La maestra de alas doradas

La maestra de alas doradas

La maestra de alas doradas

Retomo parte de un cuento que escribí en mi adolescencia en el que Iratxo (un duende) tenía varios amigos animales. Entre ellos una mariposa llamada Pinpilipauxa. En aquel cuento subyacía la metamorfosis en una genealogía trágica. En este hay un proceso real de transformación.

Mikel García. 28 abril 2025.

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Descripción de la imagen

Trabajando con inteligencia artificial. Por Mikel García.

 

Autor

 

Mikel García García[i]

[i] Médico y cirujano (Universidad Navarra, 1975). Psicólogo (Universidad San Sebastián, 1982). Psicoanalista junguiano. Formación experiencial y teórica en: Psicoanálisis, Terapia Sistémica Familiar, Psicoanálisis Reihiano (vegetoterapia), Psicología Analítica Junguiana, Psicoterapia Transpersonal. Experiencia de Muerte Cercana a los 33 años. Máster en “Astronomía y astrofísica” VIU (Universidad Valencia, 2014). Doctor Internacional en «Estudios Internacionales en Paz, Conflictos y Desarrollo», Universitat Jaume I (UJI Castellón, 2020). Máster en Fotografía Artística y Narrativa Visual (Universidad Internacional de la Rioja, 2022). Máster en Inteligencia Artificial (BIG SCHOOL, Madrid 2024) y Máster en Inteligencia Artificial (Universidad Isabel I, Madrid 2025). 

Colaborador con ONG médicas de intervención internacional, y en programas de formación a personal sanitario de atención Primaria; SIDA; maltrato infantil; muerte digna y a docentes. Especializado en maltrato infantil, trauma, duelo, tanatología, acompañamiento al muriente, integración de sistemas, estados de trance y místicos. Terapeuta de “Grupos de Duelo Online Ventana a ventana” desde confinamiento COVID-19. Psiconauta, antropólogo investigador del alma en la clínica médica y psicoterapéutica y trabajos de campo antropológicos cualitativos y cuantitativos, con énfasis en la Acción Participativa, docencia y divulgación psicopolítica de los hallazgos. Promotor de acciones participativas para el despertar del desierto interior y para la transformación social. Didacta  de la Sociedad Internacional Para el Desarrollo del Psicoanálisis Junguiano (SIDPaJ). Fotógrafo. Buceador. Alquimista. Hilozoísta. Hijo de Hermes. Creador herido. https://bit.ly/mikelcurriculum  iratxomik@gmail.com

Cuento

La maestra de alas doradas

En un valle rodeado de montañas azules, vivía Iratxo, un niño de cinco años con ojos curiosos y manos siempre manchadas de tierra por buscar el corazón de las piedras . Su mejor amiga no era otro humano, sino Pin, una mariposa monarca cuyas alas brillaban como si guardaran astillas de sol en sus venas. Pin no era una mariposa cualquiera: hablaba en susurros que solo Iratxo entendía, y cada tarde, al caer el sol, se posaba en su hombro para darle una lección.

—Hoy aprenderás el secreto de las orugas —dijo Pin una tarde de otoño, mientras señalaba con sus antenas un capullo colgado de un roble.

—¿Por qué se esconden allí? —preguntó Iratxo, tocando la crisálida sedosa.

—Porque para volar, primero hay que desprenderse de todo lo que creías ser —respondió ella, y sus alas vibraron como campanillas de viento.

Primera lección: La piel que sobra.

Pin llevó a Iratxo a ver a una oruga que mordisqueaba una hoja con ansiedad.

—Ella cree que comerla la hará crecer para siempre —explicó Pin—. Pero pronto aprenderá que no se trata de acumular, sino de soltar.

Al día siguiente, la oruga había comenzado a tejer su capullo.

—¿Está muerta? —preguntó Iratxo, preocupado.

—Muerta para lo que fue, viva para lo que será —dijo Pin—. La muerte no es un final… es un umbral.

Segunda lección: El invierno que canta.

Cuando llegó el frío, las flores del valle se marchitaron. Iratxo lloró al ver los pétalos caídos. Pin, compasiva, lo llevó a un manzano viejo, cuyas ramas peladas guardaban brotes diminutos.

—Las raíces no duermen, Iratxo —susurró—. Solo esperan la canción secreta de la tierra para florecer de nuevo.

—¿Y tú? ¿Morirás cuando llegue la nieve? —preguntó él, abrazando su jersey.

—Mis alas se irán… pero no yo —respondió Pin, posándose en su corazón—. Lo esencial nunca se va.

Tercera lección: El vuelo que regresa.

Una mañana de primavera, Iratxo encontró a Pin inmóvil bajo el roble, sus alas doradas ahora opacas. Corrió hacia ella, gritando, hasta que una voz familiar resonó:

—¡Mi cuerpo era solo un traje prestado, pequeño guerrero! —era Pin, pero ahora su voz venía de todas partes: del viento, del río, del latido de su propio pecho.

—¿Dónde estás? —gritó Iratxo, entre lágrimas.

—Donde siempre: en el capullo que se abre, en la semilla que aguarda bajo la nieve, en tus risas nuevas cada vez que aprendes a perder sin miedo…

Esa noche, Iratxo soñó con un jardín de crisálidas brillantes. En el centro, una mariposa de luz pura, con los ojos de Pin, extendió sus alas como dos llamas suaves.

—El amor es la más bella y dolorosa de las lecciones —susurró Pin, y su voz resonó como un trueno cálido—. Para amar de verdad, debemos abrirnos a la posibilidad de sufrir. Vivir es atreverse a sostener ambas alas: la alegría y el dolor.

