Síntomas
Los síntomas son variables según la persona. En algunos individuos los síntomas no llegan a manifestarse, en otros demoran algunos días, pero también se pueden manifestar apenas algunas horas después de ascender o sentir los síntomas brevemente.
Signos de alarma del mal de altura
Aumento de la frecuencia respiratoria en reposo a más de 24 respiraciones por minuto. El cuerpo en su intento de suplir las necesidades de oxígeno aumenta la frecuencia respiratoria.
Disminución de la cantidad diaria de orina (oliguria) aunque se mantenga una buena ingesta de líquidos. Los líquidos dentro del cuerpo son retenidos para aumentar el volumen sanguíneo y con ello contrarrestar la mayor concentración de glóbulos rojos.
Proteinuria: un test con tiras reactivas repetidamente positivo puede tener gran valor predictivo. La aparición de proteínas en la orina en mayor cantidad de lo normal está directamente relacionada con el mal de altura y con la disminución de oxígeno disuelto en la sangre (hipoxemia).
Aumento de peso: durante la aclimatación, lo normal es que se produzca una pérdida progresiva de peso, que puede oscilar entre 2 y 15 kilos, según las alturas conseguidas y el tiempo transcurrido. En estas circunstancias la observación de una moderada y continuada elevación del peso nos informa de una retención de líquidos corporales y, a la vez, de una mayor incidencia del mal de altura en los que lo presentan.
Taquicardia de reposo: hay una relación directa entre altura y frecuencia cardiaca de reposo. Un desajuste en exceso o en manifiesto defecto son signos de la inadaptación cardiovascular.
Mal de montaña crónico
Un montañista que está expuesto a grandes alturas presentara los siguientes efectos:
La masa de glóbulos rojos y el valor del Hematocrito se vuelven excepcionalmente alto;
El ventrículo derecho sufre un aumento de tamaño;
La presión arterial periférica comienza a caer;
Sobreviene una insuficiencia cardiaca congestiva y la muerte puede ser frecuente, a menos que el Montañista descienda a menor altura.
Los síntomas también dependerán de la velocidad de su ascenso y de qué tanto esfuerzo haga. Van desde leves hasta potencialmente mortales y pueden afectar el sistema nervioso, los pulmones, los músculos y el corazón.
Los síntomas más frecuentes son.
El dolor de cabeza es generalmente occipital, bilateral de gran intensidad, aumenta por el movimiento y sacudidas de la cabeza, se acompaña de gran sensibilidad a los ruidos y a la luz y se calma poco con los analgésicos menores. Se considera la manifestación de la hipertensión craneal producida por el edema cerebral incipiente.
El insomnio también es un síntoma de defensa: la carencia de oxígeno, la falta de aclimatación produce un estado de alerta que, en caso de dormirse o de provocarse el sueño por ingerir hipnóticos, podría sufrir una perjudicial depresión de su respiración, con la consiguiente resaca y empeoramiento general a la mañana siguiente.
Muchas veces este insomnio tiene una causa fisiológica: los paros cortos e intermitentes de la respiración durante el sueño. Este tipo de alteración llamada respiración periódica o de Cheyne-stokes se produce cuando el centro cerebral que controla la respiración sufre una disminución en su sensibilidad, en su estado de alerta, y deja de dirigir la respiración, de impulsar los ciclos respiratorios hasta que no se le estimule de nuevo por una mucho mayor concentración de residuo respiratorio (anhídrido carbónico) de lo que necesita habitualmente.
Por esta razón, se produce un ciclo rítmico de alentamiento respiratorio (paro respiratorio transitorio y corto) 10-20 segundos y reanudación de la respiración con una corta aceleración que llega a ser respiración muy profunda, para volver al nuevo alentamiento y la nueva parada. A partir de los 3,500 m, es relativamente frecuente observar este fenómeno, y es bastante común por encima de los 5,000 m.
Es muy fácil de reconocer, el montañista cuando duerme respira con gran rapidez e intensidad, si se le continua observando se detecta que, a los pocos segundos, su respiración se torna lenta y bruscamente deja de respirar, quedando todo en silencio.
¿Qué representa este hecho? De entrada nos informará de una deficiente aclimatación de quien lo padece, y por otra parte a de saber que si el montañista que presenta la respiración periódica y padece insomnio no deberá nunca administrarle hipnóticos, los cuales pueden potenciar aun más este fenómeno, deprimiendo la respiración.
Otros síntomas más graves.
El mal de altura puede progresar apareciendo nauseas, vómitos de tipo central con intolerancia alimentaria, incoordinación de los movimientos y de la marcha (ataxia), disminución de la producción de la orina (oliguria), cambios psicológicos, indiferencia y perdida de la sensación de peligro, lasitud y/o somnolencia severa, hasta que aparecen síntomas específicos de edema pulmonar y edema cerebral.
Es de gran importancia que el Montañista conozca y sepa reconocer estos síntomas. Por ejemplo: el cambio brusco de actitud del compañero que empieza a hacer o decir cosas desprovistas del más elemental sentido de la prudencia o del peligro, su aparente indiferencia hacia lo que le rodea, puede progresar hasta extremos realmente peligrosos para su vida y la de los demás. En esta circunstancia, el Montañista debe ser enérgico y decidido en su actitud, debe descender acompañando al Montañista enfermo a las cotas lo más bajas posibles, esta será su mejor garantía de recuperación.
