Mientras oímos la explicación del guía varias cosas van llamando nuestra atención, de primeras hemos quedado impresionados por lo singular del enterramiento, en apariencia nadie diría que en el interior del árbol se encuentran los cuerpos de los bebés, todo parece natural, guardar una armonía. Nunca en nuestros viajes hemos visto un enterramiento similar.
El árbol, una especie con savia blanca, sólo aloja a los niños que han muerto antes de la dentición, porque el niño con dientes ha podido morder el pecho de la madre.
Esta condición nos sugiere preguntas: ¿se los deposita en el árbol porque antes de los dientes está garantizado que son inocentes-puros sin poder ejercitar nada malo? ¿O es que aún no se los considera humanos? 
También advertimos otra peculiaridad: en el ritual es el padre quien lleva el cadáver. La madre no acude.
El pequeño cadáver envuelto en un paño y colocado en posición fetal, en un nicho excavado en el árbol, se incorpora al ciclo natural muerte-vida, es devuelto a la madre naturaleza. Esto evoca regeneración y trae a la imaginación algunas asociaciones referentes al árbol materno, árbol de la muerte, muerte y árbol de la vida.
El árbol, ser vivo integrado en la naturaleza representa la vida en perpetuo dinamismo, el carácter cíclico de la evolución cósmica: muerte y regeneración. Este Gran árbol madre es árbol ataúd y evoca la muerte y la vida a la vez.
Como dice Jung: “El contraste no tiene nada de sorprendente, pues no solamente la leyenda pretendía que el hombre desciende del árbol, sino que una costumbre prescribía el enterramiento en arboles huecos (de donde la expresión alemana Totenbaum, árbol de la muerte para designar ataúd). Por ser el árbol ante todo un símbolo maternal, se adivina el sentido mítico de tal enterramiento: el muerto es devuelto a la madre para ser de nuevo engendrado”.
También Von Franz en Número y tiempo, en el capítulo “Arquetipos y números como campos de secuencias rítmicas de desplegamiento”, explica:
“ los arquetipos están contaminados unos con otros, se superponen en sus significados figurativos”
y para desarrollar su explicación toma el símbolo de la Gran madre desarrollando sus aspectos.
“Otro aspecto es aquel del árbol materno como aparece en la imagen mítica del árbol, bajo cuyas hojas habitan las almas de los niños (aún) no nacidos, así como en todos los mitos donde alguien nace de un árbol”…
“Igualmente el árbol tiene una relación con la muerte como árbol-ataúd. Así, en muchos lugares, los muertos se sepultaban en árboles.
Pero la misma muerte ha sido también personificada como madre, como una oscura figura femenina (La palabra latina mors, muerte, pertenece al género femenino!)”
“Con este aspecto de muerte contrasta el árbol de la vida, el cual juega un papel muy importante en casi todas las religiones”.
Neumann sostiene que:
“La Gran Madre Tierra que alumbra toda vida es sobre todo la madre de la vegetación. (…) El centro de este dominio simbólico vegetal está ocupado por el árbol. Como árbol frutal de la vida, el árbol es femenino, procreador, transformador y fuente de alimento, y sus hojas, nudos y ramas contienen y son dependientes en relación con él. El carácter protector del cubrir se torna visible en el “tejado” del árbol, el cual cobija a los pájaros y a sus nidos. El árbol incluye además la función de contener gracias al tronco, “dentro” del cual habita su espíritu, como el alma en el cuerpo. La naturaleza femenina del árbol se ve además confirmada por el hecho de que su copa y su tronco puedan dar a luz, como prueba, entre otros muchos ejemplos posibles, el nacimiento de Adonis.” “Del mismo modo que puede ser la morada o la copa positivas, en las que tienen lugar el nacimiento, el árbol puede también definir el emplazamiento de la muerte, en perfecta correspondencia con la estructura ambivalente del Gran Femenino del que procede. En este caso, su copa puede cobijar al cadáver o este ser introducido en su tronco, como en el brezo osiriaco, o aun este servir a la fabricación del ataúd que, depositado en la tierra, combina la naturaleza del seno terrenal que acoge de nuevo al cadáver con la naturaleza envolvente de la madera”.
Según muchas creencias las almas por nacer viven en árboles, arbustos, en el bosque, la naturaleza es la morada de los niños antes de nacer y también la morada de los muertos. La imagen de este gran árbol madre encierra así el carácter dinámico de la evolución cósmica.
