Proceso de Individuación y la soledad radical del ser.
Proceso de Individuación y la soledad radical del ser.
Mikel Garcia Garcia 31 octubre 2025
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Resumen
Resumen:
El proceso de individuación, concepto central de la psicología analítica de Carl Gustav Jung, representa el camino hacia la realización plena del ser humano mediante la integración de los aspectos conscientes e inconscientes de la psique. No se trata de un mero ajuste social o la ausencia de síntomas, sino de un desarrollo activo hacia la totalidad psíquica. En un contexto contemporáneo de identidades fragmentadas y sobreestimulación, la individuación surge como una llamada a la autenticidad y al autoconocimiento profundo.
El proceso se sustenta en la dinámica entre el inconsciente personal y el inconsciente colectivo, este último constituido por arquetipos. Los arquetipos son patrones psíquicos universales e innatos, formas vacías que se manifiestan a través de imágenes, símbolos y mitos comunes a toda la humanidad. No son contenidos heredados, sino predisposiciones para experimentar la realidad de ciertas maneras. El texto explora en profundidad el arquetipo de la Creación, postulando cómo la herramienta de la «creatividad» se fue construyendo evolutivamente como respuesta a la tensión humana con la realidad, hasta cristalizar como un organizador psíquico.
La interacción del sujeto con estos contenidos arquetípicos da lugar a las imágenes y, mediante la capacidad de simbolización, a los símbolos. El símbolo actúa como un puente (función trascendente) que reconcilia opuestos conscientes e inconscientes, impulsando el desarrollo. La imaginación activa se presenta como una técnica crucial para dialogar conscientemente con estas imágenes emergentes, diferenciándose de la mera fantasía.
La individuación es descrita como un opus alquímico, un trabajo interior de transformación donde el «yo» (ego) establece una relación dinámica con el «sí-mismo» hasta consolidar un eje yp/sí-mismo. Este proceso no es lineal, sino rizomático y espiral, e implica integrar progresivamente la sombra (aspectos reprimidos de la personalidad), el ánima/animus (principio femenino/masculino interno) y otros complejos. El conflicto entre polaridades psíquicas no es un obstáculo, sino el fuego necesario para la transmutación.
Un destino inherente a este camino es la «soledad radical del ser». A medida que el individuo se desprende de las identificaciones colectivas (la Persona) y de las proyecciones en los demás, emerge una soledad ontológica. Esta soledad no es un vacío patológico, sino la condición de la autenticidad y la responsabilidad única sobre la propia existencia. Paradójicamente, en la profundidad de esta soledad, el individuo descubre una conexión más genuina con lo transpersonal y el inconsciente colectivo, sintiéndose parte de una red psíquica universal.
El texto concluye reflexionando que la individuación es un proceso que trasciende la vida biológica, continúa tras la muerte, y tiene una dimensión ética ineludible. No se limita a realizar un potencial preexistente, sino que implica forjar activamente el alma en diálogo con lo colectivo, transformando tanto al individuo como a los propios arquetipos a través de la interacción. La verdadera salud es, en esencia, la fidelidad a este viaje de individuación.
Palabras clave:
Individuación, Arquetipos, Inconsciente Colectivo, Símbolos, Sí-mismo, Creatividad, Sombra, Alquimia, Soledad Radical, Función Trascendente, Imaginación Activa, Complejo, Ética, Teleología
Ensayo
Individuación, salud mental y vigencia actual
El proceso de individuación propuesto por Carl Gustav Jung es un concepto fundamental de la psicología analítica.
En nuestra época de ansiedad, identidades fragmentadas y líquidas, sociedad del cansancio y de pérdida de autenticidad, el concepto de individuación es más vigente que nunca. En la era de las redes sociales, donde la «persona» (la máscara social) puede hiperdesarrollarse, la individuación es un llamado a conectar con la autenticidad. La individuación nos recuerda que la salud no es un destino final, sino un viaje continuo de autoconocimiento y crecimiento. Esto es empoderador, ya que normaliza las crisis y los periodos de dificultad como partes necesarias del desarrollo. En una cultura excesivamente racional y materialista, la individuación valora el mundo de los sueños, la fantasía, el arte y lo simbólico como fuentes vitales de conocimiento y curación.
Jung comenzó como alienista este era el término para lo que hoy conocemos como psiquiatra. Un alienista se dedicaba al estudio y tratamiento de las «enfermedades mentales» o «alienación mental». Jung comenzó su carrera en el prestigioso Hospital Psiquiátrico Burghölzli en Zúrich, bajo la dirección de Eugen Bleuler, otro gran nombre de la psiquiatría (fue Bleuler quien acuñó el término «esquizofrenia»). Como alienista, Jung no veía los delirios y alucinaciones de sus pacientes simplemente como síntomas de una enfermedad cerebral degenerativa (la visión predominante de la época). Para él, estos fenómenos tenían un significado psicológico. Eran intentos desesperados de la psique por comunicar algo y autorregularse. Esta idea de que los contenidos psíquicos, incluso los más caóticos, son simbólicos y significativos, es la piedra angular de su obra posterior. Fue su reputación como brillante alienista e investigador de las asociaciones de palabras y los complejos lo que llamó la atención de Sigmund Freud. Al principio, Freud vio en Jung a su «heredero» ideal, ya que Jung aportaba el respaldo de la psiquiatría académica a las ideas del psicoanálisis, que en sus inicios era visto con recelo. Al escuchar a sus pacientes psicóticos, Jung notó que en sus delirios y fantasías aparecían motivos mitológicos y símbolos que ellos no podían conocer. Esto lo llevó a postular que debía existir un sustrato psíquico común a toda la humanidad: el inconsciente colectivo.
Jung contribuyó a la redefinición del concepto mismo de «salud mental». La salud no es simplemente la ausencia de síntomas patológicos, sino un proceso activo, positivo y de desarrollo hacia la totalidad psíquica. En la visión tradicional la salud mental a menudo se equipara con la capacidad de adaptarse a la sociedad y funcionar sin problemas en ella. En la visión junguiana, la adaptación es solo el primer paso. La verdadera salud implica convertirse en un individuo único e irrepetible con un funcionamiento armónico y libre.
Contenidos de lo inconsciente colectivo.
Jung descubrió que el inconsciente dinámico no era sólo la sede de instintos sexuales y agresivos y deseos reprimidos. A través de su trabajo con la prueba de asociación de palabras, el estudio de mitos y cuentos de hadas, y de productos de fantasía de pacientes psicóticos, Jung llegó a la conclusión de que había una capa del inconsciente que contiene imágenes, patrones de comportamiento y modos de percepción accesibles a toda la especie humana (y al mundo animal, también).
Arquetipos.
Los contenidos del inconsciente colectivo son el corazón de la psicología analítica de Jung y lo que la distingue radicalmente de otras escuelas. A diferencia del inconsciente personal (que contiene los recuerdos reprimidos, complejos y vivencias individuales), el inconsciente colectivo es universal e impersonal.
Sus contenidos no son recuerdos, sino tendencias psíquicas innatas que organizan la experiencia humana. Jung los denominó Arquetipos.
El arquetipo (C. G. Jung, 1934) se refiere a aquellas informaciones que originadas en un momento histórico arcaico[1], sobreviven en lo inconsciente colectivo. Las experiencias colectivas importantes de la vida de ancestros prehumanos y humanos, constituyen núcleos informativos, campos de significación, presentes en todas las culturas. Prefiguran “tendencias” o “motivaciones” organizadoras de las expresiones del inconsciente de los individuos, norteando su desarrollo evolutivo.
«Nada pertenece al pasado, ni siquiera los pactos de sangre con el diablo. Hacia fuera tal vez se haya olvidado, pero hacia dentro, no. […] Hacia fuera se es una especie de hombre civilizado, y por dentro, primitivo. En el hombre hay una parte que no está dispuesta a desprenderse realmente de los comienzos, y otra que cree haber superado hace tiempo todo eso en todos los aspectos» (C. G. Jung, 2002a, p. 254).
No son imágenes o recuerdos heredados, sino «formas vacías» (Jung, 1968, p. 79, par. 155)[2], patrones de funcionamiento psíquico, predisposiciones innatas a experimentar y representar la realidad de ciertas maneras universales, «una posibilidad de representación dada a priori»(Ibd, p. 79, párr. 155). En este sentido, Jung creía que el arquetipo es incognoscible e «irrepresentable» (Jung, C.G. 1969, p. 213, párr. 417)[3]; más bien, afecta a la conciencia principalmente por su «capacidad de organizar imágenes e ideas» (Ibd., p. 231, párr. 440). En opinión de Jung, el arquetipo «puede ser nombrado y tiene un núcleo invariable de significado, pero siempre únicamente en principio» (Jung, 1968., p. 80, par. 155). Todo lo que decimos sobre el arquetipo sigue siendo una visualización que es posible por el estado actual de la conciencia en un momento dado. Los arquetipos para Jung son numinosos (es decir, muy cargados emocionalmente) y están asociados con fuertes respuestas afectivas. Además, Jung pensó que el arquetipo tenía una «naturaleza psicoide» (Jung, 1969., p. 215, par. 419), que describió de la siguiente manera: «el arquetipo describe un campo que no exhibe ninguna de las peculiaridades de lo fisiológico y, sin embargo, en el último análisis, ya no puede ser considerado como psíquico, aunque se manifiesta psíquicamente» Jung, 1969., p. 215. En otras palabras, como conceptualizado por Jung, los arquetipos-como-tales mientras que son universales son inconocibles o inconscientes, pero pueden tener un profundo impacto en la conciencia y la vida del individuo. No pertenecen sólo a la esfera psíquica y parecen ser dados a priori como una posibilidad o como una forma sin contenido.
Se ha observado que el relato de Jung sobre arquetipos es multifacético. Por ejemplo, Roesler (2010)[4] señaló que podemos hablar de al menos cuatro definiciones diferentes del arquetipo en la escritura de Jung. La primera es una definición biológica, según la cual el arquetipo fue considerado como un patrón de percepción y comportamiento. La segunda definición es empírica-estadística basada en el trabajo de Jung con la palabra prueba de asociación, según la cual el arquetipo es el núcleo de las categorías de complejos señaladas por él en diferentes individuos. Una tercera definición considera que los arquetipos trascienden cualquier momento, lugar o individuo en particular y cuya naturaleza real nunca puede llegar a ser consciente. Por último, existe una comprensión cultural-psicológica del arquetipo que diferencia entre el arquetipo-como-tal y sus manifestaciones concretas que están culturalmente determinadas [Ibd].
Los arquetipos tienen, en parte, relación con el instinto de un pájaro para construir un nido. El patrón del nido (redondo, con materiales suaves) es el arquetipo. La forma específica que construye cada pájaro con ramitas y barro de su entorno es la imagen arquetípica (la manifestación consciente del arquetipo). Son impersonales. No pertenecen al individuo, sino que él participa de ellos. Son como los cauces por los que fluye el agua de la vida psíquica.
Los arquetipos actúan como los «órganos de la psique», estructurando nuestra experiencia de la realidad y guiando, a través de sus símbolos, el proceso de convertirse en un individuo completo y único: la Individuación.
Los arquetipos equivalen a categorías organizadoras del modo de pensar de lo inconsciente colectivo. “El arquetipo es la forma, introspectivamente discernible, de un ordenamiento psíquico a priori.” (C. G. Jung, 1994, p. 121). Las “imágenes arquetípicas”, surgen de un proceso de “encarnar” las informaciones arquetípicas, desde un sujeto vivo que las anima, vivifica e incorpora a la psique subjetiva dándoles significación. Sin esa acción las informaciones arquetípicas conforman un campo mórfico a la espera de ser activadas. El pensamiento inconsciente opera con las imágenes arquetípicas que son las unidades gramaticales más básicas del lenguaje. La imagen (imago) se experimenta como un numen -objeto con qualia subjetiva mágica- espiritual (numinosa), y emocional, cargada libidinalmente, que manifiesta en la psique la apariencia de un objeto real (i. perceptivas) o imaginario (i. mentales).
Así se explicaría que lo inconsciente pueda asociar, combinar, y elaborar “juicios”. El proceso de ese pensar llega al consciente como intuiciones, «(…) la intuición, considerada a la luz de la psicología, no es más que la brusca entrada en la conciencia de un proceso de reflexión hasta entonces inconsciente.» (Lukács, 1958, p. 39). Las intuiciones ligadas a imágenes requieren ser contempladas desde una mirada capaz de explorar más allá de la apariencia para que desplieguen su poder simbólico.
La imagen arquetípica deviene símbolo cuando interviene la acción de un sujeto con una consciencia que, teniendo capacidad de simbolización, trata de hallar en esa imagen un sentido no aparente. Jung menciona el caso del místico suizo Nicolas de Flue (siglo XVI) (C. G. Jung, 2002a, p. 10), para explicar la confrontación de la consciencia con la imagen bruta y su elaboración hasta su transformación en símbolo, en el caso del místico integrando su visión con el símbolo religioso colectivo de la Trinidad. Lo que Nicolas concluye tiene relación con su cosmovisión, pero ni agota el poder simbólico de su experiencia ni es la única conclusión posible de la misma.
Los arquetipos en sí son intangibles, pero se manifiestan a la conciencia a través de imágenes, símbolos, figuras y motivos recurrentes en los sueños, mitos, religiones, arte y fantasías de toda la humanidad.
No son directamente accesibles en estado normal. Se manifiestan a través de:
Los Sueños. Una «vía regia». Los sueños arquetípicos tienen una cualidad numinosa, sagrada y son extremadamente vívidos.
La Imaginación Activa. Técnica junguiana para dialogar conscientemente con las imágenes y figuras que emergen del inconsciente.
Las Visiones y Experiencias Cumbres. En estados amplificados de conciencia o de gran intensidad emocional.
El Estudio de los Mitos, el Arte y la Religión Comparada. Jung descubrió que los mismos motivos aparecían en culturas separadas en el tiempo y el espacio, lo que probaba para él su origen común en la psique humana.
Los arquetipos son informaciones abstractas, objetivas, impersonales, mientras que la mente humana que es mitopoyética, los recoge en imágenes, les da vida y les pone alma, llegando, por ejemplo, al mito Hera. Como toda personalización, la del arquetipo lo humaniza con el riesgo de confundir lo arquetípico con lo mítico. Fenómeno que se agrava con la dialéctica cultural de los mitos prevalentes por estar ligados a las culturas hegemónicas dominantes.
Hera es un mito de una cultura patriarcal, hegemónica y dominante. Se impone a los mitos de culturas dominadas en ocasiones matrilineales. El analista junguiano no puede dejarse cegar por la luz de Zeus y dejar de buscar los mitos de las culturas originarias en donde reside (Euskal Herria, México, Venezuela, Bali, …). En la jungpisteme se mantiene que, incluso desapareciendo una cultura por genocidio, su impronta en lo inconsciente colectivo permanece y actúa en los sujetos vivos. Las tensiones que generan cosmovisiones polares en sujetos mestizos son enormes, y pueden explicar conflictos sociales y complejos culturales, que resultan de identificaciones con los de la cultura dominadora en el proceso de identificación con el agresor, cuyo correlato es el desprecio de lo que queda de las culturas originarias. En Colombia pude verificar esta hipótesis.
La información arquetípica objetiva impersonal llega al sujeto subjetivo personal y dependiendo de las capacidades de este, especialmente de su capacidad simbólica, vierten su información y se mantienen como entidades vivas con las que dialogar y seguir incorporando información o, como es lo más común, constelizan una estructura -el complejo- que contiene parte de la información arquetípica y partes de resistencias, negaciones, …
El complejo es un constructo defensivo que funciona en la psique como una subpersonalidad autónoma con la que no se puede dialogar, sino que se impone al sujeto determinando su praxis y conducta. Esto sucede tanto en el sujeto como en la cultura. Hay complejos personales y complejos culturales. El complejo salvador, es un constructo autónomo, que contiene parte del arquetipo Cuidador, parte del complejo cultural crístico y partes de la personalidad del sujeto: narcisismo, salvar a otros para salvarse a sí,
Producto de cierta arquetipitis, se llega a proponer como arquetipo junguiano el Patriarcado o la Histeria o la Psicopatía. Otra cosa sería hablar de complejo cultural Patriarcado como hace Silvana Serafín (2008) en un interesante trabajo La piel del cielo: desestructuración del arquetipo femenino patriarcal.
Origen de los arquetipos.
Las experiencias de seres vivientes en relación a existenciarios fundamentales: Ciclidad (vida/muerte, estaciones, orbita solar terrestre, …), dos sexos diferenciados opuestos y complementarios, respuesta a la vulnerabilidad, códigos de acuerdos éticos … Generan una información que queda fijada en la naturaleza.
Presento una hipótesis acerca de como la necesidad de crear para sobrevivir pudo ir creando la experiencia subjetiva de la creatividad (encarnada, viva en los sujetos vivientes) y el arquetipo Creación (objetivo, impersonal, …) que orienta la creatividad de un nuevo ser humano.
Epigénesis del arquetipo de la creación.
La conciencia humana es virtual y está en tensión permanente, insoportable y abrumadora, con “la realidad”. Sentimos, intuimos la realidad, pero no sabemos qué es. “Toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”[i]. Calderón de la Barca.
La creatividad y la búsqueda de significado (Espiritualidad) tratan de resolver esta tensión. La creatividad es el motor principal de la cultura humana, de la conciencia humana y de la individuación de los sujetos.
La conciencia humana es virtual -ya que solamente existe de forma aparente y no es real- su materia es inmaterial “el fantasma”, el cuerpo humano “animal” es la materia construida por los sentidos y nos confiere un sentimiento de realidad tangible, pero que sigue siendo virtual.
Sentimos lo real-materia, e intuimos que existe una realidad, pero no sabemos qué es lo real. Esta incertidumbre es abrumadora e insoportable. “La insoportable levedad del ser” (M. Kundera).
La estructura corporal condiciona cómo nos representamos lo real. Las águilas, como todas las aves, tienen una excelente visión del color. Ven los colores mucho más vívidamente que los humanos. También ven la luz ultravioleta, lo que les permite detectar senderos de orina de presas pequeñas. El águila tiene un éxito muy alto en sus intentos de caza.
Esta tensión es fuente, motor, de vida humana, y la herramienta para soportarla es la capacidad creativa que la trasciende. Esta capacidad fue adquirida en la evolución de los antecesores humanos, mediante varios saltos evolutivos. Iniciada en los rudimentos de exploración de la utilidad de herramientas materiales (piedras) hasta la capacidad de imaginar (jugar con las imágenes anticipando escenarios) y terminó por consolidarse en forma de información instinto-virtual: arquetipo.
Una tarea primordial de la capacidad creativa es construir una significación a la tensión de “la realidad”, requiere un proceso de búsqueda de significado. Este es el rudimento originario de la construcción de la dimensión espiritual humana. Para ser humanos la creatividad es la herramienta fundamental, la que confiere la libertad del ser.
Cuando se logra contemplar lo fenoménico con una mirada que escrudiña dos vertientes, la más inmediata y la más oculta, se ha adquirido la capacidad de simbolización.
Probablemente la creatividad es lo que más distingue a los animales humanos de sus antecesores en la cadena evolutiva. Hasta unos niveles de desarrollo los seres vivos se adaptan a un sistema ecológico y se conforman con un equilibrio interactivo y multi sistémico. Mientras dure ese orden el sistema está en equilibrio morfostático y puede permanecer en él mucho tiempo. Todos los miembros del sistema se necesitan para mantener el equilibrio. Los depredadores que matan e ingieren herbívoros, los herbívoros que matan e ingieren vegetales, los carroñeros ingieren animales o vegetales muertos, los que descomponen las cadenas orgánicas hasta su mínima expresión para convertirla en mínimos nutrientes, abono, para ser incorporados en el metabolismo de seres vivos.
El ciclo de destrucción, construcción, es continuo. Ambas facetas se necesitan. Para evitar ser iconoclastas podemos sustituir construcción por de-construcción así puede que seamos más civilizados, pero estamos hablando de lo mismo, aunque tenga una presencia menos agresiva o más amorosa.
El equilibrio morfostático de un sistema es precario, susceptible de ser alterado por diferentes factores que pueden provenir de algo externo (movimientos telúricos, cambios en el plasma solar, …) o interno (mutaciones en alguna especie, herencia genética de habilidades adquiridas por alguna especie o por miembros de la misma, …). El ecosistema entra en una fase caótica, de movimientos bruscos buscando una readaptación hasta un nuevo equilibrio. Dependiendo de la capacidad morfogenética, es decir de poder modificar el equilibrio inicial a otro distinto tras una fase caótica, el sistema podrá reequilibrarse en un nuevo “ser vivo” o morir.
El caos es la materia prima de la que surge la vida. La organización de cualquier sistema vivo es compleja y antitética a un equilibrio de morfostasis “quasi eterna”. Un sistema planetario, una galaxia, son “seres vivos” en un nivel de “eterno” de dimensión temporal. Un sujeto humano es antientrópico, consume una ingente cantidad de energía sólo para seguir vivo, experimenta una infinidad de fenómenos lineales y cíclicos (cada reacción de respiración celular, cada reacción química, …) infinitamente superiores a los fenómenos que puedan producirse en el sistema solar. Eso se queda corto si consideramos los miles de millones de humanos vivientes y los que han vivido anteriormente.
El humano es el ser vivo más antagónico a lo inorgánico que conocemos en nuestro planeta. Parece difícil imaginar que haya algún otro más antagónico en el sistema solar, en la galaxia, en el universo que conocemos o en los posibles multiuniversos hipotetizados.
El humano dispone de la herramienta más sofisticada para evadirse de la morfostasis inorgánica: la creatividad.
Con esta herramienta puede saltarse las normas de juego del equilibrio de morfostasis, y transformar los sistemas en los que participa el humano.
Crear permite al humano salir de la necesidad ineludible de estar en un lugar cosificado del ecosistema moviéndose solo en un rango de acciones que mantengan su equilibrio. Crear permite modificar, transformar el ecosistema adaptándolo a su necesidad o deseo.
La vida humana no lo es sin cultura y esta cultura es la mayor expresión de posición de ruptura de los equilibrios naturales, que el humano siente como amenazantes (por su vulnerabilidad) y que quiere dominar para sobrevivir: Las fuerzas de la naturaleza son inconmensurables y “malas”.
La herramienta “creatividad” se fue construyendo en el desarrollo evolutivo.
Probablemente los homínidos antecesores fueron probando por ensayo y error alternativas para mejorar su adaptación a sus sistemas, utilizando herramientas tomadas de la propia naturaleza como por ejemplo una piedra afilada para abrir la cáscara de una fruta. También lo vemos en animales.
La adquisición de una cierta conciencia de que crear instrumentos que resolviesen problemas e hiciesen la vida más fácil, era una necesidad de supervivencia, especialmente por la vulnerabilidad frente a otros depredadores, pudo ser una adquisición que se heredara.
La fragilidad, la vulnerabilidad la muerte, pudieron ser estímulos convergentes para el desarrollo de la cultura que necesitaba herramientas de creación en el seno del grupo. La creación fue subjetivizada en una significación que daba sentido al sujeto como humano, la facultad creativa, la creatividad.
Una facultad transmaterial, de alma, incorporada a la espiritualidad como función humana que busca dar significación a la propiedad existencia y a las vicisitudes existenciales. Los sujetos creativos, construían cultura, vida y continuidad de la comunidad.
El valor de la creatividad no se circunscribía sólo a la resolución de problemas que surgían en el presente sino a la anticipación imaginativa de los que pudiesen ocurrir en un futuro. Esto supone un nuevo salto, el segundo estadio evolutivo: el aplicar la función creativa a sucesos imaginarios pero previsibles.
El tercer salto evolutivo es más radical. La creatividad se puede utilizar para adaptar los sistemas a las necesidades o deseos humanos. La dominación, la jerarquía, la explotación, son modalidades que se pueden ejercer a partir de este tercer salto evolutivo de la conciencia creativa.
Una aplicación de este tercer salto es referir la capacidad creativa al dominio del grupo humano de pertenencia, a parte del mismo (dominio ejercido por los hombres contra las mujeres) o de otros grupos humanos.
A nadie se le escapa que la guerra, la violencia, son fuentes para la activación de la creatividad humana.
“Una de las nociones medulares en Heráclito es el concepto de logos, entendido no solo como su discurso sino también como una ley objetiva del devenir. Heráclito cree que detrás de la multiplicidad, subyace una unidad, una conexión armónica que constituye la verdadera naturaleza de la realidad. Esta idea de la unidad de la multiplicidad ya había sido sostenida por los milesios, pero la originalidad de Heráclito reside en que esta unidad o armonía es producto del conflicto. De ahí que “guerra” sea otro nombre para lógos pues, así como en B1 Heráclito subraya que “todo sucede de acuerdo con el lógos” (katà tòn lógon), en B80 dirá que “todo sucede de acuerdo con lucha” (kat’ érin) y que “la justicia es lucha” (díken érin). La imagen de la guerra es adecuada en tanto sugiere conflicto, oposición, antítesis. Lejos de entender la justicia como la resolución del conflicto, Heráclito piensa que lo que asegura la unidad y la cohesión es la oposición.” Silvana Di Camillo[5]
En algún momento del camino la interiorización de la necesidad de creaciones y de tener bien desarrollada una capacidad creativa para poder crear, se convirtió en arquetipo: el arquetipo de la creación.
La creatividad, la creación, funcionan como “fulcros”, “organizadores de la evolución y desarrollo psíquico” del individuo y de la especie.
Los arquetipos representan, primariamente, las unidades de actividad en las cuales se manifiesta la energía psíquica.[6]
En acontecimientos preconscientes los arquetipos se materializan determinadas imágenes. Así, los arquetipos se vuelven secundariamente perceptibles de un modo introspectivo como «psíquicos».[7] Lo que los arquetipos son en sí mismos, es decir, antes de nuestra percepción introspectiva, no lo podemos saber. Pero, como ordenadores, deben poseer, a causa de la existencia de los fenómenos de sincronicidad, un aspecto no-psíquico, (pero que, apenas los contenidos ordenados devienen conscientes, deja de manifestarse en fenómenos de sincronicidad marginales).[8] Este aspecto psicoide de los arquetipos (ordenadores) se manifiesta, así, no sólo como fenómeno psíquico, sino también como un fenómeno físico-energético.[9]
Esa fuerza instintiva, adquirida primero como preconciencia, heredada en la cultura y en la constitución del sujeto, que es libidinal (objetivamente cuantificable en pulsión y resultados), surge y arrastra como instinto motor de vida: arquetipo. es el arquetipo. Una vez generado el arquetipo de la creación, llega a concienciarse como creador (cada sujeto individual).
En última instancia es la energía física[10] el sustrato común de la materia y la psique. Es observable y medible científicamente en la realidad objetiva, y observable y medible introspectivamente como «intensidad» según la mayor o menor «impresión» sentimental o emocional que nos hace sentir o en síntomas, signos o señales que se pueden medir en la materia corporal aunque los sujetos no lo perciban. Es el concepto antiguo de mana … Libido, más reciente, tiene un sorprendente parentezco espiritual con el mana primitivo, aunque se diferencia del concepto físico de energía por el hecho, de que no es cuantitativa sino principalmente cualitativa, qualia. En lugar de la medición exacta de cantidades, la psique efectúa una determinación estimativa de las intensidades, para lo cual es utilizada la función del sentimiento (evaluación).[11] Pero estas intensidades están más o menos graduadas lo que señala, como Jung enfatiza, a una, «por así decirlo, energética, física, latente» en los fenómenos psíquicos.[12]
Para Wilhelm Reich es importante el nivel objetivo de carga energética física de un sujeto y especialmente sus dinámicas de flujo, pulsación.
