Análisis político simbólico y ética de la individuación para la transformación social.

Análisis político simbólico y ética de la individuación para la transformación social.

Análisis político simbólico y ética de la individuación para la transformación social.

Mikel García. 6 septiembre 2025.

Los apartados son desplegables. Clicando en el círculo gris del lado derecho se despliega el contenido.

 

 

 

Descripción de la imagen

Trabajando con inteligencia artificial. Por Mikel García.

Explicación de los símbolos de la imagen

  • El Caballero Cansado y su Armadura Brillante: Representa el «Complejo del yo», la identidad que se cree virtuosa y heroica (armadura brillante) pero que está exhausta por cargar con una mentira (peso). Su armadura es su defensa, pero también su prisión.
  • El Dragón Pequeño sus Brazos: Es el «complejo» (paterno/materno, ideológico) al que se aferra. El que lo abrace como un bebé muestra la relación de dependencia y afecto equivocado. El dragón es pequeño porque en realidad es una creación mental, pero su sombra es enorme. El dragón es siniestro, cara-cabeza antropomórfica de un sujeto viejo que representa el tremendo peso tradicional ancestral que no mira  nadie pues ha perdido lo humano.
  • Expresión de Satisfacción: Captura la alienación del caballero, creyendo que ha tenido éxito al abrazar el dragón, completamente equivocado sobre cuál era su misión real.
  • La Doncella Encadenada a la Tabla de la Ley: El Ánima (empatía, amor, conexión) está cautiva no por el dragón directamente, sino por la estructura rígida de la «Ley» (norma, dogma) que el caballero debería haber combatido. La tabla de piedra representa la frialdad e inflexibilidad de la norma por la norma.
  • El Rey en el Acantilado: El sí-mismo, observando desde la altura de la conciencia superior. Su «grito silencioso» añade una capa de tragedia e impotencia.
  • La Sombra Monstruosa del Dragón: La verdadera naturaleza y el poder destructivo del complejo o ideología que el caballero minimiza y abraza. La sombra lo engulle, mostrando que, aunque él no lo ve, está poseído por ella.
  • Las Nubes/Tormentas de Gaza y Ucrania: Representan la escalada de los arquetipos («Dios Oscuro») a nivel colectivo. Sus formas de mapas muestran que son conflictos territoriales concretos, pero al mismo tiempo las caras de dios vengativo y zar, se simboliza la fuerza arquetípica e impersonal que impulsa la violencia.
  • Estilo de Beksiński y Dalí: Beksiński aporta una atmósfera onírica, inquietante, oscura y decadente. Dalí aporta el surrealismo, la distorsión de la realidad y el simbolismo onírico. La combinación es perfecta para un análisis junguiano.
  • Paleta de Colores y Iluminación: La paleta apagada refleja la pérdida de vitalidad y humanidad. El único foco de luz sobre la doncella es un faro de esperanza y la clave de lo que realmente debería ser rescatado.

Zdzisław Beksiński fue un artista polaco (1929-2005) reconocido por su distintivo y inquietante estilo en la pintura, dibujo y fotografía. Su obra, a menudo categorizada como surrealismo oscuro o fantástico, es perfecta para representar los temas junguianos y la angustia existencial de tu texto.

Su estilo se caracteriza por:

  • Imaginario Apocalíptico y Onírico: Beksiński creaba paisajes surrealistas de pesadilla, a menudo escenas de decadencia, estructuras distópicas y figuras deformadas en estados de descomposición o transformación. Esto se alinea perfectamente con la idea de «constelar el Dios Oscuro» y los paisajes psíquicos devastados por el conflicto.
  • Atmósfera Profundamente Inquietante: Sus cuadros evocan una sensación de soledad, melancolía y muerte existencial. No es un horror sangriento, sino una terror frío y metafísico, ideal para transmitir el «dolor» y la «repugnancia» de las acciones necesarias pero antiéticas.
  • Maestría Técnica y Detalle: A pesar de lo grotesco de los temas, su técnica era impecable, con una textura casi táctil y una iluminación dramática que guía la mirada a través de las pesadillas que pintaba. Esto añadiría una capa de belleza sombría y seriedad a la imagen generada.
  • Abstracción Figurativa: Sus formas son a la vez reconocibles (humanoides, arquitectura) y completamente alienígenas, lo que simboliza excelentemente la transformación y distorsión de los arquetipos (el Rey, el Caballero, el Dragón) cuando son poseídos por la Sombra.

Beksiński es el maestro indiscutible de visualizar el inconsciente colectivo en su forma más cruda y arquetípica. Su estética captura la esencia de la advertencia junguiana: la belleza terrible y la necesidad de adentrarse en el horror para encontrar una forma de integración. Una imagen en su estilo no solo ilustraría el texto, sino que transmitiría visceralmente su carga emocional y psicológica.

Ejemplo de cómo Beksiński influye en

La textura erosionada y orgánica de las superficies.

La luz dramática que crea sombras profundas y misteriosas.

La sensación de que la escena es a la vez un paisaje onírico y una representación de un estado mental interno.

La desfiguración sutil pero perturbadora de las figuras (el contentamiento alienado del caballero, la mirada desesperada del Rey).

Beksiński es generar una imagen que no sea solo una ilustración, sino una experiencia emocional que encapsule la profundidad del conflicto entre el deber, la sombra y la búsqueda de una paz imposible.

Incluir el estilo de Salvador Dalí en la imagen es un complemento maestro para la base ya inquietante de Beksiński. Mientras Beksiński aporta la atmósfera oscura y decadente, Dalí aporta el subversivo simbolismo onírico y la distorsión de la realidad, elementos cruciales para representar los conceptos junguianos de lo inconsciente y los complejos.

La influencia de Dalí se manifestaría en:

  1. Realismo Onírico y Perturbador: Dalí pintaba objetos irreconocibles con una precisión fotográfica hiperrealista. En esta imagen, eso se traduciría en que el dragón, las cadenas de la doncella o la textura de la tabla de ley se verían tan nítidos y reales como una fotografía, pero en un contexto que desafía toda lógica, intensificando la sensación de que esto es una «verdad» psíquica distorsionada.
  2. Espacio y Perspectiva Distorsionados: Dalí jugaba con espacios infinitos y perspectivas imposibles. El acantilado del Rey podría extenderse hacia un horizonte imposible.
  3. Imágenes Dobles: El genio de Dalí para esconder una imagen dentro de otra sería perfecto. La sombra del dragón en su contorno contiene una multitud de personas sufriendo, representando las consecuencias humanas ocultas de la ideología que abraza el caballero.
  4. Elementos Simbólicos Surrealistas Clásicos de Dalí:

Relojes: Sobre la armadura del caballero a modo de escudo, simbolizando la distorsión del tiempo y la razón, y cómo las ideologías rígidas en realidad se «derriten» y deforman bajo el sol de la realidad psíquica.

Hormigas: Un símbolo de Dalí de decadencia y muerte. En la sombra del dragón las caras representan esta corrupción y putrefacción interna en la sombra colectiva.

Elefantes de Patas de Insecto: Figuras que representan fragilidad y pesadez al mismo tiempo. Uno al fondo, portando un obelisco (símbolo de poder patriarcal) en su lomo, mostrando lo absurdo y precario de las estructuras de poder que parecen sólidas.

¿Por qué la combinación Beksiński + Dalí es tan poderosa?

  • Beksiński provee el cuerpo de la imagen: la oscuridad, la textura, la emocionalidad sombría y la sensación de finitud.
  • Dalí provee el sistema nervioso: el simbolismo subversivo, los elementos oníricos que desafían la lógica y la sensación de que la realidad misma se está descomponiendo.

Juntos, crean una visualización perfecta del inconsciente colectivo en estado de crisis: un paisaje de pesadilla que es a la vez personalmente traumático y simbólicamente complejo, exactamente como el análisis del texto que se quiere representar.

 

 

Autor

 

Mikel García García[i]

[i] Médico y cirujano (Universidad Navarra, 1975). Psicólogo (Universidad San Sebastián, 1982). Psicoanalista junguiano. Formación experiencial y teórica en: Psicoanálisis, Terapia Sistémica Familiar, Psicoanálisis Reihiano (vegetoterapia), Psicología Analítica Junguiana, Psicoterapia Transpersonal. Experiencia de Muerte Cercana a los 33 años. Máster en “Astronomía y astrofísica” VIU (Universidad Valencia, 2014). Doctor Internacional en «Estudios Internacionales en Paz, Conflictos y Desarrollo», Universitat Jaume I (UJI Castellón, 2020). Máster en Fotografía Artística y Narrativa Visual (Universidad Internacional de la Rioja, 2022). Máster en Inteligencia Artificial (BIG SCHOOL, Madrid 2024) y Máster en Inteligencia Artificial (Universidad Isabel I, Madrid 2025). 

Colaborador con ONG médicas de intervención internacional, y en programas de formación a personal sanitario de atención Primaria; SIDA; maltrato infantil; muerte digna y a docentes. Especializado en maltrato infantil, trauma, duelo, tanatología, acompañamiento al muriente, integración de sistemas, estados de trance y místicos. Terapeuta de “Grupos de Duelo Online Ventana a ventana” desde confinamiento COVID-19. Psiconauta, antropólogo investigador del alma en la clínica médica y psicoterapéutica y trabajos de campo antropológicos cualitativos y cuantitativos, con énfasis en la Acción Participativa, docencia y divulgación psicopolítica de los hallazgos. Promotor de acciones participativas para el despertar del desierto interior y para la transformación social. Didacta  de la Sociedad Internacional Para el Desarrollo del Psicoanálisis Junguiano (SIDPaJ). Fotógrafo. Buceador. Alquimista. Hilozoísta. Hijo de Hermes. Creador herido. https://bit.ly/mikelcurriculum  iratxomik@gmail.com

Presentación y contenido

Resumen:

Este análisis explora la conexión entre un texto sociopolítico sobre fundamentalismo cristiano y masculinidad tóxica, y una parábola simbólica de un caballero que falla en su misión. Utilizando la psicología junguiana, se argumenta que tanto el fundamentalismo como la ideología incel representan una evitación de la individuación—el proceso de integración psicológica—al aferrarse a estructuras rígidas (el «dragón» de la ley, el poder y los complejos parentales) en lugar de integrar valores femeninos y relacionales (el «ánima» o «doncella»). El documento profundiza en el polémico concepto de «constelar el Dios Oscuro», es decir, realizar acciones éticamente repugnantes pero necesarias para restaurar un equilibrio superior, diferenciándolas claramente de las atrocidades mediante criterios como la proporcionalidad, la reversibilidad del daño y la intención. Examina conflictos como Gaza y Ucrania como ejemplos de posesión por arquetipos destructivos (el Vengador, el Imperio) y concluye que la paz resiliente, tanto individual como colectiva, requiere un camino de autoconocimiento, desidentificación de arquetipos colectivos dañinos, diálogo basado en la sombra compartida y la creación de instituciones que fomenten la conciencia y la complejidad moral sobre la simplificación y la proyección del enemigo.

Palabras clave:

Individuación, Arquetipo, Sombra, Ánima, Dios Oscuro, Fundamentalismo, Paz Resiliente, Conciencia Colectiva, Moral

 

Summary

This analysis explores the connection between a sociopolitical text on Christian fundamentalism and toxic masculinity, and a symbolic parable about a knight who fails his mission. Using Jungian psychology, it argues that both fundamentalism and incel ideology represent an avoidance of individuation—the process of psychological integration—by clinging to rigid structures (the «dragon» of law, power, and parental complexes) instead of integrating feminine and relational values (the «anima» or «maiden»). The document delves into the controversial concept of «constellating the Dark God,» i.e., performing ethically repugnant but necessary actions to restore a higher balance, clearly distinguishing them from atrocities through criteria such as proportionality, reversibility of harm, and intention. It examines conflicts like Gaza and Ukraine as examples of possession by destructive archetypes (the Avenger, the Empire) and concludes that resilient peace, both individual and collective, requires a path of self-knowledge, disidentification from harmful collective archetypes, dialogue based on shared shadow, and the creation of institutions that foster consciousness and moral complexity over simplification and enemy projection.

Keywords

Individuation, Archetype, Shadow, Anima, Dark God, Fundamentalism, Resilient Peace, Collective Consciousness, Ethics

 

Laburpena

Azterketa honek testu soziopolitiko bat (fundamentalismo kristaua eta maskulinotasun toxikoa aztertzen duena) eta misioan huts egiten duen zaldun bati buruzko parabola sinbolikoaren arteko lotura aztertzen du. Psikologia jungiarra erabiliz, fundamentalismoak eta incel ideologiak indibiduazioa—prozesu psikologiko integratzailea—saihesten dutela argudiatzen du, egitura zurrunetatik helduz («herensugea»: legea, boterea, gurasoaren konplexuak) balio femenino eta erlazionalak («anima» edo «neskatoa») integratu beharrean. Dokumentuak «Jainko Iluna konstelatze» kontzeptu eztabaidagarrian sakondu egiten du, hau da, oreka gorenago bat berrezartzeko etikoki higuingarriak diren ekintzak beharrezkoak direnean egitea, eta argiro bereizten dizkie atrocitatetik proportzionaltasun, kaltearen itzulgarritasun eta intentzioaren irizpideen bidez. Gaza eta Ukrainako gatazkak aztertzen ditu adibide gisa, arketipo suntsitzaileek (Mendekatzailea, Inperioa) posseditu dituztenak, eta ondorioztatzen du bake erresistenteak, bai banako mailan bai kolektiboan, autoezagutza, arketipo kolektibo kaltegarrietatik desidentifikatzea, itzalean oinarritutako elkarrizketa, eta kontzientzia eta konplexutasun morala sustatzen duten erakundeak sortzea eskatzen duela, sinplifikazio eta etsaia proiektatzearen gainetik.

Gako-hitzak

Indibiduazioa, Arketipo, Itzala, Anima, Jainko Iluna, Fundamentalismo, Bake Erresistente, Kontzientzia Kolektiboa, Moral

 

Ensayo

Texto 1. Sociopolítico

Los fundamentalistas cristianos creen que han ganado en el punto central: la prohibición del aborto. Pero no han entendido que no se trata en absoluto de una vuelta a la familia cristiana, sino de una norma para la norma. Porque el gran discurso con el que se legitima el desenfrenado elitismo de la tecnología es el de la masculinidad sin límites. Es casi cómico ver a Zuckerberg, el jefe de Meta, descubrir en otoño de 2024 que es un macho castrado y que tiene los pectorales caídos. Por lo tanto, conviene poner a la mujer en su lugar: la aplicación de la prohibición del aborto es inquisitorial y no va acompañada, como querría la tradición cristiana, de una política de caridad hacia los más desfavorecidos.

La prohibición del aborto no es una defensa de la familia: es una prohibición que solo funciona como tal y deja intacta la libertad sexual de los dominantes. La prueba: apenas los cristianos tradicionalistas celebraron lo que creían que era una victoria, Trump anuncia una sorprendente nueva subvención para la fecundación in vitro.

Inmediatamente, los obispos católicos estadounidenses se indignaron: habría una contradicción. Pero no lo entendieron: la aceleración no es cristiana, es transhumanista, como otros son transgénero. Si quieren tener hijos, no es por respeto a la vida, es para perpetuarse. La defensa de la masculinidad no es el regreso de la familia tradicional, porque se dirige a individuos, no a parejas. Es una ideología de solteros, cuya versión más radical es la de los incels y que se adapta perfectamente a la poligamia de Elon Musk. Algunos incels abogan por la violencia contra las mujeres, así como contra los hombres que tienen la suerte de tener relaciones felices.

En la serie «Adolescencia» se trata este tema cuando se habla de «la regla del 80-20», que se traduce en la creencia de que el 80% de las mujeres se siente atraída solo por el 20% de los hombres, dejando a los demás sin posibilidades. También la serie toca otro tema que forma parte del ideario impulsado en estos foros: el de la píldora negra. La metáfora alude a la pastilla roja de las películas de la saga Matrix, que significa tener un despertar repentino a una verdad supuestamente oculta. Muchos autoproclamados incels instan a sus seguidores a tomar la «píldora negra» para despertar y confirmar cómo, según creen ellos mismos, su destino está sellado desde su nacimiento por fuerzas que escapan a su control. La pastilla los hará confirmar que están oprimidos por el feminismo, entre otras fuerzas que les impiden alcanzar una vida plena.

Los cristianos fundamentalistas creen en la ley, más que en el amor, como condición misma de la libertad; se quejan de las molestias administrativas solo en la medida en que les impiden aplicar sus propias normas, como por ejemplo exigir a sus empleados que se adhieran a los valores cristianos. Cuando hablan de libertad, no dicen «freedom», sino «liberty», es decir, no la tan odiada libertad individual, sino la autonomía de la Iglesia —libertas ecclesiae en la terminología canónica—; es característico que la orden ejecutiva de Trump que amnistía a los activistas cristianos hable más bien de «religious liberty» que de “religious freedom”. Todo el esfuerzo de los fundamentalistas cristianos es actuar por ley, de ahí la centralidad del control del Tribunal Supremo en su estrategia política.