Iratxo miró sus manos pequeñas, recordando las lágrimas cuando Pin se fue.

—¿Por qué duele tanto? —preguntó.

—Porque el amor verdadero no teme a las grietas —respondió Pin, acercándose—. Así como el capullo debe romperse para que la mariposa nazca, el corazón debe aprender a latir incluso cuando se quiebra… Ese es el secreto para volar.

Al amanecer, Iratxo salió al valle. En el roble, una nueva mariposa —de alas azules como lágrimas secas— agitó sus antenas hacia él. Y aunque no hablaba, él supo que las lecciones continuaban.

A los dieciséis años, una noche de insomnio, Iratxo vio a Pin en sueños: sus alas doradas se deshacían como ceniza mientras el viento susurraba «Correrás hasta olvidar que las raíces necesitan lluvia«. Al despertar, encontró una pluma azul pegada a su ventana —¿casualidad o advertencia?—. La guardó en un cajón sin poder responderse.

Tras años sumergido en la «escuela de la vida cotidiana», Iratxo —ahora un joven de 24 años— aguijoneado por las exigencias de ocupar su «nicho» (estudios, trabajos precarios, relaciones fugaces, diagnósticos de su consultorio rural) se convirtió en un experto en correr, pero no en volar. Las grietas de sus desamores se endurecieron como cicatrices. Había enterrado las enseñanzas de Pin bajo capas de pragmatismo y el dolor lo convenció de que las mariposas solo existían en sus cuentos infantiles.

Llevaba un año trabajando de médico rural, vivía solo, y, para su trabajo, atemperando su soledad con la lectura de filósofos, psicoanalistas, … Solo estaba acompañado por sus sueños. Una noche, mientras limpiaba su habitación, Iratxo encontró un viejo frasco con alas de mariposa secas. Al abrir el frasco, un aroma a menta salvaje —el mismo que impregnaba el valle donde Pin enseñaba— le quemó las fosas nasales. Al tocar las alas, una voz susurró:

—»Las heridas no son jaulas, son raíces».

Era la voz de Pin, pero ahora sonaba lejana, como si hablara desde el fondo de un pozo. Esa misma noche soñó con un capullo negro atrapado en una telaraña. Dentro, algo forcejeaba por nacer.

Guiado por sueños recurrentes, Iratxo regresó al valle de su infancia. El roble donde Pin solía posarse estaba seco, pero bajo sus raíces descubrió una cueva oculta: el Jardín de las Crisálidas Olvidadas, un lugar donde yacían capullos abandonados por quienes temieron transformarse.

Allí, en la penumbra del jardín interior, una mariposa ciega le habló:

—Para sanar, debes tejer un nuevo capullo con los hilos rotos de tu pasado.

Iratxo, aún con el asombro tierno de quien cree que todo habla, masculló:

—¿Tejer con hilos rotos? Parece terapia de trauma… ¡Aquí está!

La mariposa se quedó quieta, como si sus alas vieran más de lo que sus ojos pudieran imaginar.

—Ahora acepta las pruebas de nuestra sabiduría, con sus cuatro claves de la metamorfosis —susurró.

La sombra del nicho

Un espejo de agua le mostró una figura inesperada -su sombra-, ya no el niño que soñaba mariposas, sino un hombre gris, encorvado bajo el peso de «éxitos» que sonaban huecos.

—¡Corriste tanto! por miedo a no ser suficiente!… ¿Qué huellas dejaste al pasar? —rugió la sombra.

Iratxo se quedó en silencio. Por primera vez, no respondió. No justificó, no huyó. Miró de frente a la sombra, no como enemiga, sino como parte olvidada de sí mismo. Y comprendió que no se trataba de dejar huella en la carrera, sino de caminar con alma.

El banquete de las lágrimas

En una mesa de piedra, Iratxo encontró los frutos amargos de sus desamores. Al comerlos, revivió cada herida, pero esta vez escuchó el mensaje oculto:

—El amor que duele es el que te enseña a soltar, no a poseer —susurró una voz que venía de dentro.

Iratxo tembló, pero entendió que la salada amargura no era enemiga del amor, sino su frontera. Si se atrevía a cruzarla, sin aferrarse, sin exigir, algo dentro de él podía transformarse. Y entonces, como una mariposa que deja atrás su capullo, supo que el verdadero amor no retiene, sino que acompaña el vuelo.

El vuelo de las alas rotas

Una mariposa con un ala fracturada lo condujo a un acantilado.

—Salta sin redes. Las cicatrices son mapas, no cadenas. Cuida tus heridas todos los días como yo hago con mi ala rota. Iratxo, ya no el niño, y aún no del todo hombre, dio el salto con la calma de quien confía en sus raíces, aunque tiemble el abismo.

El coro de las crisálidas

Voces ancestrales emergieron del fondo de la tierra:

—Te dimos miedo porque éramos espejos de tu propio potencial dormido.

Entonces Iratxo comprendió: no era el miedo en sí lo que lo paralizaba, sino el poder que ocultaba. Lo que más temía —su sombra, su grandeza, su sensibilidad— no eran monstruos ajenos, sino partes suyas no reconocidas. Las crisálidas no eran amenazas, sino guardianas de su potencia latente. Aprendió que solo enfrentando lo que lo asusta puede despertar lo que lo hace único. Y que cada miedo abrazado con coraje abre una puerta a su propia luz.

