanálisis corporal (vegetoterapia reichiana). Realicé un diagnóstico inicial, no etiqueta, útil como esquema conceptual referencial operativo consiliente (ECROc). Su ECROc en el momento del sueño era distinto del diagnóstico inicial y L. era consciente de los porqués del cambio: elaboración del material, transferencia, … Estaba en un proceso de Psicoanálisis Junguiano, lo que no significa que la cura se ha terminado, pues se acceden a capas más profundas.

“’Es en el sueño’, dice Jenofonte, ‘cuando el alma (psykhé) muestra mejor su naturaleza divina; es en el sueño cuando goza de una cierta penetración para el futuro, y es así, sin duda, porque es en el sueño cuando es más libre’”. Los griegos y lo irracional (Dodds, 1994, p. 139).

Hillman afirma que “los sueños nos dicen dónde estamos, no qué hacer”. Los sueños son fenoménicos y no cree que sean compensaciones de la vigilia, o que contengan mensajes “secretos” sobre cómo debería vivir uno, como hizo Jung.

Matizo a Dodds y a Hillman. Efectivamente, en el sueño de un sujeto con buen nivel de individuación, el alma está más liberada de las demandas de la cotidianidad y anticipa el futuro. El sueño es, entonces, más que fenoménico, pero no porta mensajes fijos de cómo se debería vivir, y, posiblemente, propicia las condiciones de futuro para que sucedan fenómenos congruentes con el trabajo del alma y sus necesidades. En sujetos en necesidad de cura quizás necesiten experimentar el aspecto divino del alma para empezar a considerarla o necesiten pautas de lo que deban hacer para salir de una situación y el self acuda a su rescate construyendo un sueño para mandar los mensajes.

Al empezar la sesión para la que me mandó el documento del sueño, L. me relató primero unas experiencias. Tres días antes de la sesión empezó con dificultades respiratorias que fueron en aumento. El día anterior de la sesión acudió a su fisioterapeuta. Cuando ella le estaba haciendo un masaje doloroso en los intercostales izquierdos se sintió trasladado en el tiempo a una vivencia traumática a sus seis años, la revivió con una nitidez mayor que en otras ocasiones y conectó con un sentimiento de rabia profunda a su madre, pues, sintió que no lo había protegido, en el que estuvo inmerso un tiempo hasta que lloró, su respiración se hizo más profunda y cedieron las contracturas costal y diafragmática. Al contar la experiencia relató que le resulto familiar un sentimiento de disociación, lo mismo que en la consulta de la fisio se había desplazado al pasado, en el hecho traumático se disoció. E interpretaba que eso le sirvió para no vivir el dolor del momento, y la profunda rabia que le produjo el abuso y la falta de protección de su madre, sentimientos que ahora afloraban con fuerza al hacerse más nítida la escena.

Formulé una pregunta acerca de si encontraba relación entre el sueño y la experiencia. La pregunta le movilizó, y se dio cuenta de la conexión: El monstruo toca el pecho de la doncella, la hace estallar, y él se despierta horrorizado, la fisio le toca el pecho y el conecta con su trauma, explota y se libera de la asfixia. Sentía una emoción numinosa, sincronías e insights sobre aspectos de su vida que comprendía de un modo más profundo que antes y con líneas evolutivas.

La escena traumática consistió en una fiesta del pueblo, un hombre borracho lo cogió, lo colocó sobre sus piernas boca arriba, la gente se paró, el hombre lo miraba con sadismo, L. tenía mucho miedo, el hombre miraba desafiante a la gente y se quedó mirando fijamente a la madre de L.

La escena traumática consistió en una fiesta del pueblo, un hombre borracho lo cogió, lo colocó sobre sus piernas boca arriba, la gente se paró, el hombre lo miraba con sadismo, L. tenía mucho miedo, el hombre miraba desafiante a la gente y se quedó mirando fijamente a la madre de L. un tiempo eterno para L. quien se sentía estando fuera de ese lugar, sin energía para moverse y sin sentir, de pronto el hombre le abrió la bragueta del pantalón y le derramó dentro una botella de vino blanco, L. recuerda que la botella estaba elevada y veía caer un chorro de vino como una cascada, estaba aterrado, humillado, sentía mucha vergüenza, la cosa paró cuando llegó la madre y se encaró con el hombre.

L, entendía el impacto de esa escena como una violación a su parte femenina, con las consecuencias de un destrozo de su relación con su ánima, el rechazo a su cuerpo femenino por el temor a ser objeto de deseo y de nuevo violado, su defensa escisiva y narcisista, su abandono y sentimiento de ser objeto de pelea entre dos polos de poder psicopático: el hombre y su madre, ambos pasaban de él en su pelea erotizada, y el hombre no buscaba el goce sexual, sino el goce del poder.

Ese esquema de ser objeto de pelea entre polos de poder psicopático, la disociación de su cuerpo como defensa (a pesar de haber hecho un análisis reichiano), la reactividad ante violaciones simbólicas, … se presentaba como un fulcro explicativo de muchas de sus experiencias.

Un analizando no preparado no asociaría tan rápidamente. En el sueño habría que amplificar los símbolos, laberinto, ir poco a poco … explorar los complejos, el ánima anémica y frágil del romanticismo, … los aspectos edípicos.

Hay una relación muy estrecha entre verdad y poder. Para Nietzsche la verdad se encuentra en la voluntad de poder, que es la fuerza de la vida eyectada hacia un horizonte en el que confiamos encontrar y obtener lo que deseamos. La voluntad de poder sucumbe en los traumas, no hay ni resiliencia ni amor espiritual ni sexual genital (el seductor monstruo arranca el corazón de la doncella y estalla su pelvis). Recuperar la voluntad de poder permite transformar el mundo, vitalizarlo, habitar lo inhabitado: el propio cuerpo espiritualizado. Cobra un sentido más profundo el término empoderar, antiguo verbo español (curiosamente se dejó de usar) entendido hoy en términos más políticos: Hacer poderoso o fuerte a un individuo o grupo social desfavorecido.

