Reflexiones sobre lo humano en el buceo

Reflexiones sobre lo humano en el buceo

Basado en mi experiencia como psicoterapeuta y buceador veterano aporto información de interés sobre aspectos que no se tienen en cuenta y que condicionan la experiencia del buceo.  Un análisis de las personalidades y su influencia en el buceo. Un análisis de los símbolos y mitos que aún siguen apareciendo en sueños de los sujetos y en supersticiones culturales. Y una presentación de fenómenos grupales en el «vida a bordo»

Mikel Garcia Garcia   8 diciembre 2015

Consideraciones previas

El buceo recreativo es una actividad deportiva lúdica que puede proporcionar elevado disfrute a quien la practica.

Sentir ese momento en que parece que todo va a cámara lenta, que incluso el tiempo se para. Notar la “ingravidez”. Descubrir la vida submarina, ver a los peces yendo de aquí para allá, observar cómo los habitantes del coral organizan sus tareas diarias, siendo tú un espectador de lujo, y ser consciente de que mientras observas todo eso, tus preocupaciones habituales desaparecen, y que sólo debes concentrarte en tu propia respiración, y puedes relajar los músculos dejando el “cuerpo muerto”… Esa sensación es inefable e incomparable, tiene componentes que no se pueden alcanzar practicando otro deporte, y es expresión de que la conciencia está en un estado no ordinario.

Incluso hay buceadores que «sienten» el submarinismo en sí mismos y que pueden vivirlo y desarrollarlo en plenitud, expresándose a través de él como ser humano. Eso se suele notar por los compañeros y suelen causar respeto y admiración, sobre todo si trasmiten sabiduría en una ausencia de arrogancia.

Sin embargo al enfrentarse a retos y situaciones desconocidas, entre ellos esa vivencia de estado no ordinario de conciencia, en muchas ocasiones surge miedo-ansiedad, condición para no poder disfrutar plenamente de la actividad, tener consecuencias psicosomáticas e incluso tener accidentes serios. En la inmersión se dan circunstancias especiales, una deprivación sensorial, minimización de estímulos, toma de contacto con uno mismo. Estas circunstancias pueden provocar que toda la ansiedad reprimida emerja abruptamente.

Me inicié en el buceo en el 86. Aprovechando unas vacaciones en Torrevieja saqué el “open water” con el que buceé años de modo intermitente. Mi instructor había pertenecido al ejército y tuve una formación muy buena y “exigente”. Al cabo de los años decidí hacer cursos avanzados y de Nitrox sacándome las titulaciones pertinentes.

Mi motivación por el buceo fue el deseo de tener la experiencia de explorar el mundo subacuático, no porque sea un deporte. Ese deseo latente lo tenía de años, y se reforzó por la experiencia de muerte cercana que tuve en una playa de Nicaragua en la que casi morí ahogado.

Fui sacado del agua en el último momento probablemente por un delfín. Yo no estaba capacitado para verlo ni mis amigos lo vieron pero hay evidencias científicas de que todos los años los delfines salvan a náufragos y buzos, y parecen entender que una persona se está ahogando. Ya en la mitología griega se hacía honor a esta asombrosa capacidad de salvamento de estos mamíferos, cuando Telémaco, hijo de Ulises, fue salvado de morir ahogado gracias a los delfines, razón por la cual Ulises siempre usó dibujos de delfines en sus escudos. Desde entonces La gente de mar, cuando ve a un delfín, dice que es un buen augurio. Los delfines identifican a los seres humanos como algo similar a ellos mediante el escaneo de nuestro esqueleto a través de su sonar. Sobre todo en salvar a las mujeres embarazadas, porque saben que están embarazadas al hacerle una ecografía instantánea con su sonar y descubrir el corazón del bebé latiendo en el interior de la madre, llegando incluso a defenderlas de los ataques de los tiburones.

Buceo con más continuidad en el mediterráneo y ocasionalmente en viajes específicos para bucear en distintos lugares del planeta, dedicando semanas de vacaciones, a veces pernoctando en hoteles y otras en vida abordo en barcos dedicados. En tantos años he ido comprobando el deterioro del mediterráneo y mi tendencia es a ir haciendo los viajes específicos cuando puedo.

Mi trabajo en psicoterapia me ha capacitado para fijarme en los aspectos psicológicos que acontecen en el buceo tanto a nivel individual como grupal y de eso es lo que voy a compartir en este texto. Las fuentes de información son la observación y análisis de mi propio proceso, y de lo que he visto en otros con los que he compartido el buceo. En bastantes ocasiones mi actitud de escucha y de propiciar conversaciones existenciales ha facilitado que algunas personas me relaten sensaciones, me cuenten sueños o incluso me pidan opinión sobre algo que les preocupa. En alguna ocasión incluso contar (el material) era un intento de poner a prueba mi orientación psicoanalítica que la persona desvalorizaba. He revisado alguna publicación de expertos, que me han servido para entender mejor. En el texto comparto aquello que proviene de las fuentes de mi experiencia y que haya visto reflejadas en publicaciones de expertos.

Me considero buzo veterano por el número de inmersiones, realizadas en un tiempo no excesivamente dilatado, y en diferentes lugares del planeta, que he automatizado la técnica de buceo, es decir sé cómo manejarse en el agua sin necesidad de pensar en cómo hacer las cosas básicas, manejo de la flotabilidad, aleteo, respiración. Eso me permite poder llevar equipo de foto-video actividad que es una extensión de mi afición terrestre. El equipo complica el buceo habitual ya que es un elemento a manejar con sus particularidades de flotabilidad, sus dificultades de manejo y el estrés en cuidarlo por lo que cuesta a nivel económico. Pero considero que el buceo no se automatiza como otros aprendizajes, como el conducir, el buceo requiere continuidad en la adaptación y eso supone cambios dependiendo de los lugares, y los cambios fisiológicos de la edad: menor vitalidad, presbicia,…

Variables psicológicas

En los últimos años se ha incrementado el número de personas que se incorporan al buceo, se ha popularizado, y han bajado los niveles de exigencia. Se confía bastante en las informaciones de los ordenadores de buceo, que recogen los algoritmos de los estudios fisiológicos que han avanzado mucho. Sin embargo se ha avanzado muy poco en el análisis del impacto emocional del buceo, especialmente en lo referente a los diferentes rasgos de personalidad.

El buceo es un deporte de riesgo que se desarrolla en un medio no natural y adverso, en ocasiones muy adverso, donde son frecuentes situaciones estresantes, que incrementan lo habitual: complejidad de la técnica, incertidumbre y elevado nivel de fatiga.

Esto justifica la necesidad de prevención y requiere que sea realizado por personas capacitadas en lo físico y en lo psicológico y con capacitación para adaptarse al estrés ambiental.

Variables que influyen: factores estructurales (medio acuático y equipo de soporte vital autónomo), estos imponen restricciones mecánicas a la actividad física; condiciones ambientales (presión, temperatura, visibilidad o corrientes), que requieren modificaciones continuas; factores fisiológicos, en especial de tipo respiratorio (gases respirados a presión aumentada), que pueden provocar problemas como narcosis o toxicidad de gases; variables psicológicas (personalidad, ansiedad, estimulación sensorial), que condicionan la capacidad de respuesta del buceador, y de posibles errores que limitan la adaptación y pueden contribuir a la aparición de incidentes acuáticos y accidentes disbáricos.

Pueden provocar estrés: un estímulo externo, objetivamente perjudicial o no, que sea percibido como frustrante, amenazante o peligroso; una situación desconocida, imprevista o que exija del buceador un gran esfuerzo; un estímulo interno, una idea, un miedo, una obsesión…

Una mala experiencia puede quedar en una mera anécdota, pero si resuena en algún rasgo neurótico de nuestra personalidad (que todos tenemos) puede acabar derivando en un trastorno de ansiedad en el buceo. Algunas circunstancias que actúen como estímulo y desencadenen la neurosis: una experiencia agobiante en una cueva; un mar agitado que nos hace pasar un mal rato; una mala experiencia con el compañero o un miembro del grupo; un sueño…etc.

Un grado leve de miedo, o su equivalente la ansiedad, es una reacción emocional adaptativa, ante estímulos que representan dificultad o amenaza, gracias a ella se incrementa la atención, favorece que el buceador sea prudente y esté pendiente de su estado personal y del ambiente marino donde se encuentra lo que es condición que ayuda a evitar o salir de situaciones de riesgo. La ansiedad elevada, es muy negativa y un problema para el buceo, provoca disminución perceptiva, de focalización o atención de conciencia, restringe el procesamiento de información y de toma de decisiones, aumenta la vulnerabilidad y la posibilidad de errores humanos, y la aparición de reacciones de pánico.

El riesgo en buceo es más psicológico de lo que se habitualmente se afirma, la mayor parte de los problemas son más o menos compensados y no son muy “visibles” para el observador no experto pero sí lo son los extremos: una elevada ansiedad que lleva al pánico con pérdida de autocontrol, que tenga como consecuencia el ascenso de emergencia y la posibilidad de ahogamiento, sobreexpansión pulmonar o muerte.

La agitación e irregularidad de la respiración y de los movimientos corporales, puede anticipar una reacción de pánico.

