Acerca de la muerte que siempre te ronda más o menos cercana.

Acerca de la muerte que siempre te ronda más o menos cercana.

Acerca de la muerte que siempre te ronda más o menos cercana.

 

 

Mikel García García. 3 de abril 2020

 

La muerte sólo se experimenta muriendo. Desde afuera solo se puede contemplar el proceso. Se muere a solas, por más acompañado que se esté a la hora de la muerte. Cada sujeto muere su muerte. El muriente, en profunda soledad, se enfrenta a ingentes tareas de duelos de lo que deja, en un estado no ordinario de conciencia en el que la dimensión espacio temporal rompe el encorsetamiento ordinario de la conciencia. El muriente camina senderos desconocidos y está descubriendo, sobre la marcha, diferentes registros mnémicos conscientes e inconscientes (recuerdos, sueños, visiones, …) que le iluminan el significado de su existencia, y le permiten hacer un balance de la misma. La experiencia es inefable, no es comunicable.

 

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Texto del artículo

Acerca de la muerte que siempre te ronda más o menos cercana

Mikel García García. 3 de abril 2020.

¿Tiempo de lectura? Impredecible.

La muerte sólo se experimenta muriendo. Desde afuera solo se puede contemplar el proceso. Se muere a solas, por más acompañado que se esté a la hora de la muerte. Cada sujeto muere su muerte. El muriente, en profunda soledad, se enfrenta a ingentes tareas de duelos de lo que deja, en un estado no ordinario de conciencia en el que la dimensión espacio temporal rompe el encorsetamiento ordinario de la conciencia. El muriente camina senderos desconocidos y está descubriendo, sobre la marcha, diferentes registros mnémicos conscientes e inconscientes (recuerdos, sueños, visiones, …) que le iluminan el significado de su existencia, y le permiten hacer un balance de la misma. La experiencia es inefable, no es comunicable.

Es imposible una empatía real entre muriente y acompañantes, y ambos, sobre todo el muriente lo saben. Decir “Ya sé que lo está pasando muy mal”, denota prepotencia rozando el ridículo. El muriente sabe que él mismo no sabe nada y que el acompañante sabe mucho menos. Expresiones de este tipo no solo son inútiles, sino que producen desconfianza y generan más soledad en el muriente, ya que le hacen saber que el acompañante no solo no contiene, sino que estorba. Muchos descubren que nuestros semejantes, son tan míseros e impotentes como nosotros, que no podrán ayudarnos y que van a morir más solos y estorbados de lo que imaginaban. Algunos murientes no pueden irse al sentirse culpabilizados de abandonar a sus seres queridos que se derrumban. Algunos esperan a morir cuando los acompañantes se van a tomar café en un descanso. Algunos murientes que aceptan su muerte pueden, incluso, compadecerse de sus acompañantes y ayudarles a iniciar sus duelos.

Pocos humanos saben, antes del trance de la muerte, que es inútil buscar consuelo. Sólo quien ha tenido experiencias de muerte cercana puede acercarse a cierta empatía con el muriente o con el acompañante dependiendo del lado en el que esté en el trance.

La mayor parte de los procesos de muerte se experimentan trágicamente, son muertes indignas, tanto para el muriente como para los acompañantes. Los procesos se niegan, la mayor parte de la gente muere tan indignamente como ha vivido. Pero aún así hay una parte de sujetos que cambian y transforman su muerte, ya que al experimentar los procesos que suceden traspasan sus resistencias anteriores. Incluso después de la muerte clínica, y en un tiempo no medible con los parámetros ordinarios, pero siempre antes de la muerte de la conciencia, se puede seguir haciendo ese trabajo.

Las muertes sin acompañantes son menos frecuentes, como las derivadas de catástrofes. También son infrecuentes aquellas en que el acompañante es quien trae la muerte: el asesino/a. Aunque siempre se muera en soledad el grado de tragedia es distinto.

¿Podemos imaginar el sufrimiento de alguien que es asesinado por quien más ama?

Es común que los vivos supervivientes sientan que la muerte de los enfermos por coronavirus en la soledad de las UCIs es muy trágica. Seguro que es más trágico de lo habitual para el superviviente, que tiene que hacer la primera fase del duelo sin los soportes habituales que dan un sentido de realidad a la muerte: despedirse; tocar el cadáver; efectuar rituales de acompañamiento y enterramiento, … Además, tiene que atemperar con posibles sentimientos de culpa por no haber hecho lo suficiente por el muerto, de rabia por la desatención, miedo al cadáver que es peligroso por su infectividad, de indefensión porque las decisiones las toman otros, conflicto con la autoridad porque el control es de otros, …

Y todo eso en un contexto social en el que cada sujeto está en contacto permanente con la muerte y las defensas individuales y sociales ante la misma. Se enfatizan las tendencias de curados o contagiados, antes de la de fallecidos (victoria del virus). Aunque sea por falta de otros recursos la imagen de los convoyes militares transportando los féretros enfatiza el lenguaje de guerra y el éxito del enemigo invisible.

En ambos extremos de UCIs o asesinado/a, para el muriente su muerte será distinta de lo que imaginamos.

¿Cómo acompañar al muriente sin impedir su duelo?

¿Cómo acompañar al muriente ayudando en su proceso?

¿Cómo anticipar el trabajo de duelo del acompañante superviviente?

¿Cómo particularizar el trabajo de duelo del superviviente no acompañante?

Para una muerte digna propia, es necesario elaborar con cierta profundidad la relación que tenemos con la muerte. Solo entonces podremos ser acompañantes de la muerte digna de un muriente, e incluso ayudarles de verdad en su trance.

La muerte tiene varias dimensiones a contemplar. Hay humanos que están muertos en alguna de ellas: Muerte social, anomia; muerte psicológica, zombies vivientes. En alguna de ellas podemos estar por haber sido víctimas o por no querer salir de esos espacios que permiten usar los beneficios del victimismo. En la muerte de otros/as podemos haber sido colaboradores e incluso el único/a perpetrador. Son modalidades de muerte previas a la muerte biológica y de la conciencia. Identificar esas realidades es necesario para poder hacer algo transformador. Salir de la muerte psicológica del victimismo requiere hacer un duelo de lo que se pierde como víctima. Estas realidades no son solo simbólicas.

Algunas afirmaciones y preguntas impertinentes:

¡Quien no hace los trabajos de duelos que la vida nos presenta muere antes de morir!

¡Quien ha muerto antes de morir no muere cuando muere!

¿El muerto no muere hasta que desaparece de la memoria de los vivos?

¿Cómo entiendes el relato sobre el obispo de Canterbury?

Cuando San Anselmo, obispo de Canterbury 2, se encontraba en estado agónico, rodeado de sus más cercanos discípulos, uno de ellos le estrechó la mano y le susurró al oído: “Dichoso usted, excelencia, que sabe que está a punto de entrar en el reino de nuestro amado Dios y, por ello, al contrario de la mayoría de los demás mortales, se aleja usted de estas endebles vestiduras terrenales sin nostalgia ninguna”. Cuentan que San Anselmo se quedó mirando fijamente al discípulo y le dijo: “Por supuesto que estoy muy feliz de ir al encuentro de Nuestro Señor… pero, por favor, reza conmigo para que nuestro buen Dios acepte una petición que vengo haciéndole con gran fe y que consiste en que prorrogue mi permanencia en esta tierra un poco de tiempo más, tan solo mientras resuelvo el problema de la inmortalidad del alma”.

2 Sykes N, Thorns A: The use of opioids and sedatives at the end of life. Lancet Oncology, 2003; 4(5): 312-318.

¿Cómo entiendes las siguientes poesías?

Pablo Neruda en su poema “Nosotros los perecederos”:

Nosotros, los perecederos, tocamos los metales,

el viento, las orillas del océano, las piedras, sabiendo que seguirán, inmóviles o ardientes,

y yo fui descubriendo, nombrando todas las cosas: fue mi destino amar y despedirme.

 Juan Ramón Jiménez en su poema “El viaje definitivo”:

… Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando;

y se quedará mi huerto, con su verde árbol, y con su pozo blanco.

Todas las tardes,

el cielo será azul y plácido;

y tocarán, como esta tarde están tocando, las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron; y el pueblo se hará nuevo cada año;

y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado, mi espíritu errará nostálgico…

Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol verde, sin pozo blanco,

sin cielo azul y plácido…

Y se quedarán los pájaros cantando.

Ángela Figuera Aymerich :

Ángela Figuera (Bilbao, 30 de octubre de 1902 – Madrid, 2 de abril de 1984) fue representante de la denominada poesía desarraigada de la Primera Generación de Postguerra española.

[…]

El día que me muera,

quiero que todo viva y continúe:

que broten flores en los mismos sitios, que corra el agua por la acequia,

que los amantes trencen sus abrazos,

que nazca un niño en el portal de enfrente, que mi vecino vaya a la oficina,

que los obreros entren en la fábrica, que salgan a la mar los pescadores,

que las mujeres vuelvan de la compra con un ramo de acelgas en los brazos; que el labrador entierre su semilla cuando amanezca el sol y el estudiante cierre sus libros cuando el sol se ponga.

 Y en su poema “En la muerte de mi madre” (1953):

[…]

Yo te veía ir. Sin retenerte.

Sin ayudarte. Nadie puede hacerlo en esa hora. Todos vamos solos

a nuestra propia destrucción. No pude, no pude acompañarte, madre mía.

Poner seguridad en tu camino ni sonreírte desde el otro lado de la pesada puerta silenciosa

que un día se nos abre bruscamente,

siempre hacia afuera, nunca hacia el retorno. Y tuve que soltar, fría, indefensa,

tu mano que a la mía se acogía mendiga de un calor y una esperanza que habían desertado de tu sangre.

Yo sé que confiabas, suponiendo

en mí una vaga omnipotencia, un algo capaz de sostenerte. Y yo tan solo sentía una blandísima ternura,

una tremenda compasión inútil

por tu absoluto, enorme desamparo. Y nada pude hacer. Ni tan siquiera quedarme junto a ti. Te me pusiste horriblemente lejos. Separada.

Ajena. Casi hostil en tu misterio. […]

  Mikel García García. 3 de abril 2020.

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Integración de la muerte. Pulsación de vida
Mikel Garcia Garcia 18 octubre 2015
https://ibiltarinekya.com/project/integracion-de-la-muerte-pulsacion-de-vida/

Conspiración del silencio en el proceso de muerte, el opio de la conciencia
El arte de existir con la conciencia
Mikel Garcia Garcia 25 diciembre 2018
https://ibiltarinekya.com/project/silencio_opio_conciencia/

Reflexiones sobre el antropocentrismo
Mikel Garcia Garcia 11 junio 2019
https://ibiltarinekya.com/project/reflexiones_antropocentrismo/

Psicoterapia en línea. Investigación psicoanalítica.