El catolicismo contrarrevolucionario está en Europa en el centro de esta nostalgia cristiana por los viejos tiempos, porque el protestantismo o bien se ha secularizado, o bien, en su forma evangélica, afecta mayoritariamente a los inmigrantes, poco preocupados por una identidad cristiana blanca.

Sin embargo, en Estados Unidos, también son intelectuales católicos —en su mayoría conversos del protestantismo, como J. D. Vance— los que lideran la cruzada intelectual contra el progresismo. En el plano electoral, sin embargo, son los evangélicos protestantes los que constituyen los grandes batallones del trumpismo. Esta incapacidad del evangelismo para producir una vanguardia intelectual es interesante y podría explicarse en gran medida por cierto desprecio por la cultura en general y la alta cultura en particular. Por lo tanto, son los padres de la Iglesia, entre otros San Agustín y San Benito, a quienes se convoca para restablecer la ley natural y el anclaje de la sociedad en la trascendencia.

Texto 2. Simbólico

Desde lo alto de su castillo, un rey ve llegar a un caballero. Éste va a caballo y, muy contento, lleva un dragón en sus brazos. El rey le grita: » ¡Estúpido tu misión era matar al dragón y traer a la doncella!».

Análisis junguiano

La conexión entre los dos textos, enriquecida por la lectura junguiana, revela una crítica profunda a las falsas soluciones y las evasiones psicológicas y culturales que impiden la verdadera individuación (concepto clave de Carl Jung para el proceso de convertirse en un ser psicológicamente íntegro y único).

  1. El Caballero y el Fundamentalismo: La Evasión de la Individuación

La parábola del texto 2 es una metáfora perfecta de la dinámica que describe el texto 1. Según la lectura junguiana:

  • El Rey (arquetipo del sí-mismo): Representa la totalidad psíquica, la plenitud y el orden correcto de las cosas. Es la voz de la sabiduría que conoce cuál es la verdadera misión: integrar al ánima (lo femenino, la relación, la vida emocional) y dominar o transmutar los complejos (el dragón de las influencias parentales y los traumas).
  • El Caballero (Yo): Es la conciencia egoica, el individuo que actúa en el mundo.
  • El Dragón (Complejos Materno y Paterno): Simboliza las ataduras inconscientes, las estructuras de poder rígidas, las normas heredadas y los traumas no resueltos. El caballero abrazarlo en lugar de matarlo significa aferrarse a estas estructuras como si fueran una solución y su estar contento significa su alienación.
  • La Doncella (Ánima): Es el principio femenino interno, la capacidad de relacionarse, de conectar con la vida, la empatía y la Eros (en el sentido junguiano de conexión y armonía). Rescatarla simboliza la integración de estos valores en la psique, esencial para la individuación.

El texto 1 describe a los fundamentalistas cristianos y a los ideólogos de la masculinidad tóxica (incels) haciendo exactamente lo que hace el caballero: en lugar de «rescatar a la doncella» (integrar lo femenino, el ánima), se aferran al «dragón» (estructuras de poder, ley sin amor, complejos parentales).

  • Su «dragón» es la Ley (liberty, no freedom): Se aferran a un sistema normativo rígido (prohibición del aborto, control del Tribunal Supremo) creyendo que eso restaurará el orden. Pero, como señala el texto, esta ley no va acompañada de caridad (ánima, Eros). Es una ley inquisitorial, un dragón que abrazan para sentirse poderosos, pero que en realidad les impide completar su misión real: crear una comunidad integrada y sana.
  • Han confundido el medio con el fin: La familia tradicional o la ley natural deberían ser vehículos para fomentar el amor y la comunidad (la doncella/ánima). En cambio, han convertido la ley en un fin en sí mismo, dejando al ánima cautiva. El texto es claro: «no se trata en absoluto de una vuelta a la familia cristiana, sino de una norma para la norma».
  1. La Masculinidad Herida y la Negación del Ánima

El texto 1 describe una «masculinidad sin límites» y «castrada» (como la autorreflexión de Zuckerberg). Esta crisis de masculinidad es el equivalente del caballero que se siente fracasado. Sin embargo, su solución no es introspectiva ni integradora.

  • La «Píldora Negra» como Falso Despertar: La «píldora negra» de los incels es lo opuesto a la individuación. En lugar de un despertar hacia la responsabilidad personal y la integración de sus propias partes oscuras (la sombra) y femeninas (el ánima), es una rendición fatalista. Les hace abrazar el «dragón» de la derrota, la misoginia y la creencia de que son víctimas de fuerzas externas (el feminismo). Es una justificación para no intentar «rescatar a la doncella» dentro de sí mismos.
  • Poligamia y Fecundación In Vitro como Sustitutos Tecnológicos: Las acciones de figuras como Trump (subvención a la FIV) o Musk (poligamia) exponen la verdad: no se busca integrar lo femenino en una relación de pareja equilibrada (ánima integrada), sino poseerlo y controlarlo tecnológicamente. Es otra forma de aferrarse al dragón (el poder tecnológico y financiero) para evadir la tarea más difícil y profunda de la relación auténtica y la interioridad. Es «perpetuarse», no «amar».
  1. El Sí-mismo (El Rey) vs. La Nostalgia por el Padre (Los Patriarcas)

El texto 1 menciona que los fundamentalistas convocan a los Padres de la Iglesia (San Agustín, San Benito) para «restablecer la ley natural». Desde la perspectiva junguiana, esto es otro intento de encontrar una solución externa y arquetípicamente paternal.

  • El Rey (sí-mismo) en la parábola grita desde el castillo, que simboliza la totalidad y la conciencia superior. Su grito es la voz de la psique que pide individuación, que es un proceso creativo y personal hacia el futuro.
  • Los Fundamentalistas, en cambio, buscan la solución en el arquetipo del Padre Antiguo (la ley, los patriarcas, la tradición rígida). Esto es retroceder, no avanzar. Es buscar refugio en la autoridad del «padre» (el complejo paterno/dragón) en lugar de escuchar al Sí-mismo, que les exigiría evolucionar e integrar lo que falta: el principio femenino (ánima), la compasión y la caridad.

Conclusión

La relación entre los textos es profunda. El fundamentalismo cristiano y las ideologías de la masculinidad tóxica representadas en el texto 1 son el equivalente colectivo y cultural del caballero del texto 2. Ambos:

  1. Fallan en su misión esencial: Confunden el objetivo (integrar el ánima, el amor, la relación) con el medio (aplicar la ley, abrazar el poder).
  2. Se aferran al dragón: Prefieren abrazar estructuras de poder rígidas (ley, tecnología, misoginia, complejos parentales no resueltos) antes que emprender el viaje psicológico más difícil de rescatar e integrar su propio principio femenino (ánima) y lograr la individuación.
  3. Ignoran la voz del Sí-mismo: La crítica del texto 1 a su hipocresía (ley sin caridad) y a su falta de comprensión (la aceleración es transhumanista, no cristiana) es el equivalente moderno del grito del Rey: «¡Estúpido! ¡Tu misión era otra!». Están tan obsesionados con su dragón normativo y tecnológico que han olvidado por completo a la doncella que deberían estar rescatando: la capacidad de amar, conectar y crear una comunidad verdaderamente humana.

¿Qué tendría que hacer un caballero que buscase la individuación?

Su misión ya no sería externa («matar al dragón»), sino interna. Siguiendo la lectura junguiana del texto, su camino implicaría:

  1. Escuchar la Voz del Rey (El sí-mismo): El primer paso sería detenerse, escuchar el grito de alerta desde el castillo (su propia conciencia superior) y reconocer su error. Debe aceptar que su interpretación de la misión era errónea y que abrazar el dragón (los complejos) no es la solución. Esto requiere humildad y autocrítica.
  2. Soltar el Dragón (Confrontar los Complejos): Tendría que soltar al dragón que lleva en brazos. Esto no significa «matar» a sus influencias parentales o tradiciones (paterno/materno), sino confrontarlas, entenderlas y transmutarlas. Implica:
    • Analizar su Sombra: Reconocer las partes oscuras y negadas de sí mismo (la rabia, la frustración, la misoginia internalizada) que proyecta en los demás.
    • Desidentificarse de los Complejos: Comprender que su identidad no está definida únicamente por los mandatos paternos/maternos o las normas culturales rígidas. Debe dejar de depender de ellos para tener un sentido de orden.
  3. Emprender la Búsqueda de la Doncella (Integrar el Ánima): Esta es la misión central. El ánima representa el principio de relación, vida, emoción, creatividad y Eros (conexión). Rescatarla significa:
    • Valorar lo Femenino: Tanto en el mundo exterior (respetando la autonomía y igualdad de las mujeres) como en su interior (desarrollando su capacidad de intuición, empatía, cuidado y receptividad).
    • Buscar la Relación Auténtica: Entender que la plenitud no se encuentra en el dominio (poligamia) ni en la posesión tecnológica (FIV como producción), sino en la conexión genuina con otro ser humano, basada en el respeto mutuo.
  4. Aceptar el Conflicto y la Paradoja: La individuación no es un camino cómodo. Debe tolerar la angustia de no tener respuestas absolutas, navegar entre la tradición y la modernidad, entre la fuerza (el guerrero) y la compasión (el amante), sin caer en la rigidez de un extremo.

En resumen, su nueva misión sería un viaje de nekyia, de autoconocimiento, donde el enemigo exterior (el dragón) se convierte en un desafío interior a integrar, y el premio (la doncella) no es un objeto a poseer, sino una parte de su propia psique a rescatar y con la que debe aprender a convivir.

¿Cómo se relacionaría un caballero individuado con los fundamentalistas?

Nivel 1.- Firmeza

La relación del caballero individuado con los fundamentalistas no sería de confrontación directa ni de alineamiento, sino de comprensión profunda y límites claros. Actuaría desde una posición centrada (desde su sí-mismo), no desde la reactividad.

  1. Vería el Dragón que Ellos Abrazan: No los vería simplemente como enemigos o rivales, sino como caballeros equivocados que, movidos por el miedo y la confusión, abrazan un dragón (la ley rígida, la nostalgia, la identidad tribal) pensando que es la solución. Comprendería que su fundamentalismo es un síntoma de una individuación fallida, una evitación masiva de la tarea de integrar el ánima y la sombra.
  2. Practicaría la «Amabilidad Inquebrantable» (Steadfast Kindness): No gastaría energía en gritarles que están equivocados (como hace el Rey, que, aunque tiene razón, su grito no es escuchado). En lugar de despreciarlos, mantendría una actitud de compasión crítica. Entendería su miedo al caos moderno y su nostalgia por un orden perdido, pero no validaría su método destructivo.
  3. Sería un Ejemplo Silencioso (Encarnar el Cambio): La mayor influencia del caballero individuado sería su propia forma de ser. Al haber integrado su ánima, se relacionaría con las mujeres de forma respetuosa e igualitaria. Al haber confrontado su sombra, no actuaría desde el odio. Al haberse desidentificado de los complejos, no necesitaría imponer su verdad a los demás. Encarnaría la «libertad» (freedom) interna que ellos intentan suplir con «ley» (liberty) externa.
  4. Pondría Límites Claros y Firmes: La comprensión no significa permitir la injusticia. El caballero individuado defendería con firmeza los derechos de los demás (especialmente de aquellos a los que los fundamentalistas quieren oprimir) y se opondría activamente a sus políticas inquisitoriales. Pero lo haría desde un lugar de convicción centrada, no de rabia reactiva. Su lucha no sería «contra» ellos, sino «a favor» de un espacio donde la individuación de todos sea posible.
  5. Señalaría la Contradicción (Amor vs. Ley): En el diálogo, su estrategia sería recordarles constantemente su propia misión fallida, tal como el Rey se la recuerda al caballero: «Ustedes dicen defender la vida y la familia (la doncella), pero en realidad solo están aplicando una norma (abrazando el dragón). ¿Dónde está la caridad? ¿Dónde está el amor?».

En esencia, el caballero individuado transciende la batalla cultural en la que están atrapados los fundamentalistas. No niega la lucha, pero la aborda desde un nivel superior de conciencia. No busca vencerlos, sino volverse inmune a su patología y, en el mejor de los casos, ser un espejo que les muestre, aunque sea de refilón, la posibilidad de un camino más integrado y menos temeroso. Su mayor contribución sería demostrar que hay una alternativa al dilema de «abrazar el dragón o ser devorado por él».

Nivel 2.- Constelar el dios oscuro.

Siguiendo al Jung de constelizar el dios oscuro, es decir, tener que hacer acciones antiéticas que a uno le repugnan, no le causan placer, sino dolor, pero son necesarias para equilibrar justicia. ¿Que tendría que hacer el caballero con los fundamentalistas?

Esta es una pregunta profunda y crucial que lleva el análisis al corazón de una de las paradojas más difíciles de la psicología junguiana: la integración de la Sombra y la constelación del «Dios Oscuro» o el aspecto implacable de la justicia arquetípica que trasciende nuestra moral convencional.

Para el caballero individuado, actuar desde este lugar no se trata de cometer actos inmorales por placer o crueldad, sino de asumir la terrible responsabilidad de realizar un acto que, desde una perspectiva personal y ética superficial, le repugna, pero que es necesario para restaurar un equilibrio mayor. Es un sacrificio de su propia inocencia moral.

En el contexto de su relación con los fundamentalistas, esto implicaría acciones que no son «agradables» ni «correctas» según el guion de la corrección política o la moral light, sino que son estratégicas, contundentes y dirigidas a desmantelar su poder de manera efectiva, incluso si eso le cuesta su propia imagen de «buena persona».

He aquí lo que el caballero tendría que hacer, constelando al Dios Oscuro:

  1. Abandonar la Diplomacia y Emplear la Verbalización Incómoda y Directa: Dejaría de intentar «entenderlos» o «dialogar» en sus términos. En su lugar, nombraría su hipocresía y su patología en público, con una precisión brutal y despiadada. Usaría su propio lenguaje en su contra. Por ejemplo:
    • «Ustedes no son pro-vida, son pro-control. Su dios no es el Amor, es el Poder.»
    • «Su ‘liberty’ es la libertad de oprimir, no la de construir.»
    • «Abrazan la ley porque son incapaces de sentir el amor que predican. Es su armadura contra su propio vacío.»

Esta no es una discusión; es un diagnóstico público diseñado para desgarrar su fachada de virtud y dejar al descubierto la Sombra que alimenta su movimiento. Causa dolor (al caballero por rebajarse a esta crudeza y a ellos por ser expuestos), pero es necesario para equilibrar la balanza de una narrativa que ellos controlan.

  1. Golpear donde Duele: El Bolsillo y el Estatus: El Dios Oscuro no lucha en el terreno de las ideas, sino en el mundo material. El caballero tendría que apoyar o organizar boicots económicos masivos y dirigidos contra empresas, iglesias o individuos clave que financien el movimiento fundamentalista. La caridad cristiana que brindan muchas de estas megainstituciones depende de donantes. Secar esas fuentes es un acto antiético para quien cree en la «libertad de empresa», pero es un acto de justicia superior para detener el daño que ese dinero causa. El caballero debe estar dispuesto a ser tachado de «intolerante» o «fanático» por este acto.
  2. Utilizar sus Propias Estructuras en Su Contra (La Trampa Legal): Esto implica adoptar tácticas legales hiperagresivas y literales que ellos mismos emplean. Presentar demandas frivolas pero costosas contra sus iglesias por cualquier tecnicismo posible, forzándolos a gastar millones en defensa legal. Apoyar políticas que, bajo la bandera de la «libertad religiosa», los aíslen y los priven de influencia (p. ej., «Si quieren autonomy, démoslesla: que sus universidades no reciban fondos públicos, que sus hospitales no estén acreditados si se niegan a practicar procedimientos estándar»). Es usar la ley como un arma, no como un escudo, un acto que al caballero ético le repugna, pero que es el único lenguaje que su oponente entiende.
  3. Exponer la Sombra de sus Líderes sin Piedad: El caballero tendría que dedicarse a investigar y hacer públicas, de manera fría y implacable, todas las contradicciones, pecados y fracasos de los líderes fundamentalistas. No por chisme, sino como acto de deconstrucción mitológica. Mostrar al mundo que el «hombre de Dios» que predica contra el aborto apresuró a su amante para que se lo practicara, o que el defensor de la familia tradicional es un adicto al sexo. Es un acto sucio y doloroso (ensuciarse las manos en el fango de la hipocresía ajena), pero es necesario para derribar los ídolos falsos sobre los que se sustenta su poder moral.

La Advertencia Junguiana Crucial:       

Al constelar al Dios Oscuro, el caballero DEBE tener una conciencia espiritual y psicológica extraordinaria. De lo contrario, se convertirá en lo que combate.