Acerca del trauma. ¿Es posible sentirse violado si no ha sido de modo completo, por ejemplo, con penetración corporal? Sí. Aunque no hace falta abundar, hay casuística de hombres o mujeres que sufren violaciones grupales en el metaverso y quedan tan traumatizados o más que en la vida real, aunque la violación sea a su avatar. L. se escindió como otros violados, en la violación al avatar es más difícil, ya estás en una realidad virtual.

El psicoanalista junguiano tiene bastantes incertezas e incertidumbres y confianza en la ocurrencia de fenómenos misteriosos en los que concurren fuerzas sinérgicas que se orientan hacia el desarrollo evolutivo más complejo, distinguiendo este hecho de la fantasía del sesgo teleológico.

 El psicoanalista junguiano tiene bastantes incertezas e incertidumbres y confianza en la ocurrencia de fenómenos misteriosos en los que concurren fuerzas sinérgicas que se orientan hacia el desarrollo evolutivo más complejo, distinguiendo este hecho de la fantasía del sesgo teleológico.

La episteme define más o menos los arquetipos, el sí-mismo, ánima, ánimus, sincronicidad. Definiciones complejas, con contradicciones interpretativas y casi siempre malentendidas, y más difícil todavía saber operativizarlas en la psicoterapia.

He ido utilizando estos conceptos con mi óptica que es la destilación de una praxis clínica prolongada en años y rica en diversos paradigmas. Hace falta compartir más información de casos clínicos. Las dudas epistemológicas requieren un debate serio.

En The myth of the collective unconscious (Mills, 2019) el autor cuestiona lo inconsciente colectivo de un modo respetuoso con Jung. Merece la pena leerlo. Algunas preguntas se las hacen también postjunguianos de diversas generaciones. Hacérnoslas y tratar de contestarlas es necesario. Se preguntan: ¿Es lo inconsciente colectivo el verdadero arché, o debería atribuirse más apropiadamente a los arquetipos mismos? Afirman: El inconsciente colectivo o cultural, un macroanthropos, equivale a una divinidad o agente o ser transpersonal supraordenado. Quizás Jung no pudo escapar a la influencia de sus inculcaciones teológicas y educación cristiana.

Continuando con L.

¿Cómo se puede entender esta parte del sueño? «Al principio estoy tranquilo porque sé que “la película” acaba bien, al final nos salva algún protagonista del estilo de Dicaprio en “Titanic”.» Siguiendo el axioma de la función teleológica de lo inconsciente colectivo, se podría hipotetizar que el sentimiento objetivo de que todo acabará bien, dictado por una instancia ordenadora “con intencionalidad”, le prepara para el palo que va a recibir en la siguiente parte del sueño. ¿El alma se proyecta al futuro y sabe que acabará todo bien en la sesión de terapia? ¿Es un exceso de confianza narcisista, una inflación del yo que minimiza el peligro negándolo?

¿Hubo sincronicidad? Descartando la sincronitis aguda que afecta a bastantes acólitos junguianos y genera un sesgo de sincronismo fascinador.

No voy a responder a las preguntas, sino con más preguntas.

¿Es necesario apelar a lo inconsciente colectivo y los arquetipos o bastaría con tener en cuenta los descubrimientos de la física cuántica? Jung ya encontró en esa física un marco explicativo para sus postulados.

El terapeuta artesano deja su localidad (su yo personal fuera del setting, en el uso de la disociación instrumental de Bleger) pero tiene la “intención” latente de mover el proceso (y está preparado por su análisis para no contaminar el mismo con sus proyecciones).

 El terapeuta artesano deja su localidad (su yo personal fuera del setting, en el uso de la disociación instrumental de Bleger) pero tiene la “intención” latente de mover el proceso (y está preparado por su análisis para no contaminar el mismo con sus proyecciones). El analizando tiene el deseo de salud, pero se autoboicotea con resistencias, que no impiden que la información cuántica llegue al campo de terapeuta. … Este modo particular de encuentro propicia que precisamente porque el terapeuta se disocia se produzcan los colapsos de onda y fenómenos no locales en el sentido de su intención.

Los arquetipos son informaciones abstractas, objetivas, impersonales, la mente humana es mitopoyética, y les pone alma, llegando, por ejemplo, al mito Hera. Como toda personalización, la del arquetipo lo humaniza con el riesgo de confundir lo arquetípico con lo mítico. Fenómeno que se agrava con la dialéctica cultural de los mitos prevalentes por estar ligados a las culturas hegemónicas dominantes.

Producto de cierta arquetipitis del tejido conjuntivo, es decir flogística, se llega a proponer como arquetipo junguiano el Patriarcado o la Histeria o la Psicopatía. No me refiero al uso cultural de arquetipo como hace Silvana Serafín (2008) en un interesante trabajo La piel del cielo: desestructuración del arquetipo femenino patriarcal.

Hera es un mito de una cultura patriarcal, hegemónica y dominante. Se impone a los mitos de culturas dominadas en ocasiones matrilineales. La analista junguiana no puede dejarse cegar por la luz de Zeus y dejar de buscar los mitos de las culturas originarias en donde reside (Euskal Herria, México, Venezuela, Bali, …). En la jungpisteme se mantiene que, incluso desapareciendo una cultura por genocidio, su impronta en lo inconsciente colectivo permanece y actúa en los sujetos vivos. Las tensiones que generan cosmovisiones polares en sujetos mestizos son enormes, y pueden explicar conflictos sociales y complejos culturales, que resultan de identificaciones con los de la cultura dominadora en el proceso de identificación con el agresor, cuyo correlato es el desprecio de lo que queda de las culturas originarias. En Colombia pude verificar esta hipótesis.