Basándose en los estudios previos de Pierre Janet, Jung definió la psique como un terreno de realidad que se encuentra, a modo de un espectro, entre el polo «infrarrojo» de las reacciones materio-corporales por un lado y, por el otro, el polo «ultravioleta» de los ordenadores formales, que Jung llama arquetipos.
Los números como configuraciones isomorfas de movimiento de la energía psíquica y física. El número tiene que ver con el aspecto latentemente material de la psique y también con el aspecto latentemente psíquico de la materia y los ritmos.
El número es una llave que da acceso al misterio, el enigma del número natural, porque es, justamente, tan descubierto, como inventado. Es cantidad e, igualmente, también significado.
A partir de los cinco meses los animales humanos ya son capaces de realizar funciones de adicción al aumentar las cantidades de un mismo objeto presentado visualmente; y a los seis meses pueden discriminar visual o auditivamente cantidades de forma abstracta (Wynn, 2000)[13]. Se postula que existe un sistema matemático básico a nivel biológico, que permite manipular cantidades con sumas y restas elementales, aspecto que se ha visto compartido con otros animales a los cuales se les puede entrenar para dar resultados similares (Coolidge & Wynn, 2018)[14].
Se ha llegado a afirmar que el proceso del conteo en humanos surge inicialmente de forma asociado a su posición corporal (orientación) y el control de acciones y representación del cuerpo (número de dedos empleados para contar) asociado al desarrollo del lóbulo parietal izquierdo (Butterworth, 1999)[15].
El lenguaje supone una “revolución” para las matemáticas, a medida que surge y domina el vocabulario aparece la aritmética simbólica, en el cual se basa el cálculo, gracias al lenguaje se produciría una transición de la aritmética concreta-perceptual a una abstracta-simbólica, aspecto que se ha comprobado cómo ya desde los 4 años van a provocar una activación en el surco intraparietal (Cantlon, Brannon, Carter, & Pelphrey, 2006)[16], es decir, ya está preparado para este desarrollo abstracto.
Cada cultura se explica esa fuerza preconsciente con diferentes mitos. La construcción de los mitos depende de las características estructurales de la cultural que los produce. Responden a estructuras de poder que los modulan en su literalidad, son referentes para la aculturación que interioriza la cosmovisión y sirven para mantener y justificar tanto la cosmovisión y las estructuras de poder que la gestionan. Los mitos de creación matrilineales son distintos de los patriarcales. Las sociedades con religiones monoteístas tienen mitos de creación distintos de las sociedades animistas.
Todo mito de creación recoge una medida, un número cualitativo que mide unidades temporales, eones. La creación en siete dias… Lo mismo que en otros arquetipos que tienen cualidades aritméticas. El del sí-mismo (mónada, microcosmo, etc.) con variantes del Cuatro entre una de sus múltiples manifestaciones numéricas.
La capacidad creativa, es inmaterial, subjetiva, pero es sentida como “tangible”, como todo fenómeno subjetivo. La mínima expresión de la materia es la energía. Todo fenómeno subjetivo tiene energía biológica percibible por los sentidos como objetivamente cuantificable (electromagnética, cuántica, …) y con un sentido psicológico: “líbido”. La capacidad creativa es libidinal (objetivamente cuantificable en pulsión y resultados).
Estudios académicos sobre arquetipos
Las nociones de arquetipos y el inconsciente colectivo, que son fundamentales para la psicología analítica, generalmente han permanecido fuera del ámbito de la investigación de la psicología académica convencional. Sin embargo, hay esfuerzos emergentes para integrar ideas de la psicología analítica y de la psicología cognitiva, la neurociencia e incluso la física, por ejemplo, etc. Hasta la fecha, estos esfuerzos se han dirigido en gran medida a una integración teórica o conceptual. Los intentos de poner en práctica o probar empíricamente las ideas de la psicología analítica son hasta bastante poco comunes.
Por lo tanto, cabe destacar dos estudios que buscaban proporcionar una prueba empírica de la noción de arquetipos. Rosen et al.[17]encontró que los participantes no podían identificar de manera confiable el significado asociado propuesto de símbolos considerados arquetípicos cuando dependían sólo de los recursos disponibles para la conciencia. Sin embargo, cuando a los participantes se les presentaron pares de símbolos y significados que debían aprender en un procedimiento de recuperación de asociados emparejados, mostraban una recuperación significativamente mejor de aquellos pares en los que los símbolos arquetípicos coincidían con sus significados arquetípicos asociados que aquellos en los que el significado asociado no se correlacionaba con el significado arquetípico. Al interpretar sus resultados, los autores teorizaron que la presentación del símbolo y el significado asociado movilizaban asociaciones anteriores e implícitas codificadas en la memoria que en condiciones normales no están disponibles para la memoria consciente. Los resultados de este estudio inicial fueron posteriormente replicados por Huston[18] y Bradshaw y Storm[19].
Rosen y sus colegas argumentaron que una extensión natural de los primeros estudios de Jung con la Prueba de Asociación de Palabras sería el estudio de asociaciones sobre la base de symbols. Desarrollaron un inventario de cuarenta símbolos y cuarenta palabras asociadas que estaban destinadas a corresponder a los significados arquetípicos del símbolo: el inventario de símbolos arquetípicos (ASI). Además, diseñaron un paradigma psicológico cognitivo para probar la hipótesis de que los símbolos arquetípicos estaban fuertemente asociados a estos significados subyacentes propuestos y que la asociación está más allá de la recuperación consciente en condiciones normales.
Rosen et al. llevó a cabo una serie de tres experimentos con estudiantes de pregrado en psicología en una gran universidad en el suroeste de los EE.UU. Los dos primeros experimentos probaron el conocimiento consciente de los participantes sobre los símbolos y sus significados. Cuando se les mostró cada uno de los símbolos ASI, y se le pidió que adivinara el significado de cada símbolo, los participantes estadounidenses no podían llegar al significado designado de los símbolos. Aún más sorprendentemente, cuando se les dieron los 40 símbolos ASI con una lista ordenada al azar de los significados, los participantes fueron incapaces para hacer coincidir los símbolos con sus significados correctos por encima del nivel de oportunidad. Estos resultados muestran que los participantes no eran conscientes de los significados de los símbolos.
El tercer experimento fue una tarea de aprendizaje de asociados en pareja en la que los estudiantes (divididos en dos grupos) se mostraron por primera vez los cuarenta símbolos. A cada grupo se le dio la mitad de los símbolos emparejados con los significados asociados propuestos y la otra mitad con símbolos y significados no coincidentes (los emparejamientos particulares se contrarrestan a través de los dos grupos). Después de un minuto de descanso, a los participantes se les mostró sólo los símbolos y se les pidió que recordaran y escribieran la palabra que inicialmente vieron emparejadas con el símbolo. Se encontró que los estudiantes aprendieron y recordaron significativamente mejor las palabras cuyos significados correspondían a los significados propuestos de los símbolos arquetípicos que los que no estaban relacionados con el supuesto significado de los símbolos.
De la literatura de investigación de aprendizaje de listas se sabe que los pares de palabras fuertemente asociadas se aprenden mejor que los pares menos asociados. Esto dio lugar a los autores del estudio para concluir que los símbolos arquetípicos están fuertemente asociados a los significados relacionados propuestos y que la asociación es inconsciente.
Milena Sotirova-Kohli[20] realiza una investigación con 402 sujetos. Symbol/Meaning Paired-Associate Recall: An “Archetypal Memory” Advantage? Símbolo/Significado de la recuperación del asociado emparejado: ¿Una ventaja de «memoria arquetípica»?
Concluye que presentar símbolos emparejados con sus significados aceptados ejerce un efecto estadísticamente significativo en el aprendizaje y la memoria independientemente del idioma y la cultura, a pesar de que los participantes carecen de conciencia consciente de las asociaciones. Esto replica los hallazgos iniciales de Rosen et al., Efectivamente hay una «ventaja de memoria arquetípica». Sin embargo, es necesario seguir trabajando experimentalmente para poder responder a muchas de las preguntas relativas a la naturaleza del arquetipo y el inconsciente colectivo. Sería de interés llevar a cabo el experimento con pacientes que tienen amnesia, como sugieren Huston, Rosen y Smith
Dinamismos entre contenidos de lo inconsciente colectivo y el sujeto personal.
Del arquetipo al mito, y retorno.
La ilustración 1 la vamos a explicar con una imagen arquetípica presente en todas las culturas: el círculo, que, siendo una imagen simple, tiene un enorme potencial simbólico, un atractor promueve buscarle una significación. Esta es la función religiosa de re-ligare, reunir la imagen con el sentido que porta. ¿Qué experiencias impactaron a los ancestros para constelizar informaciones que se representen con la imagen círculo? Probablemente fuentes múltiples convergentes. El primer círculo que empieza a discriminar un infante es el iris de quien lo mira amorosamente cuidándole. Iris pulsante, entre miótico ó midriático, en función de la luz, la focalización de la mirada y las emociones de quien mira. La propiocepción de nuestras propias células dota al círculo de frontera entre continente convexo y contenido cóncavo. Posteriormente se asocian los fenómenos importantes de la naturaleza, el horizonte, el sol, la luna. El círculo es una abstracción mental, la geometría euclidiana, en la naturaleza sólo existen aproximaciones a lo circular. El círculo es un significante de relación. El nuevo lactante mediado por el arquetipo puede reconocer en el iris el círculo y esto le inscribe en la relación y la consolida, junto con los elementos personales, los instintos, el olor, el miedo, el placer. Más adelante el infante garabateará, con la arena, con un tizón, con un lápiz, … e irá experimentado circularidades y líneas cóncavo-convexas, espirales, la relación con el espacio, el vacío, lo lleno… El garabato como precursor artístico está formulado por Winnicot (Gaspariño & Loné, 2016; Lacruz Navas, J., 2010; Martínez Loné, 2017; Nagel, 1995).
La formación de símbolos es un proceso de juntar e integrar lo interior con lo exterior, el sujeto con el objeto. Los símbolos creados primero internamente, pueden luego re-proyectarse hacia el mundo exterior en una zona intermedia de experiencia, entre la realidad interior y la vida exterior, poblada de objetos y fenómenos transicionales, que van perdiendo significación y van dando lugar al juego y a la actividad creadora.
La apropiación es de naturaleza física y sirve de soporte para los despliegues posteriores de naturaleza simbólica. Es iniciada con la lactancia (sin y con dientes), en de una dinámica antropofágica, boca, labios y las manos (su satélite cognitivo).
Las funciones corporales son el esqueleto que predetermina los símbolos que finalmente representarán dimensiones humanas existenciales. La columna vertebral vertical -en la bipedestación- se trasladará al axis mundi representado por el árbol de la vida que conecta la tierra con el cielo.
De la apropiación física a la simbólica del cuerpo del OTRO hay un trayecto bastante corto y metonímico. La apropiación del espacio, del tiempo y sus atributos, de las mentes, del OTRO no es cuerpo a cuerpo, pasa por un proceso de mediación por las imágenes simbólicas. Y tiene su esqueleto en los procesos de separación del cuerpo de la madrfe.
Ilustración 1 Esquema en espiral expandida del arquetipo al mito. Fuente: Mikel Garcia
El infante a medida que consolida su capacidad de simbolización captará el sentido simbólico de las intuiciones que le llegan acerca del círculo, la relación del sí-mismo con el cosmos, mediada por la relación con los otros humanos, construirá Crómlech en sus juegos simbólicos y experimentará con las relaciones. Irá creando sus propios relatos con las historias del juego y sus círculos, y un observador podrá reconocer mitologemas. El círculo muta de mándala a yantra. Interiorizará yantras culturales conectados con relatos mitológicos colectivos “aculturarándose”. Algunos yantras mantendrán la conexión con la función re-ligare del arquetipo círculo, otros le abducirán conduciéndolo a terrenos ideológicos de las religiones. El yantra puede ser una mandorla, que se enfatiza la entronización del demiurgo y su poder sobre la humanidad, el nimbo de los santos, … Se justifican jerarquías, privilegios y moralidad normativa sancionadora deontológica. Las ideologías que activan lo arquetípico al servicio de falacias fascinan y reducen el grupo a masa sometida (Hitler). «Para Jung el arquetipo lleva ínsito tanto el lado oscuro como el luminoso» (Jacobi, 2019, p. 61).
La realidad realmente importante para el humano tiene la estructura de un acontecimiento, no la de un contenido objetivo, y puede expresarse únicamente, como diría Aristóteles, en una práxeos mímesis, en la representación de una acción, es decir, en una «historia». Esto es el fundamento de la construcción de los mitos. Cada arquetipo es el núcleo de una experiencia histórica ancestral que se explica, en lo actual, con una historia que reconstruye el tiempo original, constituyendo una unidad funcional, un mitologema (C. G. Jung & Kerényi, 2004). Los mitologemas tienden a articularse en historias más complejas, resultando un relato mítico completo con mitologemas articulados de modo que tengan una coherencia interna que resulte comprensible. El mitologema inviste un tipo arquetípico enriquecido con un mínimo de elementos propios de una cultura, siendo el mitema (Lévi-Strauss, 2002) una porción irreducible de un mito, un elemento constante, que se repite en varios mitologemas.
Para Malinowski (1948) el mito cumple una función esencial al codificar los conocimientos y las prácticas sociales, morales y religiosas de cuyos restos arqueológicos e históricos da cuenta. Para Eliade (1999) el mito es una estructura de lo real que escapa a una aprehensión empírico-racionalista, siendo más bien un “encarnamiento” que quizá tenga que ver con nuestros más inconfesables deseos y temores.
Para Dumézil (1974), la función de los mitos es expresar dramáticamente la ideología de que vive la sociedad, mantener conscientes no solamente los valores que reconoce y los ideales que persigue de generación en generación, sino ante todo su ser y estructura, los elementos, los vínculos, las tensiones que la constituyen. El sentido oculto de los mitos es de naturaleza histórico social para justificar las reglas y las prácticas tradicionales sin las cuales toda la estructura se dispersaría.
La función del mito como aculturizador es una de las principales características del mito en las sociedades humanas. El mito es un medio para transmitir valores, normas y conocimientos de una generación a otra, y es utilizado por las culturas para enseñar a los individuos cómo comportarse y cómo interactuar con su entorno.
Pero ¿qué pasa con los mitos en la sociedad moderna? ¿Siguen siendo relevantes? En la actualidad, se desprecian los mitos como algo irracional, arcaico, contraponiéndolo a la ciencia del logos. La psique humana es mitopoyética, construye relatos míticos para explicar las realidades existenciales. Hasta la ciencia construye mitos para explicar sus hallazgos y logros. Muchas personas se sienten desconectadas de las tradiciones y mitos antiguos, y buscan nuevas formas de encontrar sentido y propósito en sus vidas. Aquí es donde hay espacio para que surjan los mitos modernos: historias y símbolos que reflejan las preocupaciones y aspiraciones de la sociedad actual. El riesgo es que los mitos sean construidos por “el poder” como una forma de dominación al adoctrinar a los sujetos necesitados con ideologías que les dan sentido a sus vidas a base de consumir productos opioides.
En mi artículo Los mitos modernos, filogénesis, función y trabajo de consciencia (García García, 2023), reflexiono sobre la función de los mitos, presentando diversos ejemplos en ciertas áreas que podemos entender como mitemas (sacrificio, amor incondicional, …) los cuales forman parte del núcleo de mitos concretos. Los mitos explican uno o varios mitemas con particularidades diversas dependiendo de la cultura. El recorrido del artículo llega hasta la presentación de un listado de mitos modernos, que se nutren de los mitos antiguos adaptados a mensajes modernos. Enfatizan la función de aculturación de dar sentido a la existencia, pero, en muchas ocasiones, esos mitos quedan despojados de su poder simbólico originario, convertidos en signos-creencias que adoctrinan y mutan a los sujetos en consumidores de productos opioides que adormecen la conciencia. En el epílogo se invita a reflexionar (un proceso de desmembramiento) sobre qué mitos nos están poseyendo e impidiendo la evolución para poder recuperar la creatividad mitológica y la disposición a la paz resiliente.
Imagen, imaginación, realidad.
La imaginación es la facultad humana, la capacidad de la mente para generar representaciones —escenas, historias, sensaciones— de cosas que no están presentes en la realidad inmediata. No surge de la nada; su materia prima son los elementos previamente percibidos y almacenados en la memoria, que son recombinados y transformados para crear nuevas realidades psíquicas. Por ello, la imaginación es un proceso creativo superior, ya que es el taller donde se forja lo novedoso.
Una imagen (imago) es mucho más que una copia mental. Es un numen: un objeto psíquico cargado de una cualidad subjetiva y poderosa (qualia), una esencia mágica o espiritual (mana) que la convierte en una hierofanía, es decir, una manifestación de lo sagrado. Esta carga emocional y simbólica es lo que llamamos qualia: la cualidad subjetiva e intransferible de una experiencia, tanto individual como colectiva.
Desde una perspectiva antropológica y arqueológica, la imagen surgió en el «hueco dejado por los muertos». Los primeros retratos y efigies actuaron como sustitutos de los cuerpos ausentes. La imagen, por tanto, responde a una ausencia y se convierte en la «criatura fantasmática» del cuerpo desaparecido, un fantasma que habla por quien ya no está (de ahí la idea de un «lenguaje de los muertos»). La imagen responde por la ausencia. Las imágenes son las criaturas fantasmáticas de los cuerpos.
La realidad que moldea y da sentido a la subjetividad humana no es la fría realidad objetiva de los hechos, sino la realidad tejida en forma de relato. Construimos nuestro mundo a través de historias, mitos y narraciones. Esta es una «realidad específica de especie», para la cual el proceso creativo es fundamental, pues es el mecanismo con el que construimos ese relato significativo.
Las imágenes sean endógenas o exógenas, sin nuestra mirada (sin nuestra conciencia) serían absolutamente nada. Observar imágenes significa animarlas.
Lo “imaginario” (sólo existe en la imaginación: amigo imaginario; números imaginarios… imaginaria militar)
Lo “imaginario” funciona mayoritariamente como el espacio de los sueños muertos de la humanidad, sustitutivos de la imaginación. Relato-mito-compensatorio. Imaginación Fantástica, juego de pensamiento sin fundamento en la naturaleza: “la piedra angular de los locos”. “nada se crea, todo se copia” en las máquinas de imágenes.
En la “órbita de lo imaginario” las imágenes no tienen memoria de sus raíces, perdidos los vínculos con su origen son autosuficientes y autorreferentes.
La fuerza de la Imaginación Vera (Paracelso – Alquimistas) con su impronta de rebelión creativa, traspasa la resistencia de las imágenes, las torna en ventanas que permite el acceso a los “materiales que representan”.
En este contexto, la creatividad puede entenderse como una herramienta del Eros (en el sentido junguiano del principio de conexión, relación y vida). Su función es articular, unificar y otorgar un sentido coherente al producto del proceso creativo. Así, la creatividad se revela como una facultad indispensable para el desarrollo psíquico, la integración de los opuestos y el proceso de individuación (el llegar a ser uno mismo).
Para que una obra original o un hecho novedoso trascienda la mera rareza y adquiera profundidad, necesita estar imbuido de un sentido de «religare» (del latín, «vuelta a unir» o «conectar»). Este término, raíz de la palabra «religión», aquí simboliza la capacidad de una creación de re-ligar al individuo con algo trascendente: con su propio self, con la comunidad o con el arquetipo. Sin esta conexión significativa, las supuestas originalidades son meros «significantes vacíos»: formas novedosas pero carentes de un contenido profundo que resuene en la psique.
Sin embargo, incluso estos «significantes vacíos» pueden tener un valor. Al ser percibidos por otros, pueden actuar como estímulos o catalizadores que despierten en ellos un auténtico proceso creativo, llenándolos de un significado nuevo y personal.
Totalitarismo de las imágenes fantásticas.
Nuestra época produce tantas imágenes que abruman y rompen el ritmo de la imaginación arrastrando a los sujetos a una dependencia de los mensajes que esas imágenes signos fetiches contienen.
El tanto devorar imágenes nos lleva a que ellas nos devoren a nosotros y que acabemos queriendo tenerlas para llenar los vacíos y ser ser como ellas, identificándonos.
Además de una indigestión icónica, una iconoadicción narcotizante de las imágenes, se produce una colonización del alma como un gran outsider tanático.
Da igual que las busquemos fuera o las busquemos dentro, da igual que nos las impongan desde fuera que nos las impongan desde dentro. Desde la propaganda subliminar tardocapitalista o desde el inconsciente psicoide de la república de los arquetipos.
Para evitar enfermedades iconofágicas, primero es conveniente disminuir la ingesta, ponerse a dieta de las imágenes durante días o semanas para alcanzar cierta paz interior. Pero ¿Cómo podríamos defecar la enorme cantidad de imágenes que consumimos iconofágicamente? ¿Cuál sería el proceso de iconorrea?
Imaginación activa
Hay que distinguir entre la actividad imaginativa ordinaria, como la fantasía, y la imaginación activa:
Una fantasía es más o menos la invención de un individuo y permanece en la superficie de las cosas personales y las expectativas conscientes. Pero la imaginación activa significa, tal como indica el término, que las imágenes tienen vida propia y que los acontecimientos simbólicos se desarrollan de acuerdo con su propia lógica (suponiendo, por supuesto, que tu razón consciente no interfiera). (Jung 1935, “Las conferencias Tavistock”, párr. 397) citado por (Schaverien, 2005).
La actividad imaginativa, como el simple ensueño y el fantasear, «permanece en la superficie de las cosas personales»; por lo tanto, está más cerca de la experiencia consciente. La imaginación activa requiere una atención dirigida y una suspensión de la
incredulidad, lo que permite que fluyan imágenes previamente inconscientes y que el
material más profundo pueda manifestarse
Imaginación activa (IA) versus estar activo para imaginar. Se confunde mucho que una actitud de estar activo para imaginar es lo mismo que usar la herramienta Junguiana imaginación activa. Para hacer IA se necesita tener un yo bien estructurado para no confundir los contenidos que se presentan en la psique con esa herramienta de IA.
Imaginación activa (IA) versus estar activo para imaginar. Se confunde mucho que una actitud de estar activo para imaginar es lo mismo que usar la herramienta junguiana imaginación activa. La IA tampoco es Inteligencia Artificial, como aplicación tecnológica derivada de los conocimientos de la neurociencia para llegar a la mente y modular la conciencia (Cognotecnología). Salvador Dalí (1904-1989) con su método paranoico-crítico, encontraba interesante la paranoia como habilidad para percibir enlaces entre objetos que racional o aparentemente no se hallan conectados. André Bretón (1896-1966) afirmó que constituía «un instrumento de primera importancia» y que «se había mostrado perfectamente aplicable lo mismo a la pintura que a la poesía, el cine, la elaboración de objetos surrealistas, la moda, la escultura, la historia del arte, e incluso, de ser necesario, a cualquier tipo de exégesis». Dalí describía el método paranoico-crítico como un «método espontáneo de conocimiento irracional basado en la objetividad crítica y sistemática de las asociaciones e interpretaciones de fenómenos delirantes autorreferentes». La diferencia con estar en la paranoia de trastornos mentales es el uso crítico de los contenidos delirantes autorreferenciales. Para hacer IA se necesita tener un yo bien estructurado para no confundir los contenidos que se presentan en la psique con esa herramienta de IA.
Ensayos imaginativos
La ficción hace simulacros sobre diversas distopías sociales, derivadas de transformaciones más o menos catastróficas (virus que transforman a la población en zombies, o porque son creados artificialmente, o activados por radiaciones, o salen del interior de las células humanas para hacernos conscientes de algo: “El virus como Hermes”) o descubrimientos científicos (se puede condensar la conciencia en un dispositivo e irla pasando a diversas fundas corporales, a modo de inmortalidad, como en la serie de Netflix Altered Carbon), o de regulaciones morales (una noche se pueden actuar con permiso las pulsiones criminales: The Purge, la noche de la bestia).
Las distopías atraen, las utopías aburren. Las distopías podrían hacer evidente o consciente lo que es probable y mover las conciencias a evitarlo, pero no lo hacen, funcionan como catarsis en las que se interioriza la banalidad del mal (en el sentido de Arendt). Además, refuerzan la confusión entre realidad y virtualidad.
Cuando llega el coronavirus no se distingue hasta qué punto es ficción o si de ser real será bueno realizar las distopías vistas en la ficción. Algunos piensan que con el coronavirus alguien está haciendo simulacros. Otros que el baño de realidad podrá activar la empatía al vivir realmente una distopía y que esto provocará cambios de fondo.
Ante acontecimientos percibidos como catástrofes es común reaccionar reforzando aún más esa forma en que habitamos la realidad física: Negamos lo real, sus circunstancias, y las consecuencias de nuestros actos en lo real.
La desrealización es una alteración pasajera de la percepción o de la experiencia del mundo exterior del individuo de forma que aquel se presenta como extraño o irreal. Entre otros síntomas se incluyen las sensaciones de que el entorno del sujeto carece de espontaneidad, de profundidad o de matices emocionales. Muchas personas tienen una experiencia pasajera de despersonalización o desrealización en algún momento de sus vidas. Sin embargo, cuando estas sensaciones siguen apareciendo o nunca desaparecen del todo y afectan tu capacidad de desenvolverte, se considera que padecen un trastorno de despersonalización-desrealización. Este trastorno es más frecuente en personas que han atravesado experiencias traumáticas.
Cuerpo humano
El cuerpo actual tampoco es un mediador útil para relacionarse con la realidad, no está habitado, se huye de él o porque se lo vive como una carcasa transitoria o fuente de pecado por los instintos y deseos erótico sexuales, y, precisamente por ello objeto de castigo, sea conscientemente con cilicios o inconscientemente sufriendo por distintas enfermedades psicosomáticas, entre ellas, las autoinmunes.
La ficción recoge mitologías anteriores de inmortalidad en nuevos mitos colectivos que toman fuerza simbólica: zombies, muertos vivientes, que van más allá de otros mitos que siguen existiendo como los vampiros inmortales.
La ciencia ficción, orientadora de la ciencia, adelanta que la reencarnación será posible recopilando la consciencia de un sujeto y pasándola a un nuevo cuerpo, siempre que te lo puedas pagar. También hay “pagos” o pasaportes para las inmortalidades que proponen algunas religiones, …
Los humanos somos una especie social. La supervivencia humana depende de la co-regulación de nuestro estado neurofisiológico a través de la interacción social. La teoría polivagal denomina a este proceso espontaneo como neurocepción (Porges, 2003, 2007). Ante la presencia física de otro, mientras participa activamente en interacciones espontaneas cara a cara, nuestro sistema nervioso detecta estas señales de forma intuitiva y rápida sin darse cuenta de manera consciente. Es un proceso neuronal que ocurre sin conciencia y que evalúa constantemente y desencadena respuestas fisiológicas adaptativas. Particularmente activo ante el riesgo, según las características particulares de seguridad, peligro o amenaza a la vida.
Mientras se juega y también muestras se realizan videoconferencias se pierden las referencias habituales y se asimilan otras. El uso excesivo de pantallas limita la capacidad natural de exploración del mundo real, reduce el espacio íntimo de la persona e impide que se desarrolle de forma amplia. Se necesita un sobreesfuerzo para resintonizar nuestro sistema nervioso para ser más conscientes de la expresión facial, la entonación vocal y el gesto de la cabeza, el lenguaje corporal cambia sus referencias.