En el centro del jardín, Iratxo encontró un altar con dos velas. Una mostraba a Pin radiante; la otra, a Pin marchita.

—Elegirás ¿amor sin dolor o vida sin amor? —preguntó el viento.

Iratxo sopló ambas velas y declaró:

—Elijo amar, aunque duela, vivir, aunque muera mil veces.

De las cenizas emergió Pin renacida, ahora con alas de obsidiana y oro:

—La individuación no es llegar a ser perfecto, sino completo —le dijo.

Y entonces Iratxo supo que ser completo no era un destino, sino el arte de tejer y destejerse, como aquel capullo negro que una vez temió abrir. Las heridas en su pecho ya no eran grietas, sino ventanas por donde entraba el canto de las mariposas que había liberado en el jardín de las crisálidas olvidadas. Aunque seguía tropezando, ahora sabía que cada caída era un hilo más en el tapiz de su alma.

Una tarde, mientras caminaba por el bosque, encontró una mariposa de ojos velados posada en una piedra. Sus alas, de niebla de olvido, vibraban como un susurro ancestral:

—¿Recuerdas que la intuición no necesita ojos? —dijo la voz de Pin, ahora fundida con la suya.

Iratxo cerró los párpados y, por primera vez, vio el mundo no con la mirada, sino con el latido. Percibió el dolor de la tierra, la alegría de los ríos, y entendió que Pin era su ánima perdida, la guardiana de todos los olvidos.

En su siguiente desamor, Iratxo no huyó. En lugar de esconder las alas rotas, las exhibió como un estandarte. La mujer que lo dejó le dijo:

—Eres demasiado intenso, como un volcán en erupción.

Él sonrió, recordando las velas duales de luz y sombra:

—Los volcanes crean islas nuevas donde antes solo había mar.

Al cumplir treinta y tres años, Iratxo regresó al roble seco del valle. Con sus manos, cavó hasta encontrar las raíces, donde descubrió un nuevo capullo negro brillando como un astro enterrado. En lugar de temerle, lo acunó contra su pecho. Dentro, no había una crisálida, sino un espejo que reflejaba todas sus versiones: el niño que lloraba a Pin, el joven roto, el hombre que ahora abrazaba la paradoja de ser crisálida eterna.

—Florecer no es el fin —murmuró al viento—. Es aprender a marchitarse sin dejar de ser raíz. El viaje infinito del ser, donde cada muerte es un renacer en capas más profundas de autenticidad. La vida no es una carrera hacia la meta, sino un baile con las sombras.

Ser humano —escribió en su cuaderno de médico— es habitar la paradoja: crisálida que se sabe eterna, raíz que florece al pudrirse.

Bajo el velo de la noche, Iratxo fue visitado por un sueño que le trajo a Pin, con manos de bruma, mostrándole un enjambre de mariposas azules gigantes, criaturas de alas translúcidas que brillaban como fragmentos de cielo derramado sobre la oscuridad de la noche. Volaban entrelazando el aire, tejiendo un tapiz danzante, donde cada aleteo era un latido, cada espiral una nota en una sinfonía de luz y silencio de alas. Volaban en grupo. Sus cuerpos no seguían un compás externo: se afinaban unas a otras, sincronizando el aleteo con el eco sutil del viento generado por las demás. El viento, cómplice y guía, tejía una coreografía invisible, y el corazón de Iratxo, hechizado, comenzó a latir al ritmo de aquel código secreto del universo.

—Las hallarás en las entrañas de Sudamérica —susurró Pin, mientras las criaturas se fundían con el horizonte, dejando tras de sí un rastro de chispas de luz como polvo estelar disuelto en el aire.

Iratxo partió, llevando consigo el eco de aquel azul imposible. En Nicaragua, el Atlántico -tan bravo como antiguo-, rugió contra su piel en la playa de Peloponeso, devorándole el aliento en un abrazo líquido que casi le arranca la vida. Las mariposas, mudas, guardaron silencio incluso al contemplar que un delfín -como si recordara un pacto antiguo-, entregó el cuerpo de Iratxo a sus amigos.

Años más tarde, bajo la luna de sangre de Venezuela, la selva le entregó su último secreto. Allí, entre los Yanomami, donde la tierra canta con voces ancestrales, las mariposas azules aguardaban. En una noche de caza con los Yanomami, mientras el monte respiraba en sombras, le visitaron las mariposas. Volaban como en su sueño, tejiendo el aire en círculos vivos, sincronizando su aleteo con el corazón de Iratxo y el latido compartido de sus compañeros de caza.

Entonces, una de ellas, mensajera de un idioma anterior a las palabras, se posó sobre su hombro izquierdo. Una mariposa atrevida, mensajera de un idioma olvidado, se posó en su hombro izquierdo, Y en el dibujo de sus alas, Iratxo pudo leer cual es el precio de la belleza.

Pero esa… es otra historia.

Abundancia como ética planetaria: Trascendiendo la Escasez desde la Complejidad.

Abundancia como ética planetaria: Trascendiendo la Escasez desde la Complejidad.

Abundancia como ética planetaria: Trascendiendo la Escasez desde la Complejidad.

Mikel García. 5 abril 2025

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Descripción de la imagen

Trabajando con inteligencia artificial. Por Mikel García.