Es lamentable basar la terapia en descubrir cuanta Hera te falta o sobra o que otros arquetipos te faltan o sobran.

Elevar a arquetipo sociología no universal o problemas clínicos los connota con una potencia a priori que determina el desarrollo evolutivo del infante. Austin (En Palabras y Acciones. Como Hacer Cosas Con Palabras, 1971) demostró el valor performativo del lenguaje, y como este modula el modo de pensar y la cosmovisión.

Vamos, que tenemos de tanto nombrarlo y elevarlo a categoría arquetipal, tenemos patriarcado, histeria y psicopatía para tiempo.

Para Guggenbühl (2009) todos tenemos un psicópata en nosotros y la naturaleza de lo psicopático no es arquetipal, no tiene formas ni imágenes que lo respalden, y queda fuera de todo campo de visión. La generalización es excesiva ni en mi experiencia clínica con los psicópatas he constatado ese vacío de imágenes.

Neil Micklem (1996) propone la histeria como arquetipal. Es interesante señalar que la Histeria se atribuía a un problema de las mujeres y para el cual el remedio era provocarles el orgasmo, masturbándolas los médicos en el consultorio, hasta que estos hartos del trabajo inventaron los vibradores.  La obra escrita en 1913 por el médico británico Havelock Ellis, The Sexual Impulse in Women (El impulso sexual en las mujeres) calculaba que aproximadamente el 75 % de las mujeres sufría de “histeria”, una enfermedad cuyos síntomas abarcaban desde cefaleas hasta ataques epilépticos o lenguaje soez. Casi cualquier comportamiento que mostrara una mujer podía considerarse histeria y la cura número uno ―desde la invención de esa enfermedad en la Antigua Grecia― era el masaje pélvico. El médico de la Antigua Grecia Areteo de Capadocia denominó al útero “un animal dentro de otro animal”. Su teoría era que el útero, si se dejaba a su libre albedrío, era propenso a salir de paseo y estrangular a la mujer desde el interior, así que necesitaba ser atraído de nuevo hacia su lugar con aceites de olor dulce. Resulta que esos aceites se aplicaban sobre y alrededor del clítoris con movimientos vigorosos, lo que con toda probabilidad provocaba un efecto altamente restaurador en la mujer. La película Hysteria británica cómico-romántica de 2011 dirigida por Tanya Wexler trata esta temática.

En La histeria antes de Freud (De La Tourette et al., 2010), se hace un recorrido de explicaciones sobre la histeria, su conexión con la locura o la psicopatía histérica, previas a Freud, quien terminó explicando su dinámica.

Una enfermedad que se curaba con orgasmos provocados por médicos, aburridos de su trabajo, mientras las mujeres eran frígidas en sus relaciones sexuales, ¿tiene la categoría de arquetipo? ¿O más bien es un efecto del patriarcado? Esta última posición es la de Wilhelm Reich en La función del orgasmo (1945). Está recién horneado, en este diciembre del 22, un artículo interesante que afirma que a los hombres les sigue excitando ver la lordosis en las mujeres, la antigua postura sexual de los mamíferos femeninos (Yesim Semchenko et al., 2022). ¿Alguien podría argumentar que este estudio es una prueba de la impronta arquetipal del patriarcado y su necesidad histórica como etapa más evolucionada? Seguro que sí, aunque como haría falta que fueran capaces de acceder a la literatura científica, les he facilitado el acceso.

La capacidad empática es una excelente herramienta para la hermenéutica, pero un sujeto que quede pegado al padecer del otro no puede ser psicoterapeuta. Los psicoterapeutas también utilizamos la empatía como medio -engaño hermético maquiavélico- no para salvar, sino para facilitar la consciencia del paciente.

 La falta de empatía está en la base de estas aberraciones. Cualquier terapeuta necesita disponer de capacidad empática para poder experimentar el padecer del paciente para, como afirma Sigmund Freud, comprender la vida psíquica del otro dando un contenido intelectual a esta forma de conexión. La capacidad empática es una excelente herramienta para la hermenéutica, pero un sujeto que quede pegado al padecer del otro no puede ser psicoterapeuta. En la mitología sumeria se cita al dios Enki interviniendo en la anábasis (fase de ascenso, salida de la Nekya) de la diosa Inanna. Esta tuvo la precaución de advertir que iniciaba su descenso al infierno para encontrarse con Ereshkigal señalando que si no ascendía en 3 días fueran a rescatarla. Requerido Enki busca una solución creativa para llegar al corazón del infierno sorteando los obstáculos de las 7 puertas. De la porquería de sus uñas, crea dos personajes diminutos a los que instruye para que en el parto de Ereshkigal sean empáticos con ella. Así sucede y Ereshkigal agradecida les pide un deseo y estos le piden que resucite a Inanna a la que Ereshkigal había asesinado y empalado. Enki, engañador hermético y/o algo maquiavélico en la lectura napoleónica (el fin justifica los medios) instruye acerca de la empatía como medio para resucitar a Innana. Los psicoterapeutas también utilizamos la empatía como medio -engaño hermético maquiavélico- no para salvar, sino para facilitar la consciencia del paciente. Innana resucitada no sale del infierno sin un compromiso con Ereshkigal de que alguien la sustituya. Más allá de las sombras de Innana, sus venganzas, y de los componentes prepatriarcales del mito, lo interesante para los procesos psicoterapéuticos es que quien emprende sale de la Nekya se compromete a ser un agente de salud llevando a otros al infierno, pues es necesario este paso para la individuación. Ese es el trabajo del psicoterapeuta que ya experimentó sus catábasis y anábasis. Y ese ciclo, en espiral, es el camino de una mayor humanización, pues primero bajó la diosa, de desprendió de sus pegotes en las 7 puertas del infierno, hasta llegar desnuda ante Ereshkigal, y finalmente fue sustituida por una humana. Cada duelo es una Nekya. Cuando me despido, si lo veo propicio, lo hago deseando al otro una buena crisis.