Bajo la ansiedad, aunque sea intensa, todavía hay cierta coordinación de movimientos, la persona lucha por su supervivencia, puede arrancar el regulador del compañero para ponérselo él, agredir si considera que el otro interfiere en su salida a superficie, etc., mientras que en el pánico, hay dos posible tipos de respuesta: un bloqueo, quedando la persona fijada en un estado catatónico, agarrando al compañero, habiendo expulsado el regulador y sin atender a la oferta de ayuda de nadie o una reacción de huida absolutamente caótica y descontrolada en general hacia la superficie, pudiendo llegar a perder el conocimiento en el trayecto cayendo al fondo y ahogándose sin posibilidad de reacción. La persona que ha vivido una situación de ansiedad intensa, puede volver con ayuda a bucear e incluso superar la situación. Cuando se ha producido un ataque de pánico es muy difícil que la persona vuelva a bucear.

Personalidad

Los buceadores reaccionan bajo el agua de forma distinta ante idénticas situaciones, debido a sus niveles de formación o experiencia, a las peculiares actitudes personales ante el riesgo y a las propias características de personalidad; entre estas últimas hay rasgos de personalidad que guardan estrecha relación con ansiedad y estrés.

Todas estas son razones suficientes para hacer hincapié en la necesidad de comprobar las características de personalidad. El buceador precisa dominar técnicas específicas, disponer de aptitudes para realizar los trabajos básicos de buceo, rasgos de personalidad para afrontar las situaciones de estrés y, en definitiva, actitudes e intereses que faciliten una relación responsable con el medio subacuático; todo ello configura un perfil, que exige la comprobación de aptitudes y rasgos de personalidad deseables y descarte de trastornos psicopatológicos que desaconsejan la práctica del buceo.

Para evaluar la aptitud individual para el buceo, es necesario aplicar tres criterios: físico, médico y psicológico: normalidad emocional, temperamental e intelectual, rasgos de personalidad favorables al afrontamiento adaptativo del estrés, motivación adecuada y ausencia de estados psicopatológicos.

Los buceadores con mayor rendimiento son personas realistas, maduras y estables emocionalmente; suelen controlar, con equilibrio adaptativo, los sucesos externos y emociones personales. Individuos independientes, asertivos, agresivos, autosuficientes, desinhibidos y abiertos al cambio y nuevas experiencias.

 

Perfil saludable de personalidad.

Desde mi punto de vista estos serían factores necesarios en la personalidad de un sujeto que lo capacitan para ser un buen buceador.

una estabilidad emocional junto a que las emociones no invadan la conciencia en situaciones de riesgo,

una capacidad afectiva que le permita empatía,

un nivel de atrevimiento, de imaginación y actitud de experimentar,

un nivel medio de inteligencia que procese los detalles perceptivos y use la intuición,

una actitud de aceptación de las normas de funcionamiento,

una capacidad de poder estar en grupo sin renunciar a su autonomía personal

un sentimiento interno de seguridad personal y autoestima,

una actitud de amar la vida,

que no se deje impresionar emocionalmente por las variadas circunstancias que ofrece la actividad,

que ni la suspicacia, ni la astucia, ni la vigilancia, ni el reto o desafío sean reguladores importantes de las relaciones interpersonales.

nivel bajo de ansiedad potencial,

nivel bajo de tensión y de preocupación,

 

Menos la última, el resto son más estructurales que puntuales. Condiciones que permiten el conjunto de las siguientes variables: Relajación; Confianza; Concentración; Empatía; Facilidad; Automatismo; Diversión; Exploración; Control

No siempre un sujeto reúne todas las condiciones, depende de su momento vital.

Cuando una persona se encuentra en una situación de estrés vital, (separaciones, pérdidas, problemas laborales, etc.) el riesgo de impacto negativo en el buceo es elevado. La persona puede estar viviendo una situación de conflicto en su vida personal, laboral, económica, familiar. Dicha situación le provoca tensión emocional. Si la persona es consciente y utiliza el buceo como forma de desconexión puede ser una experiencia positiva. Pero si no se es consciente, o hay represión – negación de su vivencia emocional intensa, la situación que se está viviendo puede emerger de forma abrupta de ansiedad en plena inmersión debido a los diferentes procesos fisiológicos y psicológicos que se producen en el buceo. Y, aún más, la persona puede acabar cometiendo el error de una segunda negación, vinculando, de forma consciente o inconsciente, el estado de estrés al buceo y no a la situación real que lo provoca, generando un círculo de retroalimentación difícil de romper una vez se instala.

Mecanismos de defensa

La ansiedad puede afectarle también a un veterano, siendo en este caso más difícil de detectar por la resistencia que genera aceptar una situación que se asocia a los principiantes pero que no se entiende en los veteranos.

La experiencia acumulada puede generar un error cognitivo generalizando otras experiencias de aprendizaje, que una vez interiorizado nunca se olvidan.  Tras un periodo largo sin bucear hacerlo en situaciones de buceo exigentes puede determinar la aparición de un estado de ansiedad intensa, debido a que nuestro cuerpo parece haber “olvidado” parte de la técnica. En el buceo, debemos estar constantemente adaptándonos a un entorno que no es nuestro medio habitual y la adaptación requiere de continuidad.

Se utilizan mecanismos psicológicos de negación de la ansiedad o conductas defensivas para controlarla, que sirven para contenerla, evitar ser conscientes de ella, y la hacen también indetectable para otros.

Un mecanismo de defensa psicológico es “normalizar” el malestar considerando que está en el nivel sano. Algunas conductas: esconderse detrás de una cámara, iniciar una carrera formativa, buscando protección emocional en la supuesta perfección técnica como garantía de seguridad o fantaseando la protección psicológica de un título. En algunos casos es la ansiedad y no una auténtica vocación formativa lo que lleva al buzo a una inversión económica y de esfuerzo en formación innecesaria para su tipo de inmersiones.

Vivir cada inmersión con una dimensión de auto superación, gratifica  emocionalmente y, también, físicamente por la relajación alivio y bienestar orgánico que se produce después de superar una tensión ansiógena transitoria. Sin embargo aunque supere la inmersión, al tener ésta una base neurótica, la situación se perpetúa en el tiempo.

Algunos buzos idealizan la seguridad, como forma de defensa contra la ansiedad, haciendo de esta última un fin en sí mismo y no un medio para poder disfrutar. Pueden mostrarse como personas muy metódicas que utilizan bien los recursos; bucear siempre con medios que ofrezcan seguridad; bucear enganchados al compañero; seguir determinados rituales para incrementar la seguridad basados en una exageración de los riesgos. A veces estas conductas están reforzadas por organizaciones, que promueven su obsesiva forma de bucear como la única forma posible de hacer bien las cosas.

Tipologías problemáticas de personalidad

Se pueden mencionar algunas tipologías de personalidad, que afectan más en el buceo: el fóbico, el bipolar depresivo-maníaco, el depresivo-masoquista, el perfeccionista controlador el histriónico, el narcisista.

El tipo fóbico.

Quizá sea el rasgo de personalidad que más se pone de manifiesto y el que más problemas genera en el submarinismo.

La forma básica de defenderse del miedo es la huida y/o evitación de la situación, pero también puede desarrollar defensas contrafóbicas. Es una persona cuyo abordaje emocional se mueve en la dualidad ser valiente–tener miedo y ello es muy delicado.

Los temores más comunes que se proyectan en la situación de inmersión son; la agorafobia (miedo a los espacios abiertos), la fobia a la oscuridad y la claustrofobia (temor a los espacios cerrados).

La claustrofobia puede expresarse de varias formas sintomáticas: agobio excesivo con el equipo (sentirse encerrado en la máscara, neopreno, capucha…), temor a no poder escapar, no tener el control de subir a superficie a voluntad y temor a introducirse en espacios cerrados (cuevas, pecios, etc.).

La agorafobia puede manifestarse en la sensación de verse en suspensión en el vacío, especialmente si se pierde la referencia suelo-techo. Agobio en la bajada, en situaciones de baja visibilidad y hasta no tomar contacto visual con el fondo.

Y la fobia a la oscuridad puede plantear problemas en inmersiones nocturnas, cuevas, etc…

Si desarrolla conductas contrafóbicas la persona ejecuta comportamientos “valerosos” para defenderse de sus miedos. Es una situación potencialmente de peligro, ya que su arrojo puede llevarle a engaño y generar un exceso de confianza en su capacitación, involucrándose e involucrando otros en situaciones de inmersión para la que no está preparado ni técnica, ni emocionalmente. Ante determinadas situaciones imprevistas puede desestructurarse su defensa contrafóbica aflorando los miedos reprimidos y realizando una ataque de pánico. Una modalidad contrafóbica es basar su defensa y control de la ansiedad en el vínculo que establece con determinadas personas, centros, etc. Pueden ser expertos pero susceptibles a desarrollar ataques de ansiedad cuando bucean lejos del elemento-objeto contrafóbico que les permite controlar sus miedos. Son personas literalmente  “enganchadas” a centros, instructores o compañeros y con grandes dificultades de bucear alejados de ellos. También pueden proyectar sus miedos en los otros contando historias terribles entorno al submarinismo como forma de darse valor y con la fantasía de que controlándolos en los otros se liberan de ellos.

El tipo bipolar depresivo-maníaco.