 

Autor

 

Mikel García García[i]

[i] Médico y cirujano (Universidad Navarra, 1975). Psicólogo (Universidad San Sebastián, 1982). Psicoanalista junguiano. Formación experiencial y teórica en: Psicoanálisis, Terapia Sistémica Familiar, Psicoanálisis Reihiano (vegetoterapia), Psicología Analítica Junguiana, Psicoterapia Transpersonal. Experiencia de Muerte Cercana a los 33 años. Máster en “Astronomía y astrofísica” VIU (Universidad Valencia, 2014). Doctor Internacional en «Estudios Internacionales en Paz, Conflictos y Desarrollo», Universitat Jaume I (UJI Castellón, 2020). Máster en Fotografía Artística y Narrativa Visual (Universidad Internacional de la Rioja, 2022). Máster en Inteligencia Artificial (BIG SCHOOL, Madrid 2024) y Máster en Inteligencia Artificial (Universidad Isabel I, Madrid 2025). 

Colaborador con ONG médicas de intervención internacional, y en programas de formación a personal sanitario de atención Primaria; SIDA; maltrato infantil; muerte digna y a docentes. Especializado en maltrato infantil, trauma, duelo, tanatología, acompañamiento al muriente, integración de sistemas, estados de trance y místicos. Terapeuta de “Grupos de Duelo Online Ventana a ventana” desde confinamiento COVID-19. Psiconauta, antropólogo investigador del alma en la clínica médica y psicoterapéutica y trabajos de campo antropológicos cualitativos y cuantitativos, con énfasis en la Acción Participativa, docencia y divulgación psicopolítica de los hallazgos. Promotor de acciones participativas para el despertar del desierto interior y para la transformación social. Didacta  de la Sociedad Internacional Para el Desarrollo del Psicoanálisis Junguiano (SIDPaJ). Fotógrafo. Buceador. Alquimista. Hilozoísta. Hijo de Hermes. Creador herido. https://bit.ly/mikelcurriculum  iratxomik@gmail.com

Presentación y contenido

El texto “Abundancia como ética planetaria: Trascendiendo la Escasez desde la Complejidad” propone una reflexión profunda sobre la abundancia como experiencia psicoespiritual, arquetípica y ecológica. Inspirado en Jung, en la ecología profunda y en la ética planetaria, el autor plantea que la abundancia no es una acumulación material, sino un estado de confianza interior y de relación armónica con la vida. En contraposición, la escasez se presenta como un complejo cultural, una herida psíquica colectiva que alimenta el miedo, el consumo, la violencia y el colapso ambiental.

Desde la psicología junguiana, la abundancia se asocia al arquetipo de la Gran Madre (GM), fuente primordial de nutrición, sostén y fertilidad. Cuando la madre real armoniza con este arquetipo, el niño internaliza la sensación de que el mundo es un lugar que provee lo necesario. Si, por el contrario, predomina la carencia afectiva o la inseguridad, la psique se organiza alrededor de una narrativa de escasez: el mundo es hostil, los recursos limitados, y solo sobreviven los fuertes o los sumisos. Así, el sentimiento de abundancia no es innato, sino una construcción afectiva y simbólica que puede interrumpirse por traumas tempranos.

El autor contrapone dos cosmovisiones:

  • La abundancia auténtica, que surge de un yo conectado con el Sí-Mismo, confía en la vida, practica la gratitud y la generosidad, y no teme compartir porque entiende que dar no empobrece.

  • La escasez constelada, que fija a la psique en un juego de suma cero (“si otro gana, yo pierdo”), promoviendo ansiedad, competencia y dependencia de figuras salvadoras.

En este sentido, las religiones han contribuido ambivalentemente a la experiencia de la abundancia. Aunque ofrecen imágenes maternales (María, Guanyin, Shekinah, Tonantzin, Kali) que encarnan el principio nutricia del cosmos, también han desplazado la abundancia al más allá, condicionándola a la obediencia o al sacrificio. El cristianismo, por ejemplo, glorifica la renuncia terrenal prometiendo plenitud celestial, lo que perpetúa la desconexión con el presente.

El autor critica las falacias del pensamiento positivo y la “inteligencia espiritual” contemporánea, que suelen disfrazar la escasez con optimismo forzado. Bajo la idea de que “atraemos lo que creemos”, estas corrientes culpan al individuo de su sufrimiento, ignorando los condicionamientos inconscientes y las estructuras sociales de opresión, especialmente hacia las mujeres. Este “espiritualismo patriarcal” reitera la narrativa sacrificial femenina —amar al maltratador o redimirse sufriendo— como ideal de virtud, ocultando su raíz en el trauma y la dependencia afectiva.

La verdadera abundancia psicológica, sostiene el texto, no puede separarse de la justicia ecológica. Implica descolonizar la mente de la idea de que la Tierra y los cuerpos son recursos explotables, y adoptar políticas de suficiencia (renta básica, impuestos al carbono, educación emocional). Desde esta perspectiva, la visión de Donald Trump simboliza el polo opuesto: una mentalidad de escasez, extractivismo y aislamiento nacionalista que niega la interdependencia global.

En conclusión, la abundancia es una ética planetaria que integra la psique y la ecología. Supone aceptar los límites reales sin caer en el miedo ni en la codicia, cultivar la confianza en la vida y la cooperación como fuerzas evolutivas. Trascender la escasez —individual y cultural— requiere integrar la sombra colectiva y sanar la herida arquetípica que nos separa de la Tierra como Gran Madre. Solo así podrá emerger una civilización de la suficiencia, la reciprocidad y la plenitud consciente.