Estas reflexiones nos introducen en la necesidad de la investigación clínica como parte del trabajo del terapeuta. Freud ya señaló que la psicoterapia es una investigación sobre el inconsciente. Psicoterapia en línea. Investigación psicoanalítica (García, 2022f), accesible en mi página web, es un texto horneado en el confinamiento por la sindemia COVID. Expuse reflexiones sobre el encuadre en línea y la investigación psicoanalítica. Comparto solo este concepto del texto “El psicoterapeuta no eleva a verdad irrefutable un conjunto de conocimientos, sino que se compromete con la obligación ética de apoyar cada opinión clínica en hechos externos que provean evidencia, cuanto más confiable mejor tanto interna como externamente”.

La investigación clínica ha formado parte de mi praxis como psicoterapeuta, existen métodos científicos para los estudios de único sujeto y cualitativos, y en mi praxis la investigación clínica me ha llevado a realizar investigaciones de campo buscando verificaciones más amplias.

La investigación clínica considero se hace para comunicarla. En foros públicos se puede contrastar con la audiencia, en cursos se puede comunicar en este caso señalando si es consensuada o de autoría propia. En el encuentro FAPyMPE de primavera 2021 presenté (en línea) la comunicación Psicoterapia en tiempos de caos, muerte y resiliencia, donde expuse un apartado analítico acerca de la psicoterapia en línea.

Varias de estas investigaciones tienen trabajos publicados en mi página personal, en la de SIDPaJ, en mi repositorio OSF y alguna en revistas.

No encuentro esta sensibilidad investigadora en muchos colegas psicoterapeutas, algunos incluso tachan ese esfuerzo de irrelevante, cientifista o cuantofrénico. Se obvia la importancia del número, incluso arquetípico. En Número y Tiempo, von Franz escribe el capítulo El número y los aspectos parapsicológicos del principio de sincronicidad. En mi tesis creo que experimenté un fenómeno de sincronicidad en el constructo “Paz” que resultó y explicaba la contribución de diversas variables.  Mi intento de que me mandasen artículos para publicar en © Journal of Transpersonal Research, revista de la que fui editor, no tuvo respuesta.

La investigación “Estilo del Terapeuta” (García, 2022e) la diseñé para los encuentros FAPyMPE de otoño 2022. Espero aportará datos sobre los diferentes estilos de terapeutas de diferentes paradigmas y en particular del estilo de los junguianos. Los resultados de la investigación sobre el taller Caminando junt@s hacia la sombra, que diseñé junto a María Rodríguez e impartido en esos encuentros de FAPyMPE, se pueden consultar en mi página (García, 2022d). junto a respuestas a la entrevista que me hizo Rocío Ruíz dentro del proyecto de entrevistas SIDPaJ.

En esta recopilación soy consciente de la cantidad de veces que he participado en FAPyMPE en representación de la SIDPaJ. No tengo claro que los contenidos expuestos representen a la SIDPaJ, y aunque siempre tengo la precaución de presentarlos como propios, la audiencia puede percibirlos como consensuados.

La forja de Hefesto

Hera concibió a Hefesto por partenogénesis y lo vio tan feo al nacer que lo tiró del Olimpo provocándole una cojera. Deforme y herido, Hefesto era el único dios que trabajaba.

El trabajo de forja del filosofar a martillazos de Nietzsche, es la metáfora que me inspira para los siguientes martillazos.

La estética del analista no es demasiado relevante, y tiene el espacio transferencial para elaborarse, pero sí que el analista necesita mantener consciencia de sus heridas y cuidarse. De sobra se cita el arquetipo del sanador-herido y la referencia a los cuidados del centauro Quirón. La metáfora de la forja me sirve para asociarla con el trabajo necesario para forjar el alma. En la conferencia Las Violencias del Alma de la Paz (García, 2022h), expliqué que para muchos sólo es imaginable la paz perpetua (Kant, 1795) de los cementerios llenos de muertos, de las variadas guerras y que el alma humana, en la hipótesis que comparto de Giegerich (2021), se ha forjado en rituales de violencia desde la elección de la caza como modo de alimentación, frente a, por ejemplo, el carroñerismo para el que la especie está preparada.

Sostengo que la escisión de la capacidad detrívora, que en términos equilibrados pudo ser útil al humano en su relación con el planeta, junto a la culpa por el exceso de violencia arbitraria, han engrosado la sombra colectiva que retorna en la desmesura detrívora del Antropoceno.

 Los Aghoris, son una secta hindú, heredaron sus prácticas de los Kapalikas (portadores de cráneos). Los vi en Nepal merodeando por los crematorios. Comen carne humana de los cadáveres, buscan la liberación espiritual para superar el ciclo de reencarnaciones, creen que haciendo todo aquello que los demás rechazan alcanzarán un mayor estado de conciencia, pero no consienten el sexo gay. La caza requiere matar seres vivos, arrebatar la vida a la naturaleza, los animales carnívoros no pueden elegir, el animal humano si pudo, y no lo hizo solo por el economicismo proteico. La desmesura del homo colossus del Antropoceno ha mutado al humano a detrívoro comedor de los restos orgánicos de plantas muertas, los hidrocarburos, el gas natural, … A diferencia de otros detrívoros el homo colossus no actúa dentro del ciclo ecológico, sino que lo destruye. Sostengo que la escisión de la capacidad detrívora, que en términos equilibrados pudo ser útil al humano en su relación con el planeta, junto a la culpa por el exceso de violencia arbitraria, han engrosado la sombra colectiva que retorna en la desmesura detrívora del Antropoceno. Tiene interés el libro Nosotros, los detritívoros (Casal Lodeiro, 2017) .