  • No debe disfrutarlo: El momento en que siente placer en el dolor ajeno, ha perdido el camino y se ha identificado con la Sombra. La acción debe causarle dolor y repugnancia, pero realizarla de todos modos por un bien mayor.
  • Debe mantener el Objetivo claro: El objetivo no es destruir a las personas, sino destruir la patología que las posee. La diferencia es sutil pero vital. Es una operación quirúrgica, no un bombardeo indiscriminado.
  • Debe purificarse después: Tras realizar estos actos, necesitará un período de retiro, introspección y ritual de purificación (oración, meditación, arte) para reconectarse con su Ánima (la doncella) y no quedar atrapado en la energía destructiva que ha tenido que canalizar. Debe recordar constantemente que está haciendo esto PARA PODER rescatar a la doncella, no para reemplazarla con el dragón.

En conclusión, el caballero tendría que convertirse en un guerrero sagrado y despiadado, dejando atrás la comodidad de la queja y adoptando una estrategia fría y efectiva que, aunque manche temporalmente su propia imagen ideal de sí mismo, es la única manera de enfrentar a una fuerza que no opera bajo las reglas de la moral convencional, sino bajo el poder de una Sombra colectiva constelada. Es el precio de la verdadera justicia.

Constelar el dios oscuro, y tipos de moralidad: deontologista y consecuencialista.

Una discusión entre la moral deontológica (Kant) y la utilitarista (Mill, Bentham) en torno al concepto de «constelar el Dios Oscuro» es fundamental para cartografiar los riesgos éticos de esta idea junguiana. Ambas perspectivas ofrecen lentes radicalmente diferentes para juzgar tales acciones.

El Marco de la Discusión: «Constelar el Dios Oscuro» como Acción

Para esta discusión, definamos la acción como: Un acto que transgrede una norma ética fundamental (deber o principio) causando un daño inmediato y repugnante al actor, pero que se realiza con la intención de prevenir un mal mayor o restaurar un equilibrio psíquico o social a largo plazo.

  1. La Perspectiva Deontológica (Kantiana)

La deontología juzga la moralidad de un acto por su conformidad con un deber o una ley moral universal, no por sus consecuencias. Se basa en imperativos categóricos, como actuar de forma que la máxima de tu acción pueda ser una ley universal.

  • Veredicto sobre «Constelar el Dios Oscuro»: Inmoral e Injustificable.
  • Razonamiento:
    1. Universalización: La máxima de la acción sería algo como: «Está permitido violar una norma ética (mentir, dañar, boicotear) cuando creo que las consecuencias serán buenas». Kant argumentaría que esta máxima no puede ser universalizada sin autocontradecirse. Si todos mintieran o dañaran cuando creyeran conveniente, el concepto de verdad y confianza se erosionaría, haciendo que la propia acción fuera imposible o carente de sentido.
    2. Medios y Fines: La deontología prohíbe usar a las personas como meros medios para un fin. En el ejemplo del boicot económico, aunque el fin sea loable, se está utilizando a los empleados y accionistas (que pueden ser inocentes o no tener poder de decisión) como medios para presionar a la cúpula. Para un deontólogo, esto es inherentemente inmoral.
    3. La Intención no Absuelve la Acción: Para Kant, lo único bueno sin restricciones es una buena voluntad. Actuar por deber. El hecho de que al actor «le repugne» la acción no la hace moral; de hecho, su repugnancia es la señal de que su conciencia reconoce que está violando el deber moral.

Conclusión Deontológica: Desde este marco, «constelar el Dios Oscuro» es siempre un error ético. Es la capitulación de la moral frente a la conveniencia. La acción incorrecta nunca puede justificarse, independientemente de las «buenas» consecuencias que pretenda lograr.

  1. La Perspectiva Utilitarista (Consecuencialista)

El utilitarismo juzga la moralidad de un acto únicamente por sus consecuencias. La acción correcta es la que produce la mayor felicidad o bienestar para el mayor número de personas (utilidad).

  • Veredicto sobre «Constelar el Dios Oscuro»: Potencialmente Justificable, incluso Obligatorio.
  • Razonamiento:
    1. Cálculo de Utilidad: Un utilitarista realizaría un análisis de coste-beneficio. Compararía el dolor/daño inmediato causado por la acción (ej: pérdida de empleos por un boicot) con el dolor/daño mayor que se previene (ej: continuidad de una política opresora que afecta a millones). Si el balance neto de utilidad es positivo (se previene más dolor del que se causa), la acción no solo está justificada, sino que es moralmente necesaria.
    2. El «Dolor» del Actor es Irrelevante: El hecho de que el actor sufra por realizar la acción no tiene peso moral en el cálculo. Lo único relevante es el impacto en el bienestar general.
    3. El Riesgo del Error: El mayor problema para el utilitarista es práctico: la incertidumbre. ¿Estamos seguros de que nuestra acción terrible logrará el bien mayor? ¿No podríamos estar equivocados? Lanzar un boicot podría endurecer aún más al oponente, generando más utilidad negativa. El utilitarismo requiere una capacidad de predicción casi divina, que los humanos no tenemos.

Conclusión Utilitarista: Desde este marco, «constelar el Dios Oscuro» no solo es permisible, sino que en ocasiones es un imperativo moral. No actuar por escrúpulos deontológicos, permitiendo así que un mal mayor ocurra, sería la verdadera inmoralidad.

  1. Síntesis Junguiana: Trascendiendo el Dilema a través de la Conciencia

La perspectiva junguiana no se alinea con ninguna de las dos posturas, sino que introduce un tercer elemento crucial: la conciencia y el proceso de individuación del actor.

El «Dios Oscuro» no es un concepto puramente utilitarista porque el estado interno del actor es primordial. La acción no es solo un cálculo frío; es un sacrificio psíquico que deja una cicatriz en quien lo realiza. Tampoco es deontológico, porque reconoce que a veces el cumplimiento rígido del deber puede ser un obstáculo para una justicia más profunda.

La propuesta junguiana sugiere una ética híbrida y consciente:

  1. Parte de un Análisis Utilitarista (pero humilde): El actor debe intentar el cálculo de consecuencias lo mejor posible, reconociendo siempre su limitada perspectiva y el alto riesgo de error. La acción debe ser el último recurso tras agotar opciones menos dañinas.
  2. Respeto por los Límites Deontológicos (pero no absolutos): Ciertos actos deben permanecer absolutamente prohibidos porque destruyen irrevocablemente la humanidad del actor y de la víctima, sin importar las consecuencias. La línea roja es la irreversibilidad del daño físico y la deshumanización. Un boicot (daño reversible) puede estar en la mesa; un crimen de guerra (daño irreversible) nunca lo está. Aquí, Jung se aliaría con Kant para establecer un límite inquebrantable.
  3. El Elemento Decisivo: La Intención y la Integración: La clave junguiana está en la frase «para equilibrar justicia». La acción no debe nacer del odio, el placer por el poder o la venganza (que sería pura Sombra). Debe nacer de un dolor genuino por la ruptura del orden y una responsabilidad hacia el Todo (el Sí-mismo). Además, el actor debe integrar la culpa que sentirá. No puede ignorarla como el utilitarista, ni puede evitar la acción como el deontólogo. Debe aceptar que cargará con la culpa de su transgresión como parte del precio de su acción. Esta aceptación de la culpa es lo que le impide convertirse en un monstruo.

Conclusión: El «buen uso» del concepto de constelar el Dios Oscuro requiere:

  • Un cálculo utilitarista humilde sobre las consecuencias.
  • Un respeto deontológico por los límites absolutos que protegen la vida y la humanidad.
  • Una conciencia junguiana que examine sus motivos (¿es por el bien del Todo o por mi Sombra?), acepte el costo psíquico de la acción y se purifique después para reintegrarse a la comunidad sin identificarse con el rol de «verdugo».

En esencia, es una ética para momentos de excepción, donde todas las opciones son malas, pero la no-acción es la peor de todas. No proporciona una respuesta fácil, sino un marco para navegar la complejidad moral con la máxima conciencia posible, evitando tanto la rigidez paralizante como la conveniencia brutal.

Constelar el dios oscuro, como justificación para la barbarie.

Esta es una de las aplicaciones más complejas y serias de la teoría junguiana, ya que nos obliga a analizar atrocidades reales a través de una lente psicológica profunda. La idea de «constelar al Dios Oscuro» no justifica la violencia, sino que intenta explicar la dinámica psíquica arquetípica que se despliega en ella.

Caso 1: El Conflicto en Gaza

Desde una perspectiva junguiana, este conflicto es una proyección masiva de la Sombra colectiva y una constelación del Dios Oscuro en ambos bandos, en un ciclo de retroalimentación infernal.

  • Para Hamas (y sus partidarios): El «Dios Oscuro» se consteló el 7 de octubre de 2023. El ataque fue un acto de violencia absoluta y simbólica diseñado para romper brutalmente el status quo. Fue un acto que, desde su perspectiva, era «necesario» para equilibrar una justicia histórica percibida, para despertar al mundo ante la situación de Gaza y para vengar décadas de ocupación y bloqueo. Es el arquetipo del Trickster (el que rompe las reglas) y el Guerrero Oscuro que emerge de la desesperación más profunda para cometer actos atroces que, en su lógica distorsionada, son un sacrificio horrible por una causa superior. No causó placer en el sentido convencional, pero sí una sensación de poder y vindicación histórica momentánea.
  • Para el Gobierno Israelí de Netanyahu: La respuesta israelí también consteló su propio «Dios Oscuro»: el arquetipo del Dios Vengador y Guerrero Implacable (una faceta de Yahvé). La campaña militar, con su enorme costo en vidas civiles, se lleva a cabo bajo el imperativo de «borrar la vergüenza» y «aniquilar la capacidad de Hamas». Es un acto que, para gran parte de la sociedad israelí, «repugna» a su humanidad, pero se ve como «necesario» para restablecer la seguridad y la disuasión. Es la encarnación de la frase «si estamos condenados a ser verdugos, entonces seremos verdugos con dolor, pero seremos verdugos» (parafraseando a un antiguo líder israelí). Aquí, el «dolor» es el precio a pagar por una justicia y seguridad percibidas como absolutas.
  • La Dinámica de Sombra: Cada lado es la Sombra proyectada del otro. Israel proyecta en Hamas el terrorismo absoluto, la irracionalidad y el antisemitismo. Hamas e Israel proyectan en el otro el colonialismo, la opresión y el genocidio. Esta proyección mutua impide toda individuación colectiva. El «Dios Oscuro» se alimenta de esta proyección, demandando más y más sacrificios de sangre como pago para un equilibrio que nunca llega.

Caso 2: La Guerra en Ucrania

Aquí la constelación del Dios Oscuro es igual de compleja en su desarrollo.

  • Para Vladimir Putin y el Nacionalismo Ruso: El «Dios Oscuro» constelado es el arquetipo del Zar o del Imperio Perdido que debe ser restaurado. La invasión es un acto que, desde una moral convencional, es un crimen de agresión. Pero desde la lógica arquetípica de Putin, es un acto «necesario» y «doloroso» (el costo en vidas rusas y sanciones económicas) para rectificar una injusticia histórica (la desintegración de la URSS), proteger a los «hermanos» rusohablantes y restaurar el lugar «natural» de Rusia como gran potencia. Es el Dios Oscuro de la Nostalgia Tóxica y la Grandeza Imperial, que exige un sacrificio humano masivo para su realización.
  • Para Ucrania: La invasión consteló el «Dios Oscuro» ucraniano como el Guerrero Defensor que se Niega a Morir. La resistencia feroz, mientras es moralmente defendible como legítima defensa, también implica actos de violencia extrema, sacrificio de una generación joven y una militarización total de la sociedad. Ucrania ha tenido que abrazar este arquetipo guerrero de manera total para sobrevivir. Es un acto «necesario» que causa un dolor inmenso, pero que es visto como el único camino hacia la preservación de la existencia nacional.
  • La Dinámica de los Arquetipos: La guerra es una colisión entre dos constelaciones arquetípicas poderosas: el Imperio vs. la Nación-Estado soberana. Rusia está poseída por un arquetipo expansionista y aglutinante; Ucrania, por un arquetipo de autodeterminación y defensa existencial. El «Dios Oscuro» aquí es la inevitabilidad del conflicto una vez que estas energías se constelaron y chocaron. La diplomacia fracasa porque se enfrenta a fuerzas psíquicas que trascienden la racionalidad.

Conclusión Junguiana: El Peligro y la Necesidad de la Conciencia

El concepto de «constelar al Dios Oscuro» nos muestra que:

  1. No se trata de buenos vs. malos: Se trata de colectivos poseídos por arquetipos poderosos y a menudo destructivos que justifican la atrocidad en nombre de una «necesidad» superior (seguridad, venganza, destino histórico, restauración).
  2. El precio es siempre la humanidad: Para actuar desde este lugar, un colectivo (o un líder) debe suprimir su propia compasión, su individualidad y su moral personal (su Ánima) en favor del mandato impersonal y despiadado del arquetipo.
  3. La única salida es la conciencia: La individuación colectiva, aunque enormemente difícil, requiere des-identificarse del arquetipo. Esto significa que un lado debe ser capaz de ver su propia Sombra, de dejar de proyectar toda la maldad en el enemigo y de entender la dinámica psíquica en la que está atrapado. Es el proceso de escuchar la voz del «Rey» (el sí-mismo) que grita: «¡Deténganse! Esta no es la misión real. La misión real es la convivencia, no la aniquilación».

En la práctica política, esto se traduce en procesos de justicia transicional, comisiones de la verdad y diálogos increíblemente difíciles donde cada parte acepta su parte de responsabilidad. Es un camino casi imposible de transitar cuando el Dios Oscuro está en plena marcha, pero es el único que conduce a una paz verdadera y no simplemente a una tregua hasta el próximo episodio de violencia.

Advertencia Ampliada: La Cooptación del Concepto por Ideologías Violentas

El concepto de «constelar al Dios Oscuro» es un instrumento de análisis psicológico, no un manual de acción. El peligro mortal reside en que un grupo o individuo, ya poseído por su propia Sombra, utilice esta idea junguiana para justificar ideológicamente sus impulsos destructivos, revistiéndolos de un falso manto de «necesidad arquetípica» o «justicia superior».

Ejemplo de Cooptación Peligrosa:

Imaginemos a un grupo extremista que predica el odio racial. Podrían apropiarse del discurso del «Dios Oscuro» de la siguiente manera:

  • Su Narrativa Distorsionada: «Nuestra pureza racial está siendo aniquilada por la inmigración (el ‘dragón’ de la mezcla cultural). Debemos actuar de manera que la sociedad blanda y corrupta considere repugnante: debemos intimidar, segregar o incluso eliminar a estos ‘invasores’. No lo hacemos por placer, sino con el dolor de tener que cargar con esta cruz necesaria para salvar nuestro futuro. Es nuestro deber constelar al Dios Oscuro de la Preservación Étnica».
  • Por qué es una Cooptación: Esta narrativa pervierte completamente el concepto. En primer lugar, proyecta su propia Sombra (su miedo, su odio, su inseguridad) en un chivo expiatorio externo (los inmigrantes), al que llama «dragón». En segundo lugar, se identifica por completo con el arquetipo destructivo, creyendo que él es la mano ejecutora de una voluntad superior, en lugar de ser un canal consciente y crítico. No hay introspección, solo proyección y justificación.

La advertencia clave es: El verdadero trabajo con el «Dios Oscuro» junguiano es un proceso interno y de conciencia. Cualquier aplicación que busque destruir o oprimir a otros en el mundo exterior ha malinterpretado el concepto catastróficamente. Es una señal de que la Sombra ha ganado, no de que se la esté integrando.

Criterios para Distinguir una Acción Dura de una Atrocidad

La línea que separa una acción éticamente compleja de una atrocidad es abismal. Aquí se desarrollan criterios para discernirla, usando los ejemplos propuestos: un boicot económico (acción dura) vs. un crimen de guerra (atrocidad).

 

Aplicación Práctica:

  • Boicot a empresas que financian campañas anti-LGTBIQ+: Es una acción estratégica, económica, reversible y dirigida a una estructura. Causa daños colaterales (accionistas, algunos empleados) pero su objetivo es presionar para un cambio político, no aniquilar a las personas que piensan distinto.
  • Bombardear un hospital porque «sirve de escudo» a un enemigo: Es una atrocidad. El daño es físico, irreversible y desproporcionado. El blanco directo es la población civil y la infraestructura humanitaria. La justificación es una deshumanización del enemigo («usan humanos como escudos») que sirve para excusar lo inexcusable.

 

La clave para «constelar al Dios Oscuro» sin caer en la barbarie es nunca traspasar la línea que separa el daño reversible al sistema del daño irreversible a las personas. La acción debe estar siempre guiada por un faro ético último: la preservación de la humanidad y la posibilidad de un futuro común, por difícil que este parezca. Si la acción destruye irrevocablemente esa posibilidad, se ha convertido en parte de la patología que dice combatir.