Ensayo
«La abundancia está en saber qué es suficiente». Wendell Berry
El texto aborda la «abundancia» desde una perspectiva compleja, integrando conceptos junguianos, religiosos, culturales y ecológicos, mientras critica narrativas de escasez y sus manifestaciones en la violencia de género, la inteligencia espiritual y las políticas contemporáneas (como la de Donald Trump) opuestas a una ética planetaria. La palabra «trascendiendo» subraya el carácter transformador que el autor propone, mientras que «desde la complejidad» reconoce la perspectiva multifacética del análisis.
La abundancia, en términos psicológicos, es un estado interno de plenitud arraigado en la confianza en la vida y la apertura a sus posibilidades. Surge cuando percibimos que existen recursos suficientes (afecto, tiempo, oportunidades) para crecer y compartir sin temor al vaciamiento. No es un mero optimismo, sino una construcción psicoafectiva con raíces en la historia individual y colectiva.
Raíces junguianas: Arquetipos y desarrollo temprano
Desde la perspectiva junguiana, la abundancia se vincula al arquetipo de la Gran Madre (GM), símbolo de fertilidad, provisión inagotable y sostén vital. Para que el infante internalice este sentimiento, es crucial que la figura materna real armonice con el arquetipo: solo así el niño experimenta el mundo como un lugar que nutre sus necesidades físicas y emocionales.
El sentimiento de abundancia, como todo sentimiento, se construye. Tiene una historia que muchas veces está mitificada. Este proceso de construcción se inicia en la fase oral (confianza básica madre-arquetipo GM), pero su consolidación depende de cómo se integren otros arquetipos en etapas posteriores.
Por ejemplo, la relación con la figura paterna (vinculada al arquetipo del Padre, ordenador de límites y proveedor de seguridad) debe reforzar la sensación de que el mundo responde a sus demandas. Si en estas dinámicas primarias hay carencias (amor condicional, desatención), la psique es forjada con una narrativa de escasez: el mundo es un lugar hostil donde los recursos deben atesorarse.
Abundancia vs. Escasez: Dos cosmovisiones en pugna.
Sentimiento de abundancia auténtico:
Se sustenta en un yo conectado al arquetipo del sí-mismo que confiere un “locus de control interno” (creencia y confianza en que es agente capaz de acciones que impactan constructivamente en la realidad y la cambian).
Implica gratitud activa (valorar lo que se tiene) y generosidad sin miedo (compartir desde la certeza de que el dar no empobrece).
No es estática: el verdadero sentimiento de abundancia no se basa solo en tener, sino en la confianza en la propia capacidad de generar, crear y regenerarse, confiando en que siempre puede construir nuevas oportunidades para ello.
Escasez constelada:
El sentimiento de abundancia descrito es difícil de tener. En el desarrollo psicoafectivo de la mayoría de los infantes hay carencias, sentimientos de vacío, con anhelos de ser llenado, buscando figuras que den lo no recibido: amor, seguridad material y emocional, … Para la mayoría de las personas el sentimiento que se constela es el de la escasez: heridas tempranas que suponen traumas.
En el sentimiento de escasez, la psique se fija en un juego de suma cero: «Si otro gana, yo pierdo». Predomina la ansiedad, la competencia deshumanizante y la nostalgia tóxica.
Se externaliza la culpa («el mundo es avaro») y se idealizan figuras salvadoras (mesías, líderes autoritarios), perpetuando la dependencia.
Religiones y la promesa de abundancia condicionada.
Las religiones suelen ofrecer narrativas de abundancia futura («paraíso»), pero bajo códigos morales restrictivos que, paradójicamente, refuerzan la escasez en el presente:
El catolicismo glorifica la renuncia instintiva (castidad, pobreza) y propone figuras mediadoras (Virgen María como «Madre nutricia idealizada»), sublimando la carencia terrenal en esperanza ultraterrena. La Virgen María no es una deidad, es una humana venerada como madre de Dios (Theotokos).
Este mecanismo puede perpetuar la desconexión del aquí y ahora, desplazando la abundancia a un futuro inalcanzable, salvo por la obediencia.
En el budismo Guanyin/Kannon que originalmente era un bodhisattva masculino (Avalokiteshvara), que se transformó en una figura femenina, está asociada a la misericordia y protección, similar a María.
En el Corán, Maryam es venerada como mujer pura y elegida por Dios. No se le atribuye divinidad, su papel como madre de un profeta y su ejemplo de devoción la acercan a la figura mariana.
En el judaísmo, la Shekinah representa el aspecto maternal y compasivo de Dios, asociado a su presencia en el mundo. Algunas interpretaciones feministas la vinculan con la protección y la sabiduría, roles atribuidos a María.
Tonantzin (Azteca): Diosa madre asociada a la tierra y la fertilidad. Tras la colonización, su culto se sincretizó con la Virgen de Guadalupe en México, fusionando símbolos indígenas y cristianos.
Estas figuras religiosas son representaciones del arquetipo GM en su lado luminoso.
En el hinduismo, a Kali se la representa con rasgos terroríficos porque simboliza la energía creativa y destructiva de la madre universal (Shakti). Protege a sus devotos con intensidad, comparándose con el aspecto protector de María. En Kali hay una integración entre el lado luminoso y la sombra del arquetipo de la GM.
En el devenir histórico se observa una mitologización cambiante de representaciones del arquetipo de la Gran Madre, desde el lado femenino de dios, pasando por deidades femeninas hasta figuras humanas, como he señalado en los ejemplos.
Falacias pre-trans y pensamiento positivo
Es frecuente apelar a la inteligencia espiritual como herramienta asociada a un método de pensamiento positivo para trascender las heridas de la escasez y “atraer” la abundancia. La paradoja es que esa actitud está basada en el sentimiento de escasez del que se quiere salir usando una herramienta inflada e hipervalorada “inteligencia espiritual” que se basa en la creencia que lo espiritual puede sanar lo personal, y en que para recibir primero hay que dar. Esa inteligencia espiritual es un ejemplo del sentimiento de escasez (suma cero que he citado). En la clínica lo observamos bastante especialmente en mujeres que se refugian en las creencias espirituales para mitigar el profundo dolor que el maltrato patriarcal les ha infringido y que en muchas ocasiones las lleva a elegir relaciones de maltrato. Dar amor al maltratador es una falta de inteligencia (emocional – espiritual), pues no se va a recibir amor de este, sino más maltrato. Historias como la “Bella y la Bestia” refuerzan esa introyección cultural del sacrificio espiritual amoroso de las mujeres. Las representaciones religiosas luminosas del arquetipo Gran Madre hacen flaco favor a la individuación y a construir un verdadero sentimiento de abundancia. La Virgen María sufrió, pero fue “recompensada” llevada al cielo y venerada. Muchas mujeres que están educadas en sacrificarse (confundiendo sacrificio con amor buscan ser amadas) acaban muertas por sus maltratadores. Además, en bastantes ocasiones, se apela a una culpabilidad cuando alguien no se decide a pensar en positivo, pues entonces se mantiene en la escasez y, por lo tanto, es su culpa (o su Karma) estar como están. No deja de ser un aspecto sádico de ideologías reduccionistas que pretenden ayudar y que parten de la ignorancia que supone no entender los mecanismos de defensa, las resistencias a mirar y ver, y el miedo a la libertad que imperan en muchos sujetos, y les limitan a crecer. Solo incrementan su sombra personal y la colectiva, generando mecanismos de fanatismo, chivos expiatorios, genocidios…
La verdadera abundancia psicológica en el siglo XXI no puede separarse de la justicia ecológica.
Abundancia como ética planetaria: Descolonizar la mente de la idea de que los recursos existen para ser explotados; Reconectar con ciclos naturales: Ver la Tierra como la Gran Madre que da vida, pero tiene límites; Políticas de suficiencia: Impuestos al carbono, renta básica universal, y educación emocional para valorar lo intangible.
Donald Trump y su impacto en la ética planetaria desde la mentalidad de escasez.
La visión política de Donald Trump, centrada en el «America First» y la explotación desregulada de recursos, ejemplifica una mentalidad de escasez que contrasta radicalmente con los principios de una ética planetaria basada en la abundancia sostenible.
Negacionismo climático y explotación de recursos. Trump ha promovido políticas que ignoran los límites ecológicos del planeta, como el retiro del Acuerdo de París y la desregulación de industrias contaminantes. Esto refleja una visión de abundancia ilusoria, donde los recursos se consideran infinitos y la Tierra como un espacio recuperable ante cualquier daño.
Aislacionismo y proteccionismo comercial. Su política de aranceles y «Made in America» refuerza la idea de que los recursos son un juego de suma cero, donde el beneficio de un país implica la pérdida de otro. Esto socava la cooperación global necesaria para abordar crisis compartidas, como el calentamiento global
Ética del «self-interest» vs. solidaridad global. Trump prioriza el interés nacional inmediato sobre el bien común planetario, una postura que Leonardo Boff y otros críticos han señalado como contraria a un «nuevo pacto ético de la humanidad»
Legado de división y cortoplacismo. Las políticas de Trump han polarizado la acción climática y debilitado instituciones internacionales.
La mentalidad de escasez de Trump, arraigada en el nacionalismo económico y el negacionismo ecológico, actúa como un obstáculo estructural para una ética planetaria basada en la abundancia sostenible.
Conclusión
La verdadera abundancia psicológica no niega las limitaciones reales, pero trasciende la lógica de supervivencia basada en los recursos materiales que sí son limitados. Es un sentimiento revolucionario en un mundo que mercantiliza la carencia y hace plusvalía de ella para negocios mundanos que enriquecen a empresas laicas o religiosas llenando vacíos en este mundo (consumismo) o con la venta de mundos eternos tras la muerte.
Lo que impera es el sentimiento de escasez, cuyo origen es una herida traumática, que genera formaciones reactivas ideológicas para salir del dolor, y, que son, las que van a causar un colapso, retorno de la sombra, miseria.
Como junguiano entiendo que el sentimiento de escasez tiene las suficientes dinámicas como para considerarlo parte del “Complejo Cultural de la Escasez”. Me queda la tarea de definirlo y estructurarlo.