Tiene un tono emocional cargado de pesimismo y/o culpa con pensamientos congruentes como: “Yo soy más torpe que los demás, me va a costar más”, y sentimiento de impotencia  ante algo malo puede llegar a pasar. Se siente sin capacidad para hacer lo que hacen los demás y culpable de ello. Incluso durante la inmersión pueden aparecer pensamientos catastróficos: “Me ahogaré y que será de mis hijos”; “Me devorará un tiburón”. También puede tener conductas negadoras activando un estado emocional opuesto, que lleva a sentimientos de exaltación, euforia y/o energía excesiva. En un contexto social  grupal se puede potenciar dicho estado de exaltación, y el sujeto puede embarcarse en situaciones que le superen, poniéndose en riesgo y a las personas que lo acompañan. Estos sujetos suelen tener más somatizaciones y más diversas que los ansiosos: digestivas, dolor de cabeza, etc. Las somatizaciones son síntomas que tienen diversas funciones: evitar vivir la angustia psíquica; justificar el no hacer inmersiones; recibir cuidados,…

El tipo depresivo-masoquista.

A diferencia del depresivo bipolar, este tipo puede buscar beneficios secundarios en la propia depresividad y uno, aún más peligroso, es que busque la muerte como modo de castigo de su culpabilidad. Sería candidato a cometer errores o ponerse en riesgo con una finalidad de hacerse daño e incluso morir, sin que medie la ansiedad sino una acción calmada. Más adelante en el apartado “Sumergirse en las aguas” explico algo más un caso de un paciente que tuve en psicoterapia que era buceador y tenía esta tipología.

El  tipo perfeccionista controlador.

La persona con estos rasgos, suele controlar su caos interior y su ansiedad haciendo las cosas de una forma ritualista. Si se sale del ritual  le genera una fuerte sensación de malestar. Pueden bucear contenidamente, si, y sólo si, se siguen unos protocolos y parámetros de actuación muy estrictos. Suelen ser los primeros en empezar a equiparse, y los últimos en entrar en el agua, por el tiempo dedicado al ritual minucioso muy estricto y sin olvidar ni el último detalle. Manteniendo el control y orden de las cosas no suelen tener manifestaciones de ansiedad, pero cuando éstas se producen por alguna situación que desborda a la persona, pueden ser muy intensas y cargadas de agresividad. La obstinación y orden con una obediencia casi sumisa al líder (aunque siguiendo sus propios rituales), ocasiona que sean personas fáciles de llevar. No son buenos compañeros porque suelen ser individualistas, no adaptándose al resto salvo que sigan sus propios rituales preestablecidos. Tampoco son buenos líderes ya que necesitan ver en los otros su perfeccionismo y si no lo tienen, les genera ansiedad, dificultad y /o agresividad porque activa su caos interior.

El tipo histriónico.

Busca la máxima facilidad para desarrollar la actividad. Desea trato especial, mayor permisividad que a otros y para ello se muestran muy activos en la seducción. Tratan de tener el máximo  protagonismo desplegando todas sus armas de seducción. El buceo implica la fantasía de incorporarse a un grupo o situación idealizada con un deseo rápido de incorporarse, a lo que ellos consideran en ese momento  la “élite”. Esto puede ser más importante que la propia actividad en sí. Como la ansiedad es una cuestión que requiere la atención del grupo, buscan protagonismo a través de manifestaciones pseudoansiógenas. Pueden desarrollar dichos comportamientos como forma de llamar  la atención, e incluso competir con otros “Lo mío sí que es serio”. Difícilmente se ponen en riesgo real.

El tipo narcisista.

En general, las personas con rasgos narcisistas transmiten una idea de sí mismas desproporcionadamente positiva, sobrestimando sus habilidades y éxitos. Además, necesitan constante admiración y aprobación por parte de los demás, hacia los que muestran escasa o nula empatía. Su valoración de sí mismo depende en exceso de la de los demás, porque internamente tienen falta de autoestima, y son especialmente sensibles a la crítica, defendiéndose de caer en su baja autoestima, de manera que exageran sus logros y se muestran pedantes, engreídos… y no es capaz de dar nada a cambio, especialmente lo más necesario en una relación saludable: empatía, apoyo, escucha y validación del otro. Aunque puedan dar cosas como un mecanismo de seducción para seguir teniendo la aprobación y reconocimiento del otro. Pueden atraer a personas que se dejan arrastrar porque necesitan sujetos fuertes y seguros. Su necesidad de logros puede llevarles a una actividad en el buceo en la que desafíen los riesgos, acumulen méritos, éxitos, viajes difíciles. Y se jacten de ellos publicando sus logros, por ejemplo en redes sociales como facebook, sin comentar sobre sus relaciones personales.

Relaciones entre compañeros de buceo

El compañero es fundamental para nuestra seguridad en el buceo y para que la inmersión pueda ser placentera, estimulante, y permita una relación con el ambiente de conocimiento y expansión de la conciencia.

Pero con lo que llevo exponiendo no deberíamos realizar una inmersión bajo la confianza de que el compañero o grupo con el que buceamos nos sacará del apuro en caso de necesidad. No sabemos, en realidad, ni como reaccionaremos nosotros ni cómo reaccionará el compañero o grupo, si realmente tiene que ponerse en riesgo para ayudarnos.

La elección del compañero es primordial y muchas veces se hace mal, desde proyecciones afectivas que no tienen que ver con la tarea de establecer un vínculo eficaz, o no se hace, y aún menos se propone cambiar si la pareja no funciona.

En relación a uno el compañero puede adoptar diversas actitudes que pueden ser unilaterales y fijas o que pueden cambiar tras los tanteos iniciales de irse conociendo en la relación.

El problema es que sean fijas y no haya reciprocidad, se cree una colusión no cambiable. Si a lo largo de varias inmersiones cambian los roles, en función de la situación personal de cada uno, no hay problema, siempre y cuando  la actitud no sea un rasgo de personalidad demasiado patológico. ¡No es fácil ninguna relación de pareja!

Voy a describir algunas y ordenar del más problemático al menos según mi experiencia, otros podrían hacer otro orden.

Activo-dependiente. Da problemas, un grado de agobio. Está ansioso y puede  bucear  muy pegado y pendiente en todo momento de lo que haces. La respiración puede ser acelerada, sin hiperventilación. Su estilo de buceo no suele ser muy coordinado y puede tener alguna dificultad de flotabilidad, y control. Puede pasar a más estando agitado, preguntándote constantemente el aire, adelantándote, moviéndose constantemente de un lado a otro, aunque no se separa de tu lado nunca sabes exactamente donde está, no realiza una inmersión tranquila, y fácil de guiar o seguir.

Activo-narcisista. No tiene empatía. Mientras tu bajas él se queda mirando arriba algo que le llama la atención, mientras tu subes, él está abajo viendo lo que le interesa, debes estar contantemente pendiente de él, si no lo haces le perderás pues no cumple las reglas de avisos. Da problemas pero también puedes pasar de él y dejarlo a su destino, y bucear solo. En todo caso buscar alguien con quien poder contar en caso de necesidad.

Pasivo-dependiente. Es el buzo dependiente, que proyecta en ti toda la carga de la inmersión, espera que guíes, enseñes, te preocupes de su aire y tomes las decisiones. En general serás tú el que harás siempre la señal de ok a la que el responderá valorando el que te preocupes de su situación. Es un perfil obediente y que no da problemas pero del que puedes esperar poco en caso de dificultad propia.

Egocéntrico. Adopta un rol activo con la finalidad de ser el centro de atención. Puede reaccionar de forma algo agresiva si no se siguen sus premisas.

Pasivo-independiente. El buzo que como compañero no toma la iniciativa, pero tiene controlada la inmersión en todo momento. No preguntará el aire, no te señalará el suyo a media botella, pero sabes que está atento a cualquier circunstancia y preparado para ayudarte si aparece cualquier contingencia.

Activo-independiente. Es generalmente experto y valora tomar las riendas de la inmersión, valora guiarte, enseñarte cosas, mostrar su pericia, en general se preocupa por ti y es alguien en quien se puede confiar.

Empático. Con el que buceas realmente a gusto, se adapta a ti y tú te adaptas a él, no supeditando ninguno al otro su comportamiento y existiendo armonía y comunicación fluida debajo del agua aun cuando sea la primera vez que buceas con esa persona. Aunque se requiere cierta equivalencia de nivel de buceo, eso no es lo fundamental sino el vínculo creado. Este vínculo puede soportar asimetrías como son las que uno lleve equipo de foto video y el otro no. Es la pareja de buceo la que toma las decisiones y se muestra activa, según las circunstancias de cada momento, aunque en ocasiones el más activo sea uno de los dos.

Algunos datos sobre origen de la capacidad empática.

Neuronas en espejo.

En 1980 unos investigadores italianos descubrieron, por azar, una activación de neuronas motoras en el cerebro de un mono cuando el mono observaba a otro comer. Eran las mismas que en el mono se activaban cuando comía, pero en esa ocasión lo hacían solo al ver la conducta del otro. Las denominaron «neuronas en espejo». Se buscó en los humanos encontrándose en el área F5 de la corteza prefrontal y más tarde también se descubrieron en el lóbulo parietal inferior. Al parecer, las neuronas del lóbulo parietal se encargan de decodificar todo lo vinculado con los movimientos necesarios para realizar determinada acción mientras que las neuronas del F5 se encargarían de procesar el objetivo de la acción. La activación se produce, incluso, con solo imaginar la acción y sirven para realizar una simulación de las acciones antes de llevarlas a cabo, lo que prepara al organismo para hacerlas con eficacia. Existen investigadores que consideran que no sería descabellado pensar que también están implicadas en el proceso de simulación de las intenciones de los demás; es decir, que son útiles para inferir las intenciones de otras personas. Ramachandran llama a las neuronas espejo “neuronas de la empatía” por ser las implicadas en la comprensión de las emociones de los otros. Las neuronas espejo se activan desde el nacimiento y les permiten a los bebés imitar los movimientos de los adultos e ir aprendiendo. Por tanto, son la base de la capacidad innata de imitación, sin la cual el aprendizaje sería prácticamente imposible.