Puede darse el «síndrome del astronauta». La persona pierde las coordenadas temporales y espaciales, siente que flota perdiendo su sentido de orientación y produciéndose olvidos que comprometen el contacto con sus afectos y afectando su capacidad de imaginación. El sentimiento de desrealización está, aunque sea inconsciente. Y se ponen en marcha mecanismos adaptativos. Las «orejeras tecnológicas» comprometen e involucran una acotación de la perspectiva y de la visión horizontal por una permanente fijación del campo visual y del movimiento de la cabeza restringiendo la capacidad natural de exploración. El movimiento arriba-abajo del espacio reducido de la pantalla produce una adaptación artificial del espacio y del movimiento horizontal. De ahí que se produzca la verticalización del cerebro y de la identidad.
Consideraciones sobre los símbolos.
El fenómeno psíquico investigado por la psicología analítica es el símbolo, que constituye la única llave posible para el conocimiento, pues como dice Jung «siempre expresamos a través de símbolos las cosas que no conocemos».
La imagen arquetípica deviene símbolo cuando interviene la acción de un sujeto con una consciencia que, teniendo capacidad de simbolización, trata de hallar en esa imagen un sentido no aparente. Jung menciona el caso del místico suizo Nicolas de Flue (siglo XVI) (C. G. Jung, 2002a, p. 10), para explicar la confrontación de la consciencia con la imagen bruta y su elaboración hasta su transformación en símbolo, en el caso del místico integrando su visión con el símbolo religioso colectivo de la Trinidad. Lo que Nicolas concluye tiene relación con su cosmovisión, pero ni agota el poder simbólico de su experiencia ni es la única conclusión posible de la misma.
La capacidad de simbolización la desarrolla el sujeto, con la experiencia y el entrenamiento, es contingente a las vicisitudes existenciales de su desarrollo evolutivo.
Lo mismo ocurre con la capacidad de diferenciación entre el origen imaginario o externo de la imagen y sus dinamismos. Sin capacidad de simbolización el potencial simbólico de la imagen no se despliega y la imagen funciona únicamente como signo para los dinamismos de la imaginación fantástica. Un psicótico no puede separarse de la imagen, contemplarla e interaccionar con ella buscando un sentido más allá de lo aparente, no tiene capacidad de simbolización, ni puede discernir el origen interno o externo de la imagen. Un ejemplo de incapacidad de simbolización es Nicodemo[21].
El símbolo contiene un componente colectivo, que le dota de un matiz hermético, con la información de las experiencias culturales de nuestros ancestros. «El monstruo egipcio, feminizado en el mundo griego, no es sino una «masa de libido incestuosa» (frase de Jung en Metamorfosis y símbolos de la libido) que se rinde a la astucia del héroe» (Durand, 1992, p. 74)
Herbert Blumer (1982), acuña el término interaccionismo simbólico. Las personas actúan sobre los objetos de su mundo e interactúan con otras personas a partir de los significados que los objetos y las personas tienen para ellas. Es decir, a partir de los símbolos. El símbolo permite, además, trascender el ámbito del estímulo sensorial y de lo inmediato, ampliar la percepción del entorno, incrementar la capacidad de resolución de problemas y facilitar la imaginación vera. Los significados son producto de la interacción social. Las personas seleccionan, organizan, reproducen y transforman los significados en los procesos interpretativos en función de sus expectativas y propósitos. «El símbolo sólo puede ser motivado por los comportamientos elementales del psiquismo humano» (Durand, G., 2000). La simbolización permite ampliar la percepción del entorno, incrementar la capacidad de resolución de problemas y facilitar la imaginación, la fantasía y la creatividad.
El símbolo presupone una función psíquica que lo crea y una función que lo comprende, a la cual denominó «pensamiento simbólico o entendimiento simbólico» que es coordinado por el yo y realiza la trasformación del material inconsciente en material consciente. La capacidad de la psique de formar símbolos es una función compleja, operada por la psique por medio del mecanismo de auto-regulación, que une los pares de opuestos en una síntesis y crea una comunicación entre consciente e inconsciente.
Es decir, es una consecuencia de la llamada función trascedente. El símbolo creado en un momento histórico no puede per se, transformar a un sujeto que no haya consolidado una capacidad simbólica para explorar que hay detrás de la manifestación aparente del símbolo. Sin esa capacidad simbólica en símbolo es signo.
Llegar a entender la Cruz como unión de opuestos cuaternarios, coniunctio, es distinto de entenderla como signo de vencer la muerte en una resurrección.
El azar y el eterno retorno de Nietzsche son sinónimos de la sincronicidad y la función trascendente de Jung. Ambos afirman la necesidad de amar lo múltiple y cambiante del devenir heracliteano, en el que el conflicto (tensión) entre polos opuestos (se suele mal-leer como guerra) es permanente, necesario y el motor de la transformación. Intuyo que esto inspira a Hillman en Un terrible amor por la guerra[22]. Amar el devenir es arriesgarse, jugar a los dados en una sola jugada, pues somos un ser para la muerte. Cada acción es mortal y eso es origen de la vida del viviente. La existencia es mortal y eso es el origen de otras existencias. Ahí radica la creatividad como facultad humana para soportar vivir en la incertidumbre caótica del ciclo inmanente de la muerte-vida, y destilar la tensión en acciones en dos tiempos: matar (destruir- deconstruir) y dar vida (crear-animar-dar significación). La herramienta “creatividad” se fue construyendo en el desarrollo evolutivo de la especie humana, en varias fases hasta generarse el arquetipo “creación”. La capacidad creativa, es inmaterial, sentida como “tangible” por el quantum de energía biológica que la sustenta y que es objetivamente cuantificable (electromagnética, cuántica, …) y subjetivada como: “líbido”.
Jung subrayó en su trabajo Símbolos de la Transformación, «todos los procesos psíquicos emocionales, esto es, cargados de energía, muestran una tendencia muy notable a manifestarse ritmicamente». La ritmización de la energía psíquica fue, probablemente, el primer paso hacia su plasmarse culturalmente y, con esto, hacia su espiritualización.
Este es el sendero de la individuación, tarea en fases, cuya función no es separar al sujeto del colectivo, sino reintegrarlo a una tensión entre la intersubjetividad compartida y la soledad radical del ser. No hay ni resonancias en paralelo ni sujetos separados, sino la constitución de una única y combinada subjetividad que incluye también lo inanimado. “Somos extranjeros donde sea que estemos” (Fernando Pessoa). Amar el devenir implica saber jugar y bailar. Aquel que juega reactivamente querrá tirar varias veces hasta que los dados den la combinación deseada. El juego de los dados, las tabas, el I Ching, se pueden usar como herramientas de individuación o como herramientas reactivas de la sombra.
El filósofo Nagel (1995)[23] contempla el psicoanálisis como una extensión de lo que él llama “psicología del sentido común”. Algo que el tránsito por la individuación consolida y a lo que la psicoterapia enseña a utilizarlo adecuadamente. Matar las inflaciones, sacar a la sombra de la cárcel, descolonizar las mentes, … en movimiento rizomático y espiral (baile) para acercarse al estado de simplicidad en el seno de la complejidad. Un simple gesto puede trasformar la cultura cuando el colectivo está receptivo. ¿Qué impulsa a Héctor a quitarse el casco, ponerlo en el suelo, para abrazar al niño?[24] Amar el devenir permite que el eterno retomo actúe como principio ético. Un principio cuasi kantiano pero que lo trasciende al incorporar lo inconciente colectivo. La individuación no lo es sin la mirada ética. Mirada que hay que develar, deconstruyendo primero la moral del rebaño -grabada a fuego- hasta tener, a veces, que “realizar el dios oscuro”.
Cuando las palabras empiezan a hacerse musicales nos estamos acercando a lo reprimido. En su relato breve El silencio de las sirenas, Kafka, hace patente la paradoja de Ulises atrapado entre canto y silencio (Kafka, 1981, p. 150).[25]
Los símbolos, dice Theodor Abt (2005)[26] “siempre apuntan hacia aquello que aún es desconocido para la persona y así puede plasmarse en textos y pinturas la naturaleza simbólica del trasfondo inconsciente que necesita ser expresada en ambas formas: en palabras e imágenes”.
El sol negro a los ojos de los alquimistas es la materia prima. Lo inconsciente en estado elemental. Para los mayas el sol negro se representa en forma de jaguar. Sol negro es el sol en su recorrido nocturno, cuando deja este mundo para iluminar otro. Los aztecas lo representan llevados sobre la espalda por el Dios de los infiernos. Antítesis del sol de mediodía, como lo absoluto maléfico y devorador de la muerte.
Para el analista el sol negro es lo inconsciente en su estado más elemental.
Los mismos símbolos pueden tener lecturas distintas en las culturas. En el misticismo nazi. El Sol Negro formaba parte de una serie de creencias englobadas en una corriente ocultista iniciática -ocultismo nazi- UMBRA NATURA.
Este movimiento quiso sentar las bases de una corriente doctrinal pseudo religiosa-política fundada (o «reconstruida» según los intereses del Reich)
Heinrich Himmler líder de las SS se tenía por gran ocultista e iniciado en las artes esotéricas y las corrientes del presunto “misticismo ario ancestral”.
¿Símbolos y mitos, son expresiones de arquetipos?
No. El arquetipo[27] es su fuente de instinto psíquico, el símbolo es una subjetivación y el mito una subjetivación todavía más elaborada, una historia compleja que articula diversos símbolos y arquetipos en un lenguaje gramatical generativo. La psique humana es mitopoyética, no puede dejar de construir historias. Llamar arquetipo a un mito es un error bastante frecuente en algunas corrientes junguianas, diría que es un exceso de eros sobre el logos. Desequilibrio que es vivido por sujetos como referencias ideales, muchas veces de una cultura idealizada, desde la que se hacen juicios -soy Atenea, me falta Hestia- que refuerzan identificaciones, con ideales, coartando el proceso de amplificación histórica de la propia mitología interna.
Imagen arquetípica que simboliza el sí-mismo y la Individuación: Los mándalas son los símbolos más primarios de la humanidad y son el término técnico que Jung usa para referirse a las figuras circulares, cuadradas o con forma de cruz o estrella. La palabra sánscrita mándala significa «círculo mágico». Simboliza el acabamiento, la redondez, la unión de los opuestos que hacen un todo, la transformación y el renacimiento. La creación o renovación del sí-mismo y su integración en el yo para formar el eje yo/sí-mismo, que es el objetivo de la individuación, puede ser empujada por los mándalas. El sujeto va a construir una narrativa, un relato, una historia, el rudimento del mándala se transforma en un yantra.
La mayoría de lo que nombramos como mandalas son yantras.
Interacción sujeto -vivo- con información arquetípica -muerta.
En las secciones mecánica cuántica y arquetipos del artículo El Susurro del Cosmos y el Microscopio: Magia y Ciencia en el Umbral de la Conciencia, se explican las hipótesis de la interacción. (García García, 2025c)
En el apartado El proceso de individuación es un opus alquímico de este artículo se describe esa interacción aplicada al desarrollo psíquico.
La interacción entre arquetipo Creación y la subjetividad, tiene como resultado de ese proceso epigenético o una creatividad al servicio de la individuación o un complejo[28] de creatividad que mantiene al sujeto fijado en falacias pre-trans (Ken Wilberg). El complejo de creatividad funciona como una modalidad del “mal”, lo que no es banal (Arendt, 1993) pues se adscribe a la sombra[29] y condiciona las creaciones y las decisiones éticas de los sujetos. Me parece oportuno traer esta cita que combate implacablemente cualquier refugio en la defensa de la banalidad.
Sincronicidad
En «Myterium Coniunctionis»[30] escribe Jung que el mandala es la correspondencia intrapsíquica del Unus-Mundus, el fenómeno de sincronicidad, en cambio, la correspondencia parapsicológica. Este es un enunciado muy importante.
Von Franz lo desarrolla más. Es el pensamiento de las correspondencias de Parménides: macrocosmos, microcosmos.
Marie Luise Von Franz, en tiempo y número habla sobre el I Ching
«Hellmuth Wilhelm ha descubierto un interesante paralelo chino del concepto occidental del Unus Mundus. Se encuentra en la obra del filósofo Wang Fu Ch‘ih (1619-1692), que hizo el intento de aclarar filosóficamente el funcionamiento tan misterioso del libro de las mutaciones, el I Ching.[31]
Según su entender, es toda existencia, en última instancia, un continuo que abarca todo y que en sí mismo está regularmente ordenado. «Sin embargo, prescinde en sí de la manifestación fenomenológica» y por eso no es inmediatamente accesible a la percepción sensorial. (Esta idea corresponde casi completamente con aquella de Jung de un transfondo psicofísico del mundo irrepresentable y, por esto, invisible.) Según el punto de vista de Wang Fu Ch‘ih, se diferencían, a causa de la dinánica inherente a este continuo universal, ciertas imágenes, las cuales, en su estructura y en su posición, participan en el Continuo y sus leyes.[32] Porque estas imágens están ordenadas en sí mismas y porque por esto tienen un carácter regular participan en el mundo del número y pueden ser aprehendidas por un procedimiento numérico, es decir, entran en el campo de juego del número y pueden ser, como objetos de teoría condicionados por leyes, numéricamente estructuradas y ordenadas. Estas imágenes, en efecto, pueden también ser aprehendidas directa, emocional y vivencialmente sin ningún procedimiento numérico; el número, por el contrario, abre un acceso teórico-especulativo a las situaciones de estas imágenes.
Esta idea de Wang Fu Ch‘ih de las dos posibilidades de acceso a las imágenes me parece muy significativa: un acceso es puramente cualitativo, intrapsíquico y vivencial, el otro es más técnico-racional y está más relacionado con el orden de la estructura que con el contenido de las imágenes. Sin embargo los dos accesos conducen al mismo fin, o sea a la aprehencion de una «constelación» perteneciente a un momento determinado en el mundo de este transfondo psicofísico.
De este transfondo fluyen las imágenes arquetípicas y era, efectivamente, la presuposición del I Ching, que ésto se llevase a cabo en un cierto orden y sucesión. «El I Ching, dice Jung,[33] es un sistema significativo que intenta ordenar, en cierta manera, y hacer legible el juego de los arquetipos.“ »
En su artículo sobre el principio de sincronicidad[34] Jung lanza también la pregunta, de si los fenómenos de sincronicidad no pudieran ser, en última instancia, sólo casos especiales de un principio de la naturaleza concebido de un modo mucho más amplio. Jung desigan a este principio como un estar-ordenado sin causa.
Los sucesos de sincronicidad sólo casos especiales respectivos, en los cuales el observador se encuentra en la situación de reconocer el tertium comparationis, es decir, una igualdad de sentido.“[35] El estar-ordenado que se expresa visiblemente en el suceso de sincronicidad, «se distingue del estar-ordenado de las propiedades de los números enteros o de las discontinuidades en la física en que estos últimos se encuentran desde siempre y regularmente, mientras que los primeros representan actos de creación en el tiempo», actos de creación en el sentido de una «creatio continua». Estos no serían solamente concebidos como una serie de actos de creación sucesivos, sino también como la «eterna presencia» del acto de creación único.[36] El contingente sería en este sentido, dice Jung, por una parte algo general existente desde siempre, por otra parte la suma de muchos actos de creación individuales que suceden en el tiempo.[37]
Así los «actos de creación individuales» de los fenómenos de sincronicidad no estarían fuera de todo orden reconocible, sino que tienen lugar dentro de ciertos «campos de probabilidad del estar-ordenado sin causa,» y estos últimos no parecen sustraerse del todo de la determinabilidad o predictibilidad.
En mi artículo El Principio de Sincronicidad: entre la psique, la materia y el inconsciente psicoide se profundiza sobre la sincronicidad (García García, 2025b).
Un equipo de físicos teóricos de la Academia Polaca de Ciencias acaba de demostrar que la no localidad cuántica, una propiedad que Einstein consideraba inquietante, puede surgir simplemente del hecho de que las partículas son idénticas entre sí. El trabajo, publicado en npj Quantum Information[38], no se limita a una interpretación teórica, pues ofrece un criterio claro y experimentos viables para detectar este tipo de no localidad, incluso con medios ópticos simples como espejos y divisores de haz.
En la física clásica, dos objetos que nunca han interactuado no deberían tener ningún tipo de relación entre ellos. Pero en la mecánica cuántica, las reglas cambian. Desde hace décadas sabemos que el entrelazamiento cuántico puede generar correlaciones entre partículas incluso cuando están separadas por grandes distancias. Este fenómeno ha sido verificado en múltiples experimentos, como las pruebas de las desigualdades de Bell, que descartan cualquier explicación puramente local.
Sin embargo, estas pruebas suelen requerir partículas distintas que hayan sido preparadas juntas. Lo que propone este nuevo trabajo es aún más radical: la mera identidad de las partículas podría generar esas correlaciones no locales, incluso sin que hayan estado en contacto antes. Tal como explican los autores, “el estado cuántico puede ser considerado un recurso genuinamente no local si es capaz de manifestar comportamiento no local en algún experimento óptico lineal pasivo”.
La idea desafía los límites de lo que consideramos «interacción». Aquí, las partículas no necesitan tocarse ni compartir una historia común. Lo que importa es su naturaleza compartida.
Esta visión tiene implicaciones de gran alcance. Si el entrelazamiento puede surgir de la pura identidad, entonces el universo mismo podría estar lleno de conexiones ocultas entre partículas que jamás se han tocado. Un tipo de red subyacente tejida por la naturaleza cuántica de la materia.
Sincronicidad y creación.
La noción de sincronicidad es tan radical que puede usarse para conceptualizar fenómenos que implican la influencia de la psique en la materia:
Creación de Figuras o personajes. La sincronicidad permitiría hablar de la aparición de figuras que no están sustentadas en la física clásica, pero que sí lo están en la física cuántica, como los tulpas (seres creados desde la psique en el budismo) o los ovnis.
Necesidad y Realidad. Estas figuras surgen porque responden a la necesidad de alguien individual o colectivo. Si el individuo necesita una representación del sí-mismo para descubrir algo, la figura puede crearse o aparecer en la realidad material.
La sincronicidad es como un eco cósmico: si la consciencia está estancada en un problema profundo, el universo material resuena con ese conflicto interno a través de una coincidencia significativa, obligando al individuo a escuchar el mensaje de su propia alma para encontrar el camino de vuelta a la totalidad.
El proceso creativo
Es el proceso por excelencia en que se movilizan cualidades contradictorias, pero mutuamente recíprocas: actividad y pasividad, receptividad y productividad, conciencia e inconsciencia. Las etapas del proceso creativo identificadas por la mayoría de los artistas e investigadores:
- Preparación: un individuo se enfrasca en un problema y cae en una fase de lucha confusa pero consciente. Para mantener la fe en esta etapa, la persona necesita ser humilde pero perseverante; no puede rehuir el conocimiento y la información.
- Incubación: etapa que el filósofo Whitehead definió como un estado de “confuso suspenso”. En este punto, el individuo suelta su problema, se aleja de él. Está desconcertado y confundido. No puede encontrar una solución y, por así decirlo, admite su ignorancia, su derrota.
- Iluminación o inspiración: etapa que puede “sucederle”, si tiene suerte. De pronto ve un destello de luz, se inspira, se le ocurre una idea brillante. Esta etapa, exuberante y a menudo extática, tiende a ser inesperada, repentina, y estar marcada por una sensación de certeza. Se produce en un estado mental que Harold Rugg (1963) describió como de “vacío creativo”, el cual suele ir acompañado de una sensación de haber sido pasivo, un mero observador de lo ocurrido.
- Verificación: etapa de evaluación crítica en que se necesita comprobar, organizar, desarrollar y formular las ideas generadas en el período de inspiración.
El proceso creativo depende de la capacidad de una persona para utilizar las funciones de su ego consciente, ya que éstas predominan en la primera etapa, cuando se requiere conocimiento y destreza y cuando se plantea el problema y desafía a luchar; y en la cuarta etapa, cuando la “iluminación” exige evaluación crítica. En la segunda y tercera etapa, se requiere el sometimiento de las funciones del ego, porque estas fases dependen de lo que Ehrenzweig (1967) llamó capacidad de “desdiferenciación” o exploración inconsciente; están supeditadas a la capacidad de ser humilde, soportar la duda, la angustia, el no saber, el no controlar, y a la capacidad de experimentar un “asombro sagrado”. Por consiguiente, el proceso creativo parece exigir que una persona sea capaz de oscilar libremente entre el control y la obediencia y entre períodos de trabajo consciente y períodos de aceptación pasiva.
La segunda etapa, la de incubación, es una de las más difíciles de soportar, pues implica esperar que el proceso “de nacimiento” ocurra en su propio tiempo orgánico.
La inspiración puede ser el momento más excitante, más extático. Pero ya que la experiencia de éxtasis implica apartarse de las funciones racionales y críticas, la cuarta etapa, la de evaluación crítica, es necesaria porque conlleva la reutilización de nuestras destrezas y conocimientos. Pero suele exponerlo a uno a la decepción, insatisfacción y melancolía, al darnos cuenta de que existe una discrepancia entre concepción y realización, entre experiencia subjetiva y realidad objetiva.
En otras palabras, el proceso de creación no sólo está lleno de gozo y excitación, sino que también conlleva muchísima angustia, incluso agonía, y la capacidad para tolerarla.[39]
Claramente, si uno se expone a tales angustias, dolores y dudas, es porque existe una necesidad casi desesperada de crear.
La Personalidad Creativa
La personalidad creativa emerge de la interacción entre el empuje arquetípico y el desarrollo del yo.
El aspecto de la creación como arquetipo ya se ha explicado.
Ha continuación voy a citar dos autores psicoanalíticos que convergen con las hipótesis junguianas.
Bion, por ejemplo, escribe sobre los preconceptos arquetípicos que, “al igual que los “bebés nonatos” de Wordsworth o el “prisionero” de Miguel Ángel, luchan y rezan por el advenimiento de las experiencias que puedan liberarlos de su mármol inmemorial para nacer. Es como si todas nuestras creaciones fueran meros redescubrimientos que libera la experiencia” (Grotstein, 1981, p.30).
Así, como expone Grotstein (1981), caminamos a la sombra de nuestra potencial y trascendental grandeza cósmica, pero estamos condenados a obtener sólo vistazos ocasionales de ella a través de oleadas epifánicas a medida que maduramos (p. 30).
La tesis de Meltzer pone en primer plano la necesidad básica del ser humano por la estética y su eterna búsqueda de lo bello. ¿La apercepción que tiene el bebé de la belleza de su madre no es lo que podríamos llamar una “imagen arquetípica” que debe ser modificada y ajustada a la realidad de la madre humana real? Esta hipótesis de la primera percepción —o sea, arquetípica— del bebé de la belleza absoluta de la madre, que inevitablemente es moderada por la realidad de la madre real, lleva a Meltzer a postular que esta confrontación de lo que podríamos denominar lo “arquetípico” con lo “real” causa la primerísima depresión, porque implica sacrificar “la luz, la belleza y la perfección”.
Cabe recordar que la belleza, lo estético, es más que un simple placer sensual; lleva intrínsecamente, en su esencia misma, el significado y la experiencia de lo trascendental.
Balint, en su libro La falta básica (1968), sugiere que en el ser humano existen tres áreas: el área del complejo de Edipo, donde el conflicto se caracteriza por la presencia de al menos dos personas, aparte del sujeto; el área de la falta básica, que corresponde exclusivamente a la relación de dos personas: madre e hijo; y el área donde no hay un objeto externo presente. En esta última área, el sujeto actúa sin la ayuda de nadie y la principal preocupación es producir algo de uno mismo. Balint lo llama el nivel de creación, que es cuando nos aproximamos a esta área en que el silencio y la no interpretación son más relevantes.
Bion, con su concepto de “prejuicio”, y Meltzer, con su tesis de la percepción estética del recién nacido, aseveran que estos procesos psicológicos no se forman por experiencias reales, sino que esperan algún encuentro relevante antes de poder evidenciarse. Ambos afirman que estas preconcepciones necesitan ser parcialmente saturadas por la experiencia para conducir a la introspección y toma de conciencia y así quedar disponibles para la imaginación y la fantasía. “En otras palabras”, escribe Bion, “son disposiciones mentales innatas para recibir un tipo de experiencia de lo que es fundamentalmente incognoscible”.
Estas citas muestran la semejanza que existe entre algunos postfreudianos y junguianos (sabemos que Bion, por ejemplo, estaba presente cuando Jung dio las Conferencias Tavistock).
El acompañamiento de arquetipos ánima/animus para conectar el yo con el sí-mismo lo conocemos en varias obras literarias. En muchos casos apareciendo el ánima con un sujeto masculino. Quiero citar otro mito poco nombrado y que se circunscribe a animus y sujeto femenino.
En el mito sumerio del “Descenso de la Diosa Inanna a los Infiernos”, Inanna es acompañada hasta las puertas del inframundo por Ninsubur, a quien describe como su “constante apoyo”, su “sirviente de favorables palabras”. Pero cuando llegan a las puertas del averno, Inanna debe seguir adelante sola:
Abre la casa, Neti, la casa
Que estaré sola
Ninsubur, quien se encarga de celebrar los ritos fúnebres, va donde los cuatro dioses principales a rogarles que ayuden a Inanna si no regresa en tres días. Así, él es su vínculo con el mundo superior, el mundo de la vida, de la realidad.
Rasgos del sujeto con creatividad para la individuación
- Fineza de percepción (espejo)
- Capacidad Intuitiva (intuición trascendente)
- Imaginación vera, no fantástica.
- Capacidad Crítica (anticastración, exilio del incesto urobórico y genital)
. Rebeldía con causa: eficiente y final.
- Curiosidad Intelectual (impulso epistemofílico)
- Capacidad simbólica con empatía libidinal
- Compasión (cum pathos)
- Soltura y libertad
- Entusiasmo, alegría de vivir. Eudaimonia.
- Profundidad (inmersión en lo IC)
- Tenacidad
- Magia trascendente
- Memoria eidética
- Navegar entre estados de conciencia (ordinaria, no ordinaria, onírica)
. Contacto con lo IC en espiritualidad “re-ligare”
- Pensamiento lateral o divergente
. Equilibrio de funciones y actitudes
. Integración de la sombra reprimida y liberación de la sombra de oro.
. Despliegue de potencialidades contenidas.
. Equilibrio hermético entre la actitud constructiva -cooperativa, de paz- y la malicia.
. Realización del “dios oscuro”. Ética.
. Frónesis. Sabiduría práctica: tekné.
. Caminante sin retorno, autoexiliado de espacios a los aceptará no retornar (útero, paraíso, complejo materno, paterno…), haciendo duelos de nostalgias y añoranzas.
. El movimiento creativo parte del artista, inspirado por sus dinámicas inconscientes, que produce un acto en el que se incluye al OTRO que lo contempla. Un círculo mandálico que genera historia en espiral.
. Diferencia el sesgo teleológico y las pareidolias, de la función teleológica de lo IC.
Voy a extenderme en este: Capacidad simbólica con empatía libidinal. Además de tener capacidad simbólica se requiere empatizar con el símbolo para poder establecer relaciones cooperativas y desplegar su significado. Frente a la serpiente, por ejemplo, la capacidad simbólica permite entender que más allá de la apariencia hay un significado que no se comprende y si hay la disposición epistemofílica de querer conocer el proceso se inicia. Pero es necesario poder empatizar con el símbolo, si, por ejemplo, si la serpiente despierta elementos paranoides, se huye de su contacto y no se puede simbolizar, literalizando, aunque tengamos capacidad simbólica, la serpiente puede ser sentida como representante del diablo. Esto ocurrió en un caso que traté al aparecer la serpiente en un sueño. El análisis condujo a desvelar la asociación entre la serpiente y el falo de un sacerdote-diablo perpetrador, período de su vida del que era inconsciente, hasta que la serpiente irrumpió en su conciencia en un témenos apropiado.