 

La guerra de Ucrania y la gran farsa de la moral: una guerra de esclavos y amos caídos

La guerra de Ucrania y la gran farsa de la moral: una guerra de esclavos y amos caídos

La guerra de Ucrania y la gran farsa de la moral: una guerra de esclavos y amos caídos
Tercera entrega
Mikel Garcia  23 marzo 2025

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Trabajando con inteligencia artificial. Por Mikel García.

 

Autor
 

Mikel García García[i]

[i] Médico y cirujano (Universidad Navarra, 1975). Psicólogo (Universidad San Sebastián, 1982). Psicoanalista junguiano. Formación experiencial y teórica en: Psicoanálisis, Terapia Sistémica Familiar, Psicoanálisis Reihiano (vegetoterapia), Psicología Analítica Junguiana, Psicoterapia Transpersonal. Experiencia de Muerte Cercana a los 33 años. Máster en “Astronomía y astrofísica” VIU (Universidad Valencia, 2014). Doctor Internacional en «Estudios Internacionales en Paz, Conflictos y Desarrollo», Universitat Jaume I (UJI Castellón, 2020). Máster en Fotografía Artística y Narrativa Visual (Universidad Internacional de la Rioja, 2022). Máster en Inteligencia Artificial (BIG SCHOOL, Madrid 2024) y Máster en Inteligencia Artificial (Universidad Isabel I, Madrid 2025). 