Ánima y ánimus.

Sumergirse en el mar con un compañero puede activar en cada uno su parte contrasexual interna, la parte femenina en el hombre (ánima) y la masculina en la mujer (ánimus). Siempre y cuando sean sujetos suficientemente sanos, esa activación podrá facilitar la empatía. Si se da en uno ya favorece bastante, si es en los dos más aún. Se puede producir una fusión de visión y sentimiento, que facilita mucho la intuición y, por lo tanto, la comunicación, como empatía o simpatía estética (endopatía). Pero también Pero también ocurrir puede que anima y animus faciliten rivalizar.

En definitiva, disponemos de recursos biológicos y psíquicos que facilitan el aprendizaje, pero como se constata en el desarrollo evolutivo van a funcionar bien si el contexto de la relación favorece un buen vínculo. Si se instaura una neurosis las potencialidades empáticas se bloquean.

También hay que decir que estos recursos también ayudan mucho en los procesos de psicoterapia, mediante los cuales los sujetos salen de los bloqueos y pueden usar adecuadamente las potencialidades.

 

Es agradable y da seguridad que tu compañero sea activo independiente.

Pero la experiencia del compañero empático es mucho más grata. Yo lo he disfrutado con dos compañeros. El primero era una mujer noruega, en uno de mis viajes al mar rojo en Hurghada. No nos elegimos, nos asignaron ser pareja de buceo. No hablábamos el mismo idioma, sin embargo experimentamos esa empatía. El segundo un hombre más joven que yo. Nos conocimos en un viaje de buceo “vida a bordo” en Galápagos. Nos elegimos. Nos volvimos a encontrar en otro “vida a bordo” en Komodo y tuvimos claro que seríamos compañeros. En la segunda ocasión aún fue mayor la complicidad en el buceo y se extendió a la relación fuera del agua.

La peor experiencia la tuve con una mujer “oral demandante”. Era manifiesta su conducta de pedir constantemente atención, esperando respuestas a sus demandas o que le solucionara sus problemas. Desde detalles pequeños como cerrarle una cremallera del traje de buceo hasta otros mucho más complejos como tareas intelectuales, o darle pistas sobre la comprensión y resolución de problemas vitales. Tendía a contar rápidamente sus experiencias vitales. Seguramente captó mi capacidad de escucha y paciencia. Me atrapó por ello en momentos en los que no podía dejar de hacer algo o de escucharle. Tuve que cortarle diciendo que para ser ayudada necesitaba un profesional y que no podía ser yo pues el habernos conocido me quitaba la neutralidad necesaria para ayudarla. Fue suficiente pero se perdió la colaboración en el buceo. Como era bastante experta y buceábamos en un grupo de cuatro y un guía para nosotros no perdí nada.

Fantasías, símbolos e inconsciente colectivo

La capacidad de imaginación y simbólica del ser humano se consteliza muchas veces en fantasías, que son diversas según cada sujeto, muchas veces son inconscientes y relacionadas con sus factores de personalidad.

Algunas que pueden tener los sujetos con ansiedad elevada: ser devorado por un tiburón, quedarse sin aire y ahogarse, múltiples peligros procedentes de las profundidades que puedan emerger, etc… Estas pueden incluso ser más o menos conscientes.

Es importante entender que esas fantasías muchas veces no provienen de elementos de la historia personal del sujeto sino que van más allá de lo personal, ya que forman parte del inconsciente colectivo.

Estas informaciones forman parte del acervo cultural e histórico de la humanidad y ejercen una presión, desde dentro, para manifestarse mediante símbolos y mitos.

En el buceo el hecho de ir hacia lo profundo es un movimiento que propicia el encuentro y activación de esos contenidos. A veces se dice que los que eligen el mar son más metafísicos buscando ver en lo invisible que los que eligen la montaña que buscan ver mejor lo que se ve. Las necesidades de autorrealización son las mismas pero se eligen caminos distintos para llegar a Ítaca.

Los símbolos provocan un efecto evocador de fuerzas internas. Sin que medie ningún estímulo externo la conexión con el símbolo provoca movimientos emocionales.

El inconciente es mitológico, y algunos de sus contenidos están cargados de valores cósmicos, que reflejan las modalidades, los procesos y los destinos de la vida y de la materia viva. Se puede decir incluso que el único contacto real del hombre con la sacralidad cósmica se efectúa por el inconciente, ya se trate de sus sueños y de su vida imaginativa, ya de las creaciones que surgen del inconciente, (poesía, juegos, etc. etc.)’

El mito es el relato que nos hacemos, con nuestra capacidad simbólica, de un valor de la materia viva de los antecesores humanos que ha dejado una impronta cósmica. Tenemos una capacidad simbólica en los márgenes que nuestro desarrollo biológico permite (cerebro y otros órganos).

En la mitología babilónica Marduk ordena a Ea que cree al hombre, quien tendrá por tarea servir a los dioses para que éstos puedan descansar. Muchas serán las religiones que ‘aparecerán’ después de la ‘desaparición’ de los dioses, algunos de éstos matados por el hombre, vacío que es inmediatamente ocupado por otras figuras religiosas: La ciencia, la política…

Sin embargo la divinidad sobrevive en los arquetipos, y en ritos mediante los cuales se reactualiza, no se olvida jamás.

El hombre continúa la creación, pero necesita aprender, y ser enseñado.

Algunos símbolos que mueven información en el buceo.

Sumergirse en las aguas

Todas las aguas, dulces o saladas, simbolizan el conjunto de todas las posibilidades contenidas en un plano existencial. Tanto en su carácter positivo (germinal) como negativo (destructor).

En el océano, la movilidad perpetua, el carácter informe de las aguas y la grandiosidad, son aspectos esenciales. Por esto, el océano simboliza fuerzas en dinamismo, modalidades transicionales entre lo estable (sólido) y lo no formado (aéreo o gaseoso). En su totalidad, frente a la gota, el océano es un símbolo de la vida universal frente a la particular. La ciencia confirma que la vida comenzó en el mar.

El océano expresa una situación ambivalente; contiene los gérmenes de los contrarios, como creador de monstruos es la perfecta morada abisal, la fuente caótica de donde emerge lo inferior, lo no capacitado para la vida en sus formas aéreas y superiores. Los monstruos marinos exponen una situación cósmica o psicológica de estrato más bajo a la de los monstruos terrestres; por esta causa las sirenas y tritones aluden a una infraanimalidad. El carácter destructor del agua salada para las formas superiores de vida terrestre, la convierte también en símbolo de esterilidad. Esto ratifica el carácter ambivalente del océano, su dinamismo contradictorio. También aparece el océano simbolizando la mujer, la madre en su fase benévola o terrible. El sol se hunde en el mar y asimismo nace de él, el mar devoró el viejo sol y aparece un «sol nuevo». Este surgir y desaparecer solar en el seno oceánico confirma la significación de las «aguas inferiores» como abismo del que las formas nacen y desenvuelven sus posibilidades existenciales. Así, el océano es asimilado también al inconsciente colectivo, del cual surge el sol del espíritu. El mar tempestuoso es un signo tempestad en el inconsciente. La transparencia, en cambio, expone una situación de serenidad contemplativa.

En la mitología griega este océano mundial era personificado como un Titán, hijo de Urano y Gea. En los mosaicos helenísticos y romanos (por ejemplo en Océano y Tetis, de Zeugma, siglo III) se representa con frecuencia a este Titán con el torso y brazos de un hombre musculoso con barba larga y cuernos (a menudo con pinzas de cangrejo), y con la parte inferior del cuerpo de una serpiente.

Heracles obligó a Helios a prestarle su copa dorada para cruzar la gran extensión del Océano en su viaje a las Hespérides. Cuando Océano sacudió la copa, Heracles lo amenazó y tranquilizó las olas. El viaje de Heracles en la copa solar por el Océano fue un tema predilecto de los pintores de cerámica ática.

Océano con cola escamada en la Gigantomaquia del Altar de Pérgamo

 

 

 

Océano, a la derecha, con cola escamada, en la Gigantomaquia del Altar de Pérgamo

 

 

 

 

 

Lo anterior puede parecer alejado de la experiencia, pero subyace a otras cercanas como el bautismo, que es un agua purificadora que se vive como transformadora, germinal. A las inmersiones que se hacen por primera vez, casi sin conocimientos de buceo y guiados por un experto se las llama bautizos. La mayoría de las veces, suelen ser experiencias gratificantes que motivan hacer cursos de buceo, aunque es fundamental la actitud del entrenador de buceo.

Algunos de los símbolos descritos pueden resonar en un sujeto que se mete en las aguas y provocarle un movimiento emocional.

Antes he citado un caso de un paciente depresivo masoquista. Fue a la psicoterapia por una crisis tras una separación afectiva. Y en el trascurso de la misma contaba que al bucear se daba cuenta de que cometía errores casi buscados, y que podía salir malparado pero la sensación de que el mar lo acogía en su seno uterino le producía mucha calma y no tenía miedo a morir, sino, al contrario sentía la muerte como un descanso placentero. El sumergirse en las aguas, era un estímulo activador de impulsos autodestructivos que es uno de los símbolos asociados a las aguas.