Conclusiones para una Paz Resiliente Individual y Colectiva

 

El camino hacia una paz resiliente, tanto individual como colectiva, que se desprende de este análisis, requiere varios pasos conscientes:

  1. Autoconocimiento como Base (Individuación): La paz externa es imposible sin una paz interna relativa. El individuo debe emprender el viaje de la nekyia: confrontar su Sombra, integrar su Ánima (o Ánimus) y dejar de proyectar sus aspectos negados en el «enemigo». Esto rompe el ciclo de la violencia psicológica que precede a la física.
  2. Desidentificación de los arquetipos y complejos culturales colectivos: Los colectivos deben aprender a reconocer cuándo están siendo «poseídos» por un arquetipo (el Guerrero Vengativo, el Imperio Nostálgico, el Fundamentalista Rígido). La conciencia de este proceso es el primer paso para desactivar su poder destructivo. Esto implica fomentar el pensamiento crítico y la educación emocional.
  3. Diálogo desde la Sombra Compartida: La paz resiliente no surge del evitar el conflicto, sino de transformar su naturaleza. El diálogo debe pasar de debatir posiciones superficiales a reconocer las heridas, los miedos y las sombras proyectadas mutuamente. Es un diálogo que acepta la paradoja y la ambigüedad.
  4. Acción Consciente con Límites Éticos Claros: La lucha contra la injusticia es necesaria, pero el «Dios Oscuro» debe ser un último recurso, un concepto manejado con extremo cuidado y siempre subordinado al objetivo final de rescatar al «Ánima» (la humanidad, la compasión, la comunidad). Las tácticas deben ser proporcionales y tener como meta final la reconciliación, no la aniquilación del oponente.
  5. Instituciones para la Individuación Colectiva: La paz resiliente requiere estructuras que faciliten este proceso: sistemas educativos que enseñen gestión emocional, medios de comunicación que eviten la demonización, mecanismos de justicia transicional que prioricen la verdad y la reparación sobre la venganza, y espacios culturales que exploren narrativas de encuentro y complejidad.

En última instancia, la conclusión más potente es que la paz no es un estado final que se alcanza, sino un proceso continuo de individuación colectiva. Es la capacidad constante de una sociedad de reconocer sus propias patologías, integrar sus aspectos negados y elegir conscientemente el camino de la complejidad y la conexión sobre el de la simplificación y la destrucción.

 

El proceso de desidentificación a escala social no se inicia con un decreto, sino con la creación de experiencias comunes alternativas. La conciencia colectiva emerge cuando un número crítico de individuos dentro de la sociedad comienza a practicar la autorreflexión y a entablar diálogos auténticos a pequeña escala. Las instituciones deben entonces detectar, apoyar y escalar estas «islas de sentido común», proporcionando el marco seguro y legitimador para que esta nueva conciencia se convierta en la norma cultural y política, sentando las bases de una paz que es resiliente porque está basada en la autoconciencia de la sociedad sobre sus propias patologías, y no en la simple ausencia temporal de violencia.

 

Algunas ideas para hacerlo.

Nivel 1: Intervenciones Individuales y Comunitarias

Estas acciones buscan crear «células de conciencia» dentro del cuerpo social.

  1. Educación Emocional y Arquetípica:
    • Práctica Concreta: Introducir en escuelas y espacios comunitarios programas que enseñen a identificar y nombrar emociones complejas (ira, miedo, vergüenza) y a reconocerlas como propias, no como algo provocado únicamente por un «enemigo externo».
    • Ejemplo: Talleres donde se usen cuentos y mitos (como el del caballero y el dragón) para que las personas identifiquen qué «dragones» (arquetipos posesivos) operan en su comunidad (ej: «el guerrero herido», «la víctima eterna», «el patriarca rígido») y qué «doncellas» (valores como la compasión, el diálogo) están cautivas.
  2. Espacios de Diálogo Seguro y Facilitado:
    • Práctica Concreta: Crear Círculos de Diálogo con facilitadores entrenados que guíen conversaciones entre grupos enfrentados (ej: simpatizantes de diferentes partidos políticos, familiares de víctimas y excombatientes). La regla de oro es: «Habla desde tu experiencia, no desde la acusación».
    • Ejemplo: El modelo de Círculos Restaurativos, donde no se debate quién tiene la razón, sino que cada persona expone cómo el conflicto le ha herido personalmente. Esto humaniza al «otro» y comienza a romper la proyección de la Sombra.
  3. Prácticas Contemplativas Colectivas:
    • Práctica Concreta: Fomentar la meditación en comunidad o prácticas artísticas colaborativas (murales, teatro foro) que no tengan un fin propagandístico, sino de expresión y conexión emocional grupal.
    • Ejemplo: Proyectos de «Bosques de la Paz», donde comunidades en conflicto se reúnen para reforestar juntas un terreno simbólico. El acto conjunto de cuidado y creación literal de vida nueva es una potente metáfora en acción que fomenta la identificación con un arquetipo de «cuidador» sobre el de «destructor».

Nivel 2: Estructuras e Instituciones

Estas acciones crean el marco que permite y sostiene las transformaciones individuales.

  1. Comisiones de la Verdad con Enfoque Junguiano:
    • Cómo se inicia: Su mandato debe ir más allá de establecer hechos históricos. Debe incluir explícitamente la curación de las proyecciones colectivas.
    • Práctica Concreta: Además de recoger testimonios, estas comisiones pueden crear «Archivos de la Sombra Nacional», donde se documenten no solo los actos atroces, sino también los discursos de deshumanización que los hicieron posibles. El objetivo es que la nación vea reflejada su propia capacidad para el mal en un espejo institucional, facilitando la integración de su Sombra colectiva en lugar de su proyección continua.
  2. Políticas de Comunicación y Medios Públicos:
    • Práctica Concreta: Leyes y códigos éticos que penalicen el lenguaje de deshumanización en los medios (llamar «cucarachas» o «animales» al adversario) y financien contenidos que complejizan la narrativa, mostrando las motivaciones, miedos y humanidad de todos los bandos.
    • Ejemplo: Una serie de televisión financiada con fondos públicos que, sobre un conflicto, muestre la historia desde la perspectiva de tres familias de ideologías diferentes, forzando al espectador a empatizar con cada una de ellas y a entender que no hay un monopolio de la virtud o del victimismo.
  3. Educación Transformadora:
    • Práctica Concreta: Reformar los currículos educativos para que enseñen historia de las ideas y de los conflictos desde una perspectiva consiliente y psicológica.
    • Ejemplo: En lugar de enseñar «los buenos vs. los malos» en una guerra civil, se analizaría: «¿Qué arquetipos (libertad, seguridad, tradición) estaban en pugna? ¿Qué miedos impulsaron a cada lado? ¿Cómo se deshumanizó al adversario?». Esto entrena a las nuevas generaciones en el análisis de la dinámica psíquica de los conflictos, inmunizándolas relativamente contra la propaganda simple.

 

El agua que nos habla y su memoria: mitos de inundación y crisis civilizatoria.

El agua que nos habla y su memoria: mitos de inundación y crisis civilizatoria.

El agua que nos habla y su memoria: mitos de inundación y crisis civilizatoria.
Mikel Garcia 29 agosto 2025

Los apartados son desplegables. Clicando en el círculo gris del lado derecho se despliega el contenido.

 

 

 

Descripción de la imagen

Trabajando con inteligencia artificial. Por Mikel García.

 

Autor
 

Mikel García García[i]

[i] Médico y cirujano (Universidad Navarra, 1975). Psicólogo (Universidad San Sebastián, 1982). Psicoanalista junguiano. Formación experiencial y teórica en: Psicoanálisis, Terapia Sistémica Familiar, Psicoanálisis Reihiano (vegetoterapia), Psicología Analítica Junguiana, Psicoterapia Transpersonal. Experiencia de Muerte Cercana a los 33 años. Máster en “Astronomía y astrofísica” VIU (Universidad Valencia, 2014). Doctor Internacional en «Estudios Internacionales en Paz, Conflictos y Desarrollo», Universitat Jaume I (UJI Castellón, 2020). Máster en Fotografía Artística y Narrativa Visual (Universidad Internacional de la Rioja, 2022). Máster en Inteligencia Artificial (BIG SCHOOL, Madrid 2024) y Máster en Inteligencia Artificial (Universidad Isabel I, Madrid 2025). 

Colaborador con ONG médicas de intervención internacional, y en programas de formación a personal sanitario de atención Primaria; SIDA; maltrato infantil; muerte digna y a docentes. Especializado en maltrato infantil, trauma, duelo, tanatología, acompañamiento al muriente, integración de sistemas, estados de trance y místicos. Terapeuta de “Grupos de Duelo Online Ventana a ventana” desde confinamiento COVID-19. Psiconauta, antropólogo investigador del alma en la clínica médica y psicoterapéutica y trabajos de campo antropológicos cualitativos y cuantitativos, con énfasis en la Acción Participativa, docencia y divulgación psicopolítica de los hallazgos. Promotor de acciones participativas para el despertar del desierto interior y para la transformación social. Didacta  de la Sociedad Internacional Para el Desarrollo del Psicoanálisis Junguiano (SIDPaJ). Fotógrafo. Buceador. Alquimista. Hilozoísta. Hijo de Hermes. Creador herido. https://bit.ly/mikelcurriculum  iratxomik@gmail.com

Presentación y contenido

El artículo «El agua que nos habla y su memoria: mitos de inundación y crisis civilizatoria» de Mikel García utiliza la tragedia de la DANA de octubre de 2024 en la Comunidad Valenciana (232 fallecidos) como punto de partida para una profunda reflexión sobre la relación entre la humanidad y el agua. Frente a la mirada tecnocrática y las disputas políticas que siguieron al desastre, el texto propone recuperar la dimensión simbólica del agua a través de los mitos de inundación universales.

Estas narraciones ancestrales, desde el Diluvio Universal de Noé y el mito de Gilgamesh hasta las tradiciones mapuche, yanomami y griega, no ven en el agua solo un elemento destructor, sino un principio de purificación y renacimiento. Autores como Mircea Eliade y Carl Jung explican que el agua representa un arquetipo del inconsciente colectivo: el retorno al caos primordial necesario para una nueva creación. Jung y Bachelard aportan perspectivas complementarias: para el primero, una inundación es la manifestación de un inconsciente colectivo desbordado por el desequilibrio psíquico con la naturaleza; para el segundo, el agua es la materia de la ensoñación que disuelve las formas para permitir un renacer poético.

La crisis climática actual y el aumento de catástrofes hídricas se interpretan así como la consecuencia de una «hybris» moderna, una arrogancia que ha roto el pacto simbólico con la naturaleza, canalizando ríos, urbanizando humedales y reduciendo el agua a un mero recurso (H₂O). La supresión de los mitos y rituales asociados al agua por parte del capitalismo extractivista y la visión mecanicista ha creado un vacío que nos impide comprender el significado profundo de estas catástrofes.

El autor concluye que el desafío no es solo técnico, sino espiritual. Es necesario un nuevo pacto con el agua, recuperando la memoria mitológica que entiende la naturaleza como un organismo vivo (anima mundi). Solo reconciliando la ciencia con el símbolo, la ingeniería con el ritual, y reconectando con el alma del mundo, podremos dejar de proyectar nuestras sombras sobre las catástrofes y encarar transformativamente la crisis civilizatoria que las inundaciones nos señalan. La pregunta final es ominosa: si la DANA no fue suficiente para esta regeneración, ¿Qué catástrofe mayor necesitaremos?

Ensayo
Fuego, diosas y sombra: Deméter, Artemisa, Casandra y los incendios en España

Fuego, diosas y sombra: Deméter, Artemisa, Casandra y los incendios en España

Fuego, diosas y sombra: Deméter, Artemisa, Casandra y los incendios en España
Mikel Garcia 26 agosto 2025

Los apartados son desplegables. Clicando en el círculo gris del lado derecho se despliega el contenido.

 

 

 

Descripción de la imagen

Trabajando con inteligencia artificial. Por Mikel García.

 

Autor
 

Mikel García García[i]

[i] Médico y cirujano (Universidad Navarra, 1975). Psicólogo (Universidad San Sebastián, 1982). Psicoanalista junguiano. Formación experiencial y teórica en: Psicoanálisis, Terapia Sistémica Familiar, Psicoanálisis Reihiano (vegetoterapia), Psicología Analítica Junguiana, Psicoterapia Transpersonal. Experiencia de Muerte Cercana a los 33 años. Máster en “Astronomía y astrofísica” VIU (Universidad Valencia, 2014). Doctor Internacional en «Estudios Internacionales en Paz, Conflictos y Desarrollo», Universitat Jaume I (UJI Castellón, 2020). Máster en Fotografía Artística y Narrativa Visual (Universidad Internacional de la Rioja, 2022). Máster en Inteligencia Artificial (BIG SCHOOL, Madrid 2024) y Máster en Inteligencia Artificial (Universidad Isabel I, Madrid 2025). 

Colaborador con ONG médicas de intervención internacional, y en programas de formación a personal sanitario de atención Primaria; SIDA; maltrato infantil; muerte digna y a docentes. Especializado en maltrato infantil, trauma, duelo, tanatología, acompañamiento al muriente, integración de sistemas, estados de trance y místicos. Terapeuta de “Grupos de Duelo Online Ventana a ventana” desde confinamiento COVID-19. Psiconauta, antropólogo investigador del alma en la clínica médica y psicoterapéutica y trabajos de campo antropológicos cualitativos y cuantitativos, con énfasis en la Acción Participativa, docencia y divulgación psicopolítica de los hallazgos. Promotor de acciones participativas para el despertar del desierto interior y para la transformación social. Didacta  de la Sociedad Internacional Para el Desarrollo del Psicoanálisis Junguiano (SIDPaJ). Fotógrafo. Buceador. Alquimista. Hilozoísta. Hijo de Hermes. Creador herido. https://bit.ly/mikelcurriculum  iratxomik@gmail.com

Presentación y contenido

Los incendios forestales que cada verano asolan España son analizados en este texto más allá de sus causas inmediatas —factores meteorológicos y negligencia humana— a través de un prisma mitológico que revela una crisis cultural y espiritual profunda. El fuego, como fuerza arquetípica, se manifiesta en su dualidad creadora y destructiva, evocando la figura de Prometeo, quien robó el fuego a los dioses para darlo a los humanos, simbolizando tanto el progreso técnico como el riesgo de la hybris.

La lectura simbólica se articula a través de varias deidades griegas. Deméter, diosa de la agricultura, representa el abandono de los campos y la despoblación rural; su retirada, como narra el Himno Homérico, trae la esterilidad, y hoy se traduce en un paisaje convertido en combustible debido al abandono de las prácticas agrícolas tradicionales. Por su parte, Artemisa, señora de los bosques, encarna la naturaleza indómita que responde con furia vengativa cuando es profanada, tal como castigó a Acteón. Los rayos, armas de Zeus, recuerdan el poder soberano e incontrolable de lo divino, mientras que los pirómanos son interpretados como «elegidos oscuros», sacerdotes involuntarios de una liturgia destructiva que actúan fascinados por una alquimia invertida del fuego, representando la sombra colectiva.

El texto también señala cómo los grandes incendios modernos han adquirir características de seres vivos autónomos, generando sus propios sistemas de viento y comportamiento. La negligencia humana, por otro lado, se vincula a una cosmovisión judeocristiana de dominio sobre la tierra (Génesis 1:28), que ha legitimado una relación de explotación y ha generado una rabia inconsciente hacia lo incontrolable. Finalmente, la figura de Casandra simboliza la advertencia ignorada: al igual que la profetisa a la que nadie creía, los científicos y ecologistas anuncian los riesgos sin lograr la movilización social necesaria, carentes de la autoridad simbólica que permitiría una verdadera escucha.

La conclusión apela a la necesidad de un nuevo pacto con el fuego y la naturaleza. Superar la crisis exige un cambio de mirada radical: integrar la dimensión simbólica y espiritual, pasar de una relación de dominio a una de reciprocidad, y alinear la técnica con una ética al servicio de la vida. Los incendios no son solo un desastre ecológico, sino el espejo de una humanidad desconectada de los ciclos naturales, que debe reconciliarse con las fuerzas que, como el fuego, pueden dar la vida o destruirla.

Ensayo
Felicidad ignorante

Felicidad ignorante

FELICIDAD IGNORANTE

Mikel García. 25 julio 2025

Los apartados son desplegables. Clicando en el círculo gris del lado derecho se despliega el contenido.

 

 

 

Descripción de la imagen

Trabajando con inteligencia artificial. Por Mikel García.

 

Autor

 

Mikel García García[i]

[i] Médico y cirujano (Universidad Navarra, 1975). Psicólogo (Universidad San Sebastián, 1982). Psicoanalista junguiano. Formación experiencial y teórica en: Psicoanálisis, Terapia Sistémica Familiar, Psicoanálisis Reihiano (vegetoterapia), Psicología Analítica Junguiana, Psicoterapia Transpersonal. Experiencia de Muerte Cercana a los 33 años. Máster en “Astronomía y astrofísica” VIU (Universidad Valencia, 2014). Doctor Internacional en «Estudios Internacionales en Paz, Conflictos y Desarrollo», Universitat Jaume I (UJI Castellón, 2020). Máster en Fotografía Artística y Narrativa Visual (Universidad Internacional de la Rioja, 2022). Máster en Inteligencia Artificial (BIG SCHOOL, Madrid 2024) y Máster en Inteligencia Artificial (Universidad Isabel I, Madrid 2025). 