En la costumbre toraja, los niños muertos antes de la dentición, vuelven a la naturaleza de donde no han salido, no se han separado de ella, todavía no había un inicio de diferenciación, separación, independencia de la madre. Devueltos por el padre al árbol madre tienen nueva posibilidad de vida en la naturaleza no humana y alimentan al árbol y son alimentados por este (árbol madre, savia blanca). Es el único tipo enterramiento en el que los componentes biológicos de un cadáver son reciclados en la naturaleza. Es función del padre separar el neonato de la madre y entregarlo al árbol para que se fundan sus destinos, pero no lo inscribe en la cultura.
¿Tener dientes es la condición de poder ser inscritos como humanos? ¿Con capacidad de causar daño, agredir?
En muchos mitos, también el de Adán y Eva, parece inevitable que la salida de la simbiosis de participación mística, aún paradisíaca, requiere tomar conciencia de la capacidad de infringir la beatitud, de desobedecer la norma, de causar daño. ¿Para ser humano hay que infligir dolor y arriesgarse al sufrimiento, y la culpa?
En Tana Toraja se conserva el antiguo animismo politeísta Aluk Todolo, adaptado al cristianismo al que fueron sometidos con la llegada de los misioneros holandeses.
Este árbol aloja solamente a los pequeños que han muerto antes de la dentición, porque para los toraja el niño con dientes ha podido morder el pecho de la madre. Para el pueblo toraja el niño en edad temprana pertenece todavía a la naturaleza y con la aparición de los dientes pasa a ser humano. Existen otras culturas con esta misma concepción. El antropólogo Van Gennep en su libro “El rito de paso”, cita su existencia en su explicación sobre los ritos que llama de agregación: “Los ritos de agregación, que tienen por efecto ,según la expresión de los Wayao del África Oriental, «introducir al niño en el mundo» o, como dicen los Dayak de Bakarang ,»arrojar al niño al mundo» como un barco al agua, son los ritos de la denominación, de la lactancia ritual, del primer diente, del bautismo etc. “. En algunos ritos africanos, la aparición del primer diente, está señalada con una melodía musical especial específica para esta celebración.
El niño sin dientes, para ellos, permanece en simbiosis con la naturaleza. En el desarrollo fisiológico, el nacimiento de los dientes le da al niño la posibilidad de morder y mostrar agresividad. En el desarrollo psicológico evolutivo representa un paso necesario que inicia el proceso de diferenciación Yo – no Yo en el que se va separando de la madre. Al morder, puede apreciar más claramente, la existencia de la madre como alguien distinto a él y la consecuencia de su acción por la reacción al dolor. Estos son elementos para la constatación del objeto y para la separación de él.
Esta independencia resultará favorecida en la medida en que la madre estimule y facilite, aceptando la propia espontaneidad del niño. Cuando la rechaza, esta actitud de la madre acaba siendo atrapadora y tiene un efecto destructor para la vitalidad del niño.
Melani Klein establece una relación de simultaneidad entre el sadismo y el impulso epistemofílico. Conecta las tendencias agresivas con la curiosidad, el deseo de conocimiento y el desarrollo del simbolismo. Cuando el niño muerde, tiene la fantasía de que puede recibir un ataque similar, lo que le genera una angustia que le lleva a dirigir la atención a nuevos objetos. Así, esta angustia generada por la fantasía agresiva es el motor para el desarrollo del interés por el mundo exterior.
El funcionamiento del pensamiento es similar al de la alimentación, se basa en el proceso de, masticar, desmenuzar, digerir, e incorporar los nutrientes. Condición de funcionamiento similar al proceso psicológico de individuación donde tras la elaboración de los contenidos inconscientes, formación de símbolos, se produce la integración, toma de conciencia, el conocimiento.
Así, la oportunidad del diente y su cualidad agresiva, la capacidad de agredir, tomada en el sentido original, del latin aggredi, “ir hacia“, sugiere empuje, movimiento, curiosidad, búsqueda y también transgresión, tensión, enfrentamiento.
En todas aquellas sociedades donde domina un pensamiento y una moral cristiana, la búsqueda y la expresión de la propia singularidad es reprimida por considerar que puede atacar la norma y preceptos cristianos.