Psicoterapia en línea. Investigación psicoanalítica.

Descripción de la imagen

Montaje de Mikel García.

Una momia inca fotografiada por el autor en una procesión en Cuzco (Inti  Raymi, solsticio de invierno, junio de 2009) mira al espectador, situada en un espacio en el que flota una pantalla-espejo-ventana de monitor en este momento apagado.

Si el espectador quiere solo tiene que conectarse y podría preguntarle algo a la momia.

Las momias seguían «vivas» y asesoraban cuando se les preguntaba. Los incas pensaban que era necesario vestir y proveer de comida y bebida a las momias de sus ancestros para preservar el orden cósmico y poder así garantizar abundantes cosechas y la fertilidad del ganado.  Estaban ocultas a la vista de todos, excepto en ocasiones especiales, que eran sacadas en procesión y llevadas al Coricancha o templo del Sol, en Cuzco, la capital, donde se las disponía en un pequeño trono. Los Incas difuntos también visitaban a otros gobernantes muertos y participaban en banquetes públicos donde «bebían» y brindaban con sus descendientes. También concedían audiencias a sus sucesores, que les consultaban sobre cualquier aspecto del gobierno del Tahuantinsuyu, e incluso podían actuar como embajadores del Inca reinante, y eran enviados para negociar tratados o cualquier otro tipo de gestión política y militar a cualquier rincón del Imperio.

Psicoterapia en línea. Investigación psicoanalítica.

Mikel García García[i]

Abril 2020

Contenido

Planteamientos emergentes.

Aportaciones al debate sobre en encuadre en línea.

Terapia grupal en línea.

Investigación experimental en psicoterapia psicoanalítica.

Bibliografía.

La sindemia[1] iniciada por la pandemia del SARC-CoV-2 ha afectado de modo fáctico a los encuadres presenciales de tratamientos médicos y psicoterapéuticos. También ha afectado a todo marco presencial: los entrenamientos grupales en gimnasios, las colmenas laborales, los cursos y talleres docentes …

Lo mismo que muchos terapeutas trabajaban sin tener en cuenta el encuadre presencial, su pasaje al en línea tampoco lo tiene en cuenta. ¡Hay que sobrevivir y punto!

Habrá situaciones clínicas que requerirán seguir en lo presencial (y habrá que conseguir “pasaporte legal” para acudir a las sesiones y preparar a los pacientes para que soporten a los inquisidores de ventanas), en otras se podrá pasar al formato en línea.

Pero todo requiere un trabajo de ajuste meditado. Incluso para los que ya usaban el formato en línea por las ventajas que tiene el híbrido entre realidad y metaverso.

Parece, ahora, en un incremento del reduccionismo defensivo de la complejidad, que lo online es inocuo, y que lo es tanto para psicoterapeuta, como para el paciente y para la relación.

¿Seguro?

[1] El concepto “sindemia” fue concebido por Merrill Singer. Una sindemia es la concentración de dos o más epidemias en una población que interaccionan con, y son condicionadas por, las circunstancias sociales, políticas y económicas de tal población durante un periodo y lugar determinado. Para entender de qué se habla en la sindemia actual considero los siguientes componentes: pandemia del SARC-CoV-2 + pandemia de paranoia + cambio climático + pandemia de encarnizamiento moralizante.

 

[i] Médico y cirujano (Universidad Navarra 1975). Psicólogo (Universidad San Sebastián 1982). Psicoanalista junguiano. Formación experiencial y teórica en: Psicoanálisis, Terapia Sistémica Familiar, Psicoanálisis Richiano (vegetoterapia), Psicología Analítica Junguiana, Psicoterapia Transpersonal. Experiencia de Muerte Cercana a los 33 años. Doctor Internacional en “Paz, Conflictos y Desarrollo” (Universitat Jaume I – UJI Castellón). Máster en “Astronomía y astrofísica”. Máster en Fotografía Artística y Narrativa Visual. Colaborador con ONG médicas de intervención internacional, y en programas de formación a personal sanitario de atención Primaria; SIDA; maltrato infantil; muerte digna y a docentes. Especializado en maltrato infantil, trauma, duelo, tanatología, acompañamiento al muriente, integración de sistemas, estados de trance y místicos. Psiconauta antropólogo investigador del alma en la clínica médica y psicoterapéutica y trabajos de campo antropológicos cualitativos y cuantitativos, con énfasis en la Acción Participativa, docencia y divulgación psicopolítica de los hallazgos. Promotor de acciones participativas para el despertar del desierto interior y para la transformación social. Didacta clínico de la Sociedad Internacional Para el Desarrollo del Psicoanálisis Junguiano (SIDPaJ). Fotógrafo. Buceador. Alquimista. Hilozoísta. Hijo de Hermes. https://bit.ly/mikelcurriculum iratxomik@gmail.com .

 

Síntomas del miedo patológico y sus respuestas paranoicas en la crisis de covid-19

Síntomas del miedo patológico y sus respuestas paranoicas en la crisis de covid-19

Síntomas del miedo patológico y sus respuestas paranoicas en la crisis de covid-19[1].

Imagen: Cisnes que se reflejan como elefantes (1937). Salvador Dalí.

Mikel García García[2]  2 de abril 2020

En el artículo “Milenarismos de y para la catástrofe” se mencionaron situaciones de paranoia. La reacción paranoica es contagiosa, y va más allá de los sujetos paranoicos clínicos. Metafóricamente podíamos hablar del virus de la paranoia, que se extiende en pandemia en sociedades (huésped social) que tienen un terreno propicio a ella y en sujetos individuales (huésped individual) que tienen un terreno propicio (personalidades paranoides, “fascistas potenciales” descritos por Adorno, …). Si bien las ideas de la “inmunidad de comunidad” hacia el coronavirus no tenían base científica, la inmunidad social al virus de la paranoia requeriría detectar los terrenos propicios del “trastorno delirante” y transformarlos.

[1] Publicado en Facebook. 2 abril. https://www.facebook.com/mikelgarciagarcia/posts/10157216313261762

[2] Médico. Psicólogo. Psicoterapeuta analítico integrativo. Terapeuta Familiar Sistémico. Terapeuta transpersonal. Psicoanálisis junguiano. Doctor Internacional en «Estudios Internacionales en Paz, Conflictos y Desarrollo», Universitat Jaume I (UJI Castellón).

 

 

Texto del artículo

Síntomas del miedo patológico y sus respuestas paranoicas en la crisis de covid-19[1].

Imagen: Cisnes que se reflejan como elefantes (1937). Salvador Dalí.

 

Mikel García García[2]  2 de abril 2020

 

–           Mirando hacia otro lado

Distraer de hechos comprobados,

con información sesgada, unilateral, medias verdades, y extrapolación arbitraria de tendencias.

Periodismo de pánico, de sentimentalismo romántico y de búsqueda de discursos salvíficos

Lenguaje bélico. Elevar el heroísmo de los cuidadores, que van a ser sacrificados.

Denostar las discusiones, “No puedes afirmar eso”.

¡Por favor basta! ¡Déjame en paz!

–           Culpar de las consecuencias dañinas a aquello que no está en su propio poder. Ponerse medallas de logros por fenómenos que no de penden de la propia acción. “Tenemos demasiados enfermos en vez de hemos desmantelado los recursos sanitarios”.

–           Rechazo a aprender de la experiencia histórica.  Medidas exageradas. Exageración o banalización de los peligros.

–           El pánico es pretexto para la represión política. Uso de lenguaje estigmatizante que convoca la violencia: “virus chino”, “Infectado en vez de enfermo”

–           Rechazo y ostracismo social a los que tienen opiniones disidentes del “sentido común”. La expulsión de puestos de responsabilidad, ser vilipendiado en medios de comunicación.

–           El pánico es pretexto convocar una solidaridad edulcorada narcotizante amorosa. Para evitar comunidades emergentes de justicia. Se necesita sentir también la frustración y los sentimientos de indignidad, tristeza, depresión y rabia.

–           El pánico es pretexto para diversas carreras maratonianas en los ámbitos científicos, paracientíficos y espirituales: encontrar remedios biológicos preventivos y de tratamiento, muchas por el dinero que puede suponer; montar muchas investigaciones biomédicas y psicosociales muchas aprovechando el momento histórico para tener espacios futuros de publicaciones científicas; el surgimiento de profetas y sabelotodo, muchos también para vender sus remedios; las carreras entre remedios espirituales para sacar rentabilidad en un futuro.

–           El pánico es pretexto para defenderse de las críticas con contraargumentos falsos, para falacias ad homine, …

–           El pánico es pretexto para canalizar el conflicto previo contra la autoridad.

–           El pánico es pretexto para crear nuevos chivos expiatorios y atacarlos: las víctimas de los policías de los balcones, del castigo altruista; el feminismo que se manifiesta el 8M; gobiernos que no gustan a los poderes fácticos.

 

Son ejemplos de entre muchos que se están dando. Vivíamos en una sociedad distópica, lo que emerge no es nada nuevo, aunque es más evidente lo para muchos es el detonante para empezar a hablar de distopía.

¿Participas de o te sientes identificado con alguno de los ejemplos citados?

Trata de darte una puntuación de 0 a 10. Siendo 0 ninguna reacción paranoica y 10 mucha reacción.

 

La reacción paranoica es contagiosa, y va más allá de los sujetos paranoicos clínicos. Metafóricamente podíamos hablar del virus de la paranoia, que se extiende en pandemia en sociedades (huésped social) que tienen un terreno propicio a ella y en sujetos individuales (huésped individual) que tienen un terreno propicio (personalidades paranoides, “fascistas potenciales” descritos por Adorno, …). Si bien las ideas de la “inmunidad de comunidad” hacia el coronavirus no tenían base científica, la inmunidad social al virus de la paranoia requeriría detectar los terrenos propicios del “trastorno delirante” y transformarlos.

 

Principales características de lo paranoide:

– Desconfianza.

– Suspicacia.

– Frialdad, falta de empatía y distanciamiento afectivo.

– Actitud reservada.

– Escaso sentido del humor.

– Tendencia a la hipercrítica.

– Intolerancia, hacia el diverso y hacia el conocimiento.

– Preferencia por lo práctico.

– Preferencia por lo concreto.