Colaborador con ONG médicas de intervención internacional, y en programas de formación a personal sanitario de atención Primaria; SIDA; maltrato infantil; muerte digna y a docentes. Especializado en maltrato infantil, trauma, duelo, tanatología, acompañamiento al muriente, integración de sistemas, estados de trance y místicos. Terapeuta de “Grupos de Duelo Online Ventana a ventana” desde confinamiento COVID-19. Psiconauta, antropólogo investigador del alma en la clínica médica y psicoterapéutica y trabajos de campo antropológicos cualitativos y cuantitativos, con énfasis en la Acción Participativa, docencia y divulgación psicopolítica de los hallazgos. Promotor de acciones participativas para el despertar del desierto interior y para la transformación social. Didacta  de la Sociedad Internacional Para el Desarrollo del Psicoanálisis Junguiano (SIDPaJ). Fotógrafo. Buceador. Alquimista. Hilozoísta. Hijo de Hermes. Creador herido. https://bit.ly/mikelcurriculum  iratxomik@gmail.com

Presentación y contenido

Este texto, escrito con la voz filosófica de Friedrich Nietzsche, constituye un implacable diagnóstico de la decadencia europea y española frente a la guerra de Ucrania. Europa es descrita como un «cadáver perfumado con burocracia», una entidad que ha sustituido la voluntad de poder por una moral de rebaño disfrazada de pacifismo y compasión. Sus líderes son presentados como «contables de almas» (Scholz, Macron, Von der Leyen), meros administradores de un sistema moribundo que, mientras condena retóricamente a Putin, practica una hipocresía institucionalizada al seguir dependiendo del gas ruso y de la protección estadounidense. Su «paz» no es una virtud, sino la máscara de una cobardía existencial y una adicción a la comodidad. La OTAN y el «derecho internacional» son denunciados como «trampas para ratones ideadas por mediocres», ídolos que Europa debe quemar para renacer.

La crítica se extiende a España con particular ferocidad. La derecha española (VOX y PP) es retratada como un «rebaño» que confunde ruido con poder y nostalgia con voluntad. VOX es un «histrión que vende reliquias» como la España imperial, ejemplificando el «nacionalismo de feriantes» de un pueblo que, habiendo perdido su voluntad de poder, se aferra a mitos. El PP es acusado de ser «mercaderes de ideales» que pactan por cálculo, no por convicción. España en su conjunto es un «mendigo en la corte de los titanes», cuya geopolítica es un «teatro para niños».

Frente a este panorama de decadencia, el texto no ofrece esperanza, sino una exigencia de transformación radical. La «esperanza» es despreciada como «consuelo de cobardes»; en su lugar, se proclama la «voluntad». Para que Europa resurja, debe dejar de ser un «puente roto que conduce a la nada» y realizar tres actos fundacionales: quemar sus ídolos (las instituciones vacías), parir un «ejército de hierro» que sea reflejo de su voluntad (no una imitación de amos pasados), y, sobre todo, «abrazar el caos». El camino propuesto es el del Superhombre nietzscheano: el león que primero dice «No» a la identidad decrépita (ser patio trasero de Washington, mercado de Moscú) para luego poder pronunciar su «Sagrado Sí» a nuevos valores. Estos valores no serían los decadentes de «paz» y «diálogo», sino los de «poder», «jerarquía» y «voluntad de vencer».

El mensaje final es una disyuntiva brutal: Europa y España deben elegir entre ser «enterradores» de su propia esencia, sepultureros que discuten el color de las vendas mientras Ucrania sangra, o atreverse a ser «dioses». Esto implica para España «matar sus fantasmas»: el nacionalismo que vive de glorias pasadas, la sumisión a poderes externos y el miedo a su propia fiereza. Solo entonces podría surgir una España que sea un «puente» entre continentes y entre el caos y el orden, una entidad que cree valor más allá del bien y el mal patriótico. La conclusión es que la única esperanza reside en una transmutación violenta de los valores, en dejar de ser «bestias de presa domesticadas» por una moral decadente para romper las cadenas y permitir que el Superhombre nazca del caos actual.

Ensayo
La guerra de Ucrania y la gran farsa de la moral: una guerra de esclavos y amos caídos

La guerra de Ucrania y la gran farsa de la moral: una guerra de esclavos y amos caídos

La guerra de Ucrania y la gran farsa de la moral: una guerra de esclavos y amos caídos
Segunda entrega
Mikel Garcia  22 marzo 2025

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Descripción de la imagen

Trabajando con inteligencia artificial. Por Mikel García.

 

Autor
 

Mikel García García[i]

[i] Médico y cirujano (Universidad Navarra, 1975). Psicólogo (Universidad San Sebastián, 1982). Psicoanalista junguiano. Formación experiencial y teórica en: Psicoanálisis, Terapia Sistémica Familiar, Psicoanálisis Reihiano (vegetoterapia), Psicología Analítica Junguiana, Psicoterapia Transpersonal. Experiencia de Muerte Cercana a los 33 años. Máster en “Astronomía y astrofísica” VIU (Universidad Valencia, 2014). Doctor Internacional en «Estudios Internacionales en Paz, Conflictos y Desarrollo», Universitat Jaume I (UJI Castellón, 2020). Máster en Fotografía Artística y Narrativa Visual (Universidad Internacional de la Rioja, 2022). Máster en Inteligencia Artificial (BIG SCHOOL, Madrid 2024) y Máster en Inteligencia Artificial (Universidad Isabel I, Madrid 2025). 