Cada paciente llega hasta donde haya llegado su terapeuta. El sí-mismo de paciente y terapeuta promueven, únicamente, la saliencia o emergencia de la información que el terapeuta puede escuchar. Lo no aceptable son terapeutas, semisordos, semiciegos … Tendrán pacientes en “puertas giratorias”, que se irán sin ser tocados y posiblemente iatrogenizados. En algunos casos, siendo optimista, considero que lo inconsciente del paciente los sacará del setting. ¿Puede quedarse el terapeuta tranquilo?

En el psicoanálisis junguiano se espera que el analista haya logrado en su terapia, y pueda, por lo tanto, acompañar a sus analizandos, integrar las siguientes dimensiones que señalan una suficiente individuación como estado del ser: La integración de natura y cultura: el cultivo del alma. La integración de la psique y el cuerpo: el cuerpo espiritual. La integración del pensamiento y la sensibilidad: la conciencia ética. La integración de la lógica y la creatividad: el proceso terciario. La iluminación mística profana. La dialéctica entre sí-mismo y complejo yo, que es el opus alquímico. La terapia en sí misma recorre las fases de la alquimia, como expuse en la presentación del libro de Edinger (García, 2022g). Arquetipos y símbolos en la alquimia del proceso de individuación en psicoterapia (García, 2022b) es un texto en para esa presentación, que aunque sigue en construcción, está disponible en el enlace de la bibliografía. Para muchos sujetos, como describe Cioran en Silogismos de amargura (1952), “vivir es una maldición”. En la fase nigredo de la terapia, en su interminable crepúsculo de noche oscura del alma, Dios florece en la enfermedad y el miedo.

Las posiciones teístas acerca de la naturaleza del sí-mismo determinan afirmaciones más teológicas que clínicas. Algunos ejemplos clínicos: El paciente es el único responsable de su proceso, llegar hasta donde considere, abandonar la terapia, cambiar de terapeuta o simultanear con varios terapeutas, o son pacientes eternos, … El teísmo clínico es analizable. En muchos casos es una posición cómoda, en otros de falta de ética respecto a la responsabilidad del terapeuta, en, al menos, no iatrogenizar al paciente. Algunos ejemplos ecosistémicos: El Ánima mundi, o la umbra mundi, genera movimientos regulatorios para terminar con el cáncer que es el Homo colossus para el planeta tierra: coronavirus, … Este teísmo también es analizable, y retroalimenta el teísmo clínico. Algunos ejemplos en el arte: Lo inconsciente es creativo, … En Arteterapia en psicoanálisis junguiano. Marco referencial (García, 2022c) me extiendo en esto. La propuesta de psicoanálisis junguiano es una tekné que evita los teísmos con los recursos del psicoanálisis ene especial del relacional, se requiere una profunda formación psicoanalítica.

La forja del ser terapeuta es ardua y compleja, no sobra conocer en propia carne la experiencia con entactógenos[3], siempre y cuando el terapeuta esté preparado para mantener un ojo observante en la experiencia, se relacione con el material emergente con buena capacidad dialógica, para dialogar con lo inconsciente, y dedique bastante tiempo a relacionarse con lo que ha emergido antes de repetir experiencias. Las experiencias en Estados no ordinarios de conciencia, se produzcan o de modo no buscado (raptos místicos, EMC, …) o buscados para integrar, facilitan el trabajo clínico.

Otra epistemología conveniente en la formación del analista junguiano es la sistémica. Sus propuestas circulares, su diagnóstico sistémico y prescripciones clínicas, cambian la cosmovisión lineal de la causalidad sintomática y convergen bastante con la psique junguiana, que contempla la complejidad de múltiples dimensiones en sistemas convergentes: eje sí-mismo/complejo yo.

El análisis personal y supervisión clínica son interminables mientras el sujeto está trabajando como analista. Es crucial aceptarlo. ¡No caben iluminados autodidactas en procesos efímeros!

“… es estrictamente prohibido actuar como un chamán hasta que el momento de la indicación haya terminado y el iniciado haya sanado de su enfermedad iniciática.“ (Psicoterapia. La experiencia práctica, M. L. von Franz, 1985).

No puede ser terapeuta quien se identifica con el sufrimiento del paciente, proyecta su sombra, es un charlatán, un salvador altruista, …

¿Muere de un modo distinto el psicoterapeuta junguiano a cómo mueren terapeutas de otras epistemologías?

Una discusión interesante es acerca de las variables del terapeuta altamente eficaz (Pereira et al., 2023). Se sabe que la eficacia de las terapias depende más del efecto terapeuta (hasta el 21%) y la alianza de trabajo que del tipo de terapia.

¿Qué variables intervienen?

 Un buen terapeuta es aquel que puede decir “Mis padres, mis terapeutas, mi yo, mis expacientes han muerto, y he podido hacer al duelo de ellos”, y, del que muchos de sus expacientes pueden decir “Mi terapeuta murió y he podido hacer el duelo”. Un psicoterapeuta junguiano incluye más referencias, como su sí-mismo, que han muerto y de las que ha hecho el duelo.