Colaborador con ONG médicas de intervención internacional, y en programas de formación a personal sanitario de atención Primaria; SIDA; maltrato infantil; muerte digna y a docentes. Especializado en maltrato infantil, trauma, duelo, tanatología, acompañamiento al muriente, integración de sistemas, estados de trance y místicos. Terapeuta de “Grupos de Duelo Online Ventana a ventana” desde confinamiento COVID-19. Psiconauta, antropólogo investigador del alma en la clínica médica y psicoterapéutica y trabajos de campo antropológicos cualitativos y cuantitativos, con énfasis en la Acción Participativa, docencia y divulgación psicopolítica de los hallazgos. Promotor de acciones participativas para el despertar del desierto interior y para la transformación social. Didacta  de la Sociedad Internacional Para el Desarrollo del Psicoanálisis Junguiano (SIDPaJ). Fotógrafo. Buceador. Alquimista. Hilozoísta. Hijo de Hermes. Creador herido. https://bit.ly/mikelcurriculum  iratxomik@gmail.com

Presentación y contenido

El ensayo “Felicidad ignorante” explora las dimensiones filosóficas, psicológicas y políticas de la ignorancia, contraponiendo su versión impuesta —como manipulación y control— con su forma consciente y humilde, vinculada al límite del conocimiento y la apertura a lo numinoso. A través de una mirada junguiana y simbólica, el texto plantea que la ignorancia puede ser tanto un obstáculo a la individuación como una vía hacia una sabiduría más profunda, dependiendo de cómo se la entienda y practique.

En la primera parte, la ignorancia aparece como arma de dominación. El autor analiza la agnotología, disciplina que estudia la producción deliberada de ignorancia o duda con fines políticos, económicos o ideológicos. Esta manipulación se vincula a la Sombra colectiva (Jung): los grupos proyectan sus miedos, niegan verdades incómodas y reprimen conocimientos que amenazan su autoimagen. Las estrategias agnotológicas, asociadas al arquetipo del Trickster o embaucador, generan confusión y distorsionan la realidad, perpetuando una conciencia infantil y dependiente. La ignorancia, en este sentido, es esclavitud y regresión.

El texto analiza también los sistemas que cultivan la ignorancia: el fideísmo religioso que prohíbe la duda; los movimientos que rechazan la ciencia y el pensamiento crítico; y las doctrinas esotéricas que reservan el saber a unos pocos. En todos los casos, la ignorancia se usa para sostener jerarquías y evitar el crecimiento interior. El fascismo se presenta como su culminación política: convierte la ignorancia en rito de pertenencia, suprime la función del pensamiento y proyecta la Sombra colectiva en “enemigos”. La propaganda, la censura y el culto al líder sustituyen la conciencia individual por una psique de masa, anulando la maduración espiritual y racional.

En la segunda parte, la ignorancia se reconsidera como límite fértil del saber. Desde el escepticismo antiguo (Pirrón) hasta Borges, se propone una ignorancia consciente y serena: reconocimiento de los límites del conocimiento humano y aceptación del misterio. En esta versión, la ignorancia no se impone ni defiende el poder, sino que invita a la humildad ante lo incomprensible. Se exploran las resonancias en Nietzsche, el posmodernismo y el zen: el no saber como apertura y libertad interior, la “mente de principiante” como percepción directa sin preconceptos.

La tercera parte presenta la ignorancia como sabiduría. Poetas como Cavafis o Ryōkan muestran que la incertidumbre y el desconocimiento del destino son condiciones para el crecimiento y la plenitud. El viaje de Ítaca o la atención zen al presente simbolizan una ignorancia lúcida, necesaria para la individuación.

La conclusión critica la posverdad contemporánea como “agnotología 2.0”: una industria de la ignorancia que ofrece placer dopaminérgico en lugar de verdad. Las redes sociales crean burbujas cognitivas donde la ignorancia se vende como bienestar emocional. Esta “felicidad feliz” es, en realidad, infantilización y evasión de la complejidad. Solo una cultura del conocimiento ético y del pensamiento crítico puede evitar la “estupidocracia”. La verdadera felicidad no reside en volver al paraíso perdido de la inconsciencia, sino en avanzar con coraje por el camino del saber incierto, donde la conciencia de no saber se convierte en brújula de libertad y madurez.

Ensayo

A menudo esa felicidad se asocia a un estado primordial (antes de la caída, como en el Edén) o a la infancia (Rousseau: el «buen salvaje»). Es, de este modo, una inocencia perdida, no es un simple desconocimiento.

La ignorancia ¿es un reconocimiento humilde de los límites del conocimiento, necesario para la apertura a lo numinoso? ¿O es una imposición dogmática para evitar el crecimiento psíquico, mantener el control y explotar los miedos inconscientes?

Primero conviene alertar contra la segunda opción.

Parte I: Ignorancia como arma.

Los historiadores y filósofos de la ciencia contemplan la ignorancia como un vacío en constante expansión que absorbe el conocimiento -un agujero negro-, o incluso, como lo expresó Johannes Kepler (De stella nova, 1606), como la madre que debe morir para que nazca la ciencia. Sin embargo, la ignorancia es más compleja.

Sócrates: «Una vida no examinada no merece vivirse». La ignorancia es esclavitud. Kant define la minoría de edad como incapacidad de usar la razón sin tutela. La felicidad basada en ignorancia es infantilismo.

Dentro de la sociología del conocimiento, la agnotología es el estudio de la ignorancia o duda deliberada e inducida culturalmente, típicamente para vender un producto, influir en la opinión o ganar favores, particularmente a través de la publicación de datos científicos inexactos o engañosos (desinformación). De manera más general, el término incluye la condición en la que un mayor conocimiento de un tema crea una mayor incertidumbre.

La relación entre la agnotología (estudio de la ignorancia inducida) y las teorías de Carl Jung puede explorarse a través de varios conceptos clave de la psicología analítica.

Agnotología como manipulación de la Sombra colectiva: La creación deliberada de ignorancia o duda (agnotología) puede verse como una manipulación consciente de la Sombra colectiva. Quienes promueven la desinformación explotan o refuerzan activamente los aspectos inconscientes y negados de un grupo:

Proyectando miedos: Dirigiendo la atención hacia chivos expiatorios o amenazas falsas que resuenan con contenidos de la Sombra.

Negando aspectos incómodos: Promoviendo la ignorancia sobre hechos que desafían la autoimagen colectiva o los valores conscientes (ej.: impacto ambiental de ciertas industrias, consecuencias de políticas).

Manteniendo contenidos reprimidos: Evitando que ciertos conocimientos (a menudo incómodos o que amenazan el poder establecido) emerjan a la conciencia colectiva.

Agnotología como expresión del Trickster: Las estrategias agnotológicas encarnan el aspecto negativo del Trickster. Quienes las emplean actúan como «embaucadores modernos».

Creando confusión: Generan deliberadamente ambigüedad y duda (la «incertidumbre inducida») donde podría haber conocimiento claro.

Subvirtiendo la verdad: Distorsionan la realidad para servir a intereses particulares (económicos, políticos), rompiendo con el principio de veracidad.

Explotando la credulidad: Se aprovechan de las tendencias inconscientes de los grupos para creer en narrativas simples o que confirman sus sesgos (otra conexión con la Sombra).

«La madre que debe morir»: La metáfora de Kepler (ignorancia como madre que muere para que nazca la ciencia) tiene un eco junguiano. Simbólicamente, la «madre» puede representar un estado de inconsciencia primordial o una visión del mundo caduca que debe ser trascendida (simbólicamente «muerta») para que emerja una nueva conciencia (ciencia, conocimiento tras el complejo materno).

Agnotología como negación de la «muerte necesaria»: La agnotología busca evitar precisamente esa «muerte». Intenta perpetuar la inconsciencia (la «madre» ignorancia) o reemplazarla con una ilusión controlada, impidiendo el nacimiento de un conocimiento liberador pero potencialmente disruptivo.

Ignorancia como obstáculo a la Individuación: La ignorancia inducida (agnotología) actúa como un freno poderoso:

Impide que una sociedad enfrente y asimile aspectos oscuros o problemáticos de sí misma (su Sombra colectiva). Mantiene a los individuos y grupos en un estado de inconsciencia respecto a realidades cruciales, dificultando el crecimiento y la maduración psíquica colectiva.

La «incertidumbre creciente con mayor conocimiento» mencionada puede relacionarse con el desafío de integrar información compleja y contradictoria durante el proceso de individuación. Sin embargo, la agnotología explota esta complejidad natural para generar confusión paralizante, no para promover una comprensión más profunda.

Sistemas que abogan por la ignorancia inducida:

Fideísmo Religioso (dentro de varias tradiciones). Práctica: Desalentar o prohibir el cuestionamiento crítico de dogmas, textos sagrados o autoridad religiosa. «La fe basta». La duda es pecado o debilidad. Es una defensa rígida de la Persona religiosa, rechazando integrar elementos de la Sombra (dudas, críticas, interpretaciones alternativas) o contenidos del inconsciente colectivo (otros saberes, ciencia). Congela el proceso de individuación espiritual.

Tradiciones que rechazan el conocimiento secular/científico. Sectas o movimientos fundamentalistas que ven la ciencia, la filosofía secular o la educación crítica como amenazas al dogma. Ej.: Creacionismo que rechaza la evolución; grupos que prohíben ciertos estudios a sus miembros. Refleja una Sombra Colectiva proyectada sobre la ciencia/razón, vista como caótica (Trickster) o diabólica. Busca mantener una conciencia colectiva infantil bajo la autoridad del arquetipo del Viejo Sabio (líder) o el Padre (jerarquía).

Uso de Misterios y Doctrinas Ocultas. Algunas tradiciones reservan el conocimiento profundo a iniciados, considerando peligroso o inútil para las masas. La «ignorancia» del vulgo es necesaria para el orden. Aspecto negativo del arquetipo del Mago. Puede tener un aspecto protector (lo numinoso es abrumador), pero fácilmente degenera en control jerárquico (Sombra del Poder). Impide que los individuos accedan a símbolos que podrían catalizar su individuación.

Mecanismos del Fascismo para cultivar la Ignorancia:

El mayor peligro es la ignorancia fabricada con herramientas arquetípicas. El fascismo convierte la ignorancia en un ritual de pertenencia donde dudar es herejía y someterse es «sabiduría», condenando a la colectividad a un estado de sueño violento.

El fascismo no solo niega la Sombra propia, la industrializa como arma política. Convertir al «otro» en encarnación del mal (proyección masiva de la Sombra) requiere suprimir todo conocimiento que humanice al enemigo. Propaganda y simplificación maniquea, reducción de la complejidad social a consignas binarias («nosotros vs. ellos», «héroes vs. traidores»).

Bajo estrés, los grupos regresan a un inconsciente colectivo indiferenciado. El fascismo explota esto, reemplazando la conciencia individual por una psique de rebaño donde la ignorancia es norma. Censura y Control Informativo: Destrucción de libros («El Ministerio de Ilustración Pública de Goebbels quemó 20,000 libros en 1933»), persecución de intelectuales. Anular la función pensamiento (una de las cuatro funciones de la conciencia), impidiendo el discernimiento crítico. La sociedad queda atrapada en un estado pueril de dependencia del líder.

Culto al líder y pensamiento mágico. El líder es presentado como encarnación de la voluntad colectiva, infalible y mesiánico. Inflación arquetípica. El líder absorbe la proyección del Viejo Sabio (arquetipo de sabiduría) o del Héroe, pero en su versión degradada. La duda se sataniza como «traición». El fascismo construye una identidad basada en la exclusión (racial, nacional, ideológica), proyectar la Sombra colectiva en chivos expiatorios (judíos, inmigrantes, intelectuales). La ignorancia sobre la propia historia y complejidad humana es esencial para mantener este relato.

Parte II: Ignorancia como límite.

Escepticismo antiguo. Pirrón de Elis propone suspender el juicio (epoché) ante la imposibilidad de certeza absoluta. La ignorancia consciente (no dogmatismo) como camino a la tranquilidad (ataraxia). Se relaciona con la humildad del ego frente al inconsciente. Reconoce los límites de la conciencia racional (Persona) y la complejidad de lo Real (Sombra/Inconsciente Colectivo). No es «ignorancia inducida», sino reconocimiento de la incertidumbre inherente.

Posmodernismo (algunas corrientes, ej. Rorty en ciertos aspectos). Cuestiona las «grandes narrativas» y la objetividad del conocimiento. El saber es relativo, construido socialmente. Esto puede llevar a una forma de agnosticismo epistemológico radical. Resuena con el Trickster, que socava las verdades absolutas.

Nietzsche (crítica al conocimiento «objetivo»): El conocimiento no es puro, sino expresión de la «voluntad de poder». La «verdad» puede ser una ilusión necesaria para la vida. Critica la búsqueda de conocimiento como fin en sí mismo si debilita la vitalidad.  Nietzsche intuyó la Sombra del racionalismo. Su escepticismo apunta a integrar instinto y razón (equivalente a integrar Sombra y Ego). Pero su crítica puede ser instrumentalizada para justificar el rechazo a verdades incómodas (ej.: negacionismos).

«Elogio de la Sombra» (y otros poemas): Borges, especialmente en su vejez, reflexionó profundamente sobre los límites del conocimiento, la memoria y la percepción. «Elogio de la Sombra» celebra la penumbra, lo no visto, lo que se pierde. La ignorancia aquí no es estupidez, sino un reconocimiento humilde de los límites humanos frente al misterio del universo y del tiempo. Aquí la sombra no se proyecta, sino que se integra.

Fragmento relevante: «Ahora puedo olvidar. Llega a mis ojos / la vasta Sombra que anhelé. El camino / fue ciego y desdichado, pero… / …Ahora soy / el ámbito que abarcan mis cansados / ojos. Repetidas cosas materiales / ya no me importan.» → Esta aceptación serena de lo desconocido y lo olvidado contrasta radicalmente con la ignorancia impuesta del fascismo o la agnotología.

Parte III: Ignorancia como sabiduría.

«Ítaca» (1904) Constantino Cavafis. Aunque es un elogio del viaje, implícitamente valora la experiencia sobre el conocimiento absoluto del destino. El poema aconseja no temer a lo desconocido (monstruos, Poseidón), sino a llegar a Ítaca «viejo», «rico» pero sin haber vivido el camino. La «ignorancia» del destino final es lo que hace valioso el viaje (la búsqueda). El proceso de individuación (el viaje) es más importante que un «saber» estático y absoluto. La ignorancia como espacio para el crecimiento.

«Mente de Principiante» (Shoshin): Aunque no son «odas» formales, muchos haikus y poemas zen exaltan la percepción pura, libre de preconceptos y conocimiento acumulado que nubla la realidad presente. Es una ignorancia activa y despierta, no pasiva. Ryōkan: «¿Cómo es la verdad última? / Como cuando, antes de hablarte, / te llamo por tu nombre.» → El conocimiento directo, no conceptual, que trasciende el lenguaje y la doctrina. La «Mente de Principiante» se asemeja a un estado de conciencia despojado de la Persona rígida y abierto al Inconsciente y a lo numinoso. Es la antítesis de la ignorancia dogmática.

 

Conclusión:

Posverdad como agnotología 2.0, para vender la ignorancia feliz como producto de mercado para la anestesia emocional. Las burbujas algorítmicas (redes sociales) ofrecen entornos cognitivamente seguros. Eliminan disonancia (solo ves lo que confirma tus sesgos). Convierten la ignorancia en placer (dopamina por confirmación, no por verdad): «Mi verdad me hace feliz, no la Verdad». Ignorar verdades incómodas (desigualdad, colapso ecológico) se promueve como «autocuidado», pero en realidad es una felicidad-quimera para una satisfacción inmediata vs. vacío existencial y una regresión al puer aeternus, evitando la adultez emocional mediante la infantilización cognitiva.

La «ignorancia feliz» sería una regresión a la conciencia indiferenciada (paraíso infantil o colectivismo tribal), donde la Sombra permanece oculta. Pero la individuación exige integrar el conocimiento doloroso para alcanzar una felicidad más profunda y consciente. La «ignorancia feliz» refleja una nostalgia por la inconsciencia —un deseo de volver al útero simbólico—, pero la historia humana sugiere que, tras comer el fruto del árbol del conocimiento, el único camino hacia una felicidad auténtica es avanzar, no retroceder.

La tragedia en tres actos: Acto I (Felicidad ignorante): Sociedades beben el elixir del «no saber para ser felices». Acto II (Estupidocracia): Llegan líderes que destapan el frasco de la estupidez, vendiéndola como libertad. Acto II (Retroalimentación): El sistema recompensa la estupidez performativa (viralización de absurdos) y castiga el pensamiento crítico. Como advirtió Umberto Eco, el fascismo eterno vuelve disfrazado de folklorismo.