Se sobre entiende que un sujeto que pudiera disponer de todas esas características no es real, y que estar con una creatividad totalmente liberada del complejo es muy poco común. Por lo tanto, se infiere que la mayoría de los sujetos tendrán un complejo de creatividad. Incluso es aceptable pensar que nadie está más allá del complejo creatividad, habiendo niveles del mismo, de forma que algunos estarán sobredeterminados por un complejo más patológico que otros. También es legítimo sostener que habrá sujetos con poca estructura de ese complejo porque están prácticamente poseídos por el arquetipo, como sucede en el arte de estructuras psicóticas clínicas.
La palabra eidética viene del vocablo griego εἶδος (eidos), que significa «forma». La palabra fue acuñada por Mario López (1929). Se trata de un tipo de memoria de carácter casi sensorial, cuyo tiempo de permanencia ronda en milésimas de segundos. Precede a la memoria a corto plazo.
La memoria eidética es la habilidad de recordar imágenes con niveles de detalle muy precisos, sin necesidad de usar mnemotecnia. Se presenta en un reducido grupo de niños y, en adultos, es muy escasa o inexistente. Se ha comprobado que, la gente que posee esta memoria, mueve los ojos lateralmente, como si estuviesen escaneando una imagen, cuando se esfuerzan por recordar una imagen al milímetro.
En psicología, las personas con hipertrofia de la memoria eidética pueden recordar cualquier cosa que hayan visto u oído, incluso aunque lo hayan percibido una sola vez y de forma fugaz, si bien en general los recuerdos son menos claros y detallados que las percepciones.
Un reciente estudio (Lacaux et al., 2019) encuentra una la relación entre el pensamiento creativo y los estados de narcolepsia. En estos últimos el sujeto está muy frecuentemente cerca de los materiales oníricos y símbolos. Compara los resultados en creatividad, medida como pensamiento abstracto divergente entre sujetos con narcolepsia y sanos. La narcolepsia se caracteriza por entrar directamente en el sueño REM, pasando de la conciencia ordinaria a la onírica, con movimientos oculares rápidos. Son estados de vigilia disociada y sueño con movimientos oculares rápidos (alucinaciones hipnagógicas, parálisis del sueño, y sueño lúcido) y tienen una alta frecuencia de recuerdo del sueño. Concluye que los sujetos con narcolepsia con más creativos. La narcolepsia es un problema de desconexión brusca de la conciencia ordinaria, pero resulta útil para controlar el impacto, del tener sueños en fase REM y recordarlos, sobre la creatividad. Los terapeutas somos testigos de que relacionarse con los sueños y elaborar sus contenidos desarrolla el pensamiento divergente abstracto y creativo.
Un estudio (Gray, Anderson, Chen, 2019)[40], relaciona la asociación libre del pensamiento con la creatividad. Encuentran que la creatividad está asociada a un flujo de pensamiento libre “hacia adelante”. Ante el estímulo de una palabra se responde con otra nueva con un nexo asociativo. El criterio de creatividad es que las nuevas palabras que van apareciendo, en la cadena asociativa, se distancian bastante de las palabras precedentes sin ser aberrantes.
De los dos estudios siguientes se infiere la necesidad de una acción prosocial de los cuidadores en edades tempranas y el riesgo que los niños pequeños no identifiquen y respondan a los adultos con comportamientos opuestos. Aportan datos sobre lo delicado del desarrollo de actitudes para la moralidad y la paz.
En el primero (Cowell, y Decety, 2015)[41], en 73 bebés y niños pequeños (12-24 meses) se investigan los precursores de la moralidad como una interacción compleja entre, ambiente social envolvente, conductas de los bebés y respuesta neuronal. Concluye que la atención de los niños se centra en los adultos prosociales, no en sus beneficiarios, ni tampoco en los adultos con acciones negativas, que se refleja un compromiso neuronal aumentado en respuesta a interacciones sociales positivas.
Otro reciente estudio en neurociencia (Decety, Meidenbauer, y Cowell, 2018)[42] concluye 1.- que el cerebro de los niños pequeños (N=30, 12 niñas y 18 niños, entre 3,5 y 5 años) se activa discriminando adecuadamente los estímulos que provocan dolor de los que no lo provocan, 2.- que las acciones pro sociales de los niños se predicen mejor cuando en el cerebro aparecen respuestas más grandes al dolor en la empatía cognitiva, y 3.- que la preocupación empática de los padres predice positivamente el comportamiento prosocial de los niños.
Lo que se conoce sobre el pensamiento divergente inspira intervenciones para desarrollar la paz. Un trabajo experimental con grupos de discusión y participantes del conflicto palestino- israelí, aplicando el pensamiento paradógico, tuvo resultados transformadores en los participantes (Hameiri, Porat, Bar-Tal, Bieler, & Halperin, 2014), traspasando los fanatismos concretos de los participantes en actitudes hacia la paz.
Toda creación artística implica traducir una experiencia, inmaterial o no material, a algo material. Necesitamos hacer o encontrar una “forma” para experimentar lo numinoso y comunicarlo a los demás y a nosotros mismos. “Nosotros, los poetas, luchamos con el No Ser para forzarlo a Ser”, escribe un poeta chino. Y Archibald MacLeish señala (citado en May, 1976):
La labor del poeta es luchar contra el sinsentido y el silencio del mundo hasta obligarlo a tener sentido; hasta convertir el silencio en respuesta y el No Ser en Ser (p. 89).
Toda creación artística implica traducir una experiencia, inmaterial o no material, a algo material. Necesitamos hacer o encontrar una “forma” para experimentar lo numinoso y comunicarlo a los demás y a nosotros mismos. “Nosotros, los poetas, luchamos con el No Ser para forzarlo a Ser”, escribe un poeta chino. Y Archibald MacLeish señala (citado en May, 1976):
La labor del poeta es luchar contra el sinsentido y el silencio del mundo hasta obligarlo a tener sentido; hasta convertir el silencio en respuesta y el No Ser en Ser (p. 89).
Tylor, distingue 5 Niveles de la Creatividad:
1) La creatividad expresiva. Dibujo de un niño-espontaneidad –libertad desprovista de aptitudes especiales.
2) La creatividad productiva. Se dispone de aptitudes y habilidades para dar forma a sentimientos y fantasías. El individuo se mide con la realidad.
3) La creatividad inventiva. Se opera con componentes propios, que se relacionan de modo nuevo, hasta ese momento no usual -inventos, descubrimientos. Se basan en la elaboración de relaciones novedosas gracias a la flexibilidad. Se pueden descubrir nuevas maneras de ver viejas cosas.
4) La creatividad innovadora. Dominio de los principios fundamentales del campo de actuación. Los productos ya no se miden en el nivel individual sino en ámbitos culturales.
5) La creatividad emergente. Se destacan las ideas de las nuevas escuelas. Los nuevos paradigmas. Hay un elevado grado de reestructuración de lo existente.
Las vicisitudes en el desarrollo constelizan el arquetipo creación en complejo creatividad. Esto sucede en la mayoría de los sujetos.
La personalidad creativa puede producir obra muy estética y apreciada sin estar desarrollando su individuación.
Reproduciendo conflictos infantiles o traumas desde la infancia, o desde un momento vital.
Producción del arte en las relaciones como un modo de búsqueda de amor realizando el deseo de padres que les estimulan a producir el arte que ellos no pueden
A su vez, la creatividad ha podido ser frenada por represión parental a las producciones artísticas de los niños (fase anal…).
O por las frustraciones de los hijos cuando han producido arte que regalan y son reprimidos.
La creatividad queda en la sombra, y empuja a construcciones sutiles de lo siniestro, lo sádico, ….
Es común hablar del genio del artista como un don otorgado o por la genética o de origen espiritual. Una imagen poderosamente sugestiva de la que hay que desprenderse.
“… existe una sombra del don, todos los personajes tienen una carga, no son sujetos libres, el don se les impone y les da un valor por el que son apreciados e idealizados.” Entrevista a Mikel García acerca de la película Encanto producida por la factoría Disney en la que a las mujeres de la familia Madrigal se les otorga un don (García, 2022b).
Sobre el complejo de creatividad y la personalidad creativa cuento con los decires de pacientes que he tratado y de los participantes de una investigación de campo sobre Creatividad[43] (57: 34 mujeres y 23 hombres).
Lo prioritario es la subjetividad, el aspecto cualitativo, pero los datos también tienen mucha importancia pues son la “materia” del proceso alquímico hermenéutico, siendo lo destilado una nueva significación cualitativa: un proceso creativo.
Los números extraídos de investigaciones de campo son medidas que ordenan la estructura del significado oculto, latente en la investigación.
Con los datos se modela una materia que puede ser visible y siempre es artística. Es decir, será una materia con más forma o más informe con más arte o menos arte con más cercanía a la comprensión de lo que se estudia o menos. Como ocurre en cualquier obra alquímica.
Resultados investigación de campo
Menciono a Baruch Spinoza (1632-1677) porque su posición ética y política, es una muestra de funcionamiento cercano a características citadas como pilares fundamentales de la creatividad.
Se ganaba la vida puliendo lentes destinadas a la fabricación de instrumentos ópticos. No vivió de impartir clases. Incluso rechazó el ofrecimiento de una plaza en la Universidad de Heidelberg a cambio de conservar la libertad de su pensamiento rebelde y libre. Prefirió morir pobre a los 44 años, tuberculoso e intoxicado por partículas de sustancias que usaba para pulir lentes. Mientras pulía, trabajo alquímico meditativo, filosofaba. Escribió tratados sobre ética entre ellos Ética demostrada según el orden geométrico (1677). Quizás la geometría de los cristales le inspiró para su ensayo filosófico. La geometría es sagrada para muchas culturas, representa un modo de ordenar el campo arquetipal, el círculo mandálico es una geometría esencial. Fue expulsado de la comunidad judía sefardí por hereje en un proceso inquisitorial y también de su ciudad natal. Calificado durante más de un siglo como «sacrílego y ateo», sólo a partir del 1800 fue reconocido como importante filósofo. Jorge Luis Borges (1899-1986), escribió en 1976 dos sonetos en su homenaje.
¿Lo inconsciente colectivo -arquetipo, símbolo, mito- transforma per se?
Conviene situar adecuadamente la afirmación de Jung «El mito, en virtud de su numinosidad, produce un efecto directo en lo inconsciente, haya sido comprendido conscientemente o no» (C. G. Jung, 2002a, p. 252). De un modo reductivo-idealista se afirma que el efecto numinoso por sí mismo, se entienda o no conscientemente, desarrolla la individuación. El material dinamiza y produce un efecto, pero si el sujeto no puede mirarlo y elaborarlo, la consecuencia puede ser una regresión frenando la individuación.
«Solemos tomar demasiado concretamente los símbolos mitológicos y a cada paso nos extrañamos de las infinitas contradicciones de los mitos. Y siempre olvidamos que es la energía inconscientemente activa la que se viste con imágenes. Por lo tanto, si leemos: “su madre es una maga perversa” es preciso traducir: el hijo es incapaz de apartar la energía de la imago materna, de la madre; encuentra resistencia porque está fijado en la madre» (C. G. Jung, 1912, p. 235).
Conviene situar adecuadamente la afirmación de Emma Jung y Marie-Louise von Franz (1999).
“Cuando se da vida a un mito en una ceremonia ritual o… cuando se escucha un cuento de hadas, sus poderes de sanación actúan sobre quienes hayan sentido genuino interés, dejándose conmover, y a través de esta participación (él o ella) entrarán en contacto con la representación arquetípica de la situación, logrando así restaurar el ‘orden’”
Dar vida a un mito, encarnarlo, es un proceso dinamizador difícil de realizar cuando los sujetos tienen “complejos” que los poseen. En un sentido idealista-reduccionista se confunde “dar vida” con experimentar algún sentimiento, incluso numinoso. El orden final es el inicial reforzado por la experiencia catárquica.
¿La imagen, el símbolo, tienen poder de transformar al sujeto aun sin que sea consciente?
No, entendiendo transformación como un proceso de avance en la individuación. Siempre tienen efecto de movilizar temporalmente, pero, que incluso puede ser un arrastre involutivo. Si el sujeto no tiene capacidad de simbolización, el poder numinoso, fascinador de la imagen simbólica puede llevar al sujeto a un estado místico gratificante, -en el que se siente, en lo verdadero, en la luz-, sobre todo en fenómenos colectivos, muchas veces dirigidos por líderes psicopáticos. La sombra, escindida en el estado de luz, retorna después, más virulenta. Las bendiciones antes de las batallas, la toma de psicoestimulantes disociativos en el ritual místico se acompaña muchas veces en las guerras antiguas y en las modernas. Las promesas de cielos-recompensa (retorno al paraíso perdido, del cuerpo muerto en los úteros de las patrias, y del espíritu en útero cósmico) suelen acompañarse para garantizar la voluntariedad de los guerreros. La película comercial Avatar (James Cameron, 2009), se acompañó de aumento de depresiones y suicidios, los espectadores no toleraban volver a lo cotidiano después de experimentar un trance místico en la peli, de comunión con los buenos-todos los seres la madre tierra, frente a los malos -explotadores, en la que todo es posible, también abandonar la carcasa corporal deficiente y vivir en un nuevo cuerpo espiritualizado. Comer el maná -también la numinosidad estética del arte- calma el hambre humana, y el humano shockeado puede quedarse sin estímulo para desplegar su creatividad para encontrar alimentos. Parafraseando a Machado: con el barro de la tierra, haz una futa para que coma tu hermano, o mejor enséñale a hacerla. Haciéndola podrá entender que tiene que moverse a buscar la fruta que necesita.
¿Lo IC es creativo?
Jung considera el inconsciente como una fuente inagotable de creatividad y basándose en la diferenciación del inconsciente personal y colectivo, categoriza el arte como:
Arte Psicológico, asociado al inconsciente personal, donde la producción artística es el resultado de la decisión consciente del artista-
Arte Visionario, asociado al inconsciente colectivo. En este caso “está visto que es el Sí mismo o Ser de las profundidades quien emerge a través de la obra artística provista de las fuerzas del inconsciente colectivo.” (Hernández-Mella et al., 2020)
Entonces, ¿lo Inconsciente Colectivo es creativo? No. Es potencia, el huevo arquetípico. Es lo mismo que sucede con el código genético del ADN, no es creativo, es potencia. “El acto concreto depende de las vicisitudes del desarrollo de sujeto que le llevan a una estructura corporal, a unas capacidades, entre ellas la creatividad.” (García, 2022a). Algunos actos dejan marca infranqueable (los niños ferales no llegan a integrar completamente un idioma), otros son plásticos y pueden desplegarse (psicoterapia).
La individuación es el marco de la salud más profunda y plena.
La individuación no es una «cura» rápida para un síntoma específico (aunque puede aliviarlos al abordar su raíz), sino la actualización del potencial inherente de la psique para auto-regularse, encontrar equilibrio y buscar la totalidad. Es un movimiento más allá de la máscara de la «persona» (el yo social) hacia una integración de todos los aspectos de la psique. Para Jung, la salud implicaba conectar con una realidad psíquica que va más allá del ego. Esto no es necesariamente religioso en un sentido dogmático, sino una experiencia de sentirse parte de algo más grande, a menudo a través de los símbolos y la creatividad. Jung (1937) describió la creatividad como uno de los cinco instintos básicos del ser humano.
¿Asintomáticos enfermos?
La salud y la enfermedad son parte integral de la vida, del proceso biológico y de las interacciones medio ambientales y sociales. Generalmente, se entiende a la enfermedad como la pérdida de la salud, cuyo efecto negativo es consecuencia de una alteración estructural o funcional de un órgano a cualquier nivel y de la globalidad biológica y psíquica del sujeto. Alteración leve o grave del funcionamiento normal de un organismo o de alguna de sus partes debida a una causa interna o externa. Cosa que perturba o daña a una persona en lo moral o en lo espiritual y que es difícil de combatir o eliminar.
El término enfermedad viene del latín infirmitas, que significa literalmente «falto de firmeza». La definición de enfermedad según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es la de «Alteración o desviación del estado fisiológico en una o varias partes del cuerpo, por causas en general conocidas, manifestada por síntomas y signos característicos, y cuya evolución es más o menos previsible»
Pero ¿puede estar enfermo alguien sano?
Si el proceso natural de la individuación es la salud, su interrupción, bloqueo, fijación, no es en sí mismo una enfermedad asintomática dada la merma de las potencialidades de salud.
Aristóteles define el movimiento, lo dinámico, como la realización (acto) de una capacidad o posibilidad de ser (potencia). Si estoy sentado (acto) y tengo la posibilidad (potencia) de estar de pie, el movimiento consistirá en el paso de la posibilidad (potencia de estar de pie) al hecho de estar de pie (acto). El movimiento acaba cuando ya estoy de pie (acto).
En la salud mental podemos hablar de neuróticos (o borderline o psicóticos) sin síntomas manifiestos (ansiedad, depresión, …). Su “ser estructural” neurótico (o borderline o psicótico) es sí un síntoma que se mantiene en equilibrio, pero que condiciona de modo determinante el modo de estar en el mundo y relacionarse. Su estructura-síntoma es un parón en el desarrollo, una fijación que limita facultades humanas y la individuación. Pasar de ser asintomáticos sin síntomas floridos a tener esos síntomas depende de estímulos internos (procedentes de lo inconsciente) o externos (procedentes de la realidad) que puedan romper el equilibrio. La mirada común sólo habla de enfermedades cuando hay síntomas floridos, la mirada experta detecta estructuras y desequilibrios en potencia.
En las enfermedades orgánicas es lo mismo. Un fumador es un canceroso en potencia. También hay estructuras psicológicas que son cancerosas en potencia. El fumar ya es un síntoma que puede regular otros (ser ansiolítico) consecuencia de enfermedades estructurales.
Hay enfermedades orgánicas con síntomas floridos cuya causa remota es una estructura de dominación social. Un ejemplo citado es que los negros americanos tienen índices de hipertensión superiores a los blancos americanos y a los negros africanos. La causa remota: la esclavitud y trata de negros llevados en barcos como ganado, mal alimentados. Sobrevivieron más los que tenían resistencia a la deshidratación, una “selección natural adaptativa”. Posiblemente por tener altos índices de la hormona aldosterona. Sus descendientes son más propensos a tener hipertensión con dosis pequeñas de sal.
Uno puede decidir ponerse de pie o no, pero el destino más común de las enfermedades estructurales (potencia) es llegar a ser enfermedades floridas (acto).
Algunos sujetos se mantienen en la potencia y mueren sin haber llegado al acto. ¿A qué precio? Las crisis son oportunidades de vida, casi siempre perdidas.
¡Se puede morir sin haber vivido! ¡Quien muere antes de morir no muere cuando muere!
«Dentro de veinte años lamentarás más las cosas que no hiciste que las que hiciste. Así que suelta amarras y abandona el Puerto seguro… Atrapa los vientos en tus velas… Explora… Sueña… Descubre» Mark Twain.
«»Conócete a ti mismo» y conocerás el Universo y los Dioses”»
“Te advierto, quienquiera que fueres tú, que deseas sondear los arcanos de la naturaleza, que, si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera. Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿cómo pretendes encontrar otras excelencias? En ti se halla oculto el Tesoro de los Tesoros. Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los dioses”.
No hace falta tomar enteógenos entactógenos, aunque ayude a traspasar barreras, para saber que los dioses solo están dentro y fuera solo están las proyecciones internas.
«No podemos determinar si la divinidad y lo inconsciente son dos magnitudes distintas… La imagen de Dios no coincide con el inconsciente en cuanto tal, sino con un contenido inconsciente muy específico: el arquetipo del sí-mismo. De este es de quien propiamente ya no podemos distinguir empíricamente la imagen de Dios» (C. G. Jung, 2016).
La individuación es un proceso que se corresponde con el transcurrir natural de una vida.
Jung enfatizó que es un proceso natural que ocurre con o sin terapia. Desde la perspectiva junguiana, una persona que no está en este camino, aunque parezca «adaptada» externamente, podría estar viviendo una vida empobrecida, inconsciente de sus motivos ocultos y desconectada de sus potencialidades. Por lo tanto, la individuación no es un lujo para unos pocos, sino la esencia misma de una vida psicológicamente sana y significativa.
«… dice Carl Jung, no ser consciente cuando se tiene la posibilidad de hacerlo es el peor pecado. […] si alguien no vive su posibilidad interior, se vuelve destructiva. Por eso Jung también dice que una de las fuerzas destructivas más crueles, psicológicamente hablando, es el poder creativo no usado. (…) si alguien tiene un don creativo y por pereza o alguna otra razón no lo utiliza, esa energía psíquica gira puro veneno. La negativa de un desarrollo más alto o una conciencia mayor es, una de las cosas más destructivas que existen. Entre otras cosas, esto hace que automáticamente estas personas busquen tirar hacia atrás todas aquellas que intentan desarrollarse. Quien tiene creatividad no vivida, intenta destruir la creatividad ajena; la persona con posibilidades no vividas de la conciencia intenta confundir o hacer incierto el esfuerzo de otro en ese sentido. (…) el deseo de prevenir que otras personas se conviertan en conscientes porque alguien no quiere despertar a sí mismo, es realmente destructivo» Marie Louis Von Franz
La individuación requiere un proceso de integración progresiva.
De las diferentes dimensiones que constituyen el sujeto a medida que se desarrolla desde la primera infancia, y, en caso de que el desarrollo infantil haya sido bloqueado por traumas -lo habitual en la mayoría de los humanos-, se requiere también una integración progresiva de partes de la personalidad que se habían dejado de lado o se habían reprimido, o proyectado o que nunca se habían desarrollado. Esta integración tras la patología algunos sujetos -neuróticos más sanos- la pueden hacer con trabajo propio, acudiendo a técnicas, sin necesidad de acompañamiento terapéutico, pero la mayoría de los sujetos sobre todo si son borderline o psicóticos necesitarán acompañamiento terapéutico.
Los traumas pueden manifestarse en sueños. El sueño del Hombre de los lobos, de un paciente tratado por Freud contiene lobos blancos que lo observaban desde el árbol frente a su ventana. La interpretación de Freud de este sueño sostenía que era el resultado de haber sido testigo a una edad muy joven, de una «escena primigenia»: que sus padres practicaran el sexo a tergo («desde atrás» o «estilo perrito») «como lobos”. Para la perspectiva de la teoría del apego los sueños a menudo incorporan experiencias de ansiedad, reflejando aspectos disociados de la psique, a menudo originados en traumas no procesados, y ese miedo a los depredadores simplemente puede ser eso.
La intensidad de las imágenes comunes a los sueños y los flashbacks intrusivos que caracterizan el trastorno de estrés postraumático.
Los traumas pueden manifestarse en actos. A la ocurrencia de automutilación genital como consecuencia de delusiones o alucinaciones de contenido religioso se le conoce como “síndrome de Klingsor” –por un personaje de la ópera de Richard Wagner, Parsifal- (17,18). Estos pacientes interpretan, debido a su pensamiento precategorial, de forma concreta – literal, los pasajes bíblicos del Evangelio de Mateo (5:29-30 “Por eso, si tu ojo derecho es ocasión de pecado para ti, sácatelo y tíralo lejos; porque es más provechoso para ti perder una parte de tu cuerpo y no seas arrojado entero al infierno.”.
La experiencia traumática afecta tanto a la codificación como a la recuperación de los recuerdos asociados a ella. Perry señala que «un patrón de información sensorial entrante puede ser interpretado como peligro y recibir una reacción en el tallo cerebral, el mesencéfalo y el tálamo varios milisegundos antes de que llegue a la corteza cerebral para ser interpretado como inocuo» (Perry, 1999, p. 18). Peter Levine (1997) ha descrito como en situaciones extremas el sentimiento, la sensación, la conducta, la imagen y el significado llegan a disociarse unos de otros. Sidoli afirma que estos pacientes usan su cuerpo como «contenedor y significante, en el cual puede escenificarse e incluso volverse a vivir el dolor físico no sentido» (Sidoli, 2000, p. 97). La memoria implícita (no declarativa) no requiere conciencia para ser almacenada ni para activarse, y se expresa como comportamiento, sensaciones somáticas, emociones. Es difícil de poder verbalizarse y sus contenidos pueblan un inconsciente precoz y no reprimido (Mancia, 2007). «Hay contenidos psíquicos, resultantes de experiencias nucleares, que nunca tuvieron expresión verbal, que no pueden ser recordados ni olvidados y que requieren un arte terapéutico para ser reconocidos e integrados» (Gerson, 2004). LeDoux (2015) afirma que la mayor parte de nuestras memorias son implícitas. El trauma complejo tiene que ver con esa memoria corporeizada. Fonagy et al. (2004, p. 435) señalan que “los afectos son estados mentales que pueden ser experimentados subjetivamente o de forma inconsciente”. La «vigilancia inconsciente» es un estado de sensibilidad a estímulos afectivos que puedan ser alarmantes, sean o no intencionales. El proceso funciona debajo del umbral de la conciencia (Holbrook et al., 2011) para servir a una función de alivio de la ansiedad «defensiva» o «compensatoria» y mejorar las respuestas de comportamiento a los estímulos ambientales relevantes. La memoria explícita da cuenta del inconsciente dinámico derivado de la represión por la vía del recuerdo.
Recordar trasciende los recuerdos personales, un epistrophé, una regresión en el tiempo a los orígenes colectivos. Mnemósine, es la diosa memoria, patrona del conocer y reconocer, consorte de Zeus y madre de las nueve musas, y estas, en su inspiración al humano le brindan la oportunidad de crear, integrando los orígenes de lo colectivo y las dinámicas personales del yo en el acto creativo, su opus alquímico que es su individuación, y alguna que otra de arte concreta.
En el psicoanálisis junguiano se espera que el analista haya logrado en su terapia, y pueda, por lo tanto, acompañar a sus analizandos, integrar las siguientes dimensiones que señalan una suficiente individuación como estado del ser: La integración de natura y cultura: el cultivo del alma. La integración de la psique y el cuerpo: el cuerpo espiritual. La integración del pensamiento y la sensibilidad: la conciencia ética. La integración de la lógica y la creatividad: el proceso terciario. La iluminación mística profana. La dialéctica entre el sí-mismo y el complejo del yo, que es el opus alquímico. La terapia en sí misma recorre las fases de la alquimia. Para muchos sujetos, como describe Cioran en Silogismos de amargura (1952), “vivir es una maldición”. En la fase nigredo de la terapia, en su interminable crepúsculo de noche oscura del alma, Dios florece en la enfermedad y el miedo.
La Individuación, por tanto, es un proceso de lograr salud o de recuperarla si el desarrollo ha generado patología, fijación o interrupción del flujo natural de desarrollo. La terapia solo es necesaria para restaurar el libre flujo de lo inconsciente e integrarlo cuando el desarrollo ha sido bloqueado. La psicoterapia no cura, activa el proceso de individuación hasta que el sujeto puede caminar por si solo en su camino.
El camino de individuación obliga a confrontar e integrar los elementos reprimidos, partes que se integran en el concepto de sombra. Al hacer consciente la sombra, le quitamos poder destructivo sobre nosotros (como las proyecciones, los acting-out, las compulsiones) y recuperamos nuestra energía vital. Integrar la sombra no es «volverse malo», sino volverse completo y, por tanto, más consciente y responsable.
