Abundancia como ética planetaria: Trascendiendo la Escasez desde la Complejidad.
Mikel García. 5 abril 2025
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Descripción de la imagen
Trabajando con inteligencia artificial. Por Mikel García.
Autor
Mikel García García[i]
[i] Médico y cirujano (Universidad Navarra, 1975). Psicólogo (Universidad San Sebastián, 1982). Psicoanalista junguiano. Formación experiencial y teórica en: Psicoanálisis, Terapia Sistémica Familiar, Psicoanálisis Reihiano (vegetoterapia), Psicología Analítica Junguiana, Psicoterapia Transpersonal. Experiencia de Muerte Cercana a los 33 años. Máster en “Astronomía y astrofísica” VIU (Universidad Valencia, 2014). Doctor Internacional en «Estudios Internacionales en Paz, Conflictos y Desarrollo», Universitat Jaume I (UJI Castellón, 2020). Máster en Fotografía Artística y Narrativa Visual (Universidad Internacional de la Rioja, 2022). Máster en Inteligencia Artificial (BIG SCHOOL, Madrid 2024) y Máster en Inteligencia Artificial (Universidad Isabel I, Madrid 2025).
Colaborador con ONG médicas de intervención internacional, y en programas de formación a personal sanitario de atención Primaria; SIDA; maltrato infantil; muerte digna y a docentes. Especializado en maltrato infantil, trauma, duelo, tanatología, acompañamiento al muriente, integración de sistemas, estados de trance y místicos. Terapeuta de “Grupos de Duelo Online Ventana a ventana” desde confinamiento COVID-19. Psiconauta, antropólogo investigador del alma en la clínica médica y psicoterapéutica y trabajos de campo antropológicos cualitativos y cuantitativos, con énfasis en la Acción Participativa, docencia y divulgación psicopolítica de los hallazgos. Promotor de acciones participativas para el despertar del desierto interior y para la transformación social. Didacta de la Sociedad Internacional Para el Desarrollo del Psicoanálisis Junguiano (SIDPaJ). Fotógrafo. Buceador. Alquimista. Hilozoísta. Hijo de Hermes. Creador herido. https://bit.ly/mikelcurriculum iratxomik@gmail.com
Presentación y contenido
El texto “Abundancia como ética planetaria: Trascendiendo la Escasez desde la Complejidad” propone una reflexión profunda sobre la abundancia como experiencia psicoespiritual, arquetípica y ecológica. Inspirado en Jung, en la ecología profunda y en la ética planetaria, el autor plantea que la abundancia no es una acumulación material, sino un estado de confianza interior y de relación armónica con la vida. En contraposición, la escasez se presenta como un complejo cultural, una herida psíquica colectiva que alimenta el miedo, el consumo, la violencia y el colapso ambiental.
Desde la psicología junguiana, la abundancia se asocia al arquetipo de la Gran Madre (GM), fuente primordial de nutrición, sostén y fertilidad. Cuando la madre real armoniza con este arquetipo, el niño internaliza la sensación de que el mundo es un lugar que provee lo necesario. Si, por el contrario, predomina la carencia afectiva o la inseguridad, la psique se organiza alrededor de una narrativa de escasez: el mundo es hostil, los recursos limitados, y solo sobreviven los fuertes o los sumisos. Así, el sentimiento de abundancia no es innato, sino una construcción afectiva y simbólica que puede interrumpirse por traumas tempranos.
El autor contrapone dos cosmovisiones:
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La abundancia auténtica, que surge de un yo conectado con el Sí-Mismo, confía en la vida, practica la gratitud y la generosidad, y no teme compartir porque entiende que dar no empobrece.
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La escasez constelada, que fija a la psique en un juego de suma cero (“si otro gana, yo pierdo”), promoviendo ansiedad, competencia y dependencia de figuras salvadoras.
En este sentido, las religiones han contribuido ambivalentemente a la experiencia de la abundancia. Aunque ofrecen imágenes maternales (María, Guanyin, Shekinah, Tonantzin, Kali) que encarnan el principio nutricia del cosmos, también han desplazado la abundancia al más allá, condicionándola a la obediencia o al sacrificio. El cristianismo, por ejemplo, glorifica la renuncia terrenal prometiendo plenitud celestial, lo que perpetúa la desconexión con el presente.
El autor critica las falacias del pensamiento positivo y la “inteligencia espiritual” contemporánea, que suelen disfrazar la escasez con optimismo forzado. Bajo la idea de que “atraemos lo que creemos”, estas corrientes culpan al individuo de su sufrimiento, ignorando los condicionamientos inconscientes y las estructuras sociales de opresión, especialmente hacia las mujeres. Este “espiritualismo patriarcal” reitera la narrativa sacrificial femenina —amar al maltratador o redimirse sufriendo— como ideal de virtud, ocultando su raíz en el trauma y la dependencia afectiva.
La verdadera abundancia psicológica, sostiene el texto, no puede separarse de la justicia ecológica. Implica descolonizar la mente de la idea de que la Tierra y los cuerpos son recursos explotables, y adoptar políticas de suficiencia (renta básica, impuestos al carbono, educación emocional). Desde esta perspectiva, la visión de Donald Trump simboliza el polo opuesto: una mentalidad de escasez, extractivismo y aislamiento nacionalista que niega la interdependencia global.
En conclusión, la abundancia es una ética planetaria que integra la psique y la ecología. Supone aceptar los límites reales sin caer en el miedo ni en la codicia, cultivar la confianza en la vida y la cooperación como fuerzas evolutivas. Trascender la escasez —individual y cultural— requiere integrar la sombra colectiva y sanar la herida arquetípica que nos separa de la Tierra como Gran Madre. Solo así podrá emerger una civilización de la suficiencia, la reciprocidad y la plenitud consciente.
Ensayo