En el Mito del Paraíso, Adán y Eva, desobedeciendo a Dios, cometen un pecado que trasladan a toda la humanidad. El Creador los había alojado en un bellísimo jardín con todo lo necesario para poder vivir, disfrutar y ser felices para siempre sin tener que morir, disponiendo de animales, flores y árboles de los que poder comer. Sólo uno de ellos reservaba una condición: El Árbol del Bien y del Mal, al cual no podían tocar, ni comer sus frutos.
Adán y Eva, al transgredir el mandato divino, son arrojados del Jardín del Edén, desaparece esta hedónica realidad y son condenados a la mortalidad y a tener que vivir de su propio esfuerzo y Eva a parir con dolor.
Realmente transgredir la norma es lo que les hace humanos. Antes eran inmortales, sin el libre albedrío y sus consecuencias.
Transgredir, sobrepasar, atravesar, tiene el sentido de “ir más allá”, la palabra en latín está compuesta por el verbo gradior: avanzar, caminar y el prefijo trans: “al otro lado de”, que metafóricamente denota mutación de ser o de forma.
En el Mito Bíblico, un Dios con maneras de madre atrapadora, diseña un escenario simbiótico donde todos pueden existir en fusión con la naturaleza, en participación mística y donde el hombre-mujer no tiene más existencia ni más semejanza que la divina.
Este sistema, anula el desarrollo, sin posibilidad alguna de evolución, no dejaba más opción que el único empuje de vida posible: la transgresión, ¿cómo?, precisamente por la vía que Dios mismo había señalado con su prohibición: atreviéndose a comer del Árbol del Bien y del Mal.
Vivir en la placidez paradisíaca tiene el riesgo de mantenerte en la ignorancia, en ese estado infantil sin reconocimiento, sin posibilidad de desarrollar la propia identidad. Vivir de acuerdo al mandato de Dios y bajo cualquier norma, hace a todos iguales, diseñados de una manera mecánica, la genuinidad de cada uno, su singularidad son pasadas por alto. Se anula la condición de individuo con capacidad crítica.
En los cuentos y en los mitos, la transgresión de la prohibición impulsa el progreso de la conciencia. En el cuento de Barba azul, quien mataba secretamente a todas sus mujeres ocultándolas en una habitación, transgredir, permite a la mujer el conocimiento al encontrarse con la verdadera y oscura realidad. De la misma manera Psique desobedece a su Eros y alumbrándolo, percibe una realidad que le permitirá, después de un largo y doloroso camino, salir del paraíso irreal y divino en el que vive y rencontrarse con el dios en una relación más profunda.
Los cuentos y los mitos expresan y permiten comprender los procesos que se desarrollan en el inconsciente colectivo, con ello podemos acercarnos a las estructuras de la psique humana.
Cuando se vive en una falsa armonía artificial, teniendo sólo en cuenta un aspecto de nuestra realidad psíquica, tomando sólo aquello que nos hace sentir en paz y ocultando aquellos aspectos más difíciles de aceptar, resulta necesario, tal como se ha explicado en la definición del prefijo trans: “Ir al otro lado”, dirigir el sentido avanzando al encuentro y a la relación con el Inconsciente. El movimiento entre los opuestos es lo que genera la energía necesaria para la transformación, de otra manera, se produce un estancamiento de la vida psíquica.
La tradición cristiana obliga a vivir bajo un solo punto de vista: lo que nos hace sentir bien, sentir que somos buenos, rechazando aspectos instintivos nuestros que consideran negativos y esto aboca a la tendencia en la humanidad a rechazar el Mal. Si “somos malos”, pero hacemos un acto de contrición todo queda perdonado. Esta es una defensa para no elaborar la culpa, que es la condición para asumir la propia responsabilidad.
Para que sea posible la evolución, no se puede vivir de acuerdo solamente a uno de los polos opuestos, vivir de manera unilateral, pues así se mantiene una psique sin energía. La energía psíquica se genera en el conflicto entre tendencias opuestas. El Árbol del Bien y del Mal, contiene los opuestos, representa el árbol del conocimiento, no es posible conocer algo en profundidad, sin conocer la existencia de su opuesto. Cuando Adán, inspirado por su parte femenina instintiva, decide comer su fruto, abre el camino a la posibilidad de una nueva existencia.
Al ser arrojado del paraíso, el hombre y la mujer van a tener que sufrir y vivir de su propio esfuerzo, ¡cierto! La tensión en la confrontación con lo diferente en el proceso de maduración es constante. El reconocimiento y la aceptación de aspectos en uno mismo, conlleva sufrimiento.