La individuación desde la filosofía y la ciencia.
Es un concepto que se ha tratado desde Aristóteles y que enriquece profundamente la lectura del concepto junguiano al proporcionarle un sustrato histórico-filosófico, clarificar su significado profundo y establecer un diálogo de ideas.
El principio de individuación (en latín, principium individuationis, de individuare, que a su vez proviene de individuus: indivisible) designa aquello que condiciona y posibilita la individualidad y concreción de cada ente y que explica la pluralidad y diferenciación de los individuos, que se abstrae especialmente frente a la concepción del mundo, la realidad o el universo como un todo indiviso. Designa la particularización de lo universal, unitario, en el ser singular y el proceso de autorrealización del humano (el devenir «yo» en “sí mismo”), en el curso del cual se forma la conciencia de individualidad propia y su carácter distintivo ante la alienación.
¿Qué es preeminente, lo universal o lo singular?
Si lo principal es lo universal: ¿Qué hay que añadir en el objeto a lo universal para que se vuelva individual?
Platón (la idea, lo universal, es lo que particularizado en el ser lo diferencia, estando lo universal separado de lo singular: materia).
Aristóteles (devuelve lo universal a los entes en la categoría de Forma, la individuación proviene de la materia unida a esa Forma en una espacie de Syolon: hileomorfismo).
Avicena, concreta lo aristotélico. La materia que además es la potencia que se genera por el movimiento.
Si lo principal es lo singular: ¿Qué hay que añadir en el objeto a lo singular para que se vuelva universal? ¿Qué nos autoriza a hablar de los objetos, en principio individuales, bajo la forma de la universalidad? La individuación es de lo singular.
“La particularización de lo universal… en el ser singular» refleja el proceso junguiano de encarnar los arquetipos universales (lo colectivo) en la vida singular de una persona. No se trata de convertirse en un «hombre genérico», sino en la persona específica que uno va construyendo, actualizando lo universal de forma única.
La propuesta de Leibniz: Cada individuo se individualiza por su entidad total. En realidad, sólo existen individuos, y uno no busca el fundamento de la individuación en alguna parte de las cosas, sino que se consideran los objetos como individualizados en razón de su entidad conjunta. Su principio, pues, rezaba: «Cada individuo se individualiza por su entidad total». Es semejante a lo que busca la psicología junguiana. La individuación no es potenciar una sola parte (el ego, la razón, la intuición), sino integrar toda la entidad psíquica: consciente e inconsciente, luz y sombra, aspectos masculinos y femeninos, lo personal y lo arquetípico, y otras polaridades. El individuo se vuelve único no por una característica aislada, sino por la configuración total e irrepetible de su psique.
Kant critica la doctrina de Leibniz expresada en el principio de identidad de los indiscernibles, según la cual de la identidad de las determinaciones conceptuales se sigue la identidad en el ser. Para Kant basta la diferente posición en el espacio y el tiempo para afirmar la diferencia de los seres. De este modo, Kant devolvía a la intuición o percepción las prerrogativas que el intelectualismo leibniziano le había quitado.
Schopenhauer, siguiendo a Kant recuperó, en su obra El mundo como voluntad y representación (1818), el término escolástico principium individuationis desde un nuevo enfoque para designar a esas dos formas puras que condicionan todo el mundo intuitivo (fenoménico). He aquí el modo como se introduce el término en la obra de 1818:
Schopenhauer, siguiendo a Kant recuperó, en su obra El mundo como voluntad y representación (1818), el término escolástico el principium individuationis que identifica con el tiempo y el espacio. Son estas formas de percepción las que nos hacen vernos como seres separados y diferentes. Ahora bien, la auténtica novedad introducida por Schopenhauer consiste en que da un nuevo giro al problema al insertar el principio de individuación en un contexto ético. Para Schopenhauer, la virtud suprema (la compasión o Mitleid) surge de ver más allá de este principio, reconociendo la unidad esencial detrás de la apariencia de separación. El egoísmo, en cambio, es aferrarse a ese principium individuationis y tratar de someter a los demás fenómenos (incluidas las otras personas) a la propia voluntad. Este egoísmo en el terreno práctico se relaciona con lo que Schopenhauer llama «egoísmo teórico» (solipsismo), en el cual el sujeto se considera lo único en el mundo que posee auténtica realidad, mientras que todo lo demás son meros fantasmas.
El proceso junguiano implica, en un nivel superior, una trascendencia similar del ego (el centro de la conciencia individual) para conectar con el sí-mismo (que tiene un carácter transpersonal). Esto no disuelve al ego, pero lo relativiza y lo sitúa en una relación con algo que le trasciende y lo conecta con lo colectivo. Al igual que en Schopenhauer, el individuo realizado junguianamente no es un egoísta ensimismado. Al conectar con lo universal en su interior (el inconsciente colectivo), desarrolla una relación más compasiva y comprensiva con el mundo exterior, superando la ilusión de separación radical. La individuación conduce a una mayor sensación de unidad con la vida y los demás, no al aislamiento, y a una ética más exigente que otras, pues incorpora la pertenencia al colectivo (humanos y de otras especies vivientes …) como parte integral de uno mismo.
En el camino de la individuación, los analizandos van modificando su actitud ética. Realicé una investigación de la que se publicó un artículo en valenciano en Anuari de Psicología (¿La psicoteràpia transforma la praxis moral?, García, 2017). En la investigación se concluye que hay cambios significativos en la dimensión ética en los analizandos. De ello también hablé al explicar un caso clínico en una comunicación en FAPyMPE y en su posterior publicación en la revista Intersubjetivo (Resignificar la psicoterapia en el cáncer., García, 2019). A la dimensión ética pocos analistas le prestan atención en los análisis y, desde mi punto de vista, es crucial como señal de individuación y posición política transformadora. Tampoco es una dimensión que se cuide en las relaciones colectivas institucionales, ni siquiera en su acepción de ética de los cuidados. Concepto introducido por Carol Gilligan en 1982 como respuesta a lo que ella definió como modelo de moral masculina imperante que llevaba a Polvera (ética de la justicia) a proponer como universal la ética masculina. En mi tesis doctoral (García García, 2020) discuto sobre las medidas de ética en la muestra y sus diferencias de género, pero en esta comunicación lo traigo a colación por la falta habitual de esta ética en las relaciones institucionales, lo cual no es admisible en analistas.
«Está ligado al mal todo aquel que ha visto y no ha actuado; todo aquel que ha desviado la mirada porque no quiso ver; todo aquel que no ha visto, aunque hubiese podido ver; pero también aquel cuyos ojos no han podido ver»
Esta cita está en la pág. 9 del libro Psicología profunda y nueva ética. (Neumann, 2007). La utilizo a menudo, es relevante en mi texto “Reintegrar la dimensión religiosa en sujetos que han sufrido abusos sexuales por perpetradores sagrados”. (García, 2020).
La cita sugiere que la ligazón con el mal no solo reside en actuar de manera directa, sino también en:
La omisión: «ha visto y no ha actuado».
La evasión consciente: «ha desviado la mirada porque no quiso ver».
La ignorancia voluntaria: «no ha visto, aunque hubiese podido ver».
La incapacidad involuntaria: «cuyos ojos no han podido ver».
En mi artículo Está ligado al mal todo aquel que no actúa (García García, 2025d), profundizo sobre esta afirmación de Neumann.
Ockham y los nominalistas consideraban el principio de individuación como una «especulación vacía e innecesaria». Para ellos, solo existe lo individual y concreto, y lo universal es una mera construcción mental (un «nombre»). La «navaja de Ockham» busca eliminar entidades innecesarias. Jung, en cambio, opera desde una perspectiva realista de los universales psíquicos. Para él, los arquetipos (lo universal) son reales y poderosos, con una existencia autónoma en el inconsciente colectivo. El proceso de individuación no es «eliminar entidades» (como haría Ockham), sino integrar y relacionarse con esas entidades universales (la sombra, el ánima/animus, el viejo sabio, etc.) para lograr la totalidad. Esto nos ayuda a ver que la psicología junguiana no es «económica» o «parsimoniosa» como la ciencia clásica. Es una psicología de la complejidad y la profundidad, que valora la riqueza de lo simbólico y lo arquetípico por encima de la simpleza explicativa.
Motores de la individuación
El conflicto es inherente al proceso de individuación.
El conflicto es el fuego del alquimista: así como el alquimista medieval usaba el fuego para transmutar el plomo en oro, el individuo en proceso de individuación usa el fuego del conflicto interno para transmutar los aspectos crudos y fragmentados de su psique en la «oro» de la totalidad y el sentido.
La psique se estructura en polaridades opuestas en se mantienen en conflicto: Consciente e inconsciente, …
Según Jung, “cada conflicto, incluso el de los neuróticos, es parte del destino del hombre” (1912, párr. 252). Lo que distingue al neurótico son sus intentos de evitar conflictos, y cuando no puede, se siente enojado y en desventaja. En consecuencia, para él, el conflicto es una lucha y no una danza.
Polaridad psíquica. Al principio era la unidad y se separa en dos partes que se necesitan, oponen y complementan. Platón presenta en «El Banquete» un mito creado por Aristófanes (uno de los personajes del diálogo) para explicar la naturaleza del Amor (Eros). Uno de los seres originales de lo humano esférico y completo era el andrógino, con dos caras opuestas en una cabeza redonda, cuatro brazos, cuatro piernas y dos conjuntos de órganos sexuales. Estos seres eran tremendamente poderosos y rápidos (se desplazaban rodando). Llenos de orgullo, intentaron escalar el Olimpo para desafiar a los dioses. Zeus, para castigarlos sin destruirlos (porque quería seguir recibiendo sus ofrendas), decidió partirlos por la mitad con un rayo. Desde entonces, cada ser humano es solo «una mitad» de su ser original. Las mitades separadas vagaron desesperadas, abrazándose y muriendo de inanición porque no querían separarse. Zeus, compadecido, les dio la capacidad de reproducirse sexualmente (reubicando sus órganos genitales) para que pudieran encontrar un alivio temporal en la unión física. Según el mito, el amor es el anhelo desesperado de encontrar nuestra otra mitad original para restaurar nuestra antigua unidad y completud. La búsqueda de nuestra «media naranja» es, en realidad, la búsqueda de esa totalidad perdida.
El mito inspira una película fantástica y de terror del 2025 “Together”. Una pareja con problemas en su relación se muda al campo, donde descubren una cueva con una fuerza sobrenatural. Al beber agua de la cueva, comienzan a experimentar transformaciones físicas y emocionales que reflejan su codependencia.
El mito platónico del andrógino es una poderosa metáfora arquetípica que precede y confirma la visión junguiana. Muestra que la sensación de fragmentación y el anhelo de unidad son inherentes a la condición humana.
Mientras que el mito de Aristófanes en «El Banquete» coloca la solución en el encuentro con un tú externo, Jung profundiza y corrige ligeramente la dirección: la verdadera sanación y completud se encuentran en el encuentro con el sí-mismo interno. El amor por otro es el símbolo y el estímulo, pero la individuación es el proceso que realiza la metáfora en la psique individual.
El andrógino original es el símbolo de la totalidad de la que hay que separarse, salir de la fusión, para volver a un andrógino resultante de la unión de los opuestos, que representa la superación de las dualidades: consciente/inconsciente, masculino/femenino, racional/emocional.
El mito explica por qué nos enamoramos apasionadamente («flechazo»): es el reconocimiento de nuestra propia mitad perdida proyectada en otra persona. Jung diría que proyectamos nuestro Ánima o Animus en la pareja.
El camino de la individuación nos pide retirar esa proyección y darnos cuenta de que la completud que buscamos está en nuestro interior. La relación de pareja madura se convierte entonces en un encuentro entre dos seres que ya están en camino a su propia totalidad, no en dos mitades que se necesitan para existir.
La oposición de las polaridades nutre el conflicto psíquico (angustia, depresión, ansiedad) que no es un síntoma a eliminar, sino una señal de que algo en la psique está desequilibrado y pide a gritos ser atendido. Es el equivalente a un dolor físico que nos indica una enfermedad. Sin conflicto, no hay movimiento. Una persona que reprime todos sus conflictos o vive en una adaptación superficial puede parecer «funcional», pero su psique está estancada. El conflicto rompe esa estasis y fuerza al ego a moverse, a buscar soluciones, a crecer.
La individuación no consiste en elegir un polo y eliminar el otro (ej.: ser solo «bueno» y reprimir toda la «maldad»). El proceso consiste en sostener la tensión entre los opuestos sin colapsar hacia un lado. De esta tensión sostenida conscientemente, surge una tercera cosa, una solución nueva y simbólica que no era previsible para el ego. Jung llamaba a esto la «tercera posición trascendente» o la «función trascendente«. No es un compromiso, sino una nueva perspectiva superior que integra la energía de ambos polos.
La función transcendente es el proceso natural psíquico creador de símbolos que median entre los opuestos, representándolos. Es una manifestación de la energía que procede de la tensión entre los opuestos. Permite al individuo trascender su actitud psicológica presente, posibilitando una nueva actitud futura y potenciando el crecimiento psicológico. El Símbolo como Puente. La simbolización es un desarrollo de orden superior que permite a la psique formar y relacionarse con símbolos que actúan como puentes entre pares de opuestos (consciente e inconsciente, lo extraño y lo familiar, el fragmento y el todo).
El dominio unilateralidad de un polo sobre otro es equivalente a la relación amo-esclavo hegeliana. Los polos en oposición mantienen la tensión hasta la emergencia de la función trascendente esta función es un tercero que se incluye en la tensión amo-esclavo y que complejiza la relación. Ya no se necesita la rebelión del esclavo como en Hegel, ambos -amo y esclavo- son trascendidos en un acto creativo que unifica e integra los polos. Evitar el conflicto es evitar la individuación. La meta no es una vida sin problemas, sino desarrollar la capacidad de metabolizar psíquicamente el conflicto para extraer de él su potencial transformador.
La dinámica entre lo masculino y lo femenino, simbolizada en la unión de los padres, es un acto creativo fundamental. En su encuentro, impulsado por la líbido (energía psíquica vital), no solo se cocrea placer y, potencialmente, la descendencia biológica, sino también una «participación mística». Esta unión representa en la psique la función trascendente, donde los opuestos se reconcilian para generar una nueva realidad. El tercero, el hijo, se incorpora a la díada, creando el rudimento de un arquetipo de trinidad, en la que lo masculino y lo femenino están presentes.
A nivel arquetípico, este proceso se refleja en el mito cristiano de la encarnación. El Espíritu Santo (la Paloma), desciende para unir lo divino con lo humano (encarnado en la figura de la Virgen María), dando a luz a una nueva conciencia (Jesús). Esa tríada también tiene presente lo masculino y lo femenino. Este es el modelo de una creación que nace de la integración de lo espiritual y lo material.
Sin embargo, la deidad cristiana es un complejo de la Trinidad representa una estructura de conciencia tripartita pero que en su formulación cristiana, es intrínsecamente patriarcal. En ella, lo femenino es excluido. Y en el caso de la encarnación es elevado a una virginidad intangible (María), pero no integrado como un principio divino en igualdad. La Trinidad ya contiene en sí el germen de un «tercero» reconciliador (el Espíritu Santo), pero permanece en un plano puramente masculino y espiritual, lo que la convierte en una figura psicológicamente incompleta.
Conflicto entre el caos y el orden.
El relato de la creación en siete días es una metáfora del surgimiento de la conciencia a partir del caos indiferenciado. El acto primordial de discernir la luz de la oscuridad es el primer destello de la conciencia que se separa para conocer el mundo y a sí misma. Todos los símbolos de la creación, desde los mitos hasta los sueños, son expresiones de este dinamismo psíquico.
El proceso de individuación no se «construye» con la voluntad, sino que se recibe al sintonizar con este dinamismo profundo de los campos arquetipales. Las imágenes arquetípicas que emergen en sueños y visiones—como los mándalas o las configuraciones trinitarias y tetrádicas—son respuestas de la psique a la resonancia arquetípica. Actúan como transformadores de energía psíquica y cumplen la función trascendente: unir los opuestos consciente-inconsciente para dar a luz una nueva tarea de integración.
En este marco, el Espíritu Santo puede ser comprendido psicológicamente como un símbolo del devenir fáctico de la función trascendente, es decir, el momento vivo y experiencial en que la totalidad psíquica se manifiesta y conecta lo humano con lo arquetípico.
Añadir un cuarto elemento (la Cuaternidad) como «lo femenino» puede ser un artilugio que no resuelve la raíz del problema. La verdadera integración no es cuantitativa, sino cualitativa. Implica la transformación de toda la estructura para incluir lo femenino, lo corporal, lo inconsciente y lo oscuro en una relación de paridad.
Hoy, incluso podemos contar con la Inteligencia Artificial como un nuevo «tercero» o herramienta simbólica que refleja esta búsqueda humana de patrones y conexiones.
El arquetipo de la Trinidad es una estructura observable en la psique. Su lectura y creencia teológica, es una derivada. Parece que a Jung pudo influirle en la consideración de los dinamismos entre las cuatro funciones psíquicas. Afirma que en los sujetos una ellas una es la inferior, la menos desarrolla y funciona en un bloque separado de las otras tres en la que una es dominante y las otras dos auxiliares de la dominante. Afirma que la inferior, es la que hace mejor de puente entre lo consciente y lo inconsciente. La integración de este «cuarto excluido», es la primera tarea de la individuación e inicia el proceso de armonía entre las funciones hasta la cuaternidad, símbolo de la psique completa. La función inferior es inconsciente, difícilmente un sujeto solo la puede integrar, en la epistemología de la psicoterapia hay una focalización en esa integración.
Función teleológica de la psique y líbido.
Jung tomó el concepto de líbido de Freud y lo expandió radicalmente. Para Jung, la líbido no es solo la energía de la pulsión sexual, sino la energía vital total de la psique, la fuerza que impulsa todos nuestros procesos psicológicos: pensar, sentir, crear, soñar y buscar significado.
Su naturaleza es teleológica por definición. La líbido no es un mero impulso ciego, sino una energía que fluye con una dirección y una intencionalidad. Siempre está orientada hacia un fin: el crecimiento, la completitud y la autorrealización. La líbido sigue siendo un instinto con un fin, que no es la descarga de la tensión, como en el sexual, sino la integración en la totalidad.
La líbido es el combustible y lo inconsciente colectivo proporciona el mapa.
Atracción e inversión de Líbido. Cuando la actitud consciente se estanca o se vuelve unilateral (por ejemplo, una persona es excesivamente racional y reprimida emocionalmente), la líbido se retira de la conciencia y «refluye» al inconsciente. Este es un movimiento teleológico, pues busca rectificar el desequilibrio.
Activación de arquetipos. Esta afluencia de líbido «carga» al sujeto y lo activa para que por resonancia mórfica active los arquetipos relevantes en el inconsciente colectivo. Estos se manifiestan en la conciencia a través de sueños, fantasías, visiones, imágenes arquetípicas y símbolos numinosos, que la psique del sujeto construye como mediador de la información arquetípica.
Estos materiales actúan como un imán, atraen la líbido del estado estancado hacia una nueva posibilidad, representan un objetivo psíquico que la conciencia aún no comprende, pero que es necesario para el desarrollo, unen los opuestos (consciente/inconsciente, mente/cuerpo, masculino/femenino) mediante la función trascendente, creando una nueva potencialidad que es más compleja y completa y que el sujeto tiene que integrar en su consciencia para que pase de potencia acto y transmute el estado previo a uno nuevo.
La individuación junguiana es la realización del humano completo.
Hay dos tareas fundamentales tanto en el caso de un desarrollo infantil saludable como en el caso de necesitar autoterapia o psicoterapia con un terapeuta: liberar al sujeto, en su sí-mismo, de las falsas envolturas de la persona (la máscara social), y los complejos, y liberar al sujeto de la fuerza sugestiva de las imágenes del inconsciente. No se trata de egoísmo o individualismo, sino de realizar la singularidad inherente del ser humano. La individuación es el proceso mediante el cual el ego (la conciencia de sí mismo) establece y consolida una relación con el sí-mismo (el arquetipo[ii] central de la totalidad y el potencial último del individuo): El eje yo/sí-mismo. Este proceso genera un sentido de dirección, propósito y significado profundo.
En el proceso de Individuación se integran: la sombra personal (contiene todo aquello que el individuo rechaza o no quiere ser, cargado de culpa o vergüenza, y también lo que está en potencia para desarrollarse y ha quedado congelado); los arquetipos ánima o ánimus. El ánima (el principio femenino en el hombre) y el ánimus (el principio masculino en la mujer); Se opera la diferenciación entre el yo psicológico y el rol público o máscara social (La Persona); se produce una desidentificación con los complejos culturales (salvador, …); se integran, resignifican y equilibran las funciones (pensamiento, sensación, juicio e intuición) y actitudes (introversión, extroversión); la sombra colectiva, que contine lo que la sociedad y proyecta rechaza en los chivos expiatorios, implica enfrentar el trauma y la proyección de aspectos negados en el «enemigo»; se desarrolla una acción consciente con límites éticos claros: La lucha contra la injusticia es necesaria, constelar el «Dios Oscuro» debe ser un último recurso, un concepto manejado con extremo cuidado y siempre subordinado al objetivo final de rescatar al «Ánima» (la humanidad, la compasión, la comunidad).
Ilustración 3 Funciones y actitudes junguianas. Esquema dinámico. Fuente: Mikel García
La paz resiliente no es un estado final que se alcanza, sino un proceso continuo de individuación colectiva. Es la capacidad constante de una sociedad de reconocer sus propias patologías, integrar sus aspectos negados y elegir conscientemente el camino de la complejidad y la conexión sobre el de la simplificación y la destrucción. Para un hombre, su «mitad femenina perdida» interna es el arquetipo del Ánima. Para una mujer, es el Animus. La «mitad del mismo sexo» representa la sombra (los aspectos ocultos y a menudo rechazados de nuestra propia personalidad).
“De modo que la individuación sólo puede significar un proceso de evolución psicológica que realiza las determinaciones individuales dadas, o, en otras palabras, constituye al ser humano como ese ente singular que es. No por ello viene a hacerse «egoísta», sino que simplemente realiza su singularidad, lo cual, como queda dicho, está a distancia astronómica del egoísmo o del individualismo. (…) Ahora bien, el objetivo de la individuación no es otro que libertar el sí-mismo, por una parte, de las falsas envolturas de la persona y, por otra, de la fuerza sugestiva que ejercen las imágenes del inconsciente”. (C. G. Jung, 1928, p. 101).
La individuación es un proceso de incremento de autoconsciencia y holismo.
Hasta una conciencia terciaria, no solo como autoconocimiento sino también como praxis sociopolítica.
Conciencia de sí, ente permanentemente responsable de todo lo que hace, y de lo que deja por hacer, en conexión sinérgica con la humana labor de evolución (trascendencia sincrónica). Ser comprometido históricamente (vida en evolución), con el derecho-deber de contribuir a ese proceso (trascendencia diacrónica), con la mira puesta en las generaciones venideras.
Los estados parciales de la conciencia (de vigilia, onírica, visionaria, amplificada, propioperceptiva, …) pierden sus fronteras rígidas. La conciencia está presente de modo global, se puede soñar y tener visiones en la vigilia, tener sueños lúcidos, … y puede elegir donde focalizarse.
La «conciencia terciaria» es un concepto desarrollado por el psiquiatra Silvano Arietti (1914-1981), en su obra maestra Interpretación de la Esquizofrenia (1974), por la que ganó el National Book Award.
Arietti propuso que la mente humana opera en tres niveles cognitivos principales.
Conciencia Primaria (Nivel Proto-mental). Es el nivel más básico, pre-verbal y pre-lógico. Gobernado por procesos primarios (como en la teoría freudiana): condensación, desplazamiento, simbolización primitiva. Es concreto, emocional, mágico y no sigue las leyes de la lógica o la causalidad. La cognición de un niño pequeño, los sueños, y el pensamiento psicótico.
Conciencia Secundaria (Nivel lógico-verbal). Es el nivel de la cognición adulta, normal y adaptativa. Gobernado por procesos secundarios: lógica aristotélica, pensamiento causal, lenguaje gramatical y conceptual. Es abstracto, racional, orientado a la realidad y la eficiencia. El pensamiento que usamos para trabajar, planificar el día y mantener una conversación coherente.
Conciencia Terciaria (Nivel Creativo-Simbólico). Este es el nivel superior e integrador. No reemplaza a los otros dos, sino que los sintetiza y trasciende.
Características de la Conciencia Terciaria.
Integración de lo Primario y lo Secundario: Es la característica definitoria. La conciencia terciaria no suprime el pensamiento primario (imaginativo, simbólico, emocional), sino que lo canaliza y moldea utilizando las herramientas del pensamiento secundario (lógica, estructura, lenguaje). Es la «alianza» entre la locura potencial de lo primario y el orden de lo secundario.
Generación de Novedad y Creatividad. Es el sustrato de la creatividad genuina, no solo artística, sino también científica y filosófica. Permite la formación de «conexiones nuevas entre contenidos mentales previamente no relacionados». El pensamiento primario proporciona el material imaginativo y simbólico inusual, y el pensamiento secundario le da forma y lo hace comprensible y útil.
Pensamiento Simbólico y Analógico Avanzado. Va más allá del símbolo primitivo de la conciencia primaria. El símbolo en este nivel es rico, tiene múltiples significados y puede ser explorado conscientemente para descubrir nuevas capas de significado. Es la base de las grandes metáforas en el arte y los modelos teóricos en la ciencia.
Tolerancia a la Ambigüedad y la Paradoja. A diferencia del pensamiento secundario, que busca la claridad y la no-contradicción, la conciencia terciaria puede sostener y trabajar con conceptos aparentemente opuestos o ambiguos, encontrando una síntesis superior. Esto es fundamental en el proceso creativo, donde a menudo se debe navegar por fases de caos e incertidumbre.
Acceso a lo Arquetípico y lo Inconsciente. Arietti, influenciado por Jung, veía este nivel como la puerta de acceso a contenidos profundos del inconsciente (símbolos universales, arquetipos) de una manera que no es abrumadora (como en la psicosis), sino enriquecedora y dirigida a un fin.
Estado de «Flow» o Experiencia Cumbre: La inmersión en un acto creativo intenso, donde el tiempo parece detenerse y la acción fluye sin esfuerzo, es una manifestación de la conciencia terciaria en funcionamiento.
Un científico. Formula una nueva teoría (proceso secundario) a partir de una intuición o una imagen onírica (proceso primario). La famosa anécdota de Kekulé descubriendo la estructura del benceno soñando con una serpiente que se muerde la cola es un ejemplo perfecto.
Análisis de la relación entre la conciencia terciaria (Arietti), la individuación (Jung) y los estados ampliados de conciencia con enteógenos.
- Punto de Convergencia Central. La Integración de los Opuestos
Los tres conceptos giran en torno a la superación de dicotomías psíquicas y la creación de una nueva síntesis
Conciencia Terciaria (Arietti). Integra el pensamiento primario (inconsciente, simbólico, mágico) con el pensamiento secundario (consciente, lógico, verbal). Es la alianza creativa entre la locura potencial y el orden racional.
Individuación (Jung). Integra el consciente con el inconsciente, la Persona con la Sombra, lo masculino con lo femenino (Ánima/Animus). El objetivo es la emergencia del sí-mismo, la totalidad psíquica que trasciende al ego.