La neurociencia actual muestra que el cerebro fabrica ilusiones para protegernos (sesgos cognitivos). La ignorancia puede ser un mecanismo de supervivencia en una fase inicial de la evolución. En un desarrollo saludable los recursos para sobrevivir maduran. Pero la agnotología (como industria de la duda) explota esa ilusión, calando en sujetos que mantienen los sesgos primitivos: crea «felicidad» artificial mediante desinformación (ej.: negacionismo climático).

La ignorancia puede ser tanto un refugio necesario (protección neurocognitiva) en unas etapas iniciales del desarrollo, como una prisión (agnotología). La clave está en distinguir cuándo es un velo humilde ante lo numinoso y cuándo un muro construido por el poder (fascismo) para lograr sociedades inmaduras que prefieren soluciones mágicas (ej.: «Un muro resolverá la migración») a procesos complejos. La luz más peligrosa es la que se apaga para no desvelar las sombras.

La auténtica felicidad humana -la posible, la no idealizada- no yace en la ignorancia primordial, sino en el coraje de navegar la incertidumbre en un viaje donde la conciencia de no saber es la brújula, no el naufragio, y navega hacia una ética del conocimiento que acepta lo ignoto sin renunciar a develar lo oculto. Solo una cultura de la complejidad (Edgar Morin), donde la felicidad se construya con verdad y sentido, evitará la farsa convertida en tragedia. El antídoto contra la estupidocracia no es la élite ilustrada, sino ciudadanos que abracen la incomodidad de saber. Como escribió Brecht: El peor analfabeto es el analfabeto político, quien no reconocerá al político-estafador que encarna la sombra del Trickster -el embaucador moderno- que rompe normas, crea caos y lo vende como «liberación».

Un viaje-odisea duro y comprometido que pocos quieren hacer y a muchos se les embarca muy a su pesar en la diversas crisis -oportunidades- que la vida presenta.

«Hasta que lo inconsciente no se haga consciente, seguirá dirigiendo tu vida y tú lo llamarás destino» (Jung)

 

Fascismo como síndrome civilizatorio: la “caza del moro”.

Fascismo como síndrome civilizatorio: la “caza del moro”.

Fascismo como síndrome civilizatorio: la “caza del moro”.

Mikel Garcia. 17 julio 2025

Los apartados son desplegables. Clicando en el círculo gris del lado derecho se despliega el contenido.

 

 

 

Descripción de la imagen

Trabajando con inteligencia artificial. Por Mikel García.

 

Autor

 

Mikel García García[i]

[i] Médico y cirujano (Universidad Navarra, 1975). Psicólogo (Universidad San Sebastián, 1982). Psicoanalista junguiano. Formación experiencial y teórica en: Psicoanálisis, Terapia Sistémica Familiar, Psicoanálisis Reihiano (vegetoterapia), Psicología Analítica Junguiana, Psicoterapia Transpersonal. Experiencia de Muerte Cercana a los 33 años. Máster en “Astronomía y astrofísica” VIU (Universidad Valencia, 2014). Doctor Internacional en «Estudios Internacionales en Paz, Conflictos y Desarrollo», Universitat Jaume I (UJI Castellón, 2020). Máster en Fotografía Artística y Narrativa Visual (Universidad Internacional de la Rioja, 2022). Máster en Inteligencia Artificial (BIG SCHOOL, Madrid 2024) y Máster en Inteligencia Artificial (Universidad Isabel I, Madrid 2025). 

Colaborador con ONG médicas de intervención internacional, y en programas de formación a personal sanitario de atención Primaria; SIDA; maltrato infantil; muerte digna y a docentes. Especializado en maltrato infantil, trauma, duelo, tanatología, acompañamiento al muriente, integración de sistemas, estados de trance y místicos. Terapeuta de “Grupos de Duelo Online Ventana a ventana” desde confinamiento COVID-19. Psiconauta, antropólogo investigador del alma en la clínica médica y psicoterapéutica y trabajos de campo antropológicos cualitativos y cuantitativos, con énfasis en la Acción Participativa, docencia y divulgación psicopolítica de los hallazgos. Promotor de acciones participativas para el despertar del desierto interior y para la transformación social. Didacta  de la Sociedad Internacional Para el Desarrollo del Psicoanálisis Junguiano (SIDPaJ). Fotógrafo. Buceador. Alquimista. Hilozoísta. Hijo de Hermes. Creador herido. https://bit.ly/mikelcurriculum  iratxomik@gmail.com

Presentación y contenido

El ensayo “Fascismo como síndrome civilizatorio: la caza del moro” de Mikel García (julio 2025) analiza los disturbios racistas en Torre Pacheco y otros episodios recientes en Europa como síntomas de un fenómeno más profundo que trasciende la política: el fascismo entendido como estructura emocional colectiva y síndrome civilizatorio. Lejos de ser un hecho aislado, el fascismo se presenta como una patología de masas basada en la represión afectiva, el miedo a la libertad, la sumisión a la autoridad y la proyección del odio reprimido hacia el “otro”, especialmente el inmigrante.

El autor sostiene que la personalidad potencialmente fascista, descrita por Adorno, no pertenece a individuos excepcionales, sino que habita en ciudadanos comunes. Esta personalidad combina moralismo sexual, obediencia autoritaria, pensamiento binario, agresión hacia la diferencia y miedo a la introspección. Estas disposiciones, cultivadas por estructuras familiares rígidas y contextos de inseguridad, pueden activarse políticamente mediante discursos simplificadores. Goebbels sintetizó este proceso en sus principios de propaganda —simplificación, repetición y unanimidad— que hoy se reproducen amplificados por redes sociales y algoritmos, generando una psicopolítica del odio.

El texto aborda la misoginia como núcleo del fascismo español, herencia del franquismo y del catolicismo patriarcal. La mujer libre o feminista sigue siendo presentada como amenaza, reapareciendo en el discurso digital de la extrema derecha a través del acoso en redes y la deslegitimación del feminismo. Esta “falocracia virtual” perpetúa el ideal de pureza y orden masculino frente al “caos” femenino, reeditando la represión de la libertad sexual y emocional como base del autoritarismo.

García recurre a una amplia genealogía teórica. Freud explica el narcisismo de las pequeñas diferencias, que convierte diferencias mínimas en odios profundos; Reich interpreta el fascismo como producto de la represión sexual; Jung analiza la proyección de la Sombra colectiva sobre el extranjero, en el caso español el “moro”, evocando fantasmas coloniales e históricos; Adorno y Marcuse examinan la educación autoritaria y la industria cultural como reproductoras del pensamiento fascista; Foucault y Han relacionan el racismo con el biopoder y la psicopolítica neoliberal; Deleuze y Guattari describen el fascismo como máquina deseante que canaliza la frustración social hacia la violencia tribal.

El ensayo ilustra estas dinámicas con el personaje ficticio MKG, un obrero español educado en valores autoritarios que encuentra en el odio al inmigrante una forma de pertenencia y sentido. MKG encarna la banalidad del mal: no es un monstruo, sino un síntoma de la soledad, represión y precariedad contemporáneas.

El autor distingue entre discurso de odio y delito de odio, subrayando cómo la propaganda se cuida de incitar indirectamente la violencia que otros ejecutan. La “caza al moro” es, así, una manifestación de la psique colectiva enferma y de la manipulación política del miedo.

En sus conclusiones, García propone estrategias de prevención del fascismo desde una perspectiva integral: educación emocional y crítica, memoria histórica, cultura del disenso, empatía radical, redes comunitarias y ética del cuidado. La cura del síndrome fascista no se limita al plano ideológico, sino que requiere una transformación del deseo, del cuerpo y de los vínculos sociales. Prevenir el fascismo, concluye, es integrar la sombra colectiva, reconocer la diferencia y convertir la vulnerabilidad en fuente de humanidad compartida.

Ensayo

Los disturbios en Torre Pacheco, Murcia, España, en julio 2025, como los vividos en los últimos años —incluyendo episodios de violencia racial, agresiones físicas y simbólicas contra migrantes, en España (El Ejido 2000, tras el asesinato de tres vecinos por inmigrantes marroquíes, se produjo una ola de violencia xenófoba), Reino Unido (agosto 2024. Tras un apuñalamiento en Southport el 29 de julio que mató a tres niñas y fue atribuido falsamente a un musulmán) y América— generan miedo, y suscitan preguntas que requieren investigación profunda más allá de las respuestas superficiales y estereotipadas que abundan. ¿Cómo es posible que los discursos de odio de unos pocos calen en la población que vota cada vez más a la extrema derecha? ¿Es cierto que la condición humana es tan oscura que estos episodios sacan lo peor de las personas?
En este artículo voy a investigar lo que han aportado autores que citaré en adelante y me centraré en las singularidades de España. Finalizaré con sugerencias acerca de qué hacer para combatir el fascismo. El artículo es un borrador que presenta ideas y explicaciones aún no suficientemente articuladas, pero que pueden tener cierta utilidad para que el lector pueda reflexionar sobre perspectivas que quizás no conoce y sacar sus conclusiones.
Miguel de Cervantes define la Historia en el capítulo IX de su Don Quijote como “camino de la verdad, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir”.

El fascismo no es únicamente una ideología política, sino una estructura emocional colectiva, un tipo de organización de la psique de masas que se basa en: La represión sexual y emocional; La autoridad patriarcal rígida; El miedo a la libertad y la proyección del odio reprimido hacia un enemigo externo (judío, extranjero, comunista, etc.). El fascismo se alimenta de pulsiones inconscientes manipuladas políticamente, los discursos de odio son alimentados desde ciertos sectores mediáticos y políticos, exacerbando el miedo y fomentando una identidad colectiva basada en la exclusión del diferente.
El fascismo es una estructura latente, un síndrome civilizatorio con diversos síntomas, entre ellos la xenofobia -islamofobia- y la aporofobia, muchas veces relacionadas, que no es un problema de ignorancia, sino una patología de la estructura emocional de masas, reproducida en lo cotidiano.
¿Qué es una personalidad potencialmente fascista? El concepto proviene principalmente de Theodor W. Adorno. La personalidad potencialmente fascista no es un “monstruo externo” sino que está latente en muchos ciudadanos comunes. La personalidad fascista se estructura en torno a Ideales del Yo y a la identificación con un Amo que encarna el orden. El sujeto potencialmente fascista tiene algunas de estas características clave:
Sexualidad reprimida: Moralismo y miedo a la libertad sexual.
Convencionalismo: Adhesión rígida a valores sociales convencionales.
Sumisión autoritaria: Obediencia acrítica a figuras de autoridad.
Agresión autoritaria: Hostilidad hacia quienes infringen los valores convencionales.
Anti-intracepción: Oposición a la introspección, emociones y subjetividad.
Superstición y estereotipia: Pensamiento mágico, clichés sobre el mundo.
Suspicacia paranoica: conspiparanoica.
Poder y dureza: Idealización de fuerza, dominación, disciplina.
Destructividad y cinismo: Tendencia a ver el mundo como hostil y a justificar la violencia.
Proyección: Atribuir a otros los propios impulsos reprimidos.
Militantismo fanático: Se pasa a la acción y se crean los entornos favorables para pasar a la acción con justificación.

¿Te reconoces en alguna?

La praxis fascista cala en poblaciones con personalidades potencialmente fascistas, especialmente en contextos de inseguridad, desigualdad o crisis identitaria. Estos contextos pueden sembrarse intencionadamente apelando a los miedos profundos de la estructura fascista de la población. La praxis fascista busca el poder y la dominación y utiliza herramientas para lograrlo. Joseph Goebbels, el “enano cojo y diabólico” -un enano místico- tal y como lo definía Goering, desarrolló durante su infancia un “enorme complejo de inferioridad” debido a su escasa estatura y a una malformación en el pie que le condenaría a una cojera permanente. Terminó desarrollando los 11 principios de la propaganda nazi. Principios “ilustrados”, metódicos, y eficaces para crear una disposición mental en la población que justifique la violencia. Actualmente los 11 principios se siguen usando y su eficacia de multiplica gracias a la tecnología, las redes sociales y el concurso de la Inteligencia Artificial (Durante 16 horas, Grok 3 empezó a soltar barbaridades como elogios a Hitler, amenazas al presidente de Turquía y respuestas cargadas de racismo. Tanto se le fue la pinza que lo apagaron, aunque seguía respondiendo con imágenes que decían “me están censurando”).
Cito 3 de los 11: 1. Principio de simplificación y enemigo único. «Reducir todo a un antagonismo binario y personificar la culpa en un solo grupo». Ejemplo en España: VOX reduce problemas complejos (precariedad laboral, crisis agrícola) al binomio «españoles vs. invasores moros», como en Torre Pacheco (2025). VOX llama sistemáticamente MENA a todos los menores migrantes, reduciendo su complejidad a un único enemigo: “Un mena, 4.700 € al mes; tu abuela, 426 €”. 6.- Principio de orquestación. “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas”. De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”. «Bombardear con mensajes constantes para anular el pensamiento crítico»: 500 tuits/hora con hashtags como StopInvasión. 11. Unanimidad. Se difunde la idea de que “todo el mundo” comparte ese pensamiento: “Tu abuela y tus valores están amenazados…”, reforzando la impresión de consenso mayoritario.
La misoginia como núcleo del proyecto fascista en España. El fascismo español proyectó su Sombra colectiva (miedo, deseo reprimido, culpa, odio a la debilidad) en la figura de la mujer republicana, sexualmente libre, activa políticamente.
El fascismo español fusionó el catolicismo integrista con doctrinas autoritarias, promoviendo un modelo de mujer centrado en la «tríada sagrada»: madre, esposa y ángel del hogar. Este ideal se basaba en interpretaciones pseudocientíficas del darwinismo social y la eugenesia, que justificaban la inferioridad biológica femenina. El odio hacia las mujeres perpetuaba la supremacía masculina y prefiguraba todas las formas de autoritarismo social. La mujer fue estigmatizada como «caos» frente al «orden» masculino, necesitando control moral y político.
La extrema derecha actual emplea redes sociales como armas de hostigamiento. Esto es una reactualización del mito: la mujer libre como portadora del mal social. Trolls misóginos (anonimizados) atacan a mujeres públicas con insultos sexualizados, acusándolas de «subvencionadas» o «traidoras». Este odio refleja la resistencia ante la pérdida de privilegios patriarcales. Falocracia virtual: Según análisis periodísticos, grupos como Forocoches o seguidores de VOX operan con una «lógica de falo violador»: humillan a mujeres mediante comentarios sobre su físico, amenazas sexualizadas y desprecio al feminismo. Deslegitimación de políticas igualitarias: Como en el franquismo, se atacan subvenciones a asociaciones feministas o LGTBI, tachándolas de «fraude» o «caprichos». Esta retórica, alimentada por medios conservadores, oculta su función redistributiva y de reparación histórica.