 

El arte también es un modo de explorar la paranoia, y para algunos un modo de liberarse de ella. Dalí creó su propio método: el paranoico-crítico, confesando que se inspiró al leer “La interpretación de los sueños”, de Freud. Un “método espontáneo de conocimiento irracional basado en la objetividad crítica y sistemática de las asociaciones e interpretaciones de fenómenos delirantes”. Imágenes ambiguas en los cuadros, provocan en el espectador, que libere obsesiones, fobias, y todo lo que lleva bien guardado en el inconsciente.

 

Mikel García García

2 abril 20. Día en que los datos en España de la pandemia, % de nuevos casos (7,9%) y de nuevos muertos (9,5%), apuntan a una fase de meseta y en el que los datos económicos son catastróficamente históricos por el aumento de parados y la disminución de afiliados a la seguridad social.

[1] Publicado en Facebook. 2 abril. https://www.facebook.com/mikelgarciagarcia/posts/10157216313261762

 

[2] Médico. Psicólogo. Psicoterapeuta analítico integrativo. Terapeuta Familiar Sistémico. Terapeuta transpersonal. Psicoanálisis junguiano. Doctor Internacional en «Estudios Internacionales en Paz, Conflictos y Desarrollo», Universitat Jaume I (UJI Castellón).

Modalidades de relación entre la autoridad que manda y subordinado que obedece

Modalidades de relación entre la autoridad que manda y subordinado que obedece

Modalidades de relación entre la autoridad que manda y subordinado que obedece[1].

Mikel García García[2]  1 de abril 2020

En el artículo “Milenarismos de y para la catástrofe”

https://ibiltarinekya.com/project/crisis_cvirus_milenarismos/  https://www.facebook.com/mikelgarciagarcia/posts/10157204950616762 sitúe en la infancia las raíces del conflicto con la autoridad. El estilo que se interiorizó entonces constituye tanto el componente principal de coacción interna para obedecer a los autoritarios, como el que determina la confusión disociativa que incapacita para reconocer la autoridad constructiva.

[1] Publicado en Facebook. 1 abril 2020. https://www.facebook.com/mikelgarciagarcia/posts/10157212138696762

 

[2] Médico. Psicólogo. Psicoterapeuta analítico integrativo. Terapeuta Familiar Sistémico. Terapeuta transpersonal. Psicoanálisis junguiano. Doctor Internacional en «Estudios Internacionales en Paz, Conflictos y Desarrollo», Universitat Jaume I (UJI Castellón).

Texto del artículo

En el artículo “Milenarismos de y para la catástrofe”

https://ibiltarinekya.com/project/crisis_cvirus_milenarismos/  https://www.facebook.com/mikelgarciagarcia/posts/10157204950616762 sitúe en la infancia las raíces del conflicto con la autoridad. El estilo que se interiorizó entonces constituye tanto el componente principal de coacción interna para obedecer a los autoritarios, como el que determina la confusión disociativa que incapacita para reconocer la autoridad constructiva.

En los momentos de inseguridad e incertidumbre se regrede a la infancia buscando autoridades protectoras, y se refuerza la confusión. El sujeto se niega a reaccionar a sus propios sentimientos de pánico porque no tiene autoestima y desconfía de sus propios sentimientos. Los estilos de los autoritarios son los que resuenan y se incrementa la sumisión, y la rabia se desplaza a los que tratan de ser autoridades constructivas.

En la catástrofe del coronavirus hay ejemplos para las dos siguientes respuestas polares.

1.- La obediencia ciega es la respuesta más frecuente. Se hace todo lo que se te dice  porque uno se siente incapaz de cuestionar las órdenes por el miedo al poder. Si por ello se causa daño no es culpa de uno sino de quien manda. Stanley Milgram, psicólogo en  Yale, 1963, lo demostró en su diseño experimental para entender la complicidad de la población con los nazis y el holocausto. https://es.wikipedia.org/wiki/Experimento_de_Milgram

2.- La negativa a obedecer porque se desconfía fundamentalmente de la autoridad central, porque sus argumentos no son convincentes, se atribuyen a la corrupción, o se cae en la seducción de otros que pertenecen a grupos de referencia de confianza (familia, grupos religiosos o políticos) que atacan a la autoridad. Estos grupos de referencia son autoridades familiares.

La dinámica entre la autoridad central, lejana, y la autoridad familiar, cercana, tiene relación con lo proyectado en las figuras parentales, el padre y la madre, y las instituciones que interfieren y regulan los mitos del patriarcado.

Citar estos componentes tiene interés para que cada uno/a tome contacto con lo que le pasa, lo que siente y como reacciona en esta crisis del CV. ¿Paranoia? ¿Depresión? ¿Obediencia? ¿Desobediencia? ¿Deseo de autoridades civiles o religiosas? ¿Deseo de líderes autoritarios salvíficos? …

Conocerse más puede transformar lo actual y evolucionar hacia las siguientes posibilidades.

3.- Otra posibilidad de relación con la autoridad es la que algunos llaman “obediencia reflexiva”. Las órdenes se obedecen, pero se cuestionan críticamente. Se considera que el deber de los ciudadanos es evitar que se tomen decisiones equivocadas, tanto los sujetos individuales como las autoridades, y proteger los derechos humanos. Esta posición requiere mucho mayor nivel de madurez psíquica por el sujeto, que, además, se arriesga a no ser entendido e, incluso, eliminado por todo autoritario (ejerza el poder o lo obedezca ciegamente). En ciertos ámbitos jurídicos esta posición está siendo amparada incluso cuando se desobedece, como en el caso de soldados que se niegan a un genocidio desobedeciendo a sus jefes.

4.- La aceptación, no obediencia, de las normas que tras reflexión compleja el sujeto comprende que son adecuadas, acentuando la crítica, no solo ante la deficiencia de las autoridades sino también a las de los conciudadanos que obedecen ciegamente o son reactivos destructivos. El riesgo que corre el sujeto es aun mayor que en la obediencia reflexiva.

 

Mikel García García.  1 de abril

Milenarismos de y para la catástrofe

Milenarismos de y para la catástrofe

Milenarismos de y para la catástrofe

 Mikel García García1. 29 de marzo 2020.

“Even a man who is pure of heart and says her prayers by night may become a wolf when the wolfsbane blooms and the autumn moon is bright”

“Incluso un hombre puro de corazón, que rece sus plegarias por la noche puede convertirse en lobo, cuando la belladona florece y la luna de otoño brilla”. (“The wolf man”, Estudios Universal, 1941)

 ¿Tiempo de lectura? Impredecible, depende del alma que se ponga al relacionarse con el texto y lo que convoca.

Con el coronavirus estamos viviendo una experiencia de crisis global brutal, que destroza el equilibrio anterior, nos fuerza a reaccionar para sobrevivir individual y colectivamente, derrumba el meme construido tras la crisis económica del 2008 -No habrá sino crisis cíclicas fácilmente corregibles-, evidencia tanto la borrosidad de toda frontera como la falsedad de los mitos modernos que trataron de ocupar el espacio vaciado de los clásicos, y muchas más cosas …

Texto del artículo

Con el coronavirus estamos viviendo una experiencia de crisis global brutal, que destroza el equilibrio anterior, nos fuerza a reaccionar para sobrevivir individual y colectivamente, derrumba el meme construido tras la crisis económica del 2008 -No habrá sino crisis cíclicas fácilmente corregibles-, evidencia tanto la borrosidad de toda frontera como la falsedad de los mitos modernos que trataron de ocupar el espacio vaciado de los clásicos, y muchas más cosas …

Hasta el día 19 no tenía ni imaginé cuando tendría miedo, la situación con mi familia era estable, la pérdida económica la había asumido, incluso tenía curiosidad científica por entender y aprender de la crisis. Ese día comprendí que amigos médicos, que incluso habían vuelto a trabajar después de jubilarse, podrían morir. Sentí miedo y cabreo. Después ya enfermaron familiares mios sanitarios por coronavirus. El cabreo ha ido en aumento lo mismo que mi intolerancia a algunos hechos, datos y reacciones institucionales y personales que se van dando.

Escribí un artículo el 11 de marzo Ataque de pánico. En estos enlaces lo puedes leer: WEB, Facebook y descargar en PDF.

En este artículo continúo, en la misma línea de abrir líneas de reflexión, con aspectos no abordados anteriormente o complementando o profundizando en la información anterior.

No lo hago para ser un vocinglero más de los que surgen ahora como setas en el estiércol de la mierda que nos invade. Hay un dilema que a todos nos compete: contribuir o no a autocontemplarnos, reflexionar y compartir. No hacerlo mantiene el statu quo y te convierte en colaboracionista. Hacerlo te puede ensalzar o te puede poner en riesgo según guste o no lo que aportes. Hacerlo con ecuanimidad, además, es un trabajo enorme. Decido compartir mis reflexiones sin exigirme demasiado, en el imaginario de que a algún lector podrá serle útil algo de lo que expongo para activarle la conciencia.

 

Sobre el miedo.

Escribe Aristóteles “las personas definen el miedo como la expectativa del Mal”. Porque “las cosas que tememos son cosas terribles y son … malas” (Ética nicomáquea). Como afirma Spinoza “cualquier cosa puede provocar miedo”, transformación que Sartre considera “mágica”. Escribe Sartre “lo horrible no es solo el estado actual de la cosa (aquel rayo, el perro que avanza, el tráfico frenético), lo horrible (la “expectativa del mal”) está impregnado de futuro; se extiende hacia todo el futuro, y lo oscuro es una revelación del significado del mundo”. La psicología clínica habla de “proyecciones”. La psicopatología usa los términos ilusión, manía, paranoia.

 

Individuo y cultura humana.

Los sujetos humanos siempre han estado en tensión con su comunidad. La cultura requiere haber hecho un pacto, y mantenerlo, para limitar la expresión total de las pulsiones individuales. La cultura funciona si la renuncia a la libertad total es reciproca e igualitaria, entonces la energía no gastada en las pulsiones se sublima y crea la cultura. Para prevenir la ruptura del pacto se interiorizan las normas en el superyó, en códigos morales. Cuando alguno rompe las normas se le castiga. Un nivel de contención de lo individual es necesario para el beneficio colectivo, lo interesante es que eso llegase a estar interiorizado como condición aceptada para cooperar con el otro, y el colectivo. Mientras tanto, la represión y la autorrepresión son necesarias, en el contexto de “paz negativa” de las distopías en que vivimos.

 

Autoridad y cultura.

El devenir histórico muestra que la represión es exagerada, excedente para la cultura como explica Marcuse. La conjunción de religiones monoteístas, de estados que necesitan fronteras delimitadas, del patriarcado, … ha desarrollado sociedades en las que el poder se acumula jerárquicamente y se ejerce contra otros o coercitivamente por la violencia física o por la violencia psicológica o por la violencia simbólica o por la combinación de todas esas modalidades.

