Los apartados son desplegables. Clicando en el círculo gris del lado derecho se despliega el contenido.
Descripción de la imagen
Trabajando con inteligencia artificial. Por Mikel García.
Autor
Mikel García García[i]
[i] Médico y cirujano (Universidad Navarra, 1975). Psicólogo (Universidad San Sebastián, 1982). Psicoanalista junguiano. Formación experiencial y teórica en: Psicoanálisis, Terapia Sistémica Familiar, Psicoanálisis Reihiano (vegetoterapia), Psicología Analítica Junguiana, Psicoterapia Transpersonal. Experiencia de Muerte Cercana a los 33 años. Máster en “Astronomía y astrofísica” VIU (Universidad Valencia, 2014). Doctor Internacional en «Estudios Internacionales en Paz, Conflictos y Desarrollo», Universitat Jaume I (UJI Castellón, 2020). Máster en Fotografía Artística y Narrativa Visual (Universidad Internacional de la Rioja, 2022). Máster en Inteligencia Artificial (BIG SCHOOL, Madrid 2024) y Máster en Inteligencia Artificial (Universidad Isabel I, Madrid 2025).
Colaborador con ONG médicas de intervención internacional, y en programas de formación a personal sanitario de atención Primaria; SIDA; maltrato infantil; muerte digna y a docentes. Especializado en maltrato infantil, trauma, duelo, tanatología, acompañamiento al muriente, integración de sistemas, estados de trance y místicos. Terapeuta de “Grupos de Duelo Online Ventana a ventana” desde confinamiento COVID-19. Psiconauta, antropólogo investigador del alma en la clínica médica y psicoterapéutica y trabajos de campo antropológicos cualitativos y cuantitativos, con énfasis en la Acción Participativa, docencia y divulgación psicopolítica de los hallazgos. Promotor de acciones participativas para el despertar del desierto interior y para la transformación social. Didacta de la Sociedad Internacional Para el Desarrollo del Psicoanálisis Junguiano (SIDPaJ). Fotógrafo. Buceador. Alquimista. Hilozoísta. Hijo de Hermes. Creador herido. https://bit.ly/mikelcurriculum iratxomik@gmail.com
Presentación y contenido
El texto, escrito con el estilo filosófico de Friedrich Nietzsche, realiza un análisis genealógico de la guerra en Ucrania, desmontando las narrativas morales convencionales para revelar una lucha subyacente por la voluntad de poder. Según esta perspectiva, la guerra no es un conflicto por ideales como la libertad o la soberanía, sino el síntoma de un mundo decadente donde los valores tradicionales se han invertido y vaciado de sentido.
La invasión rusa es interpretada como el acto de un «amo caído», un imperio que actúa por el resentimiento de su propia decadencia pos-1991. Putin intenta resucitar la «Rusia eterna», negando la humillación histórica y reaccionando con violencia ante la emancipación de Ucrania, a la que considera su propiedad histórica. Por otro lado, Occidente, heredero de la «moral de esclavos» del cristianismo, ha secularizado esta ética en conceptos como los «derechos humanos». Su postura es de una hipocresía profunda: condena la guerra pero carece de la voluntad de poder genuino para imponer su fuerza, limitándose a sanciones que son «oraciones laicas».
Ambos bandos operan bajo una moral del resentimiento. Occidente expande la OTAN y la UE bajo la máscara del altruismo, mientras Rusia construye un relato de defensa contra un Occidente decadente para justificar su violencia. Ucrania, canonizada como mártir de la democracia, y Zelenski, convertido en mesías laico, representan la transfiguración cristiana del sufrimiento en virtud. Esta narrativa es, en esencia, otro disfraz del resentimiento, donde la victimización se usa para legitimar el poder.
La guerra es, por tanto, el campo de batalla de un nihilismo activo, donde chocan narrativas rotas y ficciones políticas en un intento de dominar el vacío dejado por el colapso de los grandes relatos. Los líderes son parodias: un actor interpretando a un zar y un bufón convertido en icono. La conclusión es que este conflicto es la regla, no la excepción, de una humanidad enferma que, intoxicada por relatos morales caducos y hambrienta de poder, es incapaz de crear valores más allá del bien y el mal. La guerra evidencia la necesidad de un nuevo tipo de ser humano que pueda superar este ciclo de venganza y crear nuevos valores.