 En el texto se han ido citando condiciones que las permiten inferir, pero expongo la que me parece clave. Un buen terapeuta es aquel que puede decir “Mis padres, mis terapeutas, mi yo, mis expacientes han muerto, y he podido hacer al duelo de ellos”, y, del que muchos de sus expacientes pueden decir “Mi terapeuta murió y he podido hacer el duelo”. Un psicoterapeuta junguiano incluye más referencias, como su sí-mismo, que han muerto y de las que ha hecho el duelo. La referencia a mi como “iratxomik” que uso en redes como identidad virtual digital, denota cómo entiendo estos procesos inherentes a la individuación. El sentido del iratxomik intuitivo lo he ido entendiendo a medida que he ido desarrollando mi individuación, representa mi eje sí-mismo (iratxomik) y complejo yo (mik). El complejo yo es una diferenciación del sí-mismo en el contexto de las relaciones objetales con humanos, e iratxomik significa la muerte de ambos polos en una realidad que los trasciende y se desarrolla más allá de las potencialidades de Iratxo.

Aún no estoy en la muerte de mi función como terapeuta y disfruto de ella atento a no caer en complejos de poder, ni crear iglesias, ni buscar acólitos. Estoy atento a que cada cese de terapia implique elaborar por el paciente y por mí, la muerte de nuestra relación. Tengo testimonios de sólo algunos expacientes acerca de si he muerto o no para ellos.

El destino del terapeuta es morir, claro, como sujeto y sobre todo como analista, función que no puede ser interminable para el sujeto, pues requiere energía, reciclaje continuado y altos cuidados. El terapeuta junguiano asume una muerte inmanente, muere con cada sesión, se metaforsea en otro cuerpo espiritual, aunque siempre queda un ser caracterizado por una ética muy distinta de otras éticas (de justicia, de cuidados y que realiza el dios oscuro). Si antes de la muerte de la función terapéutica el analista ha experimentado muchas muertes, lo que debería esperarse en un psicoanalista junguiano, estará preparado para la muerte del rol y la muerte personal.

Al menos cada 7 años se necesita una muerte de mayor nivel, que putrefacte algunas carnes —sombras, quizás ya colectivas— innecesarias detectadas en niveles muy profundos. La especie botánica, Amorphophallus titanum, saca una flor en períodos de 7 a 15 años. La flor cadáver (fálica) denominada así porque emite un olor fétido a carne podrida que atrae los insectos carroñeros que le sirven, así, de agentes polinizadores para su ciclo vital. Me parece una metáfora interesante. La muerte no es algo sin más, debe oler mal para serlo.

Integrar la sombra y los arquetipos, en el marco de la individuación, requiere de una función detrívora ajustada.

 Integrar la sombra y los arquetipos, en el marco de la individuación, requiere de una función detrívora ajustada. los arquetipos son cadáveres que provienen de ancestros que han muerto. La sombra tiene una parte de potencialidades no activadas, otra de contenidos psíquicos relegados o reprimidos. Siendo detrívoros los ingerimos, incorporamos sus potencialidades en el desarrollo del alma. Esto es muy distinto que lo citado anteriormente respecto al Antropoceno en el que usamos los restos cadavéricos con desmesura y sin integración.

Se necesitan bastantes años de estar muerto como analista antes de la despedida de la vida. Algo le pasa al analista que se resiste a esa muerte. ¿Buscará una suerte de inmortalidad?

Los mitos de Quirón y Prometeo invitan a reflexionar acerca de muchos existenciarios que aparecen en la vida y en los procesos terapéuticos para resignificar las lecturas simplistas, reduccionistas e idealizadas que se hacen habitualmente.

En este punto voy a retomar el mito de Quirón, pues conviene recordar que la inmortalidad no es un bien tan interesante. De Quirón los junguianos hacemos saliente el arquetipo del sanador herido, corriendo el riesgo de ser reduccionistas pues mito es más complejo. Quirón fue hijo de la oceánide Filira. Perseguida por Cronos que la deseaba Filira se transforma en yegua para esconderse, no le sirve pues Cronos se transforma en caballo y la viola. Rea los persigue. Al ver Filira su retoño tras parir, no puede soportarlo pide ayuda y es transformada en Tilo. Quirón tiene un origen traumático y un abandono maternal. Apolo adopta a Quirón y le transmite sus conocimientos. Quirón, educa y enseña a muchos, también a Asclepio, quien pasa a ser dios de la medicina. Aquiles no hubiera nacido sin la colaboración “violadora” de Quirón. Quirón ayuda a Peleo a tomar por la fuerza a Tetis, con lo que reedita su origen traumático de hijo de una violación. ¿Inconscientemente? Tetis quiere hacer inmortal a Aquiles quemándolo y curando sus heridas con ambrosía. Peleo arrebata Aquiles a Tetis, cuando esta no le había “tratado” todavía el talón. Tetis abandona a Peleo quien encarga a Quirón su educación. La herida que Heracles inflige a Quirón con una flecha es incurable y le obliga a Quirón a tratarse todos los días. ¿Incurable? Quirón no puede curarla a pesar de su sabiduría, y sin embargo cura la de otro centauro herido.  La flecha de Heracles es la llave que abre las heridas de Quirón, pero este se ocupa solo de la herida corporal manifiesta y no de las psíquicas desde su abandono, su trauma, sus veleidades de brujo colaborando con el mal, … Llega un momento que no puede soportar el dolor eterno por su inmortalidad. Experimenta la maldición de la inmortalidad. Es conocida la condición de Prometeo, un titán sufridor castigado por ser leal a su mandato de cuidar a la humanidad y para hacerlo ser traidor a su lealtad con Zeus entregando el fuego. Hércules, culpabilizado y compadecido, del sufrimiento de Quirón pidió a Zeus que le liberase de su inmortalidad y Quirón aceptó sustituir a Prometeo, pues el sufrimiento de Prometeo tenía más posibilidades de terminarse que el suyo propio. Prometeo fue liberado e inmortal. Cuando Quirón murió Zeus lo inmortalizó elevándolo al cielo en la constelación austral de Centaurus.