Qué explican algunos autores:
S. Freud. Introdujo el término «narcisismo de las pequeñas diferencias» en «El malestar en la cultura» (1930), describiéndolo como un fenómeno paradójico donde comunidades con profundas similitudes (étnicas, lingüísticas, culturales) desarrollan hostilidad mutua precisamente por sus diferencias mínimas. Este mecanismo ofrece una «satisfacción cómoda e inofensiva de la inclinación violenta» que fortalece la cohesión interna al proyectar la agresión hacia un «enemigo próximo». Cuando aparece el extraño y conviven, se convierte en el enemigo próximo prevalente, el chivo expiatorio con el que se ejerce una violencia sutil, que podría denominarse racismo “blando”. El racismo «blando» no es un residuo de la barbarie, sino un producto perverso de la civilización que instrumentaliza diferencias mínimas para sostener jerarquías. Su violencia es sutil, pero no menos letal. En Moisés y el monoteísmo, Freud vincula el monoteísmo con la represión violenta de tradiciones anteriores. El monoteísmo judío surge de la imposición de creencias mediante la fuerza, generando un legado de culpa y conflicto
W. Reich —psicoanalista marxista y discípulo de Freud— en su obra La psicología de masas del fascismo (1933), intenta responder a una pregunta central: ¿Por qué las masas obreras apoyan al fascismo, incluso en contra de sus propios intereses materiales?: El fascismo emerge de la represión sexual en la familia patriarcal autoritaria, generando sujetos sumisos identificados con figuras de autoridad. Esta estructura es la «célula germinal del fascismo» que proyectan su agresión en chivos expiatorios (inmigrantes como «contaminación racial»). La represión sexual se proyecta en modos concretos como: acusación de perversión sexual (los judíos eran definidos por los nazis como perversos sexuales); o violación (Migrantes como violadores en el discurso racista contemporáneo. Migrantes —especialmente árabes, africanos y musulmanes— como el nuevo “peligro sexual”). Es una estrategia clásica del racismo y el fascismo que sirve para deshumanizar, movilizar el miedo, y justificar políticas de exclusión, violencia o exterminio, y es un discurso profundamente afectivo y simbólico, que apela al miedo visceral al cuerpo del otro: como si el cuerpo racializado tuviera un goce excesivo, una potencia peligrosa, una “amenaza animal”. Mecanismos de manipulación colectiva: Los símbolos (como la esvástica), la religión represiva y el terror sistemático explotan traumas inconscientes y fantasías colectivas. Así como en el fascismo clásico el “judío” era culpado de la decadencia moral y económica, en estos casos el “moro” se convierte en el blanco del odio reprimido.
C. Jung (Arquetipos e inconsciente colectivo, 1934). El arquetipo del “extraño” y la sombra proyectada. El extraño (el outsider, el otro) representa en muchas culturas una figura ambivalente: es peligroso y fascinante, temido y deseado. Suscita sentimientos paranoides. En términos junguianos, el extraño encarna aspectos inconscientes que el yo no reconoce ni acepta -la sombra-, que se proyecta hacia fuera especialmente sobre los que son distintos, vulnerables o marginales. Se proyectan en el «moro» los traumas y fantasmas coloniales no resueltos de España y hechos históricos no resueltos (pérdida de Al-Ándalus, memoria del Protectorado, el miedo a la «contaminación» cultural, la barbarie de la expulsión de judíos y musulmanes en la edad media). Consignas como «Defendemos nuestro pueblo» reactivan el mito de la Reconquista. Aquí la xenofobia y el racismo funcionan como mecanismos de defensa psíquicos colectivos: Rechazar al otro no solo evita el dolor de confrontar el mal interno, sino también la amenaza de transformar la identidad mediante la luz que el otro irradia. Cuando el yo se identifica con una identidad colectiva (raza, nación, género, religión), cualquier diferencia se vive como: Una amenaza de fragmentación; Una pérdida de seguridad ontológica; Un riesgo de contagio simbólico. De ahí nacen fantasías de invasión, descontrol, de “ser borrado” o “reemplazado” por el otro (como en el Gran Reemplazo), típicas de ideologías xenófobas. La violencia en Torre Pacheco refleja una psicosis colectiva: se temen amenazas inexistentes y se rechaza lo desconocido con pánico. El anciano agredido se convierte en la excusa para legitimar una agresión colectiva y el “efecto llamada”.
T. Adorno (La personalidad autoritaria, 1950): La familia autoritaria fomenta la «personalidad autoritaria» mediante la obediencia ciega y el castigo, creando sujetos propensos a la adhesión a líderes fuertes y la hostilidad hacia grupos marginalizados. La industria cultural difunde estereotipos que anulan el pensamiento crítico. El «síndrome fascista» incluye pensamiento dicotómico (nosotros/ellos). La industria cultural amplifica este proceso mediante bulos en medios sensacionalistas (ej.: vinculación automática, magrebí-delincuencia), legitimando la violencia.
J. Lacan (Escritos, 1966): El goce (jouissance) se canaliza mediante un objeto a (el inmigrante como «amenaza») que satisface pulsiones agresivas bajo un gran Otro simbólico (la «España Pura»). El Universo Desokupa (la empresa ultra que quiere enseñar a España a defenderse de lo que sea) encarna líderes que prometen restituir un orden perdido mediante la violencia. Lo Real lacaniano —aquello que resiste la simbolización— irrumpe en fenómenos como la «caza al moro» como trauma no procesado: la imposibilidad de integrar la diversidad cultural en el relato nacional herido por la «declinación de la imago paterna» en la estructura social.
H. Marcuse (El hombre unidimensional, 1964): El capitalismo genera el «hombre unidimensional» incapaz de criticar el sistema. La represión desublimadora canaliza frustraciones hacia falsas liberaciones (xenofobia), evitando la crítica al capitalismo. La clase trabajadora ataca a inmigrantes (sus compañeros de explotación) en lugar de al sistema capitalista. Vox instrumentaliza este malestar, con discursos de «autodefensa», ofreciendo una falsa «liberación» mediante la xenofobia.
M. Foucault (Vigilar y castigar, 1975; Historia de la sexualidad, 1976): El racismo opera como biopoder: el Estado gestiona poblaciones mediante la exclusión del «indeseable». El fascismo de masas es una extensión de este mecanismo. Foucault explica cómo las instituciones religiosas monoteístas (Iglesia, confesión, dogma) han sido mecanismos de control de los cuerpos, la sexualidad y el deseo, especialmente desde la infancia. El sujeto religioso se constituye por medio de la culpa, el pecado y la autovigilancia. Esta subjetividad culpabilizada es altamente manipulable por el poder, facilitando el sometimiento político o moral.
Deleuze/Guattari (El Anti-Edipo, 1972; Mil Mesetas, 1980): Las turbas son máquinas de guerra deseantes: flujos de agresión que se territorializan en «cacerías humanas». El fascismo es una «máquina de guerra deseante» que captura flujos de deseo colectivo hacia la destrucción. Las turbas actúan por «producción deseante» (éxtasis de la cacería), no por ideología. «¡Vamos a cazar moros!», crea una multitud fascista temporal. Esto refleja la «línea de fuga revertida»: el deseo de comunidad, frustrado por el capitalismo, se satisface en violencia tribal.
E. Laclau (La razón populista, 2005). El pueblo vs la élite: el populismo se articula en torno a una frontera política entre un nosotros (el pueblo) y un ellos (la oligarquía, el sistema, los corruptos, etc.). El populismo de derecha construye significantes vacíos (ej.: «inmigración ilegal») que unifican demandas dispersas bajo un enemigo común. Vox articula malestares rurales (abandono estatal, desempleo) en un relato de «invasión mora”. VOX y el discurso populista: Construye un pueblo ideal (españoles trabajadores, cristianos, víctimas del separatismo o de la inmigración); Identifica un enemigo (progresistas, feminismo, inmigrantes ilegales, «la casta»); Utiliza significantes vacíos como «España», «libertad», «sentido común», que permiten sumar demandas diversas bajo un mensaje común. Una versión perversa de esta lógica populista: Se construye un “nosotros” (autóctonos explotados o abandonados) frente a un “ellos” (emigrantes supuestamente beneficiados, delincuentes o invasores); Este “pueblo” es activado emocionalmente mediante discursos de miedo y pérdida (trabajo, seguridad, cultura); Movilizan estas pasiones populares en forma de odio.
Jan Assmann (Violencia y Monoteísmo, 2014). El monoteísmo introduce una «violencia estructural» al establecer una división radical entre religión verdadera (propia) y falsa (ajena), lo que justifica la exclusión del «otro». La creencia en un Dios único fomenta la intolerancia mediante lógicas binarias (ej.: elegido/rival, sagrado/profano). Las grandes religiones monoteístas (judaísmo, cristianismo, islam) tienden a estar organizadas bajo jerarquías rígidas que reflejan una visión del mundo patriarcal, con un Dios único, masculino, omnipotente y juez. Características comunes: Autoridad vertical: Dios → profetas → líderes religiosos → fieles; Moral binaria: bien/mal, puro/impuro, creyente/hereje; Sumisión del individuo: obediencia como virtud suprema; Control del cuerpo y la sexualidad: especial énfasis en la contención y represión. Estas características pueden fomentar una interiorización del autoritarismo: el “padre celestial” se convierte en modelo de todas las autoridades (padre, Estado, jefe, ley). La estructura familiar tradicional, con un padre como figura de orden y castigo, reproduce este esquema divino. En los textos fundacionales de las tres religiones monoteístas, encontramos episodios violentos autorizados o mandados por Dios: En la Biblia hebrea (Tanaj), Yahvé ordena la aniquilación de pueblos enteros (Amalecitas, Cananeos). En el cristianismo medieval, las Cruzadas fueron impulsadas con la promesa de indulgencia total: “Dios lo quiere”. En el islam, en el Corán hay versos que han sido usados para justificar la guerra santa (yihad) defensiva o expansionista.
Byung-Chul Han (Psicopolítica, 2014; La expulsión de lo distinto, 2017): La autoexplotación neoliberal genera fatiga social que deriva en violencia inmunitaria contra «lo otro». Las redes sociales amplifican el odio. El agotamiento neoliberal convierte al cuerpo migrante en diana de la frustración acumulada. La «violencia de lo idéntico» hacia el «diferente». Hacia el migrante, percibido como alteridad disruptiva en una comunidad obsesionada con la homogeneidad identitaria.
Vladislav Šolc y George Didier (Dark Religion: Fundamentalism from The Perspective of Jungian Psychology 2018. Religión Oscura: Fundamentalismo desde la Perspectiva de la Psicología Junguiana) El libro explora con detalle el impacto de la religión oscura como estructuras defensivas que protegen contra las experiencias numinosas en lugar de integrarlas en la consciencia. Este aspecto se destaca como un elemento que conduce al desarrollo de la hybris, la inflación, la posesión, las personalidades maná, la unilateralidad y otras formas de adaptación psicológica inadecuada. El libro introduce el concepto de «credo fuerte», que abarca diferentes denominaciones para el fenómeno de la posesión por arquetipos, como el fanatismo, el fundamentalismo, el radicalismo y el sectarismo. Los autores se refieren a este concepto como «teocalipsis».

Una personalidad fascista contemporánea

Presento un perfil narrativo ficcional de una personalidad fascista contemporánea en un sujeto que llamo MKG. Es una figura verosímil, no caricaturesca, que permite comprender cómo se encarna hoy el fascismo subjetivo. He procurado que el perfil no se identifique con ningún sector económico:
MKG: «No es racismo, es sentido común. Esto no es lo que era.»
MKG no se define como político. Nunca lo ha sido. Dice que le da igual la izquierda o la derecha, pero cada vez que abre la boca suelta un juicio que parece salido de un manual de propaganda nacionalista. «Mi abuelo con 14 años ya trabajaba en lo que fuera para ganarse la vida. No como estos que vienen y se lo damos todo». MKG trabaja con máquinas. Su día es rutinario, preciso, repetitivo. Como su pensamiento. Las cosas son o no son. Lo ambiguo le irrita. No soporta a quienes dudan, vacilan o se contradicen. La inseguridad le produce angustia. Prefiere repetir frases de youtubers o políticos que siente “claros”, que “van de frente”.
Estructura de personalidad
Educado en una familia autoritaria, donde el padre era «el que mandaba» y la madre “callaba, pero era la que te miraba con culpa”, creció reprimiendo el miedo y la ternura. Aprendió que sentir era debilidad. Que llorar era de maricas. Que los que protestan “no aguantan nada”. Reprime el deseo, pero lo proyecta en forma de violencia: sueña con castigar a los «okupas», a los marroquíes que ve en su barrio, a las mujeres que “juegan con los hombres” y a los “pijos progres que viven en barrios sin gitanos”. Le perturba profundamente la ambigüedad de género y la libertad sexual. El cuerpo libre le parece amenazante. Siente una mezcla de atracción y odio ante la feminidad emancipada, que percibe como burlona y superior. A veces ve porno de dominación. Después se siente sucio. No tolera la complejidad. En el fondo, teme que su mundo se desmorone. Por eso necesita creer que España es una, que la historia es gloriosa, que hay héroes y traidores. Cada vez que siente que algo se le escapa, busca una causa externa: los políticos, los inmigrantes, los “globalistas”, los antifascistas.
Sobre MKG
Lacan diría que su goce está en el odio compartido. Encuentra comunidad en el desprecio. En los grupos de Telegram donde se comparten vídeos de robos, donde se exageran cifras de ayudas a extranjeros. Allí se siente parte de algo. Allí es escuchado. Allí es alguien.
Adorno habría dicho que MKG tiene una personalidad autoritaria: sumiso con los de arriba, agresivo con los de abajo. Solo respeta la fuerza. Siente asco por la debilidad.
Byung-Chul Han diría que su soledad posmoderna se convierte en violencia defensiva: su identidad frágil necesita enemigos para no disolverse.
Laclau explicaría cómo MKG es interpelado por una retórica populista que construye un “nosotros” y un “ellos” con fuerza afectiva. Cuando grita “¡Fuera moros!” no está hablando de inmigración, sino de su angustia existencial.
Reich lo habría visto como el producto perfecto de una educación que castra el cuerpo, el deseo, la ternura. Un sujeto moldeado para obedecer y odiar.
Deleuze y Guattari lo describirían como un fascista deseante: un sujeto que desea su propia servidumbre, que encuentra placer en los límites, en las jerarquías, en las órdenes.
Epílogo simbólico. MKG no es un monstruo. Es un síntoma. Es la expresión humana de una sociedad que reprime el afecto, destruye el lazo social y alimenta la exclusión como identidad. Vive entre el miedo a no ser nada y la ilusión de pertenecer a algo. Pero sin ser un monstruo puede ser carne de cañón para la violencia justificada.

Dinámica de la cadena de odio: De la retórica a la violencia.
Discurso vs. delito de odio.
Los delitos de odio se definen en el artículo 510 del Código Penal español como actos que «fomentan, promueven o incitan al odio, hostilidad o violencia» por motivos como origen étnico, religión u orientación sexual. Incluyen desde humillaciones públicas (pena: 6 meses-2 años) hasta incitación a la violencia (1-4 años de prisión). Mientras el discurso de odio (lenguaje discriminatorio en redes o medios) puede no ser delito si no incita directamente a la violencia, el delito de odio implica acciones penales con motivación discriminatoria. La ONU destaca su papel en la deshumanización de grupos vulnerables.
La propaganda nazi crea el caldo en el discurso, cuidando no llegar al delito, solo dicen la verdad, es difícil demostrar que esperen que el delito lo cometerán otros ejecutores. La ley actual no es suficiente.
Las “cacerías” no son actos espontáneos. Estos episodios de odio no son meras explosiones raciales, sino el producto de una interacción entre estructuras psíquicas, discursos políticos y dinámicas sociales. Son fenómenos complejos donde: La estructura autoritaria interna (Reich, Adorno) permite la obediencia violenta. El discurso político articula esa obediencia como defensa colectiva (Laclau). Los discursos de odio circulan libremente gracias a una tolerancia represiva (Marcuse).
En redes, se activa una psicopolítica emocional que genera miedo, solidaridad antagónica y auto-vigilancia (Han, Foucault). El agresor proyecta en el inmigrante una sombra personal y colectiva (Jung). La violencia se realiza como una defensa de un territorio simbólico y grupal (Deleuze/Guattari).
Los perfiles que participan en agresiones racistas como la “caza al moro” suelen compartir: Frustraciones personales y sociales acumuladas. Deseo de pertenecer a un grupo con poder. Identificación con figuras políticas que refuerzan su visión. Narrativas de odio, compartidas emocionalmente en redes sociales.

Amor vs odio.
El odio y el amor son sentimientos fundamentales, profundamente entrelazados en nuestra biología y en la estructura de la psique. Aunque pueden parecer opuestas, desde una perspectiva neurocientífica y psicodinámica, comparten raíces comunes y revelan mucho sobre el funcionamiento humano en sus niveles más profundos.
Estudios de neuroimagen (como los de Semir Zeki y colegas) han demostrado que amor y el odio activan áreas cerebrales superpuestas, especialmente en regiones relacionadas con: la motivación (putamen, ínsula), la planificación de acciones (corteza frontal medial), y las emociones viscerales.
Ambos sentimientos pueden transformarse uno en otro. En relaciones intensas, especialmente de apego inseguro, el amor frustrado puede volverse odio. Esta labilidad emocional tiene correlatos en la plasticidad de las redes cerebrales implicadas en el apego y la agresión. Odio como defensa: Puede ser una defensa contra el dolor del amor frustrado o la dependencia. El odio muchas veces protege del sentimiento de vulnerabilidad que genera el amor. El odio puede surgir como respuesta al reconocimiento de lo que el otro revela de nosotros mismos: el odio al semejante puede estar ligado al narcisismo herido. “No entiendo por qué lo amo tanto si me hace tanto daño. Y al mismo tiempo, a veces lo odio con todo mi ser.”