Mantener ese orden requiere una permanente vigilancia, para detectar y eliminar lo que ponga en riesgo las jerarquías.

Las diferentes culturas tienen modos distintos de articular la relación de los sujetos con la autoridad. En China la filosofía taoísta (materno – yin) en conjunción con el confucionismo (paterno yang), favorece una cultura en la que la autoridad del emperador se percibía mucho más dependiente de las necesidades del pueblo. Las culturas occidentales percibían el despotismo de sus reyes, zares y emperadores. No en vano al emperador se denominaba el pájaro de la jaula de oro. El partido comunista sustituye al emperador, y se presenta como servidor del pueblo. Occidente denosta esa disposición diciendo que en oriente se es más autoritario y que las democracias avanzadas no pueden aplicar las normas autoritarias de China para afrontar crisis.

Foucault en Vigilar y Castigar (1975) describió la vigilancia basándose en el panóptico de Benham. En ese estado de cosas un sujeto sabía que existían enemigos externos de su libertad. Para Byung-Chul Han, filósofo coreano, eso está anticuado porque en los mitos modernos del enjambre digital, uno ya es su propio enemigo, uno tiene que demostrase a sí mismo que es capaz de ser su propio jefe y autorreprimirse para lograr ser un emprendedor ejemplar. La psicopolítica ha sustituido a la biopolítica. En la biopolítica de Foucault un sujeto podía tener “anticuerpos” contra el poder coercitivo. En la psicopolítica de Han uno hace autoanticuerpos contra sí mismo, situación ideal para el neoliberalismo, que ya no necesita fronteras externas, ni vigilancias, … Digamos que la salud inmunológica es peor en la época de la psicopolítica. Este es otro factor que explica vulnerabilidad colectiva.

 

Interiorizar una adecuada relación con la autoridad es una capacidad que se adquiere desde la temprana infancia. Lo esencial, para logarlo, es que el infante sienta que puede confiar

en unos adultos que, aunque limiten sus deseos y eso frustre, se entienda que lo hacen con una intención constructiva, no despótica, ni arbitraria, ni en función de sus intereses. Corolario: la mayoría de los sujetos hemos tenido adultos que han ejercido una autoridad autoritaria, teniendo que someternos a sus arbitrariedades para tener algo de amor, y hemos sentido que somos propiedad de nuestros mayores, y tenemos que complacerlos y sacrificarnos por ellos. Existen ideologías y tradiciones religiosas que justifican la propiedad de los hijos. La declaración de los derechos de la infancia, no ha cambiado esa lacra. La psicoterapia puede transformar esto, por eso es una actividad revolucionaria, con corolarios en la política.

 

¿Era previsible lo que está ocurriendo?

Ahora aparecen comunicaciones de los sabiondos que ya la profetizaban. Aparte de los profetas hay suficiente conocimiento epidemiológico, sociológico y psicológico como para esperarlo.

¿Entonces que puede explicar la catástrofe? Dejando de lado hipótesis especulativas sobre el origen, que pueden ser reales o no, pero no lo sabemos o no lo podremos saber o verificar y que muchas veces responden a dinámicas narcisistas, psicopáticas, ludopáticas o económicas, de agentes de la cultura imperante de violencia estructural y manifiesta, me centro en aspectos que pueden aportar algo.

 

Fase de negación.

La ausencia de información era total para la masa, pero parcial y relativa en el conjunto. Los científicos y los gobiernos tenían datos, modelos predictivos, por el conocimiento de lo ocurrido en otras epidemias. El inicio en China ya no se podía obviar, ni la evolución ni sus medidas. Pero todo se quedaba en el “espacio de borrosidad” imaginario de las probabilidades e incertidumbres, y las resistencias.

Las catástrofes naturales siempre han estado presentes en la humanidad, como las derivadas de las guerras, las epidemias genocidas y de los actos terroristas. Cada vez son más frecuentes los desastres relacionados con el cambio climático que está teniendo impactos directos: DANAs, inundaciones, olas de calor, heladas, sequía, …

Se han hecho estudios post catástrofes. Pero hay muchas dudas sobre las respuestas colectivas a informaciones anticipadas alarmantes.

Una posición prevé escenarios de pánico masivo, impotencia pública y desorden delictivo, otra posición critica la anterior considerando que es derivada de una “mitología del desastre” que no tiene en cuenta cómo se comportan realmente los sobrevivientes y la capacidad de la masa para comportamientos resilientes. Históricamente, las teorías de psicología de masas han estado centradas en el estudio de multitudes violentas. Decidir “no informar, pues solo entrarán en pánico” no considera que informar aumente la eficacia de la respuesta de la gente y que la falta percibida de información aumente la ansiedad y la angustia.

En los estudios sobre los desastres se encuentran categorías de respuestas secuenciadas en fases. En la primera los sujetos y las multitudes son propensas al «pánico», con respuestas impulsivas, egoístas y descoordinadas. En la segunda de impotencia o «síndrome de desastre», los sobrevivientes están aturdidos y pasivos para cuidarse a sí mismos. En la tercera surge desorden civil y la criminalidad deliberada e incontrolada «lo peor de las personas”.

Pero también se encuentra que la mayoría de las vidas las salva, más qué los profesionales, el ciudadano “promedio”, ya sea “espectador” o compañero sobreviviente. Los supervivientes están dispuestos a ayudar, aunque no tengan preparación especializada. Se les ha llamado “civiles de primera respuesta”, “cero” respondedores. Este hecho requiere explicación. Se han propuesto hipótesis: «comunidades emergentes de desastres» por la percepción de destino común, y la activación de la identidad social compartida, basada en códigos normativos preexistentes y los vínculos relaciones existentes.

El modelo de identidad social sugiere que en las multitudes los sujetos no pierden identidad como sugirió la psicología clásica de masas; sino que puede cambiar de una identidad social personal a una compartida. Algunas identidades grupales otorgan un valor particular a la solidaridad o la armonía. Algunos grupos tienen identidades más individualistas, según las cuales la independencia personal podría ser normativa. Las sociedades son complejas, conviven grupos étnicos y culturales distintos. Algunas comunidades de desastres se reorientan, en etapas tardías de la catástrofe, alrededor de una necesidad de justicia pues un desastre a menudo saca a la luz las insuficiencias estructurales, los autoengaños y las necesidades de cambio. La resiliencia colectiva significaría independencia y empoderamiento en la ciudadanía, algo peligroso para quienes quieren seguir manteniendo privilegios …

Lo conocido tras las catástrofes no sirve ad-hoc para prever la respuesta de la masa ante noticias que solo la anticipen. Un escenario es lo real y el otro es el imaginario.

La respuesta de “resiliencia” ha sido también excusa para abandonar la responsabilidad de los gobiernos: “ya que son resilientes, no necesitamos apoyar y darles recursos, ya se organizarán, y aguantarán”. Ya ha servido en la era de la austeridad, para justificar los recortes a los servicios apelando a la supuesta «gran sociedad» de voluntarios públicos, lo que ha dejado a muchas personas vulnerables y ha desarticulado servicios básicos, como hospitales, … Y se sabe que esta precariedad puede ser una bomba de relojería. Chandler insiste en hablar de la «ética de la resiliencia”.

Los gobernantes son sujetos, con reacciones psicológicas comunes, como cualquier paciente al que se le informa de una enfermedad grave que pone en riesgo su esquema vital. La negación es la primera fase de los mecanismos psicológicos adaptativos.

Para los políticos su esquema vital incluye mantener su vida política. Habrá algunos que prioricen su persistencia, otros que consideren prioritario lo que entienden por el bien común. Es improbable que los gobernantes estén asesorados por psicólogos, sociales y clínicos, y por sociólogos. El manejo de la complejidad de lo real es delicado, más cuando impera el reduccionismo y los intereses.

¡A negar la realidad estamos muy habituados, es lo común y cotidiano!

La realidad es un espacio en el que no estamos presentes. La realidad ha sido explicada por las tradiciones religiosas, como un sucedáneo de la verdadera realidad, un período transitorio en el proyecto del espíritu, aunque importante para determinar el futuro en el más allá. Lo mismo ocurre en las religiones laicas, aunque con otros mitos.

El mito de la caverna de Platón trata sobre la realidad del conocimiento humano. Una alegoría para señalar que nos encontramos encadenados dentro de una caverna, desde que nacemos, y que las sombras que vemos reflejadas en la pared son lo que consideramos real. Según Platón la gente llega a sentirse cómoda en su ignorancia y puede oponerse violentamente a quienes intentan ayudarles a cambiar.

En nuestra época, además, la digitalización ha contribuido a borrar aún más la realidad, y el conjunto de variables convergentes hace difícil distinguir la realidad de la ficción. ¿Estamos dormidos en Matrix o cuando despertemos nos daremos cuenta de Matrix? En la ficción está muy reforzado el narcisismo individual y colectivo y todo es posible. La realidad, sin embargo, nos frena con su facticidad, se resiste a nuestro deseo como señala el filósofo Byung-Chul Han, nos evidencia las dificultades para gestionarnos y nos activa los mecanismos de fuga, los cuales, además están reforzados por el neoliberalismo que nos ofrece un suculento menú de escapes para lucrarse económicamente de la ignorancia de la gente en la aldea global.

El cuerpo tampoco es un mediador útil para relacionarse con la realidad, no está habitado, se huye de él o porque se lo vive como una carcasa transitoria o fuente de pecado por los instintos y deseos erótico sexuales, y, precisamente por ello objeto de castigo, sea conscientemente con cilicios o inconscientemente sufriendo por distintas enfermedades psicosomáticas, entre ellas, las autoinmunes.

La realidad virtual es aditiva, suma datos, mete mucho ruido, y atrofia el pensamiento. Se ha convertido Google en un dios omniscente, que contesta tus plegarias con sabiduría. Todo se reduce al “me gusta” o no me gusta, eliminando “la negatividad” resistente de lo real. Cuando se propone algo más hay proliferación de respuestas señalando que se pide demasiado o se usa a la gente para investigaciones pedorras, o, incluso se denosta con las fake news y los deepfakes, incrementando la apatía hacia la realidad.

Sin silencio no es posible asociar, ni recordar, ni imaginar. El silencio es amenazante. Para la mayoría de la gente el vacío angustia, y es lo que activa más demanda de huida en la virtualidad.