Traicionar las lealtades impuestas por padres, sociedades o dioses, sean visibles o invisibles, es la condición para poder aceptar la mortalidad.

Los mitos de Quirón y Prometeo invitan a reflexionar acerca de muchos existenciarios que aparecen en la vida y en los procesos terapéuticos para resignificar las lecturas simplistas, reduccionistas, literales e idealizadas, todas carentes de simbolismo, que se hacen habitualmente. A Quirón se le asocia con la medicina y con cualidades positivas y benévolas, a diferencia de la mayoría de los centauros, cuya naturaleza era brutal y en algunas obras de arte aparece con piernas humanas obviando sus patas de caballo. Un asteroide ubicado entre Urano y Saturno descubierto en (1977) fue denominado Quirón. La astrología lo ha incorporado interpretando que el sujeto tiene una “herida” en el Signo y la Casa donde está posicionado en la carta astral. Quirón puede considerarse el talón de Aquiles del sujeto, donde hay expuesta una fragilidad y donde es necesaria una cura.

No es habitual tejer con distintos mitos para encontrar una significación profunda en sus intersecciones. Los mitos de Quirón y Prometeo, interseccionan en un área muy significativa, y, sólo posible por la historia de cada uno de los personajes y requiere algún conector, en este caso Hércules. ¿La psique los ha conectado para algo? Si Quirón hubiera sido rescatado por Marte los mensajes hubieran sido muy distintos.

La esencia de la relación de Quirón con Prometeo, su elixir alquímico, su simbolismo profundo, infiero que es la tesis: traicionar las lealtades impuestas por padres, sociedades o dioses, sean visibles o invisibles, es la condición para poder aceptar la mortalidad. La traición es condición de la individuación. Si el infante no traiciona las lealtades impuestas desde el deseo de los padres queda atrapado en complejos materno y paterno. El adolescente debe traicionar su lealtad al clan tribal. El adulto tiene otras tareas de traición. Quirón ni pudo traicionar a su padre Cronos (se identificó con su faceta de perpetrador violador), ni a su madre-padre sustituto: Apolo (se identificó con su sabiduría y mandato de servir).

El mito de Quirón hace saliente que uno solo no puede tratarse a sí mismo, como sostiene el psicoanálisis, pues uno no puede traspasar sus resistencias, se requiere otro-terapeuta. Hércules no es un terapeuta y si lo fuera actúa desde su necesidad de liberarse de la culpa, aunque actúe por compasión. La compasión ensalzada como virtud muchas veces contiene sombras. Hércules lo salva, pero Quirón no llega a ser consciente, y menos de que su “eutanasia” es un “suicidio encubierto” para descansar en la muerte. Cioran, le diría a Quirón, que siguiera su estrategia de escribir y reflexionado sobre sí mismo, para evadirse del sinsentido de la existencia, antes que la alternativa del suicido. En eso Cioran propone un desafío útil para los terapeutas como estrategia con sus pacientes suicidas. Queda evidencia de que las fuerzas de lo inconsciente colectivo, aunque actúen y rescaten, por si solas no conducen a la individuación, sino que, incluso congelan el desarrollo psíquico. Para la individuación se requiere el concurso de la consciencia.

Pies de Página

[1] “Oh, hijo mío, cuando deseabas irte a combatir al traicionero Tifón [Seth] por todo el reino de tu padre [el reino de Osiris] yo me fui a pasar un tiempo en Hormanouthi, es decir, Hermópolis, la ciudad de Hermes, la ciudad de la técnica sagrada de Egipto, y allí me quedé un tiempo. Después de cierto transcurso del Kairoi, y del necesario movimiento de la esfera celeste, sucedió que uno de los ángeles que moraba en el primer firmamento me vio desde arriba y vino hacia mí deseoso de unirse sexualmente conmigo. Estaba con gran prisa de que así fuera, pero yo no me sometí a él; me resistí, porque deseaba preguntarle por la preparación del oro y de la plata […] Me resistí y vencí su deseo hasta que me mostró el signo sobre su cabeza, y me dio la tradición de los misterios sin reservarse nada, sino en su total verdad.” Discurso de Isis en Marie Louise von-Franz, Alquimia, Barcelona, Luciérnaga, 1991, pp. 62-65.

[2] La idea del multiverso aparece en un texto del siglo XIII. En De Luce (1225) Robert Grosseteste supone que el universo nació de una explosión que empuja todo, la materia y la luz, a partir de un solo punto, una idea que es sorprendentemente similar a la moderna teoría del Big Bang. Se encuentra en un texto medieval sobre el multiuniverso de la Bibliothèque Nationale De France.

 

[3] Entactógenos elude la connotación de dios, del término enteógenos, tanto al espacio interno, como a la sustancia gatillo (Planta sagrada, espíritu inteligente), y desfocaliza el “estímulo” en el peso de la sustancia química afianzando el del ritual como rito iniciático y de paso.

 

 

 

Epílogo

Epílogo

Estoy en período de preguntas y resignificaciones acerca de las bases epistemológicas, dudando de algunos axiomas, distanciándome de otros, traicionando … lo que me sirve para ser más cuidadoso y creativo, tejiendo algo distinto sin que sepa todavía que será, tratando de aunar e integrar la epigénesis y dinámica de los arquetipos —en Mitos en análisis integrativo (García, 2022a, pp. 45-47) explico la epigénesis del mandala-círculo como imagen arquetípica y su impacto en el desarrollo—, y cada vez más implacable con la mezquindad.

Me parece de interés el siguiente diálogo que se describe en Allan And the Ice Gods [Allan y los dioses de hielo] de H. Rider Haggard, su última novela de publicación póstuma en 1927), para enfatizar que, aunque se le acompañe a alguien en su individuación y se esté activo en su análisis, el arte del terapeuta junguiano es hacerlo con ética sin forzar ritmos y sin hacer nada en nombre del paciente.