¿Es España racista?
Hay evidencias de racismo estructural y social. También hay respuestas: Marco legal progresista. España tiene una de las legislaciones más avanzadas de Europa contra delitos de odio (Art. 510 CP) y cuenta con un III Plan de Acción (2025-2028); Y una sociedad civil activa. En el contexto europeo, España es menos racista que la media UE: Según el European Social Survey (2023), España ocupa el puesto 11/27 en tolerancia, por encima de Francia o Alemania.
La invención de «razas» (blancos, indios, negros) durante la colonización fue un dispositivo para: Justificar la explotación laboral (esclavitud, encomiendas). Establecer una jerarquía global de humanidad: lo «europeo» como sinónimo de racionalidad/progreso, lo «no-europeo» como atraso.
El racismo estructural tiene un nivel básico de «racismo blando» (o racismo sutil) que se refiere a manifestaciones de discriminación racial menos evidentes que el racismo abierto y violento, pero igualmente dañinos. Estas prácticas suelen estar normalizadas, camufladas en lo cotidiano, y se basan en estereotipos, microagresiones o exclusiones sistémicas. El racismo blando genera consecuencias muy importantes. Daño psicológico: Estrés, ansiedad y sentimiento de no pertenencia. Desigualdad estructural: Menos oportunidades laborales, educativas y de vivienda. Normalización y banalización de la violencia: La sutileza hace difícil identificarlo y combatirlo, perpetuando el ciclo.
Raíces y factores contextuales:
El narcisismo de las pequeñas diferencias y las peculiaridades de la personalidad potencialmente fascista en un momento histórico en el que la guerra civil y las condiciones educativas en la dictadura franquista incrementaron los factores de familias autoritarias.
Herencia colonial: La historia de España con esclavitud, colonialismo en África y América, la expulsión de judíos y musulmanes, y la persecución al pueblo gitano, dejó jerarquías raciales internalizadas. La «Leyenda Negra» (mito de la crueldad española en América) alimenta un nacionalismo defensivo que estigmatiza lo «no europeo».
Narrativa de «homogeneidad»: La idea de una España «blanca y católica» excluye a minorías étnicas (judíos, musulmanes, gitanos) que llevan siglos en el país.
«El racismo es la colonialidad del poder incrustada en los hábitos más íntimos, en los pliegues del alma.» Silvia Rivera Cusicanqui, quien explica un racismo internalizado en sociedades poscoloniales).
La democracia occidental se construyó sobre el genocidio colonial. Cuando VOX llama «invasores» a migrantes, repite el discurso de los conquistadores contra los «indios bárbaros».
Las Leyes de Limpieza de Sangre (estatutos de limpieza de sangre) surgieron en la España del siglo XV como un sistema jurídico-religioso de segregación racial. Su objetivo era excluir a descendientes de judíos y musulmanes convertidos (conversos y moriscos) de cargos públicos, instituciones educativas, órdenes militares y religiosas. Tras las revueltas antisemitas de 1391 y la presión de la Inquisición (1478), miles de judíos y musulmanes se convirtieron al cristianismo. Surgió la sospecha de que los conversos practicaban su fe en secreto (criptojudaísmo). Pruebas de «pureza»: Genealogías: Investigar ancestros hasta 3-4 generaciones. Testigos: Declaraciones bajo juramento sobre la «limpieza» del candidato. Documentos notariales: Certificados de bautismo y matrimonio cristiano antiguo. Quienes no podían probar limpieza perdían estatus social (deshonra) frente al surgimiento de una aristocracia de sangre frente a una masa de «manchados». Economía racializada: Exclusión de judíos y moriscos de gremios y comercios, consolidando élites cristianas viejas. Su legado permea aún el racismo contemporáneo como una lógica perversa del racismo como teología política. La «mancha» judía/musulmana era hereditaria, no se borraba con el bautismo. VOX hoy habla de «invasión» como contaminación étnica-cultural. Creación de archivos raciales (Libros Verdes de Aragón), hoy perfilamiento racial en bases policiales de «etnia». Así como los estatutos demonizaban al converso como «infiltrado», hoy se estigmatiza al migrante magrebí como «invasor encubierto». La defensa de la «España eternamente católica» (usada por Franco) es herencia directa de la teocracia de los estatutos. Estos estatutos no fueron un «error histórico»: fueron la primera burocracia racial moderna, donde Iglesia y Estado unieron fe, sangre y poder. Su sombra persiste porque: El fascismo necesita cuerpos «impuros» para movilizar odio. La democracia española no ha desmontado los mitos de pureza identitaria.
Manifestaciones de racismo blando en España:
Microagresiones cotidianas: Comentarios como «Eres muy listo para ser moro», «No pareces gitana» o «¿De dónde eres de verdad?». Chistes étnicos («humor» que ridiculiza culturas o rasgos físicos). Elogios exotizantes: «Qué bonito es tu pelo afro» (tratándolo como algo ajeno).
Estereotipos internalizados: Asociar a personas latinas con trabajos domésticos o de bajos salarios. Presuponer que personas negras o magrebíes son «inmigrantes recientes» (incluso si son españolas). Vincular a la comunidad gitana con delincuencia o absentismo escolar.
Exclusión en espacios públicos y servicios: Perfilamiento racial (racial profiling): Controles policiales desproporcionados a personas racializadas (documentados por ONGs como SOS Racismo). Discriminación en ocio: Acceso denegado a discotecas («por aforo»), especialmente a hombres negros o magrebíes. Trato diferenciado en tiendas: seguimiento constante por parte de seguridad.
En España, un migrante marroquí es tratado como «cuerpo explotable» (jornalero en Murcia), no como sujeto de derechos. Emigrantes africanos trabajan 12h/día por 30€, mientras supermercados europeos multiplican ganancias.
Medios españoles llaman «MENAs» a niños migrantes (criminalizándolos), repitiendo lógicas coloniales.
Las vallas de Melilla/Ceuta son tecnologías raciales: disfrazan de «control migratorio» lo que es caza humana de cuerpos no-europeos.
Tokenismo y apropiación cultural: Incluir a una persona racializada en un equipo/publicidad solo para «aparentar diversidad». Usar símbolos culturales (como trenzas africanas o indumentarias gitanas) como «moda», sin respetar su significado.
Aunque existen normas contra la discriminación (como la Ley 15/2022 contra el racismo), su aplicación es débil.
Medios de comunicación: Cubrimiento sesgado de migración (vinculándola a delincuencia) o representación estereotipada de minorías.
Capitalismo racializado: «El salario del obrero blanco en Europa se subsidia con la superexplotación del cuerpo racializado en el Sur Global». Migrantes marroquíes en la agricultura murciana trabajan en condiciones neoesclavas.
El «otro» (musulmán, migrante subsahariano) encarna la colonialidad reactualizada: no es un extranjero, sino un cuerpo colonizable.
Negación del racismo: Frases como «En España no hay racismo», «Aquí todos somos iguales» o «Eso es cosa del pasado», que invisibilizan experiencias de las víctimas. Minimizar denuncias: «Es una broma», «No fue con mala intención».

¿Cómo prevenir la emergencia del fascismo en el sujeto?
¿Cómo aprovechar la crisis de la emergencia del conflicto en Torre Pacheco?
Prevenir la emergencia de tendencias fascistas en el sujeto requiere más que rechazar ideologías totalitarias. Supone intervenir en las raíces emocionales, simbólicas y sociales que predisponen al autoritarismo. Como advertía Theodor Adorno en La personalidad autoritaria, el fascismo no es solo un fenómeno político, sino una estructura psíquica latente que puede activarse ante situaciones de crisis.
Presento a continuación un esbozo de ideas, dimensiones y acciones posibles a realizar bastantes ya propuestas y desarrolladas por diversos autores.
El fascismo encuentra terreno fértil, allí donde hay miedo, humillación, fragmentación simbólica, ausencia de pensamiento crítico y rechazo de la diferencia. La tarea, entonces, es individual y colectiva, política y espiritual, emocional y estructural. Prevenir el fascismo en el sujeto no es solo una tarea ideológica, sino una praxis integral que articula cuerpo, palabra, historia, deseo y comunidad. Es sembrar instituciones, narrativas y vínculos que disuelvan la fantasía de pureza identitaria y abracen la pluralidad como potencia.
Como señala Hannah Arendt en Los orígenes del totalitarismo, el fascismo surge cuando el sujeto se siente superfluo. La respuesta es crear espacios donde cada vida sea irrepetible e imprescindible. Esto exige combinar la revolución libidinal (Marcuse) con instituciones que encarnen justicia material (Fraser).
Como dijera Jung: “La individuación no es separación, sino la integración de la diferencia”.
Prevenir el fascismo es cultivar la potencia de lo diverso en cada subjetividad. No basta con negar el odio; hay que hacer del cuidado un ritual político y de la diferencia un goce existencial.
No se busca solo la convivencia pacífica, sino también la integración con enriquecimiento cultural recíproco. El emigrante trabaja con brecha salarial y aporta riqueza a la nación, pero ese hecho no debe ser el fundamento de la aceptación de la inmigración.
Objetivos.
Educación emocional: Fomentar la expresión de afectos, el pensamiento crítico y la empatía.
Autoconocimiento: Explorar la sombra (Jung), la pulsión (Freud), El instinto (Reich), el deseo (Deleuze) para evitar proyectarlos.
Discurso político inclusivo: Desarticular cadenas que construyen enemigos internos.
Resistencia cultural: Promover narrativas que celebren la diferencia y la complejidad.
Dimensiones y acciones
1. Dimensiones psicodinámicas y afectivas
Autoconocimiento y sombra. Carl Jung propone explorar la sombra personal y colectiva para evitar proyecciones destructivas sobre el otro: “Lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma”. Además, el concepto de «sombra dorada» sugiere que también proyectamos potenciales reprimidos (creatividad, libertad, espiritualidad) que nos incomodan. Técnicas de diálogo con la sombra (identificar proyecciones de miedo/odio en «el otro»).
Pulsión y represión. Sigmund Freud y Wilhelm Reich señalan que la pulsión reprimida, cuando no se sublima ni se canaliza creativamente, puede devenir en violencia o sumisión. Herbert Marcuse propone una revolución libidinal que libere la energía creativa de la psique (Eros y civilización). Talleres de bioenergía social que transformen ira en acción colectiva (ej.: teatro foro sobre xenofobia).
Deseo y máquinas sociales. Deleuze y Guattari entienden el deseo como una fuerza colectiva. El fascismo captura el deseo social, creando una máquina de goce autoritaria. Prevenirlo implica producir otras formas de deseo colectivo (cooperación, alegría, justicia). Mapear flujos deseantes capturados por discursos fascistas y reconectarlos con redes solidarias. Insurrección deseante: Crear máquinas de guerra nómadas (Deleuze) que reconfiguren el placer lejos del autoritarismo.
Incluir a Paulo Freire (Pedagogía del oprimido): Educación dialógica donde el sujeto identifique sus propias opresiones internalizadas. Ejemplo: Debates en escuelas sobre cómo el fascismo surge de crisis económicas no resueltas.
2. Educación crítica y memoria histórica
Pensamiento complejo. Superar relatos simplistas que culpan a «otros» (migrantes, pobres, mujeres) de problemas estructurales. Incluir educación filosófica, mediática y narrativa en el sistema educativo. Enseñar ecología de saberes (Boaventura de Sousa Santos) para analizar problemas estructurales.
Historia y trauma. Enseñar las consecuencias reales del fascismo: Holocausto, franquismo, genocidios. Evitar la idealización de pasados autoritarios como formas de «orden». Recuperar testimonios del franquismo y Holocausto mediante archivos orales (como los de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica).
Walter Benjamin (Tesis sobre la historia): Recuperar historias de los vencidos mediante archivos contra-monumentales.
Vacunas narrativas (Sander van der Linden): Exponer previamente a micro-dosis de discursos fascistas con desmontaje crítico.
Talleres de memoria corporal (ejercicios que confrontan gestos internalizados de sumisión/dominación racial). Luchas por el territorio-cuerpo: Movimientos por el derecho para vestir trajes tradicionales en espacios formales.
3. Fortalecer valores democráticos y cuidado comunitario
Cultura del disenso. Aprender que disentir no es traición. La ciudadanía crítica requiere debate, conflicto productivo y negociación. Talleres de alfabetización mediática para identificar discursos de «chivo expiatorio» (ej.: vincular inmigración con inseguridad).
Empatía radical. Fomentar experiencias reales con la diferencia (voluntariados, intercambios culturales, diálogo interreligioso). Cartografiar necesidades locales (ej.: acceso a agua en zonas rurales) para vincular libertades y bien común. Crear asambleas de controversia (espacios para debatir conflictos con reglas de respeto).
Contacto con diversidad: Programas de intercambio intercultural (ej.: «Vecinos por un mes» en barrios multiétnicos).
Ética del cuidado. Byung-Chul Han propone una comunidad basada en la vulnerabilidad compartida, no en la competencia narcisista.
Nancy Fraser (Escalas de justicia): Combina redistribución económica (políticas públicas) con reconocimiento identitario (luchas simbólicas). Ejemplo: Cooperativas agrícolas mixtas que garanticen salarios dignos y respeto a tradiciones culturales.
Julia Kristeva (Poderes de la perversión): Trabajar la abyección hacia lo extraño mediante literatura migrante.
Frantz Fanon (Piel negra, máscaras blancas): Dinámicas de descolonización del deseo en espacios educativos.
4. Fortalecimiento emocional e identitario
Gestión del miedo. El fascismo prospera cuando el sujeto no puede nombrar ni simbolizar sus miedos. Es necesario trabajar la alfabetización emocional. Mapear zonas de inseguridad existencial en territorios (ej.: barrios desindustrializados).
Espacios de pertenencia. Crear redes afectivas reales que ofrezcan comunidad sin exclusión: asociaciones, cooperativas, asambleas barriales. Rituales de pertenencia: Ceremonias públicas de investidura ciudadana para jóvenes en riesgo de exclusión.
Llenar vacíos identitarios: Redes de apoyo mutuo (ej.: bancos de tiempo donde se intercambian habilidades sin dinero).
Judith Butler (Marcos de guerra): Frente a la deshumanización, promover duelos públicos por vidas precarizadas (ej.: ceremonias por migrantes fallecidos). Esto confronta la diferencia jerarquizada que alimenta el fascismo.
La diversidad como portadora de lo luminoso. Lo paradójico es que al otro también se le proyectan en la sombra (sombra dorada) valores reprimidos positivos por los sujetos que temen perder su hegemonía o su identidad rígida: Vitalidad; Creatividad; Sexualidad libre; Pluralidad; Sensibilidad; Conexión con la tierra o con lo espiritual. Rechazar al otro no solo evita el dolor de confrontar el mal interno, sino también la amenaza de transformar la identidad mediante la luz que el otro irradia. Reconocer al otro como proyección de lo propio. Asumir la sombra personal y colectiva. Aceptar que la identidad se enriquece con la diferencia. La diversidad no es amenaza, sino posibilidad de individuación colectiva: nos permite integrar aspectos reprimidos y evolucionar. Crear laboratorios de proyección donde se identifiquen valores reprimidos (vitalidad/creatividad) atribuidos al «otro».
Talleres de mitos, cuentos y leyendas de otras culturas que narran problemas existenciales universales.
Bancos de sombra dorada. Intercambio de habilidades donde los migrantes enseñen saberes ancestrales (medicina andina, tejido bereber).
Édouard Glissant (Poética de la relación): Fomentar identidades-rizoma frente a raíces únicas excluyentes.
5. Vigilancia ante señales de radicalización
Indicadores
Lenguaje deshumanizador («plaga», «invasores»).
Nostalgia autoritaria («con Franco esto no pasaba»).
Teorías conspirativas (antisemitismo, xenofobia, negacionismo).
Estrategias
Cuestionar con empatía y pensamiento crítico:
“¿Qué pruebas tienes?”
“¿Qué alternativa no violenta propones?”
“¿Has hablado con alguien que vive eso?”
«¿Quién se beneficia de que odies a este grupo?» (revelar intereses políticos/económicos).
«¿Qué perderías si este grupo tuviera derechos plenos?» (cuestionar privilegios).
Talleres de teatro social (Augusto Boal) para canalizar la rabia en acción política no violenta.
6. Herramientas sociales e institucionales
Escuelas: Filosofía política, arte, alfabetización mediática. Incluir filosofía política desde primaria (ej.: manuales de Adela Cortina sobre ética aplicada). Cátedras de filosofía de patio (discusión ética en recreos). Corresponsales juveniles para detectar discursos de odio.
Medios de comunicación: Evitar sensacionalismo, promover pluralismo. Auditar algoritmos de redes sociales que amplifican discursos de odio (inspirado en Safiya Umoja Noble). Consejos de redacción ciudadana.
Políticas públicas: Garantizar acceso a vivienda, salud, cultura. Renta Básica Universal (Van Parijs) para reducir miedos económicos explotados por fascismos. Presupuestos feministas para cuidados.
Foros ciudadanos: Espacios deliberativos locales (asambleas interculturales, círculos de diálogo).
7. Modelos comunitarios:
Democracia laboral reichiana: Cooperativas con autogestión rotativa y educación sexual integral. Principios de la democracia laboral (Reich): 1. Autogestión: Decisiones colectivas sin jerarquías coercitivas. 2. Canalización saludable de la libido: Educación sexual, arte y conocimiento crítico. 3. Ética del cuidado: «El amor, el trabajo y el conocimiento deben gobernar la vida»
Comunidades del cuidado (Byung-Chul Han): Huertos urbanos interculturales como espacios de vulnerabilidad compartida.
Populismo emancipatorio (Laclau): Articular luchas dispersas bajo significantes como «Dignidad Rural» (campesinos + inmigrantes).
Psicopolítica local: Asambleas vecinales con metodologías de consenso (inspiradas en zapatistas) para gestionar conflictos.
Arte como antídoto: Residencias artísticas en zonas rurales (ej.: murales colaborativos que narren migraciones).
Alianzas transclase: Sindicatos de plataformas digitales (repartidores) + agricultores, exigiendo seguridad social universal.