La ficción hace simulacros sobre diversas distopías sociales, derivadas de transformaciones más o menos catastróficas (virus que transforman a la población en zombies, o porque son creados artificialmente, o activados por radiaciones, o salen del interior de las células humanas para hacernos conscientes de algo: “El virus como Hermes”) o descubrimientos científicos (se puede condensar la conciencia en un dispositivo e irla pasando a diversas fundas corporales, a modo de inmortalidad, como en la serie de Netflix Altered Carbon), o de regulaciones morales (una noche se pueden actuar con permiso las pulsiones criminales: The Purge, la noche de la bestia). Las distopías atraen, las utopías aburren. Las distopías podrían hacer evidente o consciente lo que es probable y mover las conciencias a evitarlo, pero no lo hacen, funcionan como catarsis en las que se interioriza la banalidad del mal (en el sentido de Arendt). Además, refuerzan la confusión entre realidad y virtualidad. Cuando llega el coronavirus no se distingue hasta qué punto es ficción o si de ser real será bueno realizar las distopías vistas en la ficción. Algunos piensan que con el coronavirus alguien está haciendo simulacros. Otros que el baño de realidad podrá activar la empatía al vivir realmente una distopía y que esto provocará cambios de fondo.

Ante acontecimientos percibidos como catástrofes es común reaccionar reforzando aún más esa forma en que habitamos la materia real, la res extensa: Negamos lo real, sus circunstancias, y las consecuencias de nuestros actos en lo real.

La fase de negación tiene su función adaptativa para prepararse al futuro siguiente. Quedarse en ella demasiado tiempo destruye. La parálisis retrasa la toma de medidas inteligentes para prevenir tanto las consecuencias del impacto inicial “repentino” como las de la fase de “marea creciente”.

La negación “relativa” de los gobernantes está intricada en sus tácticas de administración interesada de la mentira y el arte de la persuasión inherente a la publicidad del meme que se vende.

Las estrategias negacionistas incluyen diversos aspectos.

1.- Recursos a datos científicos válidos en algún contexto, pero aplicados sin validez al coronavirus. Afirmar que cuanto más se contagie la población más inmunidad se va a tener no es científico. Todavía no se sabe que inmunidad va a generar la infección por coronavirus

2.- Elegir entre priorizar que la economía no colapse o priorizar que muera la menor población posible. Sobre todo, van a morir ancianos, que son los que más recursos sanitarios consumen y generan más costos económicos (pensiones…). Muchos de ellos fueron los que sostuvieron a sus descendientes en la crisis económica del 2008. En Madrid parece que han muerto 790 ancianos en las residencias, una proporción menor lo ha hecho en hospitales. Una situación similar en otros muchos lugares. Se sabía su riesgo y ha explotado la infradotación de esos espacios. ¿Qué expectativa real tiene la sociedad respecto al cuidado de los ancianos?

3.- Elegir una definición de caso de muerte por coronavirus que excluya la mayor cantidad de muertos y refleje una mejor salud de la población o del sistema sanitario….

4.- Elegir una situación de caso “0” epidemiológica que beneficie.

5.- Usar términos no científicos que incrementen la xenofobia. “Virus Chino”. 6.- Uso asimétrico de los ritmos de implementar medidas contenedoras.

7.- Autoritarismo anticientífico.

8.- Amenazas al tejido industrial para que no decaiga su productividad

Ahora es evidente que la negación ha durado demasiado y ha expuesto al colapso. Incluso los más negacionistas inicialmente cambian de estrategia, algunos de modo inflexible y otros se mantienen en la volatilidad de la ambivalencia.

Por poner ejemplos

Boris Johnson. Ha combinado estrategias tipo 1,2. Trump. Ha combinado estrategias tipo 1,2,5,7,8

Países nórdicos europeos adoptan estrategias tipo 3 y 4, mientras que Italia y España tienen definiciones de caso más inclusivas.

 

Fase de pánico.

Resulta que ahora el coronavirus es un virus real, y no un troyano de ordenador, aunque ambos son igual de invisibles. La realidad vuelve a hacerse notar en forma de un virus enemigo, la realidad desmonta la ficción, y, cuesta aceptar ese hecho que causa tan gran conmoción. En términos junguianos diríamos que la realidad se ha vuelto numinosa, igual que cuando emergen materiales de lo inconciente colectivo. Esto explica en parte la violenta y exagerada reacción paranoica de pánico al virus. Aunque su potencia letal sea relativamente baja, derrumba el imaginario de la fantasía alienante.

Para rebajar la tensión interna hay mecanismos típicos. Siempre ha funcionado el proyectar la tensión interna y la culpa, a algo o alguien que lo recoge colectivamente: el chivo expiatorio, al que hay que mantener vivo. Vivo sirve para que el resto se autoengañe sintiendo que tienen una superioridad moral: el chivo es inmoral, sucio, perverso … Cuando el chivo ha acumulado suficientes proyecciones y recoge la culpa colectiva, es el momento del sacrificio ritual que redime la culpa colectiva. ¡Reseteo y a por otro chivo!

Hay mucha culpa individual y colectiva acumulada. Newman afirma «Está ligado al mal todo aquel que ha visto y no ha actuado; todo aquel que ha desviado la mirada porque no quiso ver; todo aquel que no ha visto, aunque hubiese podido ver; pero también aquel cuyos ojos no han podido ver» (Neumann, Psicología profunda y nueva ética).

¡Pronto olvidamos lo que era inolvidable! Se anula la memoria histórica. ¡Se han reparado pocas cosas! Sin embargo, lo reprimido está latente y retorna, con síntomas más intrincados, y dinamismos complejos. La sombra aparece cuando menos la esperamos rompiendo la autocomplacencia narcisista, y, como respuesta defensiva, se activan los complejos culturales.

Los planteamientos anteriores sobre la negación de lo real, las metáforas inmunológicas de lo social, y la proyección de la culpa tienen interés, para entender la crisis detonada por el coronavirus.

El virus se convierte en el enemigo mortal, en el chivo expiatorio, el culpable de nuestras muertes, lo que nos permite dejar de ser enemigos de nosotros mismos, liberarnos de la carga de las culpas, y poder sentir una “solidaridad de participación mística” con el resto de los humanos, … Se crean nuevos chivos expiatorios en una contaminación mágica del virus. El virus no se ve, pero si se ven los cuerpos infectados, y entonces el enemigo se hace carne. La incertidumbre es difícil de soportar, corporeizar el monstruo ayuda a concretar la fantasía de que atacándolo se ataca al enemigo, y se puede acabar con él. Una parte de la ciudadanía se muestra más reaccionaria que las propias leyes represivas del Estado, y matar simbólicamente no les resulta suficiente. Está dispuesta a matar realmente. Aquellos que están por la calle, saltándose el confinamiento, son criminales pues nos pueden matar. Se los puede matar preventivamente. Surgen los policías de los balcones, que se ceban con cualquiera antes de saber si tiene derecho a salir. Cuidadoras de autistas están proponiendo que salgan a la calle con un lazo azul y que se informe a la población de ello para evitar lo que ya están sufriendo. Los vigilantes de los balcones son los “ojos” del resucitado panóptico de Benham que cita Foucault. Vigilar para castigar.

Castigar produce placer, sobre todo a los psicópatas y sociópatas. Pero a casi todos, pues tiene un efecto de catarsis retaliativa masoquista ya que a todos nos han castigado injustamente al menos una vez. Es comportamientos de multitudes se observa que es fácilmente contagioso sumarse al castigo que inicia otro humano. Lo mismo que lo es la epidemia de suicidios. Investigaciones en neurociencia aportan datos convergentes.

Un equipo de investigación (Universidad de Zurich) bajo dirección de Ernst Fehr estudió cerebros de sujetos mediante Tomografía de Emisión de Positrones (PET) mientras que estos decidían si castigar a una persona que había abusado previamente de su confianza violando una norma justa. El núcleo caudado (crucial en el circuito de la recompensa o gratificación) se activa mientras que los sujetos están decidiendo si castigar o no. En un artículo del 2004 publicado en Science (de Quervain DJ et al.) The neural basis of altruistic punishment (La base neural del castigo altruista), se encuentra que el estriado dorsal (relacionado con el placer) se activa en los que castigan altruistamente.

El castigo altruista significa que los individuos castigan el comportamiento injusto y no cooperativo, aunque el castigo sea costoso para ellos y no rinda ningún beneficio material. ¿Por qué los individuos están dispuestos a incurrir en ese coste?  ¿Es altruismo o es venganza, aunque tenga un costo? ¡Llamar altruista a esa modalidad de castigo es significativo!

De ahí el lenguaje militar, los redobles de tambor para llamar al heroísmo del sacrificio, el sentimentalismo extrovertido, la necesidad de poner en marcha medidas limitadoras de la libertad porque los sujetos entienden las medidas como una ficción más, la paranoia defensiva y a la desesperada que confina, cierra fronteras, … el endiosamiento de la ciencia que nos vaya a salvar (el “retorno del conocimiento”), se solventan unos problemas sobre la marcha, tratando de contener las diversas modalidades en que se manifiesta la miseria humana, procastinando, dejando para más adelante la solución de los nuevos problemas que generan las medidas adoptadas. ¡Siempre detrás de la marea!

Se han observado ya las reacciones de las “mitologías del desastre”. Las llamadas a la responsabilidad de la población han sido infructuosas, los supermercados se han saqueado, … el papel higiénico en especial. Los bots automáticos de las bolsas las hunden, … Aparecen formas clásicas de criminalidad, mezcladas con las modernas (12000 páginas WEB con estafas, fake news que denigran a sujetos, falacias ad hominem …). La población colabora con la criminalidad difundiendo las fakes, disfrutando de la denigración de chivos expiatorios que se les hace responsables de todos los males. Hay El pan y circo de los ignorantes que ya inventaron los emperadores romanos, lo único que podemos elegir es poner el dedo hacia arriba (que viva, “me gusta” en la red), o hacia abajo (que muera, “me disgusta en la red), y ser fanáticos de conseguir más sujetos.