Pez

En términos generales, el pez es un ser psíquico, un “movimiento penetrante“ en lo inferior, es decir, lo inconsciente. Schneider señala que el pez es el barco místico de la vida, ya ballena, pez volador o normal. Para algunos, el pez tiene sentido fálico, mientras otros le atribuyen estricto simbolismo espiritual. En esencia, el pez posee una naturaleza doble; por su forma de huso es una suerte de “pájaro de las zonas inferiores“ y símbolo del sacrificio y de la relación entre el cielo y la tierra. Por la extraordinaria abundancia de sus huevos, es símbolo de fecundidad. El pez escita, de oro, procedente del tesoro de Vettersfelde, actualmente en el Museo de Berlín ofrece dos expresiones simbólicas, distintas y complementarias: una, más frecuente, es simplemente narrativa y espacial. Así, en la parte alta de su cuerpo sobre una línea horizontal fuertemente marcada, se hallan los seres de la “etapa superior”, los mamíferos (al parecer, ciervo, caballo, jabalí y leopardo). Bajo dicha línea están los seres de la “etapa inferior” o del abismo marino, peces y sirenas. La segunda forma simbólica es la que se produce, por confabulación morfológica, fundándose en paraidolias: así, las dos ramas de la cola, semejantes a cuellos, constituyen sendas cabezas de carnero, mientras en el centro de la zona caudal, un águila despliega las alas, en analogía formal. El ojo es asimilado al pulpo, tanto por su forma como por la similitud entre el acto de aprehender, de los tentáculos, y la posibilidad de poseer los objetos que tiene la mirada. Este pez áureo es así un símbolo de la marcha del mundo a través del mar de las realidades “no formadas” (mundos disueltos ya o por formarse: océano primordial).

“En ocasiones, el pez simboliza en los sueños el niño nonato, porque este vive también en el agua. Y el sol al hundirse en el mar, se torna niño y pez, de ahí que el pez tenga que ver con la renovación y el renacimiento” “Símbolos de transformación” Jung

Peces

Hombres pez

 

 

Hombre pez

 

 

Un buceador se sentía angustiado tras una inmersión en que habíamos contemplado bancos enormes de peces que se movían armónica y rápidamente para esquivar depredadores. Para la mayoría era un espectáculo muy armónico, pero para él era angustioso. Su malestar perduró tras la inmersión. Tampoco podía comer el pescado del menú. No sabía lo que le pasaba. ¿Pudo habérsele activado un temor a la castración al equiparar pez a falo que puede ser devorado por depredadores y por eso no comer peces? ¿Castración genital u oral derivada de una madre devoradora? No son más que hipótesis pues no hablamos en profundidad para comprender y hacer consciente la problemática.

Ichthys

En sentido contrario el pez puede activar un estado de sacralidad y participación mística en otros generando bienestar, y siendo eso una motivación inconsciente para el buceo.  La asociación de ‘Ichthys’ con la Eucaristía está muy enfatizada en el epitafio de Abercius, obispo del siglo segundo, de Hierópolis en Frigia […] y en el epígrafe algo posterior de Pectorius de Autun: Somos peces pescados del mundo por medio del Bautismo, que nos saca del agua a una nueva vida en Cristo, en la que somos alimentados por Él mismo en la Eucaristía. La palabra griega que significa pez (Ichthys), describe quién es cristo y la razón de que sea adorado por los creyentes: “Iesous Christos Theou Yios Soter”, i.e. Jesús Cristo hijo de Dios Salvador.

Oannes habría sido el primero y el más sabio entre los “Annedoti” (o Apkallu), criaturas anfibias míticas, representadas en los relieves babilónicos como seres con  el cuerpo de pez, pero que por debajo tenían la figura de un hombre. Según el relato de Berosus, Oannes, enviado por Ea/Enki, surgía de Oanneslas aguas del Golfo Pérsico cada mañana para instruir a la Humanidad enseñando a los hombres la escritura, las artes y las ciencias, mucho antes del Gran Diluvio. Su cuerpo era como el de un pez, tenía una cabeza humana y arriba otra de pez, y asimismo, más allá de la cola de pez, se extendían sus pies humanos. También su voz era humana. La bestia pasaba el día entero con los humanos pero no ingería comida alguna. Les brindó a los hombres el conocimiento de las letras y las ciencias y técnicas de todo tipo. También les enseñó como fundar ciudades, establecer templos, legislar leyes y medir la tierra. Asimismo, les reveló la siembra y la cosecha de frutas, y en suma, les develó todo lo que involucra la vida civilizada. Desde aquel entonces, tan universales fueron sus enseñanzas, que nada se ha necesitado añadirles para mejorarlas. Cuando el Sol se ponía, la bestia volvía al mar para pasar las noches en las profundidades, dado que era un ser anfibio. Con el tiempo, otras bestias aparecieron.

 

 

 

Oannnes

El símbolo del pez es el estado original del complejo central. Necesario porque trae la renovación. En Aion de Jung

Del mar proviene la vida por la evolución de las especies. Este mito evoca la transmisión de información que proviene de las especies precursoras.

Monstruos

En el plano psicológico aluden a las potencias inferiores que constituyen los estratos más profundos, desde donde pueden reactivarse —como el volcán en erupción— y surgir por la imagen o la acción monstruosa. Simbolizan también, la exaltación afectiva de los deseos, la exaltación imaginativa en su paroxismo, las intenciones impuras. Son por ello el oponente, el adversario por excelencia del “héroe” y de las “armas“ (potencias positivas concedidas al hombre por la divinidad; de ahí el origen misterioso, milagroso o mágico de la mayor parte de armas usadas por los héroes en los mitos y leyendas). La lucha contra el monstruo significa el combate por liberar a la conciencia apresada por el inconsciente. La salvación del héroe es la salida del sol, el triunfo de la luz sobre las tinieblas. En un sentido menos negativo, se identifica monstruo con libido. Entre los principales monstruos conocidos por la tradición y perpetuados por el arte tenemos los siguientes: esfinge, grifo, sirena-pez, sirena-pájaro, lamia, pájaro con cabeza de cuadrúpedo, pájaro-serpiente, toro alado, dragón, pez gigante, serpiente gigante del mar, quimera, Gorgona, minotauro, tritón, hidra, salamandra, hombre marino, harpía, hipogrifo, demonio marino, furia, etc. René Huyghe, establece tres fases en la “ascensión“ del hombre hacia sus posibilidades superiores: 1) victoria de los monstruos: 2) combate con el dragón (Apolo, Sigfrido, san Jorge), y 3) combate con el ángel.

DIABLO NEGRO

“diablo negro del mar”, una especie de pez abisal conocida por el nombre científico Melanocetus johnsonii.

Cuando alguien teme que surja de dentro algo que lo aniquile puede desplazar ese temor a la fantasía de monstruos.

Un fóbico es sensible a las amenazas. Meterse en el agua puede activar la información inconsciente colectiva y, entonces, puede temer el surgimiento de algo terrible de las profundidades justo al meterse en el agua. Dependiendo del grado del temor y de su capacidad yoica podrá ser consciente o no el temor, tendrá que implementar conductas contrafóbicas si va a seguir buceando o acabará dejando el buceo.

Un sujeto con un rasgo narcisista puede desafiar ese posible encuentro para salir victorioso de la lucha. Y su motivación inconsciente para el buceo podrá ser esa fantasía de ser héroe en casa inmersión. Un buceador que solía bucear por encima del resto del grupo, contemplando desde arriba, me contó un sueño repetitivo: “se encontraba andando en la calle de una ciudad por la noche y en dirección contraria venía mucha gente corriendo huyendo de unos zombies. El no huía sino que iba a su encuentro, iba a luchar con ellos y estaba seguro que iba a salir victorioso”.

Mola mola

Por su forma y su manera de nadar se le tiene como especie misteriosa, y se desconocen muchas de sus costumbres. Estos peces han sido depositarios de historias y leyendas por su peculiaridad. Se le ve como un pez gigantesco y extraño, algo monstruoso, evoca algo sobrenatural, no se considera de este mundo. Su cerebro es como una nuez y no supera los 4 gramos de peso. Cuerpo profundamente comprimido, piel muy gruesa, se cree que puede resistir balas del calibre 22. Con una capa de tejido conjuntivo de más de 2,5 cm de grueso, boca pequeña con placas dentales, un solo diente en cada mandíbula, color gris pardusco, plateado. Resulta una especie muy extraña debido al descomunal tamaño de su cabeza, en proporción a su cuerpo y a su cola. Su piel está cubierta de cráteres, como el de algunos cuerpos celestes.

Nadadores lentos y divagantes, epipelágico y por debajo de 350m. Se alimenta de invertebrados y de praderas marinas. Pasan la mayor parte del tiempo en lugares cercanos al fondo, esperando el paso de los calamares, medusas, o de otros animales marinos que les sirven de alimento. Hay leyendas y cuentos, en las que este pez te hablará y le hará inmensamente rico.