Estados Ampliados de Conciencia (Enteógenos). Disuelven temporalmente los límites rígidos entre el ego y el inconsciente, permitiendo una inundación de contenidos arquetípicos, emociones primarias y percepciones no ordinarias. La experiencia suele describirse como una disolución de la dualidad.
- Los Enteógenos como Catalizador del Estado Terciario y del Proceso de Individuación.
Pueden actuar como un «acelerador» o «revelador» de estos procesos.
Facilitan el Acceso a lo Primario. Al reducir la actividad de la «Red Neuronal por Defecto» (asociada con el ego narrativo), los enteógenos permiten que los contenidos del inconsciente personal y colectivo (pensamiento primario, arquetipos) emerjan a la conciencia con una intensidad inusual. Esto es similar a forzar un estado temporal de «conciencia primaria» potenciada.
Posibilidad de Integración (Estado Terciario). La experiencia no es solo caótica. En un contexto adecuado («set and setting»), la mente consciente (pensamiento secundario) puede observar, dialogar y dar significado a este torrente de contenidos primarios. Este acto de integrar la experiencia numinosa y a menudo caótica en una narrativa personal significativa es un ejemplo perfecto de la conciencia terciaria en acción: el ego no es disuelto por completo, sino que se expande para contener y dar forma a lo inconsciente.
Activación del Proceso de Individuación. Al proporcionar un acceso directo a los arquetipos (encuentro con la Sombra, diálogo con el Ánima/Animus, visiones del Sí-mismo simbolizado en mandalas), los enteógenos pueden poner en marcha o profundizar dramáticamente el proceso de individuación. La persona se ve confrontada con los aspectos de su psique que necesitan ser integrados para lograr la totalidad.
- El Riesgo: Regresión a lo Primario vs. Avance a lo Terciario
Resultado Positivo (Conciencia Terciaria/Individuación). Ocurre cuando el ego es lo suficientemente fuerte para mantener un punto de observación y luego integrar la experiencia. El contenido primario es asimilado, dando lugar a insights creativos, curación emocional y una sensación de unidad y significado (experiencia de Sí-mismo). Es un estado terciario transitorio.
Resultado Negativo (Regresión/Psicosis). Si el ego es inundado y abrumado por el inconsciente sin poder procesarlo, la experiencia se parece más a una regresión patológica a la conciencia primaria (como describe Arietti en la esquizofrenia). El resultado puede ser confusión, paranoia, despersonalización y la incapacidad de reintegrar la experiencia a la vida normal. Es un «mal viaje» en el sentido clínico.
Metáfora de la Ola
El Enteógeno es como una ola gigante que levanta al surfista (el ego) y lo lleva a mar abierto (el inconsciente colectivo).
La Regresión a lo Primario es como ahogarse: el surfista es superado por la ola, se traga agua y entra en pánico.
La Conciencia Terciaria y la Individuación es como surfear la ola: el surfista (ego) utiliza su habilidad y equilibrio para cabalgar la poderosa fuerza de la ola (inconsciente), experimentando una unidad con ella y llegando a un nuevo lugar, ileso y transformado por la experiencia.
Conclusión Sintética
La relación es, por tanto, de potenciación y riesgo.
Los enteógenos pueden inducir un estado que, en su fenomenología, se asemeja a la conciencia primaria de Arietti (acceso a lo simbólico, lo arquetípico, lo emocional crudo).
El resultado final de la experiencia depende de la capacidad del individuo para, durante y después de la ingesta, ejercer una función terciaria: integrar ese material primario en la estructura de su conciencia secundaria (ego), dándole significado y orden.
Este proceso de integración de contenidos inconscientes amplificados por el enteógeno es, en esencia, un acto acelerado de individuación. Es un viaje simbólico al centro de la psique que, si se integra correctamente, puede conducir a una mayor totalidad, creatividad y sentido de unidad, que son los frutos tanto de la conciencia terciaria como del sí-mismo junguiano.
En resumen, los enteógenos no crean por sí solos la conciencia terciaria o la individuación, sino que proveen la materia prima experiencial (el «caos primario») que la conciencia estructurada debe luego ordenar en una «nueva complejidad» (el «cosmos terciario»), avanzando así en el camino de convertirse en un individuo completo.
El proceso de individuación es un opus alquímico.
La alquimia es un trabajo individual, pues la obra es personal y se hace en profunda soledad y en secreto que, además, está prohibido revelar. Se hace en soledad, aunque uno esté acompañado por un terapeuta. Nacemos, vivimos y morimos solos, aunque estemos acompañados.
El opus parece ir contra-natura, pero realmente es hacer lo que la Naturaleza inconsciente no puede hacer por sí mima. La obra es amarga como lo es la sal, sin sal no se llega a la sabiduría.
Decía Sócrates citado en el Banquete de Platón (2007), sobre necesidad y deseo de sabiduría:
“Ninguno de los dioses desea la sabiduría ni necesita ser sabio, porque ya lo son, como tampoco desea la sabiduría cualquier otro que sea sabio. Por otro lado, los ignorantes ni aman la sabiduría, ni desean hacerse sabios, pues en esto precisamente es la ignorancia una cosa molesta: en que quien no es ni bello, ni bueno, ni inteligente se crea a sí mismo que ya lo es suficientemente. Así, pues, el que no cree estar necesitado no desea tampoco lo que no cree necesitar».
El fin del opus es la coniunctio mayor entre dos polos opuestos del sujeto: el complejo yo (representante de la materia real) y el sí-mismo (arquetipo representante de lo inconciente colectivo). El proceso requiere que los polos primero tienen que estar bien diferenciados y separados, para poder reunirse.
Una imagen simbólica de esta coniunctio mayor es el matrimonio, que requiere relaciones sexuales, entre el Sol y la Luna o entre alguna personificación de los opuestos.
Las imágenes de unión no siempre son señal de un desarrollo saludable. Ken Wilber ya advirtió de los efectos de las falacias pre trans, que tienen su correspondencia en el concepto junguiano de inflación de un yo inmaduro.
La alquimia es un arte espagírico del uso de la materia para llegar a una medicina, un elixir o tintura, el Lapis. El arte se aprende y los maestros lo enseñan a los neófitos que se inician para que separen lo que no sirve e integren lo que sirve.
El Lapis, integra dos opuestos: Piedra, como representante de una materia sólida y firme, y Filosofía -amor a la sabiduría-, como representante de un alma conectada con el espíritu.
Una vez creada la Piedra Filosofal, se infiere que tiene poderosos efectos contagiadores y transformadores por ella misma, ya que es autónoma del alquimista. Su poder se refleja en las operaciones de proiectio y multiplicatio o augmentatio. El elixir tiene el poder de unificar en acción de reciprocidad y cocreación a los dos polos de modo que yo y sí-mismo se van transformando.
El trabajo del alquimista podrá ser un elixir que ayude a transformar otras consciencias y otras inconsciencias, por ejemplo, podrá ser medicina para sanar sombras de lo inconsciente colectivo. Pero su poder es limitado ya que requiere que a quien toque esté abierto y receptivo.
La materia prima. Los alquimistas toman este concepto fundamental de los presocráticos. ¿Pero cuál es la materia prima inicial en el desarrollo humano?
Es la indiferenciación del cachorro humano. Esta es la materia prima virginal y caótica, sin límites ni formas, el ápeiron, del pleroma, del increatum, que requerirá un orden en la acción del Logos.
El desarrollo del sujeto requiere siempre operaciones alquímicas.
El desarrollo del cachorro humano ocurre por los impulsos a la individuación promovidos por el arquetipo del sí-mismo y del potencial genético biológico, en el contexto de relaciones humanas de la crianza.
Voy a considerar varios contenidos de los campos arquetipales como arquetipos principales que intervienen en el proceso alquímico a modo de explicación pedagógica: sí-mismo, individuación, creación, y eros. Intervienen desde el inicio y permanecen con mayor o menor presencia en todo el proceso. Pero los arquetipos necesitan ser intermediados o personalizados a través de las relaciones humanas, si no es así el sujeto es inundado o poseído por ellos, como pasa en el sujeto psicótico, quien no ha podido desarrollar un yo, ni diferenciarse del no-yo, y de los otros.
Voy a describir las operaciones en secuencia rizomática y tratando de explicar y articular los componentes que intervienen.
1.- En un proceso en condiciones suficientemente buenas.
Primera operación. La coagulatio. Es tomar tierra, construir el cuerpo material, la realidad, el yo … Desde el punto de vista alquímico la coagulatio requiere acción y el concurso de tres agentes: la magnesita, el azufre y el plomo. La magnesita señala que el proceso será imperfecto. El plomo indica que el espíritu mercurial libre tiene que adaptarse a la dura realidad y las limitaciones, deprimiéndose. El azufre, el sulfur, es el factor impulsor, el fuego, el deseo, la búsqueda del placer y el poder personal. El deseo no solo es carnal, es de encarnación. Es interesante mencionar que, en El libro tibetano de los muertos, se cita que cuando un alma se reencarna, tiene visiones de cópulas, deseo por el otro sexo y aversión al mismo sexo (Edipo Primario de Melani Klein).
Están activos los arquetipos: Eros. Se supone en el deseo de los padres de serlo y tener un hijo/a, pero es seguro en el deseo del neonato de encarnarse, de tener placer de vivir; Individuación; sí-mismo.
Segunda operación. Solutio-separatio.
Nacimiento. Se activa el arquetipo Thánatos.
Es la separatio de la fusión del neonato con lo Inconsciente Colectivo y la vida intrauterina.
Esta separación se relaciona con la Culpa existencial ampliamente citada por los existencialistas como antecedente de culpabilidades posteriores. Jung explica que esta culpa procede de traicionar-abandonar lo IC, saliendo de la Participación mística fusional en la que se estaba en el Paraíso perdido, de lo IC y la vida uterina, y se acompaña del síntoma depresión existencial. El inicio de activación del arquetipo gran Madre ayuda en el proceso, siempre y cuando el cuidador real actúe en consonancia
Clásicamente esta separatio radical se consideró necesaria para construir el yo, para, después, en la segunda mitad de la vida retornar a lo inconsciente colectivo. En La función Trascendente, 1916, Jung afirma la direccionalidad de la conciencia como un logro de la humanidad que ha permitido la aparición de la civilización y la cultura, a un alto precio para el ser humano, que se separa así de su origen instintivo en el gran inconsciente colectivo.
Esta inicial separatio siendo necesaria, no requiere que sea radical, basta con un alejamiento parcial.
Sin embargo, lo habitual es la excisión, o separación total, por causas varias: la falta de preparación de los padres, la represión, la focalización de la atención en lograr satisfacer los deseos de los padres para, así, obtener su amor.
Nueva Coagulatio.
Relación objeto parcial madre. Teta. Proyección del arquetipo gran Madre en la madre.
Nueva Solutio-separatio. Activación del arquetipo del extraño. Frustración de la teta, rabia. Esquizoparanoide-Culpa primaria/ Depresión primaria- reparación. Extraño en la fase del espejo, reintroyección de la imagen, salida del narcisismo primario, constitución de lo real (Lacan).
Nueva Coagulatio. Relación objeto total madre. Fusión del Arquetipo Gran madre y la madre real. Amor incestuoso urobórico. Activación del arquetipo puer-puella, niño-niña.
Nueva Solutio-separatio. Activación del arquetipo héroe. Muerte de la madre. Matar al dragón. Nigredo. Depresión. “Calcinatio”.
Nueva Coagulatio. Activación arquetipo ánima ánimus. Un estado de albedo o leukosis tras la nigredo. En la niña su ánimus se dirige a su madre -Amor homoerótico- y se proyecta al padre. En el niño su ánima se proyecta a la madre y se dirige al padre -Amor homoerótico-. La líbido genital se funde con las proyecciones de ánima y ánimus, de modo que en la niña el objeto genital va siendo el padre, con lo que cambia de objeto, mientras que en el niño sigue siendo la madre.
Nueva Solutio-separatio. Se reintroyecta el ánima o ánimus. De modo que cesan las modalidades homoeróticas, se realiza una coniunctio menor y se produce un refuerzo yoico de la autoestima y de la identidad sexual. Se activa el arquetipo del Falo, que en ambos géneros consolida el poder personal, la confianza en la acción, la confrontación con los conflictos. La líbido genital es más intensa. El pensamiento concreto mágico aún permanece coagulado en tierra. Un símbolo que lo representa es la Serpiente mercurial clavada en la cruz, coagulado-fijado (190).
Nueva coagulatio. El Edipo-Electra secundario. Es el clásico directo descrito por Freud, siempre precedido por el edipo inverso homoerótico descrito antes.
Nueva Solutio-separatio. Salida del Edipo-Electra. Nigredo. Mortificatio (castración). Se activa el arquetipo del sanador-herido. El infante se puede centrar en sanar sus heridas y en elaborar el duelo de lo perdido-abandonado, con un mayor nivel de coniunctio con el ánima ánimus y búsqueda deseante de las relaciones con los iguales.
Nueva coagulatio. El yo y sus dinamismos se van consolidando. El arquetipo persona está muy activo, junto a las modalidades del superyó. La confrontación con las frustraciones va consolidando la capacidad de resiliencia. El pensamiento, en sublimatio, se separa de la tierra y puede empezar a ser abstracto, ser aire.
Nueva Solutio-separatio. El sí-mismo está siempre presente percibido como acompañante misterioso, aunque la consciencia se ha focalizado más en la construcción del yo. Se requiere experimentar una muerte simbólica de la preeminencia del yo, separándose de la identificación. Período de profunda Nigredo. Noche oscura del alma.
Nueva coagulatio. En la consolidación del Eje sí-mismo/complejo yo. Es la Piedra filosofal, una Coniunctio mayor. Ambos polos quedan separados y unidos. Es el estado de rubedo, de sangre humana. La Sublimatio se consolida en pensamiento lógico formal abstracto, más preparado para la muerte. Existe libre Circulatio, entre los distintos niveles de consciencia, que pueden experimentarse simultáneamente, en sentimiento de filius macrocosmi. Jung dice en Estudios sobre representaciones alquímicas, «La intención del alquimista apunta, pues, no a su redención por la gracia de Dios, sino a la liberación de Dios de las tinieblas de la materia». Dios es entendido como el arquetipo sí-mismo.
En un texto gnóstico se dice que el hombre perfecto el Anthropos es llamado cadáver, porque está enterrado como una momia en un monumento fúnebre. La carne descompuesta de los cadáveres en especial la de los ajusticiados (mumis patibuli) se creía que gozaba de propiedades curativas maravillosas. Anthropos es entendido como el arquetipo sí-mismo, y que su descomposición aporta el agua permanens de los fluidos cadavéricos, que nutre el desarrollo del individuo.
Siguiendo con las buenas condiciones, los arquetipos se reintroyectan de las proyecciones humanas. En su aspecto introvertido mantienen un diálogo con el yo y en su aspecto extrovertido se asocian a elementos de la realidad cotidiana. Asociación no es proyección. Ánima mundi, Umbra mundi, están asociadas con el alma del sujeto en una relación de participación mística interactiva, en la que el yo puede ser motor de transformación.
El arquetipo Gran Madre se reintroyecta de la madre real al mundo interno en su aspecto introvertido, para uno ser su cuidador, y en su aspecto extrovertido se asocian a la naturaleza, y el planeta. Insisto en asociación sin proyección (Gaia-Gea).
El arquetipo Creación empuja al desarrollo de la creatividad subjetiva que aglutina fases del desarrollo oral (impulso epistemofílico de Melani Kein), anal, fálico y genital.
El arquetipo Falo se reintroyecta del padre, a su aspecto introvertido en poder personal, y se asocia a las estructuras de poder político social. Poder personal poder y político no están disociados.
La leyenda del sexto grabado en madera del Rosarium Philosophorum dice: «Aquí el rey y la reina yacen muertos / en gran angustia, el alma se acelera». Jung reconoce el tema de la muerte en este grabado al señalar que la cuenca de la fuente ahora forma un ataúd para el Rey y la Reina.
Él escribe,
“Después de la conniunctio opositorum, reina la quietud mortal» ya que el Rey y la Reina están muertos y se han fusionado para formar un ser con dos cabezas. Se produce una quietud después de la unificación de los opuestos cuando la energía de la tensión se detiene y «la imagen representa la putrefacción, la corrupción, la descomposición de una criatura que alguna vez vivió» «Corruptio unius generatio est alterius«, lo que significa que la corrupción de uno es la génesis del otro. La muerte de la unificación del Rey y la Reina «es una etapa provisional a la que debe seguir una nueva vida “. Como resultado, el ego anterior muere de la unión con el anima o animus inconsciente y se forma una nueva personalidad (representada como hermafrodita). La nueva personalidad no es un «punto medio entre lo consciente y lo inconsciente, sino ambos juntos. Como trasciende la conciencia, ya no se le puede llamar ‘ego’ sino que se le debe dar el nombre de ‘yo’” (C. G. Jung, 2002b).
Ya que el Rey y la Reina están muertos y se han fusionado para formar un ser con dos cabezas. Se produce una quietud después de la unificación de los opuestos cuando la energía de la tensión se detiene y «la imagen representa la putrefacción, la corrupción, la descomposición de una criatura que alguna vez vivió». Jung muestra que el texto de la xilografía dice «Corruptio unius generatio est alterius», lo que significa que la corrupción de uno es la génesis del otro. El cadáver en el grabado en madera es un hermafrodita porque simboliza que el comienzo de una nueva vida está comenzando.
Jung argumenta que cada humano posee características del sexo opuesto en su inconsciente, que llega a la conciencia, del carácter femenino de un hombre o el carácter masculino de una mujer y, por lo tanto, el autoconocimiento. Con la integración de las proyecciones, la personalidad / conciencia se amplía enormemente y esto resulta en la disminución de la unilateralidad del ego. La nueva personalidad no es un «punto medio entre lo consciente y lo inconsciente, sino ambos juntos. Como trasciende la conciencia, ya no se le puede llamar ‘ego’ sino que se le debe dar el nombre de ‘yo’”
De acuerdo al planteamiento alquímico la pareja senex/puer está unida en esencia pues el senex de alguna forma se convierte en el puer en el proceso de transformación.
En la adolescencia el puer, figura que manifiesta como mana creativo, emoción y símbolo de la renovación de la vida o la reunión de los opuestos separados, un símbolo renovado y más completo del sí mismo (en comparación con el senex en su aspecto de rey viejo) puede brillar con su aspecto luminoso, pero si se identifica con el arquetipo, sin separarlo como un no-yo el puer se vuelve nada menos que un demonio de la muerte. Respecto al senex en su aspecto positivo representa la sabiduría, el conocimiento. En relación al ciclo vital se asociaría a la vejez o a cualquier momento de la vida en que se hace necesaria una transformación (muerte y renacimiento).
Von Franz menciona que Jung en Mysterium coniunctionis comenta detalladamente la figura del viejo rey, que representa la sustancia transformadora y, por lo general es retratado por los alquimistas al comienzo de la obra como defectuoso, no redimido, rígido, enfermo o incluso maligno.
Operaciones alquímicas en condiciones comunes.
Un desarrollo patológico fija a los sujetos, se estructuran la sombra reprimida y los complejos: huérfano, inválido, materno, paterno, de poder, de inferioridad, de salvador, ….
Lo habitual en el desarrollo humano es que no se logre la coniunctio mayor, y que existan modos de fusión, identificación entre los polos. Identificaciones del yo con la sombra, ánimus/ánima, sí-mismo, relaciones objetales, …
Unos padres humanos no alquimistas, no individuados, difícilmente van a modelar esa materia prima adecuadamente, por lo que se entiende que la mayoría de las crianzas fijan el desarrollo en estructuras patológicas que van a ser la “materia contaminada” de la que haya que partir para volver a hacer un opus.
Psicosis. Borderline. Neurosis, son construcciones “contaminadas” que si no son reducidos a su materia prima no pueden ser transformados. Este es el trabajo del opus alquímico que parte de una materia prima malograda respecto a la finalidad de la individuación. Ese es el proceso de regresión de la psicoterapia. No es fácil encontrar la materia prima. En muchas ocasiones la materia primera para el trabajo iniciático es la sombra. La imagen de un niño en un sueño puede simbolizar la materia prima ya algo desarrollada y aún inocente.
Habrá, pues, que realizar operaciones alquímicas: mortificatio, disolutio, separatio, calcinatio, solutio, sublimatio, etc. para separar los polos de sus contaminaciones, para llegar a la coagulatio de la coniunctio mayor.
Las operaciones alquímicas en la terapia constelan los momentos de origen de la contaminación y activan arquetipos de las fases infantiles del desarrollo. Por ejemplificar el trabajo con el complejo materno. En el proceso terapéutico podemos esperar que el paciente establezca un intenso vínculo y/o transferencia, representando el terapeuta una madre buena omnipotente de la que se espera que consiga una sanación “mágica”. El terapeuta, en esta fase oral, inicialmente sostiene el vínculo sin analizarlo para que se constele el complejo especialmente si el paciente es psicótico o borderline. Salir del complejo implica elaborar los sentimientos de ambivalencia, ansiedad de abandono, y activar el arquetipo héroe-heroína que acepta el viaje a la Nekya, sufrimientos y sacrificios.
“Integración de los demonios con ayuda del sí-mismo, que es el único capaz, no lo es el yo”. L’individuation Dans Les Contes De Feés. Marie Louise Von Franz. Pág 150. “Las personas tocadas por la psicología de las profundidades y que después de algún tiempo se han alejado, rechazando esto que la vida les pide, se vuelven diabólicamente crueles, enferman o mueren. Sólo si discernimos suficientemente qué pasa en el sí-mismo podemos escapar de volvernos neuróticos. No debemos azuzar a aquel que tenga resistencias a entrar en análisis, nadie puede tomar esa responsabilidad por otro.” Ibd. Pág. 182.
¿Qué ente es el creativo? ¿Qué o quién es objeto de lo creativo? ¿El arte mata? ¿Puede haber arte más allá del infierno?
La lucha contra el demonio (título original en alemán «Der Kampf mit dem Dämon») es un libro escrito por Stefan Zweig, Greenboks Editore, donde describe la vida de tres individuos peculiares: Friedrich Hölderlin, un gran poeta maldito, que acabó sus días en el manicomio; Heinrich von Kleist, un escritor sin fortuna, que acabó suicidándose con 34 años tras buscar, con sus obras maestras, un éxito que se le negó; y Nietzsche, el filósofo que pregonaba que Dios había muerto creando así una futura revolución filosófica, y que también acabó sus días recluido por una enfermedad nerviosa en una casa de locos.
Es reduccionista y de enorme simplicidad elevar a universal la realidad de que el infierno personal es una fuente para la creación, lo mismo que equiparar artista y arte, creación y creatividad, o excluir del arte la ciencia y la investigación.
El proceso de individuación se asemeja a un alquimista trabajando en su laboratorio interior. El yo consciente es el alquimista que debe tomar los ingredientes brutos (los complejos y la sombra) y las fuerzas etéreas (el ánima y el ánimus) que están separadas o en conflicto dentro del crisol de la psique. A través de la confrontación interna (la «cocción» o el «sacrificio») y el uso de símbolos (la función trascendente), el alquimista no busca destruir los elementos, sino integrarlos y transmutarlos para crear la piedra filosofal un nuevo ser más completo, único y auténtico, aunque siempre imperfecto.
La psicología de la transferencia.
La transferencia es un modo de relación con base en relaciones objetales internas (psíquicas), que se proyectan en el mundo exterior sobre diversos sujetos que son investidos con lo proyectado. Ese fenómeno vincula a ambos sujetos por un hilo invisible y los hace codependientes. La transferencia en el proceso de individuación del análisis psicoterapéutico es un fenómeno importante pues lo transferido puede hacerse consciente y el analizando puede liberarse de condicionantes. La transferencia es esencial para el desarrollo del proceso de simbolización y la función trascendente.
En la terapia, al internalizar nuevos modos de relación, el individuo puede cambiar los anteriores, transformando una relación exterior en una interior, un proceso llamado «internalización transmutadora».
En La Psicología de la Transferencia (Die Psychologie der Übertragung) esctita por Jung en 1946 y publicada por Paidós (muy probablemente en su colección «Biblioteca de Psicología Profunda») en 1966, Jung hace un análisis de los grabados del Rosarium Philosophorum, y en concreto la escena de la muerte del Rey y la Reina en el ataúd/bañera tras la coniunctio, es el tema central de este libro. En este trabajo, Jung utiliza los símbolos alquímicos de la unión del Rey y la Reina (la coniunctio) como una analogía arquetípica del proceso de transferencia y contratransferencia en la relación terapéutica, así como de la dinámica interna de la individuación.
La leyenda del sexto grabado en madera del Rosarium Philosophorum dice: «Aquí el rey y la reina yacen muertos / en gran angustia, el alma se acelera» (Jung, 1966, p.256). Jung reconoce el tema de la muerte en este grabado en madera al señalar que la cuenca de la fuente ahora forma un ataúd para el Rey y la Reina. Él escribe, «después de la coniunctio opositorum, reina la quietud mortal» (Jung, 1966, p.256) ya que el Rey y la Reina están muertos y se han fusionado para formar un ser con dos cabezas.
Se produce una quietud después de la unificación de los opuestos cuando la energía de la tensión se detiene y «la imagen representa la putrefacción, la corrupción, la descomposición de una criatura que alguna vez vivió» (Jung, 1966, p.256). Jung muestra que el texto de la xilografía dice «Corruptio unius generatio est alterius», lo que significa que la corrupción de uno es la génesis del otro.
Como resultado, interpreta que esto significa que la muerte de la unificación del Rey y la Reina «es una etapa provisional a la que debe seguir una nueva vida» (Jung, 1966, p.256). Esto lleva a Jung a comprender por qué el cadáver en el grabado en madera es un hermafrodita porque simboliza que el comienzo de una nueva vida está comenzando. En consecuencia, el descenso al inconsciente parece haber llegado a su fin.
Aunque el grabado en madera representa el final del descenso al inconsciente, también hay signos de que el cambio continuará, dada la imagen de la unificación del Rey y la Reina como hermafrodita. Jung argumenta que cada humano posee características del sexo opuesto en su inconsciente. Un objetivo importante de la psicoterapia es la comprensión consciente (no ocultamiento) de esta parte proyectada del inconsciente. Este objetivo progresivamente da como resultado la conciencia del carácter femenino de un hombre o el carácter masculino de una mujer y, por lo tanto, el autoconocimiento. Con la integración de las proyecciones, la personalidad / conciencia se amplía enormemente y esto resulta en la disminución de la unilateralidad del ego.
La muerte en el sexto grabado en madera representa este cambio para el ego. En consecuencia, Jung dice que la muerte en el sexto grabado en madera es psicológicamente explicable como la integración del inconsciente, que implica una grave lesión del ego: «la alquimia expresa esto a través de los símbolos de muerte, mutilación o envenenamiento» (Jung, 1966, p.263). Como resultado, el ego anterior muere de la unión con el anima o animus inconsciente y se forma una nueva personalidad (representada como hermafrodita). La nueva personalidad no es un «punto medio entre lo consciente y lo inconsciente, sino ambos juntos. Como trasciende la conciencia, ya no se le puede llamar ‘ego’ sino que se le debe dar el nombre de ‘yo’” (Jung, 1966, p.264).