En la mayoría de los casos, los síntomas son leves. Los síntomas del mal agudo de montaña de leve a moderado pueden ser:
Dificultad para dormir
Mareo o sensación de vértigo
Fatiga
Dolor de cabeza
Inapetencia
Náuseas o vómitos
Pulso rápido (frecuencia cardíaca)
Dificultad respiratoria con esfuerzo
Los síntomas que pueden ocurrir con el mal agudo de montaña más grave incluyen:
Coloración azulada de la piel (cianosis)
Rigidez o congestión pectoral
Confusión
Tos
Expectoración de sangre
Disminución del estado de conciencia o aislamiento de la interacción social
Tez pálida o grisácea
Incapacidad para caminar en línea recta o incapacidad absoluta para caminar
Dificultad respiratoria en reposo
Es sumamente importante estar atentos a esos síntomas, si pasan los días y dichos síntomas no desaparecen o se comienza a sentir que van empeorando, es necesario comenzar a descender lo antes posible y consultar un médico, ya que puede traer serios problemas a la salud, y en casos muy extremos hasta la muerte.
Edema pulmonar de gran altura
Los síntomas del Edema pulmonar de gran altura incluyen, dificultad respiratoria severa, tos seca, presión o dolor en el pecho, palpitaciones y fatiga. Se puede oír un ruido de burbujeo durante la respiración. Los labios, bordes externos de las orejas y uñas pueden parecer azuladas debido a la falta de oxígeno.
Se cree que es producido de la siguiente manera:
La hipoxia grave hace que las arteriolas pulmonares entren en un potente estado de vasoconstricción, que es mucho mayor en unas regiones que en otras, de modo que se hace fluir una mayor cantidad de sangre a través de un número cada vez menor de vasos sanguíneos pulmonares, que aun no han entrado en constricción. Como resultado, la presión capilar en esa parte de los pulmones se hace particularmente elevada y sobreviene el edema local. A continuación la extensión del proceso hace que cada vez sean más las áreas de los pulmones que sufren disfunción grave e incluso, a veces, mortal. Sin embargo, al hacer que el Montañista respire oxígeno se invertirá el proceso en el plazo de unas pocas horas.
Clínicamente, el edema pulmonar se presenta con un clásico cuadro de ahogo, dolor torácico, dolor de cabeza, tos seca con esporádica expectoración sanguinolenta, nauseas, y fiebre en algunos casos superior a los 38º C. La piel puede adquirir una coloración azulada (cianosis) y la conciencia aunque bien conservada puede mostrar un cierto grado de indiferencia en la conducta.
La primera norma que debe aplicarse ante cualquier problema derivado de la altura, es el Descenso, a cotas inferiores. Es la más importante y eficaz de las medidas a tomar. La segunda medida es administrar Oxígeno a través de mascarilla, a una cantidad de 3 a 5 litros por minuto y a una concentración no inferior al 40%. La mayoría de las veces, la práctica de estas dos elementales medidas es más que suficiente para solucionar gran parte de los casos. De no resolverse o apreciarse mejoría con estas medidas, o cuando el descenso deba aplazarse durante unas horas por motivos de fuerza mayor, la persona que acompaña al Montañista que presenta tal gravedad, no deberá utilizar medidas de uso estrictamente reservado al personal médico por ser su mala o incorrecta utilización, potencialmente peligrosas, e incluso mortales –
Edema cerebral de gran altura
Es la forma de presentación más grave y rápida del mal de altura. Los síntomas del edema cerebral de gran altura son fundamentalmente, náuseas, vómitos, dolores de cabeza, alteraciones visuales, irritabilidad, descoordinación, distracción, confusión, posible pérdida de conciencia, convulsiones e incluso coma.
Por eso es necesario conocer y estar atento a los síntomas y de esa forma poder evitar problemas mayores. Esta es la forma de presentación más grave y rápida del mal de altura. Debido a su especial situación anatómica, el cerebro se encuentra protegido y a la vez rígidamente situado en el interior de la caja craneal.
El edema cerebral agudo parece ser el resultado de la vasodilatación local de los vasos sanguíneos cerebrales a causa de la hipoxia. La dilatación de las arteriolas aumenta la presión capilar, y a su vez produce fuga de líquido hacia los tejidos cerebrales. A continuación, el edema cerebral puede producir desorientación grave y otros efectos relacionados con la disyunción cerebral.
Cualquier aumento del volumen del cerebro debido al edema, se ve conflictivamente limitado por la rigidez craneal, lo cual provoca síntomas neurológicos con mucha mayor rapidez y gravedad que el proceso pulmonar anteriormente descrito. El afectado, rápidamente puede llegar al coma y debe preverse la administración de oxígeno y el descenso a cotas inferiores, así como el de tomar medidas de tipo medico cuanto antes.
Estas dos formas graves del mal de altura, pueden ir precedidas de síntomas leves del mal (dolor de cabeza insomnio, falta de apetito, aturdimiento leve) o bien aparecer bruscamente en in alpinista previamente sano, a causa de un ascenso de gran desnivel o realizado con gran rapidez.
En realidad, tanto el edema cerebral como el edema pulmonar de altura, más que dos entidades bien diferenciadas, son dos formas clínicas de presentación de un mismo proceso de inadaptación a la falta de oxígeno del ambiente al cual el Montañista se somete.