Causa una impresión singular a aquellos que tienen la suerte de observarlo nadando en medio del océano. En España existe una leyenda que cuenta que cuando los pescadores salían a faenar por la noche y se encontraban con alguno de estos peces nadando torpemente cerca de la superficie, lo confundían con el reflejo de la luna en el agua y desde entonces a este pez se le conoce como pez luna. El Mola mola se denomina en inglés “ocean sunfish”, “pez sol”, hace referencia a la costumbre que tiene de tomar el sol en la superficie del agua. Se ha comprobado que lo hace antes o después de adentrarse en las profundidades frías para comer También sale a la superficie para que las aves le retiren los parásitos que se adhieren a su piel. Se pueden encontrar más de cuarenta especies de parásitos tanto en la piel como el interior de su cuerpo, por lo que estos peces buscan diferentes formas de aliviarse.

También hay discrepancias entre comerlo o no. Algunos lo consideran tan peligroso como los Balístidos, especialmente el pez globo. Otros refutan que sea tóxico. En Europa se considera tóxico y está prohibida su ingesta. En Japón es exquisito. Hay que tener cuidado al prepararlo y cocinarlo, pero menos que con el pez globo, en cuyas vísceras, la sangre y los órganos sexuales son tóxicos. La toxicidad se debe a una neurotoxina, la tetraodontoxina cuya ingestión puede producir envenenamiento que resulta mortal en más de la mitad de los casos. Los japoneses hacen con el pez globo un plato llamado «Fugu» que tiene fama de ser sabrosísimo, pero el cocinero debe ser diplomado en la confección de este plato y tener un permiso de la autoridad. Ahora han conseguido peces globos libres de toxinas criados en piscifactorías y controlando que no ingieran alimentos con unas bacterias que  son la fuente real de las neurotoxinas.

Es más bien solitario, se aparean ocasionalmente y la hembra pone 300 millones de huevos. Son minúsculos, unos 2,5 mm, lo que supone que tendrán que aumentar casi 60 millones de veces hasta alcanzar el tamaño de la madre.

Mola Mola

No es peligroso para los buceadores, incluso es curioso. Puede ser un problema para las embarcaciones que puedan chocar con este pez.

Un pez que moviliza la ambivalencia, la tensión entre polos opuestos..

Sirenas y delfines

La sirena en el mar y la lamia en aguas dulces, son representaciones monstruosas del peligro de la emergencia de las pulsiones sexuales reprimidas, que pueden acabar con el equilibrio del sujeto, pero a la vez atraen precisamente porque activan, en los varones, la sexualidad reprimida.

Las mujeres también tienen su peligro en una sirena en versión masculina, el delfín rosado del amazonas (el Boto). Que realmente es un delfín en peligro de extinción (Inia geoffrensis).

delfin rosado

 

Delfin rosado

 

 

 

El los mitos se cuenta que sirenas y delfines rosados, antes eran mujeres u hombres hermosos, que fueron transformados por castigo de los dioses. En el caso de las sirenas por Afrodita quien les castigó porque despreciaban las artes del amor. En el caso del delfín rosado, porque un dios masculino envidió los atributos de un joven guerrero indígena.

En su monstruosidad portan la represión sexual y actúan desde la venganza pues han sido “castrados”, atrayendo seductivamente, con cantos en las sirenas o con la transformación en un amante atractivo en el caso del delfín. Las sirenas acaban devorando al incauto. El delfín embaraza a la mujer tras una noche de lujuria de la que ella no recuerda nada al día siguiente.

Los hombres tratan de protegerse de la atracción de las sirenas ya que reconocen que no van a ser capaces de resistirse a su llamada. Odiseo (Ulises), fecundo en ardides, cuando se iban acercando a la isla de las sirenas, por consejo de Circe, ordenó a sus hombres que se taparan los oídos con cera, y él que no podía resistir la curiosidad de escucharlas, se hizo amarrar al mástil, con orden de que pasara lo que pasara, no lo desataran. Al escuchar los cantos de las sirenas quiso soltarse pero sus compañeros no se lo permitieron. Las mujeres se escapan de los hombres atractivos que lleven sombrero de paja, pues el delfín cuando se transforma no pierde el opérculo respiratorio que se le queda en la cabeza y por eso la tapa para no ser reconocido

A casi nadie deja indiferente la sirena, sean hombres o mujeres, y actualmente atrae más que se la teme.

Algunos barcos de buceo tienen su nombre: Mermaid I, Mermaid II. Y en otros se pone o ponía una sirena como mascaron de proa.

Dependerá del nivel de represión sexual del buceador que la experiencia de sumergirse active una líbido que invista la experiencia con un erotismo agradable o que genere un temor intolerable.

Ballena

Mundo, cuerpo, sepulcro. También considerada como símbolo de lo continente y ocultante por esencia, simboliza la totalidad del universo formal y físico. Casi siempre es un elemento benéfico aunque requiera pasar por un arduo trabajo para lograr el beneficio. Han sido cazadas por su grasa y carne. Pero también hay pueblos que las veneran. Son animales sagrados para miles de pescadores vietnamitas, que las entierran en las playas con grandes fastos cuando mueren, construyen templos en su honor y las adoran como a dioses. «El Señor Ballena ‘Ca ong’ protege a los pescadores cuando están en el mar. Cuando hay una tormenta, les lleva a la zona más tranquila y les protege de las olas». En su obra ‘Culto a las ballenas en Vietnam’, la investigadora sueca Sandra Lantz afirma que «prácticamente todos los pueblos pesqueros de Vietnam tienen al menos un templo dedicado a las ballenas». «Cuando se acerca una al barco la dejamos ir, esperamos a que se vaya sin sacar las redes para evitar hacerle daño». La aparición de una ballena varada les moviliza «Cuando una ballena muere la llevamos hasta la playa para enterrarla y celebramos un funeral en el que participa todo el pueblo. Si es muy pesada y los hombres no pueden arrastrarla, rezamos para que el mar nos ayude a llevarla». Los pescadores creen que el cetáceo muerto lleva a la orilla las almas de los marineros que perecieron en el mar y además traerá buena suerte a los primeros en descubrirla. Cuando pasan diez años, los huesos son desenterrados y guardados en uno de los templos dedicados a este culto. La adoración a las ballenas está tan arraigada que a ninguno de los marineros presentes en el templo les parece posible que alguien agreda a estos animales. A la pregunta de qué castigo divino recibiría aquel que quitara la vida a estos mamíferos, el custodio del templo se encoge de hombros y esboza una media sonrisa: «No lo sabemos. Nadie mata ballenas».

Devoración

Este símbolo, que tiene su expresión literal en el acto o el miedo a ser devorado, aparece mitigado en el tema del envolvimiento y, según Diel, también en el hundimiento en el barro o el pantano. Jung cita al respecto el pasaje bíblico de Jonás en el interior de la ballena, pero éste concierne mejor al “viaje nocturno por el mar“. Para dicho autor el miedo al incesto se transforma en miedo a ser devorado por la madre, que luego se disfrazaría en diversas formas imaginativas, como la bruja que come niños, el lobo, el ogro, el dragón, etc. En un plano cósmico, el símbolo concierne sin duda a la decoración final que la tierra hace de cada cuerpo humano, después de la muerte, a su disolución, de manera que bien puede asimilarse a una digestión. En consecuencia, los cuentos que “terminan bien“ y en los que los niños devorados aún viven en el interior del animal devorador, de donde son extraídos por alguien, aluden sin duda alguna a la esperanza de la resurrección de la carne, dogma del cristianismo. Así, la ballena no es exclusivamente un símbolo negativo.

 

Un sorprendente relato es el de James Bartley, un timonel de 21 años de un ballenero The Star of the East que en 1891 frente a las Malvinas, cayó directamente en las fauces de una ballena cuando la perseguían para arponearla. El animal cerró la boca y se sumergió en el mar. Al día siguiente apareció en la superficie el cuerpo de un cachalote macho recién fallecido. Era un animal muy grande y la tripulación pasó dos días despellejándolo. Alguien de a bordo comentó que tal vez fuera el animal que se había tragado a Bartley, pues tenía una herida parecida a la que le habían hecho a aquel animal. Con reticencia, los despellejadores llegaron hasta el estómago y lo abrieron. Efectivamente, vieron una gran masa de gambas y otros pequeños animales junto a un gran bulto con una forma vagamente humana. Era el cuerpo ensangrentado de Bartley con el rostro violáceo. Tardaron cinco horas en reanimarlo. Cuando despertó parecía estar completamente loco, gritando y agitándose hasta tal punto que tuvieron que atarle en su catre. Hablaba incesantemente del fuego que le había estado consumiendo. Hay que tener en cuenta que la temperatura corporal de la ballena es superior a la del hombre y alguien en ese estómago tendría la sensación que le están asando vivo. Después de esta experiencia, no pudo volver a quedarse solo, nunca volvió a practicar la pesca de la ballena, incluso se negaba a mirar el mar. A su regreso a Londres se dedicó a ser zapatero, muriendo el 1909.

Complejo de Jonás

La alusión a Jonás en el caso Bartley (Jonás II) es tan paradigmática que ha sido inspiración del “Complejo de Jonás”. Mencionar este complejo tiene un poder atractor para mucha gente, que pone atención y muestra curiosidad para saber de qué se trata. Esto confirma el poder del mito de convocar, a los sujetos que han sido forjados en la cultura en la que el mito se cuenta. Convocar moviliza fuerzas inconscientes pero no todo sujeto está receptivo a toda la movilización. Algunas partes se soslayan mientras que otras se enfatizan. El mito tiene poder de transformación, es condición pero no suficiente. Para ejemplificar esto voy a comentar más a fondo este complejo.