El análisis de los materiales en psicoanálisis junguiano se hace amplificando. Se trata de responder a las preguntas con preguntas o respuestas abiertas, entendiendo que nuestra materia prima, en psicoterapia, puede abordarse con los parámetros del método científico de las ciencias específicas de estado (Tart, 1971) del empirismo interno. La validez del conocimiento específico de estado se basa en el acuerdo intersubjetivo de observadores debidamente preparados (Tart, 1983). De ahí la importancia de un acuerdo consensuado y para ello es fundamental el debate tras la comunicación de trabajos. El método científico se basa tanto en el arte de hacer las preguntas adecuadas, como en tener una actitud abierta y capacidad de soportar la incertidumbre sin querer respuestas rápidas y cerradas. Si no se formula la pregunta adecuada se corre el riesgo de perder años como le ocurre a Perceval en la búsqueda del Grial (Rauschenbach & von Franz, 1999). Formular la pregunta adecuada convoca daimones que participan junto a los yoes en la construcción de la respuesta siempre provisional e hipotética.
“… es estrictamente prohibido actuar como un chamán hasta que el momento de la indicación haya terminado y el iniciado haya sanado de su enfermedad iniciática.“ En Psicoterapia. La experiencia práctica (von Franz, 1985)
El trabajo de consciencia transforma la estructura cerebral y la capacita para seguir creciendo en ese trabajo, un ejemplo de la plasticidad neuronal en la etapa adulta. En un estudio (Jonathan Greenberg et al., 2019)[44], se asignó al azar a 79 participantes a un programa de capacitación de 4 semanas basado en la atención de la mente o a un programa de control activo de escritura creativa estructurado de manera similar. El grupo de atención plena mostró tasas de interferencia proactivas más bajas en comparación con el grupo de control activo después del entrenamiento. El entrenamiento de la atención plena minimiza la distracción de los pensamientos y recuerdos, mejora la memoria de trabajo y aumenta la densidad del hipocampo con aumento de volumen en el hipocampo izquierdo. Un estudio realizado en China (Jiang et al., 2019), tenía el objetivo de aclarar si los correlatos neurobiológicos de la inteligencia difieren entre hombres y mujeres. Lo hace de un modo más complejo que otras investigaciones que basan en técnicas univariadas en masa o una modalidad de neuroimagen. Utiliza el modelado predictivo basado en conectoma (CPM). Encuentra que el coeficiente intelectual masculino demostró correlaciones más altas con el grosor cortical en el lóbulo parietal inferior izquierdo y con la conectividad funcional en la red con predominio del hipocampo izquierdo, regiones implicadas en la cognición espacial y el pensamiento lógico. En contraste, el coeficiente intelectual femenino se correlacionó más con el grosor cortical en el lóbulo parietal inferior derecho, y con conectividad funcional en el putamen y redes cerebelosas, regiones implicadas en el aprendizaje verbal y la memoria de elementos.
Los dos estudios son más complejos de lo habitual, y sus resultados pueden tener lecturas distintas. El de Jiang et al., podría leerse como fundamentación de un innatismo diferencial entre géneros que nos capacita para especializaciones diferenciadas. También puede entenderse que es una radiografía de la realidad actual diferenciada de los géneros, pero entendida como consecuencia del modelado por el aprendizaje social desde el nacimiento que modula áreas y redes concretas. La segunda lectura parece más plausible después de los resultados del estudio de Greenberg et al.
Panksepp defiende que el sueño REM permite el procesamiento de información por medio del cual los almacenamientos de memoria transitorios llegan a integrarse en los hábitos de comportamiento subconscientes, añadiendo que «quizá las teorías sobre los sueños de Freud y Jung, que sugerían que los sueños reflejan fuerzas emocionales inconscientes y simbólicas que afectan a la persona sigan conservando alguna verdad fundamental» (Panksepp, 1998, p. 129).
Durante el sueño se produce la integración y consolidación de las memorias, mediante el intercambio de información entre el hipocampo y el córtex cerebral (Schretlen & Shapiro, 2003). De esta forma, los conocimientos episódicos se trasladan desde el hipocampo al córtex prefrontal, una vez que se ha extraído su significado y se ha integrado en una de las múltiples redes de conocimiento. Los movimientos oculares rápidos de la fase REM, y la activación amigdalina conjunta, se han relacionado con la formación y consolidación de las memorias emocionales, frente al sueño no REM, más implicado en la consolidación de memorias explícitas o declarativas (Wagner, Gais, & Born, 2011). Hobson describe los sueños como «la exposición transparente de las asociaciones cognitivas del individuo con la ansiedad y sus formas de afrontarla» (Hobson, 1999, p. 170). Kaplan-Solms y Solms (2000) definen las tres áreas que al ser dañadas traerían consigo la pérdida de la capacidad de soñar. Las lesiones del lóbulo parietal izquierdo afectan a la capacidad de abstracción, la formación de conceptos y simbolización, y llevan a una pérdida de la capacidad de soñar.
Varios estudios basados en tomografías TEP revelan, de hecho, el patrón de activación regional del cerebro altamente selectivo durante el sueño REM. Importantes grupos de investigadores señalan que en el sueño REM el sistema límbico, especialmente la amígdala, se activa, mientras que se desactivan las áreas frontales o ejecutivas del cerebro. Por ello conceden al sueño REM un papel importante en el procesamiento de las emociones. Para los analistas los sueños son el vehículo de la mente para procesar los estados emocionales, especialmente el miedo, la ira, la ansiedad o la euforia, que tanto destacan en los sueños, las pasiones a los que necesitaría prestar atención.
Fases en el proceso de Individuación
Tradicionalmente Jung habla de dos fases en la individuación, una primera en el que el sujeto construye un yo personal, necesitando para ello separarse de lo inconsciente colectivo, y social y la Persona, y otra en la que se retoma la conexión con lo inconsciente colectivo. Entre medio está la crisis de la mediana edad. Esto implica aceptar, como Freud lo hizo con su “represión primordial” un separarse de la totalidad. Desde mi punto de vista eso es cuestionable como necesidad universal constituyente. Es más, la consecuencia de culturas concretas como la patriarcal. Si las pautas de crianza se hacen con adultos integrados sus retoños no se separan de lo colectivo. Y en todo caso si se ha producido una separación la reintegración no requiere necesariamente una crisis de la mediana edad.
Este proceso de Individuación, sin embargo, es una Ítaca a la que nunca se llega en vida, ya que el individuo siempre conserva aspectos inconscientes y lo inconsciente colectivo -su sí-mismo- también está en transformación continua por el sujeto.
Podemos inferir que, tras la muerte, y en el período en el que la conciencia del sujeto está revisando la vida, haciendo balance y llegando, o no, a la reconciliación y a la paz de la muerte, el sujeto pueda terminar su individuación. La cuestión es hasta donde ha llegado en ese proceso. Podemos inferir que en ese período algunos sujetos podrán acelerar las tareas que la individuación implica. Estas inferencias proceden del análisis de sujetos que han tenido experiencias de muerte cercana (EMC) y han llegado a la psicoterapia. En los períodos postmortem hay sujetos que se resisten a aceptar que están muriendo e interpretan que sus estados ampliados de conciencia son como sueños lúcidos. Los médicos tibetanos de la muerte desarrollaron prácticas de acompañamiento a los recién muertos para ayudarles a reconocer que lo que experimentan son fases de la muerte.
Ilustración 4 Despliegue individuación. Crecimiento yo/ sí-mismo y cambio en Inconsciente Colectivo. Fuente: Mikel García
Soledad radical del ser Individuado.
El Proceso de Individuación en la psicología junguiana y la soledad radical del ser son dos caras de la misma moneda: un viaje paradójico donde la profundización en la propia singularidad conduce, al mismo tiempo, a una sensación de aislamiento existencial y a una conexión última con lo universal.
- La Individuación como Camino hacia la Propia Singularidad
El proceso de individuación es, por definición, un «separarse de la manada». Implica: Dejar atrás las identificaciones automáticas con la familia, la cultura, las normas sociales y la Persona (la máscara social) para descubrir quién se es más allá de esos roles.
Confrontar los aspectos negados y inaceptables de uno mismo. Este es un acto íntimo y a menudo solitario, ya que debe hacerse en la honestidad más cruda consigo mismo.
Dejar de creer que uno es sus pensamientos, sus emociones o sus roles. Este distanciamiento consciente puede generar una profunda sensación de soledad, pues ya no se habita cómodamente en las identificaciones previas.
En esta fase, la soledad es el precio de la autenticidad.
- La Emergencia de la «Soledad Radical»
A medida que el individuo avanza, topa con una soledad que no es meramente social o emocional, sino ontológica:
Incomunicabilidad de la Experiencia. La vivencia interna del sí-mismo, los símbolos arquetípicos y los sueños profundos son intransferibles en su totalidad. Nadie puede vivir o comprender plenamente el proceso interno de otro.
Responsabilidad única. Moral autónoma y ética participativa en los ecosistemas y el cosmos. El individuo se da cuenta de que es el único responsable último de su vida, sus decisiones y su sentido. Esta carga de libertad y responsabilidad puede ser abrumadoramente solitaria.
- La Paradoja. En la Profundidad de la Soledad se Encuentra la Unidad
La soledad radical no es el punto final, sino el crisol para una conexión más auténtica con el OTRO.
Superación de la Proyección. Al integrar el Ánima/Animus y la Sombra, se deja de proyectar en los demás la imagen de la pareja ideal o del enemigo. Esto termina con la «proyección mágica» que falsamente nos conectaba a los otros, pero permite relaciones basadas en la realidad del otro como un individuo separado, no como un vehículo para nuestras necesidades inconscientes. La conexión es menos ilusoria, pero más real y respetuosa.
Conexión con lo Transpersonal. Al conectar con el Sí-mismo y el inconsciente colectivo, el individuo ya no se experimenta solo como una unidad aislada, sino como una expresión singular de una psique universal. La soledad del ego se ve transformada por la comunión con lo arquetípico. Ya no estás «solo», sino en diálogo con la humanidad misma, con los mitos y con la fuente de la vida. Es la soledad del átomo que descubre que es parte de una molécula mayor.
La soledad fecunda. No es la soledad patológica (el aislamiento) si no un estado de plenitud y creatividad. El individuo realizado puede estar solo sin sentirse solo, porque habita un universo interior rico y significativo.
El proceso de individuación no busca eliminar la soledad radical, sino abrazarla y transformar su significado.
La soledad inicial es el dolor de separarse de lo colectivo.
La soledad radical es la conciencia de la propia e irrepetible singularidad.
La soledad final es la condición para una relación auténtica: con uno mismo, con los demás y con el cosmos.
Es en el corazón de esta soledad donde el ser descubre que su ser más profundo no es una fortaleza aislada, sino un nodo único en la red invisible de la vida y la psique universal. La soledad se revela, entonces, no como ausencia de conexión, sino como la forma más profunda de pertenencia al misterio de la existencia.
Diferencias entre la soledad de la Individuación y otros autores.
Diferencia con la Perspectiva Psicoanalítica Clásica (Freud)
Para Freud y el psicoanálisis clásico, la soledad es primariamente una señal de patología o regresión. Se origina en la pérdida del objeto de amor (como el pecho materno) o en fijaciones de etapas tempranas del desarrollo. La soledad es, en esencia, la consecuencia de una conexión libidinal frustrada o interrumpida. La meta terapéutica sería, por tanto, restablecer esos vínculos de objeto y superar el estado de desamparo a través de nuevas relaciones.
En cambio, la Individuación, la soledad no es un fracaso, sino un componente necesario y positivo del desarrollo psíquico. Surge no de una pérdida, sino de una separación consciente de la psique colectiva y de la inmersión en el proceso de individuación. Lejos de ser un vacío a llenar con objetos externos, la soledad es el espacio fecundo donde el individuo establece una relación con el sí-mismo. Mientras Freud ve la soledad como un problema a resolver mediante la relación con los demás, Jung la ve como una condición a transitar para lograr una relación más auténtica consigo mismo y, desde allí, con el mundo.
Diferencia con los Existencialistas (Sartre, Camus)
Los existencialistas coinciden con Jung en diagnosticar una «soledad radical» en el ser humano. Para Sartre y Camus, esta soledad es de naturaleza metafísica: el hombre está «arrojado» a un universo absurdo e indiferente, sin una esencia o un Dios que le predefina un propósito. Esta constatación genera angustia, al cargar con el peso de una libertad y una responsabilidad absolutas. La conclusión existencialista es una rebelión frente al absurdo o la asunción de una autenticidad sin red.
Jung, si bien reconoce este aspecto de singularidad irreductible, la soledad no conduce al absurdo, sino a la totalidad; no es un vacío que angustia, sino un silencio que habla.
Diferencia con la Psicología Humanista (Fromm, May)
Autores humanistas como Erich Fromm y Rollo May analizan la soledad desde un ángulo sociocultural. Fromm la vincula a la enajenación producida por la sociedad moderna y al «miedo a la libertad» que conlleva escapar de los vínculos tradicionales. May la ve como un síntoma del vacío existencial de la era contemporánea. Para ellos, la soledad es un riesgo inherente a la individuación y la libertad, un riesgo que debe contrarrestarse con el «amor productivo» (Fromm) o el «coraje para crear» (May), siempre en busca de un equilibrio entre la autorrealización individual y una conexión social solidaria.
La perspectiva de Jung es más arquetípica y espiritual. No niega la dimensión social, pero sitúa el origen y la solución de la soledad en un plano intrapsíquico más profundo. La cura para la soledad no es simplemente la conexión con otros, sino primero la conexión con la totalidad interna. Una vez lograda esta, las relaciones externas se vuelven más auténticas, pues dejan de ser una proyección de necesidades inconscientes.
Diferencia con Arthur Schopenhauer.
Schopenhauer y Jung comparten una visión pesimista de la conciencia ordinaria y creen en una realidad subyacente (la Voluntad/el Inconsciente Colectivo). Sin embargo, sus caminos se separan radicalmente.
La Soledad como Escape de la Voluntad. El mundo es un sufrimiento insaciable impulsado por la «Voluntad» ciega y cósmica. El principium individuationis (el velo de Maya que nos hace creer que somos individuos separados) es la fuente de todo conflicto y egoísmo. La verdadera soledad (o más bien, el estado del sabio) es la negación de la Voluntad. Es un retiro ascético del mundo y de sus deseos. La compasión (Mitleid) surge al ver más allá del principio de individuación y reconocer la misma Voluntad sufriente en todos. Meta Final: Silenciar la Voluntad, alcanzar un estado de nirvana donde el yo individual y sus apetitos se disuelven en la nada. La soledad es la antesala de la aniquilación del deseo. Para Schopenhauer, la soledad del sabio es un «no» a la vida y al deseo de existir.
Diferencia con Friedrich Nietzsche.
La influencia de Nietzsche en Jung es enorme, pero Jung mismo señaló que donde Nietzsche «identificaba», él «diferenciaba». Esta es la clave de su divergencia.
Nietzsche: La Soledad del Superhombre y la Voluntad de Poder. El individuo debe romper los valores de la «manada» (la moral cristiana, el rebaño) a través de un acto de voluntad heroico y a menudo despiadado. Es un camino ascendente y vertical, un «devenir quien se es» mediante la auto-superación. Es la soledad del héroe en la cima de la montaña. Es una soledad áspera, gloriosa y terrible. El individuo se separa de los débiles y carga con el peso de crear sus propios valores. Es una soledad de lucha y conquista, donde el hombre es un puente tensado hacia el Superhombre. El Peligro: La hybris, el desprecio por lo humano ordinario y la identificación con el arquetipo del Héroe o del Dios sin integrar su sombra. Jung veía en la vida de Nietzsche una advertencia: él se convirtió en Zaratustra, fue poseído por el arquetipo, y esto lo destruyó. La soledad de Nietzsche es trágica y heroica: el individuo se erige contra el mundo.
La individuación no es solo un camino ascendente, sino también descendente, hacia las profundidades. No se trata solo de superar, sino de integrar la sombra, lo inferior, lo reprimido. Es un proceso de diálogo, no de imposición. Es la soledad del alquimista en su laboratorio, mezclando pacientemente los opuestos. No es la soledad del que está por encima de los demás, sino del que está en su propio centro, trabajando consigo mismo. Incluye la vulnerabilidad y la aceptación de la propia fragilidad (la sombra), no solo la fuerza. El Peligro: La inflación psíquica (creerse un dios por contactar un arquetipo) o perderse en el inconsciente (psicosis). La defensa contra esto es mantener la relación entre el ego y el sí-mismo, sin identificarse con él.
La soledad de la individuación es alquímica e integradora: el individuo se sumerge en su mundo interior para reconciliar sus contradicciones y, desde ahí, relacionarse de manera más auténtica con el mundo exterior.
Diferencia con Byung-Chul Han.
El filósofo contemporáneo Byung-Chul Han ofrece un diagnóstico de la soledad en la «sociedad del rendimiento». Para Han, la soledad actual es una soledad negativa de «enjambre»: un aislamiento masificado en medio de la hiperconectividad digital. Es un síntoma de una sociedad enferma, donde el individuo se autoexplota y el «Otro» ha desaparecido, dejándolo solo consigo mismo de manera patológica. La solución que sugiere implica una vuelta a la comunidad y a la experiencia del Otro.
Jung, escribiendo en un contexto anterior a la era digital, no aborda este fenómeno sociológico específico, pero su concepto de «solitariedad fecunda» sirve como un contrapunto esencial. Mientras Han describe una soledad impuesta y patológica, Jung defiende una soledad elegida y positiva. La soledad que surge de la individuación no es el resultado del colapso social, sino una condición voluntaria para el autoconocimiento. Para Jung, el verdadero peligro no es estar solo, sino no poder estarlo; la patología no es la soledad en sí, sino la incapacidad de habitarla de manera creativa.
Reflexiones propias sobre la individuación.
En todo el texto he aportado mi visión particular, pero en este apartado voy a incidir de un modo más claro.
En la individuación junguiana predomina lo universal para los nuevos entes que nacen, que traen el bagaje de lo universal del inconsciente colectivo, y de la genética en lo biológico. Esos universales resultaron de las experiencias de los antecesores humanos y de cómo estos han asimilado la de seres vivientes precedentes (son arquetipos). Lo singular del ser se va realizando por etapas, en la primera construye un yo, en interacción con los cuidadores humanos. La función teleológica de lo inconsciente empuja orientando el desarrollo hacia una finalidad, que es llegar a ser indivisible. El camino se realiza integrando materia y sustancia universal en una interacción tipo Avicena (recoge el synolon aristotelinao) en la que la función trascendente resulta una herramienta clave para generar saltos evolutivos en ciclos de muerte nueva vida. La individuación junguiana es la del ser para la muerte. El Dasein subjetivo que interacciona con los objetos externos e internos (psique objetiva) y sus representaciones.
Esquema explicativo de formas de entender el proceso de individuación.
Adscribirse a una línea u otra, genera una epistemología distinta que se manifiesta en posiciones diversas en la práctica clínica.
Ilustración 5 Proceso de individuación: relación dinámica entre lo IC y el yo. Fuente Mikel García (García, 2021)
En la primera línea de la ilustración se recoge una lectura en la que lo IC colectivo es la totalidad y el yo-ego solo debe encontrar la misión que se tiene pare él y realizarla. Se suele acompañar con los asertos de que el sí-mismo es el yo verdadero y que nacemos completos. Una posición teológica, común con las religiones.
En la última línea de la ilustración se recoge una lectura en la que el sujeto en su desarrollo no desconecta de lo IC (represión primordial) y va llegando a una totalidad trans-mística en la que existe un sistema interactivo entre el yo y el sí-mismo y el sujeto puede transformar lo IC.
Esta última es bastante radical respecto al consenso en el ecosistema junguiano. Esta es la que sostengo.
Recoge a Jung en su consideración del yo al que se refiere Jung en la cita precedente, y concuerda con él en que la psicología es intrínsecamente religiosa, en tanto que está relacionada, en cada una de sus fases, con el proceso de individuación, que se dirige hacia un estado de conciencia que puede ser descrito como místico y deja claro que esta consciencia es a la vez el objetivo de la madurez y la salud psicológica. Es un proceso, no un estado, nunca se completa, por lo tanto, es un concepto de referencia, un ideal, una ítaca.
Discrepa de Jung -de acuerdo parcialmente con posiciones de Neumann, Fordham, Warburg, Samuels- de su posición cuando mantiene que en la primera mitad de la vida el ego heroico lucha por liberarse de la madre y establecer su independencia, esto lleva a una inevitable parcialidad que la psique buscará corregir. Y afirma que la tarea en la segunda mitad de la vida es ir más allá de la diferenciación del ego y de la identidad personal, para enfocarse en el significado y los valores suprapersonales. La individuación sería un proceso de la segunda fase de la vida. Y su dinámica depende la consideración de que la individuación es impulsada por un arquetipo, un instinto psíquico, lo que asegura que se impondrá, lo consienta o no el sujeto, y empujará la individuación sea o no consciente el sujeto.
Utilizo el término trans-místico para señalar que concibo ese estado de un modo distinto a Jung cuando afirma que el místico es alguien que ha tenido una experiencia particularmente viva de los procesos de lo inconsciente colectivo. El estado trans-místico supone la integración consciente en la cotidianidad de una relación recíproca entre los procesos de lo IC y el Yo, pudiéndose transformar, desplegar y sanar aspectos de lo IC.
En el proceso de individuación se articulan operaciones alquímicas distintas si el sujeto evoluciona sin corte primordial con lo IC o si esta se produce (prácticamente siempre). En cualquier caso, el logro de la aglutinatio de la coniuctionis, es el punto de inflexión a partir del cual un sujeto está en la individuación con las características que propongo, y a partir de entonces el sujeto la sigue enriqueciendo, incluso, hasta después de la muerte. Mi experiencia clínica y personal en EMC[45] me permite afirmar que al menos hasta 3 días tras la muerte los sujetos siguen su proceso de individuación, e incluso, en ese estado no ordinario la lucidez de la consciencia acelera etapas.
El proceso de individuación sin corte con lo IC para desarrollar el ego –complejo yo– también se sustenta en fenómenos clínicos que denominamos defensas del self. En situaciones excepcionales en las que el sujeto está viviendo en lo personal riesgos extremos, hemos encontrado en la clínica movimientos del sí-mismo, que rescatan al sujeto de una muerte psíquica e incluso física. Sin embargo, la consecuencia de ese movimiento es una congelación de la psique en un nivel de complejo del self en el que la parte arquetípica tiene el mayor peso. Esta conceptualización de las defensas enriquece la epistemología psicoanalítica de las defensas. En la clínica he tratado tres casos de complejos del self. A diferencia de lo que observamos en otros complejos, que pueden irrumpir y poseer la conciencia del sujeto, en momentos temporales breves, los complejos del self determinan de un modo continuo la persona y cosmovisión del sujeto siendo mucho más inconscientes, pues su origen traumático es profundamente amnésico. En dos de los casos los sujetos se sentían acompañados de musas internas que les permitían crear. Es una modalidad de complejo de creatividad.
Hillman discrepa de la idea del sí-mismo entendido como un “mapa de la vida” que hay que seguir para crecer de forma apropiada. Argumenta que el sí-mismo, en familias junguianas, y en el mismo Jung, se convirtió, como en las religiones monoteístas, en una deidad superior rectora, en un jerarca omnipresente que reunía, ordenaba y era capaz de dar cuenta de todo. Sin embargo, en su obra El Código del Alma (1998), propone “la teoría de la bellota del alma”. E insiste que basta con desplegar las posibilidades que ya se traen, y que lo epigenético de las relaciones humanas, los padres, enreda y construye un yo obstáculo para desplegar lo genuino verdadero. López Pedraza tenía dificultad de pensar en el sí-mismo como una instancia reguladora cuya función predeterminada era inducir a la armonía y a la totalidad.
Las posiciones teístas acerca de la naturaleza del sí-mismo determinan afirmaciones más teológicas que clínicas. Algunos ejemplos clínicos: El paciente es el único responsable de su proceso, llegar hasta donde considere, abandonar la terapia, cambiar de terapeuta o simultanear con varios terapeutas, o son pacientes eternos, … El teísmo clínico es analizable. En muchos casos es una posición cómoda, en otros de falta de ética respecto a la responsabilidad del terapeuta, en, al menos, no iatrogenizar al paciente. Algunos ejemplos ecosistémicos: El Ánima mundi, o la umbra mundi, genera movimientos regulatorios para terminar con el cáncer que es el Homo colossus para el planeta tierra: coronavirus, … Este teísmo también es analizable, y retroalimenta el teísmo clínico. Algunos ejemplos en el arte: Lo inconsciente es creativo. La propuesta de psicoanálisis junguiano es una tekné que evita los teísmos también gracias a la profunda formación psicoanalítica que se requiere para ser terapeuta.
Comparto la des-deificación del sí-mismo hipostasiado y expongo la siguiente posición que inspira la bitácora del encuadre clínico que operativizo.
Von Franz consideró que «el lado oscuro del sí-mismo es el más peligroso de todos, precisamente porque el sí-mismo es el mayor poder en la psique y puede hacer que la gente «gire las fantasías megalómanas u otras fantasías que las alcancen». De modo que la víctima «piensa con creciente excitación que ha captado los grandes enigmas cósmicos, por lo que pierde todo contacto con la realidad humana”.
Ilustración 6 Vieje del arquetipo Héroe/heroína. Fuente Mikel García
Los complejos culturales
Actualmente está de moda un complejo cultural: quien no es creativo-emprendedor no tiene valor. Es un modo de reduccionismo no banal pues fomenta la autoexploración sin poder combatir a los jefes. Del panóptico de Foucault a la psicoinmunología de Byung-Chul Han. Como decía E. Fromm, refiriéndose al homo consumens, se puede consumir creatividad como un “lactante eterno”, solitario, aburrido y ansioso, como un hombre-organización peligrosamente obediente. Añadiría que este consumo de creatividad incentivado por -bonus track o pista adicional reforzadores- le saca del aburrimiento y le da un estatus, y del estado depresivo y frustrante de quien se siente no creativo -estado que ha desplazado y ocupado el lugar de feo/a-.
Individuación y verdad
La verdad es profética y casi siempre se anuncia anticipadamente, pues ella es el despliegue de unas potencias que se van transformando en actos. Las potencias —genéticas— no determinan el resultado del acto, sino que este se construye integrando lo genético con lo epigenético. Podemos incluir los campos arquetipales, el espíritu, en la categoría de genético. En la psicología junguiana lo que se llama arquetipal pertenece a la naturaleza. En Símbolos de transformación, Jung afirma que el espíritu (Geist) proviene de un inconsciente colectivo y aparece como arquetipos, tanto como “imágenes primordiales” y “formas primarias” (Jung & von Franz, 1964, p. 413).
Hay una relación muy estrecha entre verdad y poder. Para Nietzsche la verdad se encuentra en la voluntad de poder, que es la fuerza de la vida eyectada hacia un horizonte en el que confiamos encontrar y obtener lo que deseamos. La voluntad de poder sucumbe en los traumas, no hay ni resiliencia ni amor espiritual ni sexual genital (el seductor monstruo arranca el corazón de la doncella y estalla su pelvis). Recuperar la voluntad de poder permite transformar el mundo, vitalizarlo, habitar lo inhabitado: el propio cuerpo espiritualizado. Cobra un sentido más profundo el término empoderar, antiguo verbo español (curiosamente se dejó de usar) entendido hoy en términos más políticos: Hacer poderoso o fuerte a un individuo o grupo social desfavorecido.