Los sanitarios que, sin protección, se encuentran enfrentados a la muerte, en contacto con los enfermos que tosen, expectoran, se asfixian, se enfrentan, además, al dilema de decidir cuando suben o bajan el dedo, eligiendo con que pacientes se trabaja y a cuáles se les abandona. Porque no hay recursos para todos. Ya les han dado protocolos éticos. Es el polo opuesto del empecinamiento terapéutico de mantener vidas artificialmente, cuando hay recursos, que responde a otra criminalidad, la de imponer la técnica frente a los derechos del muriente. Viví algo parecido, de mucha menor intensidad cuando trabajaba en Nicaragua con médicos del mundo. Diagnosticaba pacientes, pero no había suficientes tratamientos, o no había nada. Había que priorizar, poner en espera a los pacientes. Cuando había tratamientos y buscabas a los pacientes, algunos ya habían muerto. Un amigo médico me contaba que mientras esperaba a que llegara una ambulancia a recoger a una mujer mayor demenciada y con coronavirus, esta se le agarraba con miedo, sabía que se infectaría, pero no podía tirarla al suelo. Me venía la imagen de la Pietá de Miguel Angel sosteniendo el cadáver, en este caso futuro. Mi amigo tiene Pietá, como muchos sanitarios, que, encarnan la compasión, realmente no de boquilla como muchos que hablan de ella. El 15% de los contagiados por coronavirus en España son sanitarios. Su situación es consecuencia de los criminales que bajaron el pulgar, esos son los verdaderos asesinos, criminales que matan en silencio, y, con el beneplácito de muchos ciudadanos. Los hospitales ahora son espacios kafkianos (que me perdona Kafka), siempre han sido espacios para morir, más en la actualidad que morir en casa es perseguido, y que se interpreta como una lacra imperdonable que los ancianos hayan muerto en las residencias, pero ahora son, además, focos de muerte.

Las sociedades acaban resignándose a la restricción de las libertades de circulación. En parte porque entienden la necesidad, en parte porque aplauden cualquier cosa que no les haga sentir el profundo “miedo a la libertad” que les posee, y porque se esté donde se esté se puede seguir en la fábula, en el circo y en la criminalidad, con nuevas modalidades. Resignarse no es aceptar. La venganza está a la espera del momento preciso. Saltará con quien se convive o más adelante.

 

Fase de convulsión dinámica.

Resulta que ahora es importante escuchar a los científicos (basado en el conocimiento científico, la episteme), no a los tertulianos (basados en opiniones, la doxa), para, encumbrados a capitanes generales, entender sus recomendaciones como una orden a realizar y hacer lo que mandan. Se ha volteado la situación anterior, en la que la ciencia no era escuchada y, además, era objeto de hostilidad colectiva, por seria, pesada, y no apta para el espectáculo lúdico. Los medios alentaban la doxa y el circo. Es un cambio interesante pero demagógico ¿Acaso los científicos son neutros? ¿No van a ser usados como arma arrojadiza para defenderse de errores y como chivos expiatorios cuando no acierten? ¿Hasta qué nivel de ciencia se quiere llegar?

¿Se considerarán los conocimientos de las investigaciones de la psicología social y de la psicología clínica? ¿Y los aportes de la psicología profunda sobre lo inconsciente?

Los políticos científicos que recogen todos los galones militares, como Trump, que además cita a C.G. Jung como inspirador para entender el inconsciente colectivo americano, son nefastos. Trump ha citado la cloroquina como tratamiento para el coronavirus, por rumores que le llegaban de ensayos clínicos que se están probando, su precio se ha disparado, ya no hay cloroquina en las farmacias para enfermos que lo necesitan (reumáticos, …), y se han registrado casos de muertes por intoxicación en sujetos automedicados.

La ciencia se usa irracionalmente, nada nuevo. Sería racional hacer evaluaciones de la salud mental de los políticos y existen suficientes instrumentos científicos para ello. Los griegos no concebían como democracia un régimen en el que los dirigentes no fueran sabios y profundamente éticos y el pueblo fuera ignorante.

Resulta que la psicología ha sido reclamada también en esta crisis en parte porque la psicología se ocupa del alma-psique, en parte porque el pensamiento positivo del síndrome de Pollyanna (tiene su origen en las novelas de Eleanor H. Porter), ha sido instrumento del neoliberalismo en los últimos años, y en ello también ha participado la psicología positiva (liderado por Martin Seligman), tratando de psicologizar los rincones de nuestra existencia como autoayuda: ¡Distrae tu mente, piensa en positivo, créate tus rutinas, desarrolla tu creatividad, evita el aburrimiento! Los medios televisivos están haciendo más presentes que nunca a profesionales de la psicología. Algunos psicólogos venden sus recetas, con experticia, incluso para prevenir el “estrés postraumático” que anticipan va a ocurrir. Claro, faltaba más, el lenguaje de guerra. ¿Tienen razón? Este confinamiento podrá desencadenar la actualización de traumas antiguos y, en ese caso, dependerá de la capacidad de resiliencia previa de los sujetos. Alguna persona me ha dicho que sueña con levantar el brazo poniendo barrera para evitar que se le acerquen otras personas, la próxima vez indagaré si es un flash mnémico postraumático del saludo franquista.

La casa es un espacio especial. Se conocen fobias concretas y actitudes contrafóbicas relacionadas. Oikophobia es una fobia a ciertos objetos de la casa, domofobia a la propia casa en sí misma. En 1808 el poeta Robert Southey usó oikofobia para describir un deseo, contrafóbico, de salir de casa y viajar como sinónimo de pasión por los viajes. ¿Remeda el síndrome de Ulises? Derrida tiene una posición filosófica oikofobica al repudiar el anhelo por el hogar que propugnan las tradiciones teológicas, legales y literarias occidentales. Por el contrario, el derechista Roger Scruton usa oikofobia como la antítesis de la xenofobia, y acusa a los izquierdistas de xenófilos. Todo esto ejemplifica lo complejo que puede resultar el confinamiento en la casa, porque moviliza registros psicológicos y simbólicos, que pueden despertar traumas antiguos. El contacto con la casa puede servir para conectar con el alma de la casa y ser conciente de la propia alma del sujeto.

En el 2014 la Universidad de Cornell, Nueva York, realizó un estudio lingüístico. Peter Dodds y su equipo analizaron más de 100.000 palabras en 10 idiomas diferentes, realizando incluso profundos análisis en las interacciones de nuestras redes sociales. Concluyeron que los mensajes que enviamos tienen un peso emocional claramente positivo. Estas conclusiones coinciden con las que establecieron los psicólogos Matlin y Stang en los años 70, a saber: las personas tendemos hacia el “pollianismo”. El síndrome de Pollyanna o sesgo de positividad, es una respuesta defensiva. Una defensa proximal en la Teoría de Gestión del Terror, para que la muerte o sufrimiento no llegue a la conciencia. Requiere una vigilancia inconsciente sobre lo desagradable, peligroso o negativo circundante, y consume recursos energéticos necesarios para otras tareas (investigación de Matlin y Stang). En sujetos depresivos o masoquistas, enfatizar el pensamiento positivo como modelo ideal, no solo no les sirve, sino que puede aumentar más su sentimiento de fracaso, ya que no pueden hacerlo. Es lo mismo que cuando se dice a un canceroso, ¡lucha, si luchas saldrás!

Resulta que la dimensión espiritual se convoca, en las crisis, para compensar la unilateralidad de la conciencia. Es también un recurso al que recurrir en una regresión mágica buscando protección infantil, y más cuando fracasa el pensamiento positivo. Muchas religiones demonizan el yo, el ego, la mente, la conciencia, y centran en el abandono al espíritu, al “verdadero yo” la solución, valiéndose de la realidad de las catástrofes para culpar aún más la mente. Lo positivo es el yo profundo, lo negativo la mente. Algunos ¿con las mejores de las intenciones?, proponen soluciones espirituales a problemas de otro origen. Una corriente conocida, nada nueva, pero agudizada ante la crisis. Si ya era difícil hacer preguntas profundas ahora lo es más aún.

Es conocida la posición de Wilber sobre las falacias pre-trans, y los estragos que produce. Para Robert A. Masters, “…los aspectos de la evasión espiritual incluyen el desapego exagerado, la insensibilidad emocional y la represión de sensaciones, el énfasis excesivo en lo positivo, la ira-fobia, la compasión tanto ciega como demasiado tolerante…” (La Evasión Espiritual, 2012). “¿Alguna vez recurriste a tu espiritualidad para evitar enfrentar un aspecto doloroso de tu vida? ¿Dejaste pasar abusos en nombre de la compasión? ¿Te escudaste en tus aspiraciones más elevadas para evitar sentir celos o enojo, por considerarlas emociones “poco espirituales”?” (John Welwood “Bypass Espiritual” 1984). Se puede decir que el único contacto real del humano con la sacralidad cósmica se hace por medio de lo inconciente y sus manifestaciones: sueños, vida imaginativa, poesía, juegos, … “Uno no alcanza la iluminación fantaseando sobre la luz sino haciendo consciente la oscuridad” (C.G. Jung).

Confirmar en casa impide paseos de mantenimiento físico y filosófico. “Los que pasean”, peripatéticos, así eran conocidos los filósofos desde Aristóteles. Para Kant su caminata diaria era indispensable para filosofar.

Resulta que ahora hay proliferación de vocingleros que ofrecen todo tipo de recetas, de protocolos de actuación, para mantener ocupada a la población y sin silencio para escuchar el alma, con la argumentación de prevenir deterioros. De nuevo ruido, para que no se viva el vacío de significantes, la tristeza -el polo opuesto a lo maníaco-, evitándose así, la posibilidad de que pudieran hacerse conscientes de algo.

La demanda de huidas activa la oferta de sujetos de diversas ramas convertidos en mesías que tienen recetas mágicas. Algunos, más bienintencionados, ofrecen cursos, gratis, otros se van a lucrar tanto o más que las industrias farmacéuticas, o las chinas que ya venden todo tipo de materiales sanitarios.

El desarrollo del autoconocimiento o autognosis, es una capacidad que nos faculta para ser conscientes de nosotros y de nuestras necesidades, para marcarnos objetivos, y para elaborar proyectos. Siegel (2007) la denomina conciencia auto-noética. Requiere memoria del propio self en el pasado, contacto con el self en el presente y contacto con la proyección del self en un futuro imaginado. Lo que constituye una conciencia de presente continuo, que es el verdadero mindfulness, a diferencia del se pregona y vende habitualmente. Hacia la mitad del tercer año niñas y niños, empiezan a construir un relato sobre sí mismos, a partir de hechos reales o imaginarios. Con el tiempo termina en un “autorrelato mítico”. La realidad que importa al humano es la del hecho objetivo contado en un relato que integre la historia. El lenguaje de lo inconciente es mitológico, y refleja los procesos y los destinos de la vida y de la materia viva.

Bloquear la regresión depresiva, que activa el recuerdo, y hacerlo con propuestas opuestas como la hiperactividad compulsiva, con el objetivo de salir reforzado en el futuro, es perder la oportunidad que el confinamiento ofrece. A toque de corneta hay que seguir en “el rendimiento”, afanados en la efectividad y optimización del tiempo, en el infierno del ideal de una igualdad, uniformidad, para toda la masa de sujetos que anula la diversidad e impide procesos creativos. “No hay luz sin sombra ni totalidad psíquica exenta de imperfecciones … La vida no exige que seamos perfectos sino completos; y para ello, se necesita la «espina en la carne», el sufrimiento de defectos sin los cuales no hay progreso ni ascenso” (Carl G. Jung).