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Catacomb of Saint Peter and Saint Marcellino, Rome, Itally

 

 

 

Abraham Maslow acuñó la expresión «complejo de Jonás” describiendo aquel fenómeno por el cual tememos a lo mejor de nuestra interioridad: a nuestras máximas posibilidades, a nuestras cualidades más bellas, a nuestros talentos; nos asusta llegar a ser aquello que vislumbramos en nuestros mejores momentos.

Maslow se basó en el pasaje bíblico en el que Dios encomendó a Jonás que hiciese llegar su mensaje a Nínive, lugar donde reinaba el mal, y este huyó no creyéndose capaz de hacerlo. Entonces Dios le envió una ballena que se lo tragaría por 3 días y 3 noches. Después de ese lapso, la ballena lo vomitó y Jonás aceptó el destino para el que había sido escogido y llevó su mensaje a Nínive.

Sin embargo considero que el mito se interpreta de un modo muy light, banalizando su complejidad, y se llega a instar a que una vez que un sujeto se dé cuenta de que le pasa, por el hecho de ser consciente salga del mismo.  «abandonarlo» como si resultará una nimiedad la estructura defensiva que lo mantiene y obviando el análisis de su origen.

Usaré los conceptos en su acepción junguiana. El grado de complejo que atrapa a la persona puede ser mayor o menor: la persona se autolimita, se restringe, como si huyera del destino que más idóneamente estaría en condiciones de cumplir. Puede ver sus dones como una amenaza, y en vez de desplegarlos, los reprime. Con ello, reprime su más genuina identidad, su esencia, generándose a sí misma una tristeza muy característica que tiene, en verdad, cierto sabor a autotraición. Experimenta nostalgia del «sí mismo» que está amordazado. El Complejo de Jonás, como todo complejo, se estructura en la interface de las presiones del inconsciente colectivo y las reacciones objetivas del sujeto con sus personajes cercanos en la crianza. El infante encuentra el personaje que percibe va a ser aceptado por sus adultos y rechaza, relegando a «la sombra» lo que le crearía problemas para ser «mínimamente amado y aceptado». En la sombra hay tanto lo negativo como lo positivo. Por eso el trabajo de integrar la sombra despliega potencialidades latentes. Pero es un trabajo iniciático, duro, de enfrentarse con lo rechazado y con los represores interiorizados. En el complejo de Jonás aparecen también, entre otras cosas, rasgos masoquistas de autoboicot,… La alusión a la ballena indica la existencia de un complejo materno atrapante que hay que traspasar, estando en él un tiempo suficiente, tres ciclos de noche y día, para elaborarlo. En un proceso terapéutico, elaborar un complejo requiere profundizar en sus raíces, regredir, sufrir, reexperienciarlo, mantener la tensión, pasar por las fases alquímicas: nigredo,….

Lo complejo es precisamente eso COMPLEJO y requiere una escucha abierta, amplificadora, analítica… De interiorización, hacia la individuación que integra el yo con el sí-mismo, el bien y el mal,.. Todas son facetas necesarias de existir y experimentar en el despliegue de la conciencia humana.

Al definir el Complejo de Jonás solo se aborda la superficie: no creerse sus potencialidades. Eso focaliza la atención e impide hablar sobre el fondo de la tarea encomendada: “confrontar el mal». Ante ella Jonás huye. Esta tarea es crucial en la individuación.

Nadie puede escapar a esa tarea, pero pocos se sienten preparados. Desconfianza de la capacidad, miedo a la aniquilación por el mal o a ser poseído por el mismo. Sin resolver esta tarea el sujeto no sale de una participación mística que escinde el bien y el mal, considerándolos antagónicos y refugiándose en seguir -abrazándose a ellos como clavo ardiente-  los parámetros que marca lo que es un buen actuar desde una moral heterónoma. Así uno no es bueno sino beato y posible candidato a juzgar y condenar a muerte a los transgresores de la moral imperante.

La tarea requiere sacrificio, enfrentar miedos, abandonar “seguridades aparentes” que castran, elaborar la propia neurosis, fortalecer el yo que se torna más humilde cuanto más fuerte, más conectado con las dimensiones arquetípicas. Un yo más complejo, integrado en los ciclos de la naturaleza sintiéndose participe de los mismos y comprendiendo la necesidad de acciones de colaboración activa para mantenerlos vivos. Sin miedo a destruir lo que los destruye. Filosofar a martillazos…

Pues integrar bien y mal implica experimentar que son dos aspectos necesarios para la conciencia humana. Uno puede ser juzgado como malo desde una óptica estrecha de moral heterónoma, pero siendo consciente de los riesgos y protegiéndose, actuará si es necesario en contra de la corriente ya que su funcionamiento será el de un sujeto con moral autónoma, que es lo más cercano, que podemos imaginar, a la ética del individuo humano.

Una reflexión final. Es muy simple pensar que basta conectar con que tienes un complejo para salir de él: «ya lo sabes, ahora deja el complejo».

Es sádico, decir a alguien «lo que te pasa te lo has generado, ya lo sabes y si sigues en ello es porque quieres». Esto se aplica sea al complejo Jonás, a un cáncer,.. Y no es inocuo, genera indefensión, sentimientos de culpa,.. Y agrava el problema. He tratado personas culpabilizadas por estar enfermas, presionadas por comunidades espirituales, víctimas del pensamiento simple, sádico y alienado que impera en nuestras sociedades. Jung habló de “La función trascendente”, como una fuerza instintiva que empuja a la realización, pero es solo una oportunidad, el sujeto necesita mucha atención para aprovecharla, pero nunca es objeto de juicio de culpa. Muchos empujes del Sí-mismo se experimentan como algo trascendente numinoso, una función espiritual “religare”, que se interpreta religiosamente según los esquemas culturales, de ahí el tinte moral.

Vigencia de mitos

Muchos de los mitos siguen vigentes actualmente y, los temores al inconciente se expresan muchas veces mediante supersticiones que aún influyen. Son manifestaciones de la continuidad de un pensamiento mágico, en el que siguen atrapados muchos adultos, que no han abandonado esa forma de pensamiento normal en una etapa de la infancia. Tener un estilo de pensamiento basado en lo mágico impide el uso saludable del pensamiento lógico formal abstracto.

“El primer lunes de abril es considerado mal día para hacerse a la mar por la creencia de que no sólo fue el día en que nació Caín, sino también el día en que mató a su hermano Abel. Tampoco se considera buen día el segundo lunes de agosto porque fue cuando la ira divina arrasó con Sodoma y Gomorra. Tampoco el 31 de diciembre es un buen día, pues según la tradición popular fue el día elegido por Judas Iscariote para ahorcarse. Hasta el miércoles en inglés “Wednesday” viene de Wodin’s day, dia de Wodin, el dios nórdico protector de los navegantes. Los féretros y las flores no eran bienvenidas a bordo pues se consideraba que eran para los funerales; o llevar paraguas en un barco estaba mal visto porque podían provocar a los dioses”. Extraído de “Mitos y leyendas del mar” de Peter D. Jeans.

En los sueños aparecen muchos de los símbolos comentados

Vida a bordo

Son los viajes de buceo en los que se bucea desde un barco que se desplaza en singladuras que buscan puntos interesantes de inmersión. Uno vive en el barco, habita un camarote que habitualmente comparte con otro, y se convive con otras personas, durante un periodo normalmente de una semana.

Es el espacio de convivencia donde más pueden experimentarse todos los fenómenos descritos hasta ahora.

Habitualmente se llega directamente al barco tras un viaje que puede suponer un vuelo de varias horas con escalas y cambios de husos horarios. Por lo que se pasa rápidamente de unas condiciones habituales a otras muy distintas y polares que requieren adaptación física y psicológica.

El barco es un espacio reducido y la convivencia con los otros es cercana tanto en los períodos entre inmersiones como en las inmersiones.

El grupo puede estar formado por personas que se conocen entre sí, o que se van conociendo en la repetición de viajes similares, y que pueden tener relaciones entre ellos en su vida cotidiana o van a continuarlas después del viaje. Pero siempre se forma un grupo nuevo que dura lo que dura el viaje y que morirá, como grupo, y con él, se diluirán muchas de las relaciones que en el tiempo de convivencia se hayan establecido aunque parezcan muy estrechas cuando se daban. Algunas relaciones pueden empezar en el viaje y prolongarse después, consolidando amistades, relaciones laborales o relaciones de pareja. Pero lo más habitual es que se queden como relaciones, ligadas a un contexto separado de lo cotidiano en el que lo lúdico, cierta liberación de represiones habituales, la excitación de la aventura, la liberación de pulsiones, el compartir episodios bellos y duros, en circunstancias, las convierte en especiales porque pueden marcar y suponer estímulos individuales de transformación.

Y todo ello en el contexto de las dinámicas de grupos que surgen siempre que se forma un grupo humano y reproducen dinámicas de las familias de origen de los participantes. El grupo es un sistema complejo, por un lado está la parte de los que van a disfrutar, por otra las personas que se encargan de cuidarlos y están trabajando, entre estas un subgrupo fundamental es el de los guías de buceo y el responsable de ellos. El grupo tiene normas. Los que trabajan esperan una propina al final que será mayor o menor según la satisfacción de los que van a divertirse. El responsable toma las decisiones de los lugares de buceo según las incidencias del viaje, corrientes, climatología, es la autoridad final.