“… La verdad más bella no sirve de nada si no se ha convertido en la experiencia más íntima del individuo. Toda respuesta unívoca, ‘clara’, permanece estancada en el cerebro y penetra sólo en casos muy raros hasta el corazón. No nos urge ‘saber’ la verdad, sino ‘experimentarla’.” Carl G. Jung
La verdad del sujeto que está en la individuación es que está inmerso en un camino único de desarrollo y que es aquello que es en cada momento que se formule una pregunta autorreflexiva, y que camina siempre forjando aún más el alma y que será distinto en un futuro próximo. Es una verdad sencilla, humilde de barroquismos, que trasciende las verdades de desvelamiento (aletheia), antitética a los reduccionismos que predican que lo verdadero es que somos completos al nacer y que el destino humano es descubrir y constelar la misión que tiene para nosotros el sí-mismo. La individuación no es realizar aquello que ya éramos, —para lo que fuimos concebidos y hemos olvidado—, sino forjar el alma, desplegando potencialidades propias y adquiriendo nuevas en sintonía con lo inconsciente colectivo que también resulta transformado, modulado en informaciones arquetípicas previas y quizás sanado, por nuestra interacción.
Paracelso señaló que el hombre “es un profeta de la luz de la naturaleza” y aprende de ella a través de los sueños (von Franz, M. L., 1991).
La vida es sueño de Pedro Calderón de la Barca es una obra de género teatral escrita en el año 1635, su protagonista, el príncipe Segismundo, se cuestiona sobre el sentido de la vida mientras se encuentra en cautiverio.
El tema de la dualidad entre la realidad y el sueño se refleja en el uso de la luz y la sombra, característico de la época barroca, en los escenarios.
Segismundo se cuestiona qué es la realidad frente a los sueños, ya que nunca conoció una vida fuera del sueño al encontrarse encerrado desde que nació. Cuando a Segismundo, sin saberlo, le es concedido un día en la realidad, esto parece más bien un sueño, haciendo al protagonista cuestionar la vida en su famoso segundo monólogo.
“’Es en el sueño’, dice Jenofonte, ‘cuando el alma (psykhé) muestra mejor su naturaleza divina; es en el sueño cuando goza de una cierta penetración para el futuro, y es así, sin duda, porque es en el sueño cuando es más libre’”. Los griegos y lo irracional (Dodds, 1994, p. 139)
El crecimiento de la conciencia es un milagro de continuo pecar —un opus contra natura— que termina integrando natura y cultura. Milagro que puede ser considerado posibilidad mortal o realización libertaria, en unificación o matrimonio interior. Una de las razones de que la alquimia haya sido considerada herética y sus adeptos herejes, viene del hecho de que ellos consideraban que mediante su arte ayudaban a perfeccionar la obra de Dios, quien la había hecho imperfecta. Por esta razón, se equiparaban con Dios en tanto co-artífices de la creación. El psicoanalista junguiano es un alquimista que opera en la clínica con la materia prima del analizando y lo puede hacer porque ya lo inició en su vida personal con su propia materia prima.
Las Violencias del Alma de la Paz.
La individuación no lo es sin la mirada ética.
Mirada que hay que develar, deconstruyendo primero la moral del rebaño -grabada a fuego con interiorización superyoica y propuestas deontologistas- hasta tener, que “realizar el dios oscuro” como sostiene Barbara Hanna citando a Jung (2010, p. 31). En una investigación se constata como la psicoterapia trasforma la ética (García, 2017).
Este es el sendero de la individuación, tarea en fases, cuya función es reintegrarlo a una tensión entre la intersubjetividad compartida y la soledad radical del ser. En una primera fase de construcción del yo, hay una separación de la totalidad de lo inconsciente colectivo constelado en el sí-mismo del sujeto, que impacta afectivamente con una “culpabilidad ontológica”. «El mundo surge cuando el hombre lo descubre y lo descubre cuando renuncia a permanecer envuelto en la madre originaria, esto es, cuando sacrifica el estado inicial inconsciente» (C. G. Jung, 1912, p. 414). No hay ni resonancias en paralelo ni sujetos aislados, sino la constitución de una única y combinada subjetividad que incluye también lo inanimado. “Somos extranjeros donde sea que estemos” (Fernando Pessoa).
Podemos incluir el alma en lo epigenético. El alma se forja en las relaciones humanas, que, en última instancia, se nutren del espíritu de la naturaleza mediado por los humanos: el alma constela la cultura. Estas reflexiones me condujeron a proponer la sustitución de espíritu de los tiempos por alma de los tiempos.
Cada acción es mortal y eso es origen de la vida del viviente.
Que la violencia provenga del alma sugiere un pensamiento que a priori no reduce todo a conflictos personales, sino que está abierto a un entendimiento simbólico. Al indagar sobre la abundancia de motivos de actos violentos en los mitos y los rituales culturales parece que una violencia va más allá de los conflictos personales.
Una de las mayores contribuciones de C.G. Jung fue señalar que la característica principal de la psicología es ser psicología con alma. Los fenómenos psicológicos son acontecimientos de significado. Y ser acontecimientos de significado es su naturaleza. También podríamos decir que “tienen la cualidad de consciencia” (CW 8 § 658). Jung utilizó esta frase con una intención crítica, restringiendo esta visión a las “psicologías sin alma”, las cuales rechazó como meras “psicologías de la consciencia, para las cuales una vida inconsciente simplemente no existe” (CW 8 § 658).
Para el sentido de significado, sirve como ilustración la formulación contenida en el título de una de las Meditaciones intempestivas de Nietzsche: “Sobre el uso y la desventaja de la historia para la vida”. El mismo hecho de que haya un deseo de “significado” muestra que hoy interesa algo totalmente distinto de lo que significaría el significado entendido propiamente. La necesidad o el deseo de significado tiene como correlato la provisión de significados ofrecidos en el mercado por distintos proveedores, las iglesias, las diversas sectas, todo tipo de escuelas psicológicas y gurús individuales.
El alma es autónoma. … “hay cosas de la psique que no provienen del yo, sino que se producen por sí mismas, tienen una vida propia”[46] escribió Jung acerca de la realidad del alma. La actividad anímica es un proceso autosuficiente, es el movimiento interior, viviente e implícito en cada fenómeno que se presenta.
James Hillman defendió una psicología basada en lo imaginal, y subrayó que el alma tiene una relación especial con la muerte y el inframundo, e introdujo el término hacer-alma y la idea de “patologizar” como hacer-alma. El concepto de hacer-alma, acerca del alma como acto, acto lógico y vida lógica. El espacio psíquico relativamente permanente se haya creado, necesita actos lógicos, cada vez de nuevo, para mantener su conexión con la realidad y para adquirir realidad para sí, porque de lo contrario, si se declara independiente, se transformará cada vez más en una burbuja de imágenes, una especie de Juego de abalorios. Un recordatorio de esta necesidad es la alquimia, que es concebida como un opus. Esta palabra está conectada con operari, la cual, como la palabra griega rézein, fue una vez el término normal para el sacrificio como acto o acción kat’ exochen. Para los alquimistas, el vinculum era el alma como una naturaleza intermedia (anima media natura). De manera similar, a la psicología arquetipal le gusta referirse a la metaxy platónica, el entre-medio que tiene una posición intermedia entre cielo y tierra, espíritu y cuerpo. En tanto que con estas ideas el alma y su posición son representadas de manera meramente pictórica y no pensadas, uno puede dejar en paz estas ideas e imágenes.
Wolfgang Giegerich, critica que ambos optaron explícitamente por pensar “de una manera como-si”, en la relación del alma con la muerte, fuera inherente que el alma fuese meramente pasiva, y la muerte fuese algo que se padece. Wolfgang Giegerich sostiene que el alma no es inocua ni inocente, que es clara la relación activa del alma con la muerte, meramente pasiva y que esta relación especial se debe al origen del alma en el acto intencionado de la matanza ritual sacrificial de la caza y los sacrificios humanos.
Con ese acto de matanza se violó la inocencia de la vida y la afirmación consciente, incluso celebración, de que esta grave ofensa es la nueva fundación de la existencia, la existencia humana. Se rompe la idea, firmemente consolidada, de que el alma, como realidad psicológica, es agradable y dulce, además de moralmente buena, bella y verdadera (tener buenas intenciones, deseos o voluntad), hecho que refleja cómo se proyecta en el alma una imagen narcisísticamente distorsionada. El alma tiene su propia autonomía, que no es el reflejo prístino del ser humano, el alma no es inofensiva y puede llegar a ser incluso peligrosa
La capacidad de hacer del advenimiento de la muerte, el estallido de la consciencia y su establecimiento por encima de la Naturaleza, es el hito fundacional y primordial del alma. Hegel ya lo anticipó afirmando que “la muerte del animal es el devenir de la consciencia”,[47] hallazgo que parece retomar aquí Wolfgang Giegerich llevándolo más allá, mostrando que el acto sangriento de arrebatar la vida biológica, dio lugar al primer destello del alma, el reconocimiento de la muerte que encendió las hermosas chispas de la vida consciente.
En el animal cazado o inmolado el hombre se conoce a sí mismo. Mediante la matanza del animal (o de un humano, en el caso de sacrificios humanos), el hombre adquiría su autoconocimiento inicial, su primera consciencia de sí mismo, un autoconocimiento que más tarde se articularía en sus imágenes e historias de dioses.
Uno de los actos principales de la religión es el derramamiento de sangre, la matanza, con el subsiguiente esparcimiento de sangre fresca sobre el altar, la quema de ciertas partes desmembradas del animal y el festín comunal de la congregación. En su libro de importancia fundamental sobre los ritos sacrificiales griegos, Walter Burkert escribe:
No era solo en la conducta devota, ni en la oración, ni en el canto y la danza donde el dios se experimentaba más poderosamente, sino también en el golpe mortal del hacha, en la sangre goteando, y en la quema de los muslos. … La experiencia fundamental de lo “sagrado” es la matanza sacrificial. … Porque esta matanza es “acción” pura y simple, rézein, operan, a partir de la cual se deriva la palabra [alemana] “Opfer”, una designación que oculta eufemísticamente el núcleo de esta acción”.[48]
La matanza fue el principal acto en el cual se dio la primera negación del entorno del animal, e ipso facto la apertura primordial de lo que llamamos el mundo del hombre.
Sin esta matanza, la muerte no podría haber sido experimentada en su significado humano, metafísico. Morir es un proceso natural, biológico. Como sucesos naturales, el nacimiento y la muerte son parte del curso eterno de los acontecimientos, de forma muy parecida a la alternancia de mareas altas y bajas, al cambio del día a la noche, o el acontecer de las estaciones. El cuerpo muerto de una persona fallecida de forma natural no produce per se la experiencia humana de la muerte. Solamente a través del acto de la matanza la muerte recibe por primera vez el carácter de un momento elevado por encima del mero flujo de los acontecimientos y, dentro de este flujo, sienta un principio o un final “absolutos”, que instituye la separación de un “antes” y un “después”, de “este mundo” y del “más allá”.
En segundo lugar, la transición a la caza no puede explicarse en términos de razones prácticas obvias, concretamente, de necesidades de supervivencia. Georg Baudler mantiene que no era el hambre o la falta de comida lo que obligó a dar el paso a adoptar un comportamiento de bestia cazadora. Porque incluso las especies pitecántropas del Australopithecus y del Homo habilis, que no practicaban la caza, se multiplicaron considerablemente. Y en cualquier caso, la caza de grandes presas no habría sido necesaria: la carroña y los animales pequeños, se supone, hubieran sido completamente suficientes para ciento de la dieta.[49]
Por medio de la lanza más antigua conocida,22 la de Lehringen, cuya antigüedad estimada es de 150.000 años, Gehrts ha mostrado que el arma de caza no es simplemente un instrumento para uso práctico sino, sobre todo, un utensilio ceremonial y portador de significado. Más que eso, también era un ser vivo. En ella, en la lanza, el macho tenía su sí mismo [50] (¡el sí mismo por lo tanto no estaba en la propia persona!). De modo semejante, el derramamiento de sangre en la caza no era meramente el jugo biológico de la vida. Más bien, la sangre sacrificial del animal cazado era reunida en un cesto (forrado de barro) por las mujeres (en el cual ellas tenían sus sí mismos) y llevada a su pueblo, para que a partir de ahí los habitantes pudieran “compartir la plenitud de poder, compartir la bendición sacrificial”.[51] También sabemos que, para el cazador primitivo, el animal cazado no era tampoco un animal biológico, mera provisión de carne, sino el pariente cercano del hombre, su “hermano” o su “padre”, de hecho, el dios.
Re-imagino la autorregulación de la psique.
Re-imagino la autorregulación de la psique como una función para propiciar la aceptación de las fases existenciales.
En la primera y dependientes de eros, a) el placer sexual[52], goce, como “compensación-regalo” de la vida para que soportemos seguir viviendo en relaciones complicadas y frustrantes, y b) las sincronías como “compensación-regalo” de la psique objetiva para que soportemos seguir en la individuación del viaje heroico.
En la segunda y dependiente de tánatos. La saliencia de la muerte como descanso de una vida azarosa. El descanso de la salida de la rueda del samsara, el nirvana.
Ambas fases no tienen fronteras infranqueables sino límites borrosos, el placer sexual y las sincronías también están en la segunda y la muerte también en la primera, pero con matices e intensidades distintas.
No muere quien al morir ya estaba muerto. Es impensable morir como descanso sin haber vivido una vida suficientemente plena y digna.
Son numerosas las autorregulaciones fantasiosas. La muerte es solo un tránsito para abandonar la carcasa del cuerpo de pecado, hay otro más allá una oportunidad para vivir lo no vivido, …
Es una re-imaginación sesgada e incompleta, arriesgada sin duda, pero que puede estimular el debate sobre lo que se puede crear desde el complejo de creatividad.
Otro ejemplo para poder debatir los límites entre niveles de complejo de creatividad es la descripción que hace Toni protagonista de la novela Los Vencejos (Aramburu, 2021), acerca de cómo su padre les hacía bañarse juntos a los dos hermanos con él en una cabina estrecha. Toni relata cómo le impresionaba el miembro viril imponente del padre y cómo en una ocasión el padre señalándoselo les dijo de aquí salisteis y en agradecimiento debéis besarlo, cosa que hicieron reverencialmente.
El arte confesional de Louise Bourgeois (1911-2010), ha suscitado controversias, psicoanalíticas, sobre si el arte escultórico de la apodada mujer araña, es una vía de conocimiento constructivista en el sentido vygotskyano clásico -su vida es su obra y viceversa-, con un punto de partida traumatógeno pero que evoluciona hacia la salud o no.
Es evidente que sólo la clínica, estando con el sujeto, permite saber si su producción artística corresponde a una u otra modalidad, y que se requieren terapeutas experimentados para discernirlo. Los indicios, las señales que llegan, de sujetos con los que no se tiene relación clínica, también depende de la experiencia para diagnosticarlas, pero siempre será un acercamiento salvaje, lo mismo que para distinguir la diferencia entre que unos síntomas psicóticos se correspondan a una esquizofrenia o a un estado místico. El diagnóstico preciso conlleva herramientas adecuadas de intervención, en clínica, evitando etiquetas estigmatizantes, iatrogenia, y cronificaciones.
La creación artística es un acto de transformación que construye algo nuevo, aunque para ello tenga que deconstruir o destruir algo previo, y que siempre enriquece el desarrollo del ser esencial. “El proceso creativo es el que expresa el desarrollo en sí de la persona, un sentido del ser que en términos junguianos se entiende como individuación.” (Hernández-Mella et al., 2020)
¿Las vanguardias artísticas son “médiums” de empujes de la función teleológica de lo inconsciente colectivo?
Es sugerente. Se basa la autorregulación de la psique, en el supuesto de que lo IC trata de compensar el espíritu de nuestro tiempo, anticipando cambios que son mediados por los artistas sensibles a lo IC que producen un arte para el cambio de ese espíritu de los tiempos. El supuesto incluye aceptar que en lo consciente los artistas pueden atribuir su movimiento de vanguardia a otros fenómenos. Por ejemplo, artistas del surrealismo Bretón Dalí, al psicoanálisis, ya que no conocen lo IC y aunque el empuje proceda de lo IC. Es un fenómeno que requiere investigación, logos, para discernir diversas multicausalidades. Hay que incluir en la investigación una perspectiva amplia, rescatarlo de la axiología del primus boni. Porque de ser médiums ¿Será de la luz o de la sombra de lo IC? ¿Cuál es el Zeitgeist de nuestro tiempo? Quizás la conspiparanoia, quizás en encarnizamiento moral. ¿Esta propiciado por la sombra de lo IC para compensar el derrumbe anterior de los contenedores morales religiosos? En la exposición de arte en el Met Breuer de NY “Everything is connected: Art and Conspirancy” (2018), se analizaba con 70 obras de 30 artistas el imaginario colectivo de la conspiparanoia. ¿No toca ya otro empujito para dar la vuelta a la tortilla?
Algunas lecturas complementarias
Análisis político simbólico y ética de la individuación para la transformación social. (García García, 2025a)
Traición en la individuación. Arquetipo traición. (García García, 2025f)
Ritualidad para la sombra, para el deseo salvífico, o para la individuación como acto político. (García García, 2025e)
[1] Diferenciado del literalismo de considerar como Evémero (Messina, 330 a. C) que los dioses serían personajes históricos reales deificados. En esa hipótesis Dionisio pudiera ser Alejandro Magno deificado.
[2] Jung, C.G. (1968). The Psychological Aspects of the Mother Archetype. In The Collected Works of C.G. Jung, 2nd ed.; Read, H., Fordham, M., Adler, G., McGuire, W., Eds.; Princeton University Press: Princeton, NJ, USA; Volume 9-I.
[3] Jung, C.G. (1969). On the Nature of the Psyche. In The Collected Works of C.G. Jung, 2nd ed.; Read, H., Fordham, M., Adler, G., McGuire, W., Eds.; Princeton University Press: Princeton, NJ, USA; Volume 8.
[4] Roesler, C. (2010). Analythische Psychologie Heute: Der Aktuelle Stand der Forschung zur Psychologie
[5] “La guerra es justicia”: lógos y oposición en Heráclito. Silvana Di Camillo. Universidad de Buenos Aires Instituto de Filosofía Buenos Aires Argentina (UBA)
[6] Cf. ib., p. 601. [Análogo al cuanto de energía, o cuanto de acción. N. del T.]
[7] Ib., p. 602.
[8] Cf. ib., p. 603.
[9] El suceso de sincronicidad.
[10] Por ejemplo, dice Pauli (Aufsätze, l.c., p. 101) que, uno de los resultados empíricos de la física, que está más seguramente confirmado, es la estructura atómica de la carga eléctrica. Los valores de la carga son múltiplos enteros de un número de base del cuanto eléctrico elemental e, del cuanto de energía h y de la velocidad de la luz c, de este número básico se puede formar un número sin dimensión hc/e2 = 137, 034; pero no podemos ni explicar ni entender el número dicho.
[11] C. G. Jung, Von den Wurzeln des Bewusstseins, l.c., p. 605/6.
[12] Ib., p. 607.
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[20] Sotirova-Kohli, M., Opwis, K., Roesler, C., Smith, S., Rosen, D., Vaid, J., & Djonov, V. (2013). Symbol/Meaning Paired-Associate Recall: An “Archetypal Memory” Advantage? Behavioral Sciences, 3(4), 541-561. https://doi.org/10.3390/bs3040541
[21] «Jesús explica que para entrar en el Reino de Dios hay que nacer de nuevo (Juan 3:2, 3). “¿Cómo puede alguien nacer cuando es viejo? —pregunta Nicodemo—. No puede meterse en la matriz de su madre y nacer por segunda vez, ¿verdad?” (Juan 3:4).»
[22] Hillman, J. (2010). Un terrible amor por la guerra. Sexto Piso España, S.L.
[23] Nagel, T. (1995). Other minds: critical essays. Oxford: oxford university press.
[24] Zoja, L. (2018). El gesto de Héctor: Historia cultural y psicológica de la paternidad. Taurus. Penguin Random House Grupo Editorial, S.A.U.
[25] Kafka, F. (1981). Relatos completos II. (Trad. Francisco Zanutigh Núñez). Buenos Aires: Losada.
[26] Abt, T. (2005), Introducción a la interpretación de pinturas de acuerdo a C.G. Jung, México: Fata Morgana.
[27] El arquetipo puede entenderse como perteneciente a la misma categoría genética el código genético biológico. Ambos operan como potencias orientadoras del desarrollo, cada uno en su ámbito principal de acción, la materia corporal y el alma. Arquetipo y ADN interactúan, de modo cuántico, con sinergias convergencias y coherencias. El ADN es locus de la información genética. El locus de lo arquetípico es la física cuántica.
[28] Los complejos tienen su origen en una síntesis entre arquetipos y la psique personal de los sujetos. Equivalente a una formación reactiva psicoanalítica, en cuya génesis han participado el sujeto que crea el complejo, como resultado de las relaciones objetales con los progenitores (y otros humanos) y los arquetipos de todos los participantes. Muchas veces como consecuencia del trauma. Funcionan como partes autónomas de la psique como subpersonalidades. Interfieren con las intenciones de la voluntad y perturban la actuación consciente; producen alteraciones de la memoria y bloqueos en el flujo de asociaciones; aparecen y desaparecen según sus propias leyes; pueden obsesionar temporalmente la conciencia o influir de manera inconsciente sobre el lenguaje y la acción.
[29] La sombra individual es el aspecto inconsciente de la personalidad caracterizado por rasgos y actitudes que el yo consciente no reconoce como propios, o porque los ha rechazado o reprimido (equivalente al inconsciente personal freudiano) o porque no se han desarrollado lo suficiente para integrarse en la consciencia. Los arquetipos también tienen sombra (la “sombra de oro” del sí-mismo). Las sombras se personalizan como aspectos del mal. La sombra colectiva condiciona los desarrollos individuales y sociales. Integrar las sombras a la conciencia (personales, del sí-mismo, y arquetípicas), re-introyectar las proyectadas en otros, es un trabajo nada fácil, que no se realiza automáticamente, e imprescindible para la individuación.
[30] l.c., Bd. II, p. 232.
[31] H. Wilhelm, Der Zeitbegriff im Buch der Wandlungen, Eranos Jahrbuch, Bd. XX, 1951, p. 333 ss. Cf. también idem, Change, Eight lectures on the I Ching, London 1960, p. 97 ss.
[32] Se refiere a las 64 imágenes de situaciones del I Ching. Estas „imágenes“ corresponden al concepto de la imagen arquetípica de Jung. La suma de estas „imágenes“ representaría el Unus Mundus.
[33] Myterium Coniunctiones, Bd. II, p. 41. Mis cursivas.
[34] Sincronicidad, l.c., p. 103 ss.
[35] Cf. id., p. 104.
[36] Cf. id., p. 103 ss., 106, nota 1.
[37] id., p. 107. Cf. también M.-L. von Franz, Time and Synchronicity in Analitical Psychology, in: The voices of Time, ed. por J. T. Fraser, New York 1966. Cf. además, también sobre el significado psicológico del número: Gardner Murphy, Pythagoraean Number Theory and its Implications for Psychology, The American Psychologist, Juni 1967, p. 423 ss. Murphy subraya, con razón, que la abstracción del cálculo de probabilidades no hace justicia al fenómeno psíquico y que deberíamos poner de nuevo más atención a los „tipos“ discontinuos, a los que pertenecen los números naturales. Agradezco el conocimiento de este artículo a la amabilidad del Sr. William Kennedy.
[38] Pawel Blasiak, Marcin Markiewicz. Identical particles as a genuine non-local resource. npj Quantum Information. 2025. https://doi.org/10.1038/s41534-025-01086-x.
[39] La potencial aflicción, e incluso agonía, que suele acompañar al proceso creativo, es descrita en forma conmovedora por James Lord, quien había aceptado posar para Giacometti. Recuerda que a menudo cuando llegaba a la sesión, Giacometti, desconsolado, primero se ocupaba de hacer una y otra cosa; parecía literal y visiblemente temeroso de empezar a pintar. A veces comenzaba a respirar con dificultad y patear el suelo. Sacaba un pañuelo del bolsillo, lo miraba como si no supiera lo que era y después lo tiraba al suelo con un quejido. Lord reconocía su constante angustia, resultado de su convicción de no poder representar en la tela lo que veía ante él, y suponía (citado en May, 1976) que tal estado de angustia se relaciona con la brecha entre la visión ideal que el artista trata de pintar y los resultados objetivos. Esta angustia a menudo estalla en forma de melancólicos suspiros, furiosos improperios y ansiosos gritos de rabia y/o desesperación. Él sufre… (p. 45).
[40] Gray, K., Anderson, S., Chen, E. E., Kelly, J. M., Christian, M. S., Patrick, J., Huang, L., Kenett, Y. N., & Lewis, K. (2019). “Forward flow”: A new measure to quantify free thought and predict creativity. American Psychologist. https://doi.org/10.1037/amp0000391
[41] Cowell, J. M., & Decety, J. (2015). Precursors to morality in development as a complex interplay between neural, socioenvironmental, and behavioral facets. Proceedings of the National Academy of Sciences, 112(41), 12657-12662. https://doi.org/10.1073/pnas.1508832112
[42] Decety, J., Meidenbauer, K. L., & Cowell, J. M. (2018). The development of cognitive empathy and concern in preschool children: A behavioral neuroscience investigation. Developmental Science, 21(3), e12570. https://doi.org/10.1111/desc.12570
[43] Investigador: Mikel García. Iniciada en diciembre 2019. Recogida datos Formularios online. Muestreo no aleatorio, procedimiento “bola de nieve”. Investigación consiliente y participativa enemiga de los reduccionismos polares: la negación del interés de los datos y la cuantofrenia.
[44] Greenberg, J., Romero, V. L., Elkin-Frankston, S., Bezdek, M. A., Schumacher, E. H., & Lazar, S. W. (2019). Reduced interference in working memory following mindfulness training is associated with increases in hippocampal volume. Brain Imaging and Behavior, 13(2), 366-376. https://link.springer.com/article/10.1007/s11682-018-9858-4
[45] Experiencias cercanas a la muerte
[46] Carl Gustav Jung, Meinories, Dreains, Reflections, (New York, Vintage Books 1989) p.183
[47] Georg Wilhelm F. Hegel. Lecciones de Jena de 1805-1806 (JS III. 160: 2-3) FR 14. Alexandre Kojéve. Introducción a la lectura de Hegel, (Madrid. Editorial Trotta. 2013)p.613.
[48] Walter Burkert. Homo necans: Interpretationen altgriechischer Opferriten und Mythen (Berlín, New York: de Gruyter, 1972), p. 9 s.
[49] Georg Baudler, ErlSsung vom Stiergott (Munich: Kosel, y Stuttgart: Calwer, 1989), p. 103.
[50] Gehrts, «Vom Wesen des Speeres”. p. 72 s.
[51] Ibíd, p. 95 s.
[52] Este aserto procede de Wilhelm Reich quien también espiritualiza la sexualidad humana, aunque utiliza otro lenguaje se aproximan a lo junguiano. Jung afirma que la mayor parte de los contenidos reprimidos del inconsciente tienen que ver con el fenómeno de la sexualidad «velada, como en secreto, y sin embargo, es una importante función psíquica que se expresa físicamente y de diversas formas. De ella depende todo el futuro de la humanidad». Guggenbuhl-Craig se refiere a la sexualidad como un símbolo de algo que se relaciona con el sentido de nuestra vida, con nuestro esfuerzo y anhelo de alcanzar lo divino y, por tanto, es crucial para el proceso de individuación. El acto sexual se convierte en un símbolo vivo del Mysteryum conniunctionis, el objetivo del camino de la individuación (Guggenbühl-Craig, 1977, p. 91). En Sexualidad y transpersonalidad (García, 2001) recorro el proceso sexual de un modo integrativo. Es un texto anticuado en su segunda parte.
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