Resulta que la aldea global se ha convertido en un mercado salvaje de especulación de los productos sanitarios preventivos, mascarillas, … Se roban aviones fletados con materiales incluso a gobiernos o ejércitos, se envían productos deteriorados o ineficaces …

La respuesta social al virus nos aísla e individualiza aún más. Cada uno se preocupa solo de su propia supervivencia. La solidaridad de guardar distancias higiénicas no es solidaridad que parte de una resolución cooperativa del conflicto, es una resolución autoimpuesta por las razones objetivas, o impuesta por las autoridades, y no es la de una cooperación que permita atisbar una sociedad distinta, más pacífica, más justa. A diferencia de la masa clásica, el enjambre digital consta de individuos aislados, carece de un nosotros capaz de una acción común, de andar en una dirección o de manifestarse en una voz, de empoderarse, para restringir radicalmente el neoliberalismo destructivo, y también nuestra ilimitada y destructiva movilidad turística, para parar el cambio climático y salvar nuestro bello planeta y a nosotros. No es probable que se vaya a generar ningún sentimiento colectivo transformador.

 

Autodefensa de contención de la criminalidad.

Se cierran páginas WEB. Surgen páginas anti fake, anti bulos, por parte de la policía o de organizaciones sociales. Espacios de consulta que merecen la pena.

https://maldita.es/malditobulo/ https://www.newtral.es/

 

Intentos de cambios en el lenguaje belicista.

Un grupo de lingüistas ha puesto en marcha la iniciativa #ReframeCovid para recoger e impulsar otras imágenes que sean eficaces para motivar a la ciudadanía, sin derivadas belicistas. Parece que han surgido metáforas diversas. Pero ninguna ha triunfado y se llega a hacer meme. Es difícil sustituir la cultura de guerra latente y “paz negativa”, pues está muy enraizada en la psique colectiva, y se nutre de innumerables relatos míticos. Hillman describe fuentes arquetípicas en el libro Un terrible amor por la guerra (2010). Para la psicoanalista Betty. A. Reardon (1996) el origen de la violencia, que justifica el sexismo y la guerra, es el miedo a la diversidad por el temor a perder el poder. Cambiar el relato es el objetivo, la metáfora un buen intento en el camino, pero necesita articularse en un discurso más complejo para ser más efectivo.

¿Comunidades emergentes del desastre?

Se están dando movimientos de solidaridad. Es pronto para saber si se autoorganizarán alrededor de la justicia y de la búsqueda de las casusas que han detonado la catástrofe.

Lo que si hay son movimientos que tratan de evitar más catástrofes y que pueden estar motivados también por procesos de reparación de culpas.

Se trata de parar la crisis económica que va a venir y ahora, parece que ya no hay reparos en saltarse la austeridad y los déficits presupuestarios. Los gobiernos inyectan cantidades ingentes de dinero, se hacen cargo de los salarios, retrasan pago de alquileres. Pareciera que ha fenecido el neoliberalismo, el capitalismo salvaje, … Se controlan bancos y empresas y se les “obliga” a participar en la ola de solidaridad sociodemocrática. Tump está dispuesto a dar miles de dólares directamente a las familias. Incluso Slavoj Žižek parece convencido de que el neoliberalismo ha fenecido o está terminal. Steven Pinker, psicólogo neo-optimista, cercano a la psicología positiva afirma que los nacionalismos populistas saldrán dañados de la crisis del coronavirus.

¿Reparar la culpa de lo no hecho en el 2008? Las grandes empresas y bancos, donan dinero, … No nos engañemos, es solo redimir, lavar culpas, resetearse a cero, para preparar los siguientes zarpazos. Movimientos gatopardianos, cambiar algo para que nada cambie, y, sobre todo, para evitar la sublevación del pueblo, ahora que podría recordar con nostalgia las guillotinas de la revolución francesa. Está claro la Europa del Maastricht ha desestimado emitir conjuntamente corona-bonos.

Cada tarde a las 20h, las televisiones muestran cómo la gente, desde las ventanas de sus casas, aplauden a los sanitarios. El movimiento empezó siendo de baja intensidad y es ya una marea creciente que ya llega a otros colectivos que ahora están trabajando. Se ha llegado a hacer payasadas, cantos, gritos, himnos patrióticos, y después a las 21h continuar con caceroladas. El clamor está en la consideración de homenajear a quienes se juegan la vida con su trabajo. Me debato entre salir a berrear con las ovejas o no hacerlo. Mi sentimiento de homenaje es profundo, mi miedo a que mueran mis amigos es importante, mi cabreo por la criminalidad que los ha llevado a esto es tremando, pero hacerlos héroes todavía los fuerza más a resignarse al matadero. Si hay que ser héroes pelear por el autocuidado ya no tiene sentido. Se ha moralizado el heroísmo. Se cuenta, además, con un cuerpo social, al que se le ha entrenado para salvar a los pacientes de la muerte, y se le ha inoculado esa tarea como una motivación específica de su trabajo, tanto que muchos atrapados en un complejo de Asclepio, actúan fácilmente registros salvíficos. Varios amigos se han ofrecido para volver a trabajar después de estar jubilados.

No es baladí convocar el heroísmo. Está continuamente en los mensajes sociales se apela a él para ser emprendedor triunfante que se autosacrifica para conseguir sus logros. Por ello recibe un reconocimiento social que aumenta la autoestima. El héroe constela una fuerza directriz profunda en la psique para afrontar el sufrimiento y ser creativo en la resolución de los conflictos. Es un trabajo humano necesario del que se aprende a resolver cooperativamente los conflictos. Matar el dragón es un símbolo cuyo significado es “matar la relación de sometimiento al poder inconmensurable”, matar la esclavitud, permite llegar a ser amigo del dragón y cooperar. Sin embargo, el complejo cultural del heroísmo sirve a los intereses dominantes y nos hace esclavos del dragón.

Se les hace héroes para que nos salven y no se resistan a sacrificarse. Y muchos de los que aplauden, además, redimen la culpa de haber sido cómplices con los criminales que han generado la indefensión y vulnerabilidad de los sanitarios. Los sanitarios saben que van desnudos a la trinchera, y que se van a contagiar, o trabajan incluso ya enfermos en un nivel leve de la enfermedad, y sobreviven con la esperanza de que no se agrave su situación y no sean uno de los muertos. Por todo eso debemos apoyarlos, y por eso mismo es una irresponsabilidad criminal incumplir las medidas de confinamiento y las normas generales de higiene para contener los contagios, los sanitarios y todos los trabajadores que están en primera línea son los más expuestos. Hay aplaudidores que tienen muchas excusas para ser insolidarios.

Por mucho que se haya retomado el lenguaje miliar estos trabajadores son un “anti- ejército desarmado”, que trabaja para la paz. Para muchos ciudadanos que no han vivido una guerra esta catástrofe puede parecerse a un conflicto bélico. Insisto esto no es una guerra, es una catástrofe. Recurrir al término guerra en tiempos de crisis activa la paranoia, la búsqueda de salvadores y generales eficientes, y la resignación a aceptar sus normas. Definir un estado como de guerra salva a los líderes políticos de ser eliminados, o criticados por la mala gestión, y, además, les permite acumular un poder inimaginable anteriormente.

Mi agradecimiento a los sanitarios es profundo, mi temor a la muerte de mis amigos es constante, pero los aplausos me generan mucha vergüenza, y ganas de llorar. Reforzar el heroísmo es interesado y criminal por más que parezca una reacción muy humana y loable. De nuevo subyace el pensamiento positivo del “pollianismo”, que lo inyectan en dosis tóxicas, induciendo a que cualquier conducta no heroica sea censurable.

Lo interesante de habitar los balcones es que ven cuerpos humanos, que, aunque no están realmente habitados y sean solo sombras, al menos se sienten fuera de los disfraces cotidianos. Una resurrección de los semicuerpos, importante, aunque sólo bailen en la coreografía ambivalentemente que pugna entre ser o linchadores o solidarios. Algo épico. Tan épico como encontrar al antaño odioso vecino en el balcón de enfrente, para descubrir que tiene una existencia tan afín y miserable a la tuya, que casi lo abrazarías, aunque sabes que no corres riesgos ya que no puedes hacerlo, y puedes mostrar tu interés en si necesitan alimentos o apoyo

Se recitan los mantras de “Todos juntos venceremos”, “Remar en la misma dirección”, tratando de convocar lo mejor de cada uno. ¿Podrá servir realmente para una verdadera cooperación? ¿O es un pacto de parar las guerras innecesarias hasta más adelante? No se logra la cooperación por desearla sino por liberarla de la sombra, sin ese trabajo eso no es luz sino tiranía de la uniformidad del UNO, lo que reforzará que se use para reprimir aún más la diversidad.

 

 

¿El coronavirus ha venido a enseñarnos algo?

Los hechos fenoménicos no bastan para la conciencia humana, se necesita el relato. El problema es cual se construye, por quien y para qué. Algunos relatos son alienantes. Otros pueden propiciar cambios. Es distinto el relato de que lo envía Gaia para equilibrar el planeta o el que articule la complejidad de su origen, impacto y respuesta social. El primero es rápido, y narcotizante. El segundo requiere paciencia y trabajo de investigación, un tiempo de incertidumbre, de tensión y desconfianza.

Cualquier relato alienante tiene más posibilidades de éxito en la sociedad actual. Muchos practicantes de religiones institucionales y de espiritualidades se preguntan. ¿Qué inteligencia activa una catástrofe epidemiológica? ¿Con qué propósito aquí y ahora?

El rabino Manis Friedman explicado enredes su perspectiva judía. Todo lo que pasa sucede con un propósito divino. Cada generación debe de salir de su propio “Mitzraim” (la esclavitud de los judíos en Egipto). Siendo estrictos salir de Egipto fue una decisión interesada de Yahvé, a la que inicialmente incluso los judíos se resistían. El logro de Yahvé fue instaurar el monoteísmo excluyente de la diversidad.