Del grupo que va a disfrutar surgen líderes que representan sus intereses, el responsable instructor es visto ambivalentemente como alguien que cuida por los intereses del grupo pero también de todo el personal y de la compañía que fleta el barco. Puede haber armonía o choque de intereses.

La vida a bordo está organizada para alternar inmersiones con comidas y descansos. Se hacen bastantes inmersiones, unas cuatro al día. Antes de la primera hay disponibles alimentos y después la explicación sobre lo que va a consistir el buceo “briefing” (palabra que surgió del lenguaje militar). El  briefing o informe, es muy importante pues te indican las características de la inmersión, las pautas a seguir y cualidades que se requieren para disfrutarla en condiciones de seguridad. Después de cada inmersión hay alguna comida más o menos consistente. Después de la primera el desayuno. Después de la segunda la comida. Después de la tercera la merienda. Después de la cuarta la cena. Y siempre hay fruta, galletas, bebidas disponibles.

En los espacios del comedor y los que quedan entre actividades y dependiendo de los subgrupos se producen conversaciones más o menos profundas, juegos, compartir las fotos que se han ido haciendo…

A medida que pasan los días las dinámicas del grupo van siendo más intensas y complejas. Pues las interacciones van generando acercamientos, frustraciones,… el cansancio de tantos buceos se va notando (mitigado si se usa Nitrox en vez de aire).

 

Cada grupo tiene su historia, pero en todos se repiten los parámetros de los grupos sociales.

La aparición de líder o líderes; procesos de aceptación, idealización y/o rechazo de los líderes; conflicto y competencias; generación de sujetos excluidos o chivos expiatorios, movilización de aspectos creativos…

El guía instructor o dive máster del viaje, que ha puesto la empresa, tiene de entrada esa confianza por parte del grupo, mientras no se constanten diferencias de criterios que vayan contra los intereses o expectativas del grupo.  El surgimiento natural del líder del grupo es espontáneo y se le otorga a alguien que empieza a destacar por alguna cualidad. En general son personas con fuerte personalidad y capacidad de expresión, lo que facilita la aceptación y reconocimiento por parte de los compañeros de viaje. Y si tiene elevada experiencia en buceo mejor, pero lo más importante es que se le sienta capaz de gestionar los intereses del grupo. Pero ese proceso lleva un tiempo de interacción entre los miembros para que se produzca. A no ser que en el grupo esté el organizador del viaje que ya ocupa esa posición de un modo natural pues sabe los intereses y como mediar con la empresa.

 

En un vida a bordo en Galápagos éramos un grupo de españoles que habíamos llegado a través del mismo organizador. Pero éste no estaba en el viaje. Una mujer del grupo, extravertida y con un humor que rozaba la acritud, chocó con el guía responsable del barco. Intervenía muy rápidamente y, como estás de vacaciones no quieres estar envuelto en una liada, y nadie hizo nada para frenarla aunque no se estuviera de acuerdo con ella. Al menos yo no estaba de acuerdo y aunque intuía riesgo no hice nada. El guía debió pensar que realmente lo que decía ella era porque actuaba como representante del grupo. El tipo estaba molesto. Ambos habían caído en una colusión narcisista paranoide y se sentían atacados mutuamente. Él estaba rabioso, y empezó a tener comportamientos de venganzas sutiles contra el grupo. Por ejemplo acortaba los tiempos de buceo o no buscaba los mejores lugares. El peligro para el grupo provenía de las venganzas indirectas de él. Es exigible que un guía tenga preparación para saber manejar un grupo, y desde luego no es tolerable su actuación mezquina. La compañera tuvo otras salidas de tono también buceando y con su compañero de buceo. Era de esperar dado lo que se veía de su conducta. En un momento que desvalorizó un libro que estaba leyendo aproveché para interpretar su conducta. Tampoco estuvo receptiva a lo que le dije.

El dive master funcionó como un líder dominador-agresivo. Este es un tipo de liderazgo negativo, tratando de imponer sus criterios al grupo, castigando al que no se pliega a sus deseos. Tratando de que las inmersiones, tipo de buceo y cualquier actividad se adapten a sus necesidades, y no al del bien colectivo, incluso engañando tratando de convencer al grupo de la bondad de las misma, y haciendo quedar en evidencia a quien no piense igual.

En el grupo acabamos haciendo una queja formal a la compañía. Dijeron que seguramente no le volverían a contratar. No sé valorar si fue una salida mercantilista tipo «el cliente siempre tiene razón y no nos podemos arriesgar a quedar mal y que no vuelva» o realmente se hacían cargo de la incompetencia.

El grupo tiene la responsabilidad de gestionar el modelo de liderazgo, interviniendo a tiempo antes de que se produzcan escaladas. Probablemente ese Dive master pudiera haber tenido otra disposición si no se hubiera polarizado por la compañera y sacado lo peor de sí.

En general no da tiempo en una semana a que haya escaladas de ese tipo descrito y en ningún otro viaje ha sucedido.

En general emergen varios miembros que van destacando por alguna habilidad, y que ocupan espacios de liderazgo diferenciados, colaborando en el bien del colectivo. Pero a veces hay conflictos, que señalan competitividades, juegos de poder, que reproducen lo que pasa en la vida cotidiana.

Casi siempre hay reparto espontáneo de roles encontrándose figuras típicas. Cada una con sus pros y sus contras. Un sujeto que esté básicamente siempre en un rol seguramente canaliza en ese papel alguna necesidad más o menos consciente. Una vez que uno está en un rol es muy difícil deshacerse de él y menos en un periodo tan corto de tiempo, si lo ha buscado pero no le satisface o si se lo han asignado sin quererlo, el sujeto podrá sentirse tenso e incómodo y repercutirá en sus inmersiones.

El animador. Es una persona que genera buen ambiente, por su talante y simpatía, explicando anécdotas, vivencias, haciendo bromas simpáticas. Es de ayuda para distender momentos de tensión que en todo espacio de convivencia se pueden generar.  Ayuda en gran medida a la cohesión grupal. El riesgo es que no tolere la tensión o reaccione agresivamente si esta persiste.         El colaborador. Es común en el ambiente que se genera. Se presta a colaborar con el grupo. El problema es si supedita sus intereses al interés grupal, pues cuando esto sucede puede tener motivaciones de búsqueda de afecto y reconocimiento.

El promotor. Persona integradora que suele aportar ideas y aceptar las del grupo si son coherentes.

El inseguro emocional. Cuyas carencias de autoestima le llevan a necesitar del reconocimiento del grupo. Puede ser pesado y cansino, pues se nota que muestra sus cosas, fotos, videos o sus historias,… con una actitud más allá de lo normal de querer compartir lo que nos emociona de lo que nos sentimos satisfechos.

El oral dependiente. Puede buscar involucrarnos, exponiendo sus problemas y sentimientos, más allá de lo razonable por el tipo de relación que mantenemos con él. La corta pero intensa convivencia de un vida a bordo.

El desvalorizador de su pareja. Te involucra en ese ámbito. Cuando coincides con los dos, aprovecha algunos detalles para quejarse de su pareja relatando intimidades, para que veas hasta qué punto no le trata bien, o no le tiene en cuenta, o es torpe, o incapaz de llevar adelante acciones sobre algo. En una ocasión esto fue muy pesado. Una mujer se quejaba de su hombre. Tuve que decirle para salir del embrollo: Es evidente que tu pareja no es satisfactoria para ti, canta a la legua y lo extraño es que todavía no te hayas separado, por lo que o bien no es cierto todo lo que dices o bien te interesa mantener con él ese tipo de relación de queja y por eso no te vas. De cualquier forma eso a mí no me incumbe y no voy a entrar a juzgar nada ni a nadie. Está claro que el tono que usé indicaba mi hartura por la situación. Seguro que hay otras formas mejores y más terapéuticas.

El reactivo. Se opone a la mayoría de iniciativas sin ofrecer alternativas. Cualquier variación del programa, cuestión a debatir por el grupo o iniciativa de otro compañero, etc., supone entrar en eternas disquisiciones, de difícil acuerdo. Inconscientemente reclama atención y protagonismo.

El pasivo agresivo. Un grado mayor del reactivo pues inconscientemente trata de derrotar al otro, grupo, y hacer que la iniciativa fracase.

El independiente. Suele viajar solo. Se muestra indiferente a la actividad grupal, relacionándose solo de manera superficial. No es una persona conflictiva,

El excluido. Aunque en ocasiones hagan méritos para ello, no siempre es así. Casi todos los grupos crean ese rol para diferenciar más claramente cuál es la expectativa idealizada del grupo. Si el excluido es el independiente no le va a importar mucho pero si lo es un miembro inseguro puede sufrir bastante.

El chivo expiatorio. Es el /los miembros del grupo sobre los cuales se depositan las emociones negativas del resto. Es un mecanismo típico de los grupos para reforzar en los no excluidos la sensación de pertenencia en el buen hacer. A veces el chivo expiatorio no es más que víctima de la rivalidad de un miembro dominador agresivo, con el apoyo del grupo.

 

Mikel Garcia Garcia   8 diciembre 2015

1 Comentario

  1. Paul

    Textos muy interesantes de verdad. Sabes transformar tus experiencias especiales y muy personales en algo significativo que tiene valor y interés mucho mas general.

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