Allan Quatermain le dice al ánima: “en todo grupo, alguien camina más rápido que los otros”. Ella responde, “En tal caso, pronto él se encontrará solo”. “No” dice Allan, “él debe regresar para poder guiar a los otros”. A lo que ella responde, “Pero entonces la noche los cubrirá antes de que alcancen la cima”. Y él, “Cuando alguien llega solo a la cima, ¿qué puede hacer él por sí mismo?”. Y ahora el ánima responde, “Él puede ver las planicies frente a sí, y morir. Es suficiente con haber sido el primero en ver lo nuevo; y un día sus huesos serán encontrados por aquellos que siguen sus pasos”. (En El ánima en el destino del hombre, Brunner, 2022, pp. 37-38).

El ánima de Haggard no tuvo en cuenta que la individuación es un camino único para cada sujeto, quien si realmente está en la individuación llegaría a una cima distinta de cualquier otro, por lo que no encontraría ningún hueso de colegas o ancestros (librándose de rituales reverenciales). El ánima se hubiese acercado mejor si en vez de su frase final hubiera parafraseado a Herman Hesse: “Y como no hay ningún camino que regrese, avancé sobre las aguas negras por el corazón de la noche” (final de Flötentraum [Sueño de flautas], 1919), expresión de aceptación de la muerte en la individuación, aunque no está claro que la individuación se pueda inferir de lo que le ocurre al trovador de Hesse.

El corazón de la noche está habitado por el ánima mundi y la umbra mundi. «Cuando la gente dice que la vida es sagrada en lo que está pensando es en la vida humana. Cabe preguntarse por qué ha de tener ésta un valor especial.» Singer, P. Ética práctica, (1984, p. 97). La sacralización de la naturaleza es un paso para desantropocenizarla y terminar desacralizando lo humano.

Una resignificación crucial para todos y para mí especialmente en la etapa de mi vida, es la relación con el ánima mundi y la umbra mundi especialmente en estos momentos del cambio climático, que ya va llegando a los consultorios. Muchos adultos lo niegan, el negacionismo psicológico tiene distintos componentes, no poder aceptar los cambios por las pérdidas del bienestar, el temor a las catástrofes naturales, la culpa por haber sido “colaboracionistas” con el deterioro consumista, la paranoia del castigo y venganza de la naturaleza, la paranoia de ver como enemigos a los contrarios a tu posición (seas creyente del cambio climático o creyente de que el cambio climático es un invento … Muchos adolescentes y niños, se sienten decepcionados por sus progenitores por lo que les legan y abandonados a su suerte. Caroline Hickman, psicoterapeuta del clima, afirma «El impacto de la ecoansiedad es equivalente al del abuso sexual». La ecoansiedad no es por una amenaza imaginaria sino real, en la que el perpetrador es la humanidad entera, al menos las generaciones precedentes. El cambio climático es un de los temas que hacen evidente que la psicoterapia requiere una dimensión política. Merece la pena leer el artículo Climate anxiety in children and young people and their beliefs about government responses to climate change: a global survey, en The Lancet, Planetary Health (Hickman et al., 2021). La muerte de la civilización no necesariamente es la de la humanidad sino la del antropocentrismo que portaba el germen de la sacralidad inmortal.

El romanticismo volvió a mirar la naturaleza con la imaginación, buscando más allá de la apariencia, un significado, una mirada simbólica, y, entonces la naturaleza dejó de ser una máquina mecánica. Hoy es crucial retomar esa mirada. A la naturaleza se la puede sentir no profana, viva y sagrada, e interpretar que se está en contacto con una divinidad trascendente, como Dios (Armstrong, 2012), Gaia-Rea (De Castro, 2019) o el ánima o la sombra mundi. Esas interpretaciones determinan conductas y cosmovisiones contrapuestas.

Termino, sin comentarios, con el inicio de unas baladas liricas del poeta romántico William Wordsworth (1770-1850), compuestas en su revisita a las cercanías de Tintern Abbey en 1798. ¿Qué puertas te abre esta poesía? En este enlace se puede descargar y leerlo más completo. https://www.ucm.es/data/cont/docs/119-2014-02-19-2.%20Wordsworth.Tintern%20Abbey%20(bilingual).pdf

Cinco años han pasado; cinco veranos, con sus largos

Inviernos! Y de nuevo oigo

Estas aguas, brotando de manantiales silvestres

Con su suave murmullo interior. –Una vez más

Contemplo estos abruptos y elevados picos,

Que me sugieren en su yermo aislamiento

Pensamientos de mayor soledad; y encadenan

El paisaje con el silencio del cielo.

Ya llegó el día cuando de nuevo descanso

Aquí, bajo este oscuro sicómoro y observo

Estas parcelas de cabañas, estas matas de huerto,

Que en esta estación, de inmaduros frutos,

De tonos verdes arropados se pierden entre

Semi-bosquecillos y arboledas. Vuelvo a ver

Estas filas de setos, desdibujadas, líneas apenas

De silvestres y salvajes arbustos: estas granjas

pastorales verdes hasta la puerta; y coronas de humo

Elevándose en silencio de entre los árboles.

Cuál nota incierta, parecería,

De vagabundos en el despoblado monte,

Ó cueva de ermitaño, donde junto al fuego

Siéntase el ermitaño solitario

También puedes leer la balada El viejo marino (1797-1798), de Samuel Taylor Coleridge, amigo de Wordsworth, una “poesía de misterios”, de hermético simbolismo, que explora la pérdida de contacto entre el ser humano y la naturaleza (Coleridge, 2013).

Referencias bibliográficas

Referencias

 

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