Mito yanomami

De los yanomami «hijos de la luna». Etnia amazónica. «Peribo-riwë, antiguo morador de estas tierras, tenía como esposa a una muchachita de nombre Xidikariyoma. Ésta, como no quería a su esposo, trataba continuamente de huir y ocultarse. Pero bien pronto Peribo-riwë la encontraba, la arrastraba por el suelo y le pisaba la cabeza. El padre de la niña se llamaba Suhirina-riwë. Un día Peribo-riwë salió lejos de cacería y la niña aprovechó la oportunidad para escapar. Al regresar el marido, como no la vio, se inquietó y fue a buscarla en la selva. Al hallarla, como ya en otras ocasiones, la tiró al suelo, pero esta vez con tanta violencia que la mató. Entonces, con un gancho le extrajo los intestinos, los envolvió en unas hojas y se los llevó a la casa. Allá los cocinó en una olla y se tomó el grasoso caldo. Harto de caldo y lleno de rabia por lo sucedido, se echó a dormir bajo el sol implacable. El sol le calentó tanto la cabeza, que ésta comenzó a crecer de forma abismal. Cuando ya atardecía, Peribo-riwë se despertó, sobresaltado, y comenzó a dar vueltas sobre sí mismo, como si fuera un remolino, empezando a subir y subir por los aires. El hermano de la pobre Xidikariyoma vio a Peribo-riwë que estaba subiendo al cielo y dio la alarma. Acudieron enseguida los hombres, blandiendo arcos y flechas; apuntaron y dispararon con sus dardos, pero nadie podía alcanzarlo porque volaba ya muy alto. Finalmente, llegó, Suhirina-riwë, cogió una flecha con punta de bambú, apuntó bien y disparó con fuerza. La flecha alcanzó a Peribo-riwë (ya convertido en la luna) y lo hirió en la cadera. Desde la herida comenzó a manar sangre. Cada gota de sangre que caía sobre la tierra se convertía en un guerrero yanomami y por eso se les llamó desde entonces hijos de la luna».