En el medievo, se creía que los cometas eran una señal inequívoca de que una guerra, una plaga o la muerte de un rey se acercaba. ¿Qué habrían dicho, ante la actual pandemia de coronavirus en el mundo? El 31 de mayo el cometa Atlas se acercará a la tierra y será tan brillante como la luna. Los cometas son bolas de nieve sucias que quedan del material que formó el sistema solar y está claro que Atlas nos ofrecerá un espectáculo digno de ver con nuestros ojos.

https://astroaventura.net/el-cometa-atlas-nos-visitara-en-mayo-y-sera-tan-brillante-como-la-luna/

Fase de negociación.

He expuesto bastantes elementos que considero interesantes para la observación y reflexión necesaria para ir tomando partido hacia la una u otra alternativa: Entre mantener los esquemas anteriores (morfostasis) o cambiarlos (morfogénesis) atendiendo a lo que la catástrofe nos ha obligado a investigar.

Un aspecto fundamental a profundizar es el de la muerte. La muerte negada en nuestra sociedad, irrumpe de un modo no visto en este momento histórico sin memoria colectiva de las pestes. Los enfermos contagiosos se mueren solos, aislados en UCIs, sin que puedan despedirse de los familiares, con una de las muertes más difíciles (asfixia), sin que se puedan realizar sepelios, ceremonias, los cadáveres se están recogiendo como se puede, a veces pasa bastante tiempo hasta que puede hacerse, intervienen recursos excepcionales para los traslados como el ejército, se llevan a tanatorios montados sobre la marcha, palacios de hielo, o a lugares donde se creman, en procesiones de peregrinación con los féretros de un lado para otro. Después habrá que atender, cómo se les pasan los restos a los familiares, atender duelos especiales, congelados.

 

Fase de ¿transformación?

Hay una frase que se repite mucho estos días con una certeza apodíctica: el mundo será diferente, después del coronavirus, en general se sobreentiende que mejorado. Esto es ilusorio.

Va a depender de lo que resulte más ajustado en el balance de la negociación.

De la reflexión anterior sobre la muerte puedo anticipar lo que sería morfostático, que considero lo más probable. Para atender los duelos se hará un uso de los psicofármacos más intensivo que el actual, el duelo ya perdió ser considerado una función necesaria de la psique, para considerarse un problema patológico a tratar con hipnóticos, ansiolíticos o antidepresivos.

Este “virus” invisible, que necesita nuestras células para replicarse, aparecerá una y otra vez, mutante ¿y volverá a desencadenar catástrofes?

Un virus no es un enemigo consciente y malvado. Como parte de la naturaleza es un ser con el que podemos relacionarnos y cooperar para conocer mejor los misterios de la vida, además, es un ser vivo muy cercano a lo no vivo. Esa condición lo sitúa en el umbral de lo espiritual.

En la novela “La guerra de los mundos” (Herbert George Wells, 1898), la humanidad no puede evitar ser aniquilada. El ataque cesa por derrumbe de los atacantes. Ogilvy, descubre que los atacantes han sucumbido abruptamente al interactuar con bacterias terrestres, frente a las que no tienen inmunidad natural. Hay hipótesis científicas que apuntan a un origen alienígena de la vida en el planeta, originada a partir de precursores orgánicos sembrados por meteoritos que los transportaban. Del final de la novela se infiere a que el planeta se defiende de lo extraño-alienígena. En la película avatar, ya es la humanidad la especie alienígena en Pandora y, termina derrotada por la unión espiritual de sus especies. Un paso más allá de la novela de Wells. En los dos ejemplos, siempre es derrotado el alienígena. La espiritualidad es una dimensión que relaciona las distintas partes de un sistema en la que cada una está con otras en una red de reciprocidad interdependiente multicausal, generando un salto cualitativo de ser parte de un todo al que se pertenece y con el que se puede interactuar sin jerarquías. Por si no quedaba claro la polaridad opuesta de extraño alienígena es otra de las variables integradas.

El sacrificio es necesario para crecer en conciencia. ¿Cuál? El sacrificio necesario es el derivado del esfuerzo que requiere el conocimiento con sus tareas concretas, que requiere atención, disciplina, coraje y el abandono de las complacencias y reduccionismos, con el trabajo de duelo que requiere ese abandono. Las herramientas, no armas, son el logos que separa, disecciona las partes componentes, hace procesos de digestión y el eros que vuelve a vincular las partes en un orden más evolucionado de significados. Un trabajo alquímico.

El primer sacrificio existencial en el humano es abandonar la vida uterina en el trabajo del parto. Trabajo tan duro que puede llegar a ser traumatógeno, como describió Otto Rank. En el canal del parto el feto no está ni vivo ni muerto, como está el “gato” de Schrödinger. Es la primera muerte que experimenta un humano. Si nace, el feto lo hace en una nueva vida, es un neonato con un cuerpo resucitado transformado (se cierran ventanas cardíacas, el cordón umbilical no se necesita, se respira, …). El feto ha muerto.

El nacimiento es duro, algo que el neonato no puede elaborar solo, incluso traumático, pero afortunadamente lo llegará a ser en función de las respuestas de los adultos que lo esperan. Podrá digerir su angustia, calmarse y sentir que nacer le ha merecido la pena, o quedaré traumatizado. La experiencia del nacimiento queda registrada en el cuerpo, en células musculares, neuronales, que incluyen lo emocional y construyen los rudimentos de la memoria implícita.

La existencia es un continuo ciclo de muertes-renacimientos. El nacimiento es una muerte cuasi real, una metamorfosis, de un cuerpo a otro. Los siguientes ciclos son más simbólicos. Esta ciclicidad es arquetípica, enraizada en la profundidad de la psique colectiva, probablemente desde un origen en nuestros antecesores unicelulares que dejaron de clonarse y adoptaron la manera sexuada para continuar la estirpe. Los clones o fundas de Altered Carbon trascienden la ciclicidad, que en la conciencia humana tiene implícito un final: el ciclo del individuo cesa en algún momento, y lo que sigue es una dilución en el cosmos. La terminación de la vida individual es biológica (el cuerpo alimenta la tierra), y psíquica (el alma alimenta lo inconsciente colectivo). No integrar el ciclo en su sentido global, condiciona proyecciones en un futuro imaginario, con contenidos concretos diversos según los individuos y las culturas.

La experiencia del nacimiento de muerte y resurrección en otra vida, acompañado y calmado por otros seres después de la angustia, alimenta creencias de certezas en otra vida tras la muerte. Psicológicamente no muere quien no acepta la muerte negándola. Y si no se muere no hay vida. El inconsciente nos prepara para la muerte en sueños, visiones, … sin embargo, la interpretación que se hace de los materiales muchas veces ser errónea en función de las creencias previas.

El confinamiento en casa también va a dificultar la conexión humana real y simbólica con la ciclicidad de la naturaleza en esta época, caracterizada por la explosión de la primavera terminando con la muerte del invierno. Lo habitual en primavera es que haya menos muertes humanas, en esta del 2020 es al contrario hay más muertes de lo habitual. Hades no va a dejar a Perséfone salir a la superficie, le dará más granadinas (o belladona) para que se quede en su casa del inframundo, así colabora también con el confinamiento y protege a Perséfone de que se infecte, muera, y, así evita quedarse solo.

Donald Kalsched explica ciertos dinamismos del sistema de cuidado de defensas arquetípicas o arcaicas. Ya sea Hades, la bruja, el hada, … pueden cuidar que el alma se mantenga viva sin sucumbir al trauma, pero, tiene un costo, sobre todo cuando existe un exceso de cuidado, el riesgo es que se congela el desarrollo de la psique, pues queda aislada confinada, disociada. Lo vemos en psicoterapia, especialmente cuando hay traumas en la temprana infancia, pero en los colectivos humanos sucede lo mismo. El yo queda hipnotizado desde dentro, siendo, en ocasiones, solo un médium que habla lo que le dictan, creyendo que es especial por decir lo que dice, y por la persuasión que tiene su discurso en otros que le escuchan. La traumatización consecuencia de la violencia genera milenarismos.

¿Qué hará Perséfone? ¿Sucumbirá? ¿Se escapará?

 

¿Se consolidarán comunidades emergentes de justicia?

 

¿Se reflexionará sobre el modelo de salud?

La desmantelación de los hospitales ha sido una lacra en las condiciones en que se ha hecho. Se podrían rebajar mucho los servicios sanitarios si la población recuperara la autogestión de su salud. Pero eso no interesa a priori. La salud es un gran negocio.

La ciencia médica definió como superstición o pseudociencia, las praxis que se salen de lo que la ciencia imperante acepta. Convirtiéndose en una religión laica que ocupa el espacio de las religiones decadentes y desprestigiadas por su mal hacer. El espíritu científico es humilde, acepta como válido lo que puede validar hasta que se encuentran otras soluciones, pero no hace dogmas. Cuidado con las neo-inquisiciones. El misterio de lo desconocido inspira seguir investigando. Es ético frenar a los farsantes que se lucran ofreciendo mesianismos. Pero personajes de esos no solo están en las “pseudociencias” también en la medicina alopática, en los hospitales, … que son, en ocasiones verdaderas autocracias liberales, o dictaduras.

La relación comunicativa entre sanitarios y pacientes está tan deteriorada como la comunicación en la sociedad, los tiempos de atención son ínfimos, los profesionales aun cuando quieran no pueden hacer mucho, tampoco los pacientes quieren educación, demandan recetas, tratamientos y exploraciones tecnológicas, no se capacita a los sanitarios para detectar la psicología que subyace a los síntomas y síndromes biológicos, para los curriculums no puntúa demasiado hablar en la lengua materna de los pacientes, pero sí importa tener doctorados o saber inglés.

 

¿Se incluirán los conocimientos antropológicos, sociológicos, psicológicos en la complejidad de análisis de la realidad?

 

¿Se cambiará el pronóstico, que ahora es “reservado”, del planeta y de la especie humana?

 

Es un misterio el devenir, y mejor es que lo siga siendo. Que no lo llenen la incertidumbre los profetas, impidiendo la curiosidad y la disposición a los cambios, y activando la alienación y la búsqueda desesperada de salvadores.

 

 

 

 

¡Si hay trasformaciones no serán porque nos las hagan otros!

 

 

 

¡Desde el punto donde te encuentras solo hay un camino adecuado que cambiará, a medida que camines, para ti y para el resto de los caminantes!

 

 

¡Suerte y coraje!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Mikel García García

 

29 de marzo 2020

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Ver un desastre como una oportunidad: aprovechar la energía de los sobrevivientes del desastre para el cambio. 

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Lo impensable: quién sobrevive cuando ocurre un desastre y por qué.

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   Un paraíso construido en el infierno: las comunidades extraordinarias que surgen en el desastre

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Comprensión contemporánea de los disturbios: psicología clásica de masas, ideología y el enfoque de identidad social.