Colaborador con ONG médicas de intervención internacional, y en programas de formación a personal sanitario de atención Primaria; SIDA; maltrato infantil; muerte digna y a docentes. Especializado en maltrato infantil, trauma, duelo, tanatología, acompañamiento al muriente, integración de sistemas, estados de trance y místicos. Terapeuta de “Grupos de Duelo Online Ventana a ventana” desde confinamiento COVID-19. Psiconauta, antropólogo investigador del alma en la clínica médica y psicoterapéutica y trabajos de campo antropológicos cualitativos y cuantitativos, con énfasis en la Acción Participativa, docencia y divulgación psicopolítica de los hallazgos. Promotor de acciones participativas para el despertar del desierto interior y para la transformación social. Didacta  de la Sociedad Internacional Para el Desarrollo del Psicoanálisis Junguiano (SIDPaJ). Fotógrafo. Buceador. Alquimista. Hilozoísta. Hijo de Hermes. Creador herido. https://bit.ly/mikelcurriculum  iratxomik@gmail.com

Presentación y contenido

Este texto, impregnado de una perspectiva nietzscheana, analiza la guerra en Ucrania como el síntoma de un orden mundial decadente, donde las narrativas morales han sido vaciadas de sentido y solo prevalece la lucha cruda por el poder. La figura de Donald Trump es presentada como un «transvalorador» que, con su desprecio por el multilateralismo y su fetichización de la fuerza como espectáculo, expone las entrañas podridas del sistema occidental. Al intentar negociar directamente con Putin, Trump ejecuta una transvaloración de las alianzas tradicionales: convierte lo que Occidente denomina «traición» en «negociación brillante», desenmascarando la «moral de rebaño» de la OTAN y la UE.

Frente a este juego de titanes, Europa es retratada como un fantasma de sí misma, la encarnación del «último hombre». Su burocracia kantiana, su culto al diálogo vacío y su diplomacia pacifista revelan una bancarrota existencial. La UE, obsesionada con la comodidad y el equilibrio técnico, venera reliquias de la Ilustración en las que ya nadie cree realmente. Carece de la voluntad de poder necesaria para imponer su relato, prefiriendo ser espectadora de la historia antes que un actor con la capacidad de mancharse de sangre o gloria. Su indignación ante las posibles negociaciones entre Trump y Putin no nace de principios sólidos, sino del pánico a quedarse sin amo, confirmando su papel de custodiar tumbas en lugar de crear futuros.

Las potenciales negociaciones entre Trump y Putin son interpretadas como la máxima expresión del nihilismo del realpolitik. En este escenario, la paz se convierte en una mercancía y el sufrimiento humano en una ficha de intercambio. Territorios y vidas son cosificados (Crimea por gas, Donetsk por sanciones), exhibiendo la lógica de que todo tiene precio pero nada tiene valor intrínseco. Ucrania deja de ser un pueblo para transformarse en un «problema de gestión» entre dos magnates del poder.

Finalmente, el texto desmonta el mito del «hombre fuerte». Tanto Trump como Putin son presentados como caricaturas del Übermensch; su fuerza es postureo y su autenticidad, un guion de reality show. Son payasos que dominan la escena porque el mundo prefiere aplaudir farsas antes que enfrentar el vacío y la responsabilidad de crear valores genuinos más allá de la geopolítica. La cita de Zaratustra —»¿Aspiro yo a la felicidad? ¡Yo aspiro a mi obra!»— sirve como contrapunto a la obsesión europea con el bienestar económico y la estabilidad, señalando que la grandeza exige sacrificio y voluntad de poder. La esperanza, si existe, reside en una posible transmutación europea que supere su autoengaño y decida finalmente aspirar a su propia obra.

Ensayo
La guerra de Ucrania y la gran farsa de la moral: una guerra de esclavos y amos caídos

La guerra de Ucrania y la gran farsa de la moral: una guerra de esclavos y amos caídos

La guerra de Ucrania y la gran farsa de la moral: una guerra de esclavos y amos caídos
Primera entrega
Mikel Garcia  20 marzo 2025

Los apartados son desplegables. Clicando en el círculo gris del lado derecho se despliega el contenido.

 

 

 

Descripción de la imagen

Trabajando con inteligencia artificial. Por Mikel García.

 

Autor
 

Mikel García García[i]

[i] Médico y cirujano (Universidad Navarra, 1975). Psicólogo (Universidad San Sebastián, 1982). Psicoanalista junguiano. Formación experiencial y teórica en: Psicoanálisis, Terapia Sistémica Familiar, Psicoanálisis Reihiano (vegetoterapia), Psicología Analítica Junguiana, Psicoterapia Transpersonal. Experiencia de Muerte Cercana a los 33 años. Máster en “Astronomía y astrofísica” VIU (Universidad Valencia, 2014). Doctor Internacional en «Estudios Internacionales en Paz, Conflictos y Desarrollo», Universitat Jaume I (UJI Castellón, 2020). Máster en Fotografía Artística y Narrativa Visual (Universidad Internacional de la Rioja, 2022). Máster en Inteligencia Artificial (BIG SCHOOL, Madrid 2024) y Máster en Inteligencia Artificial (Universidad Isabel I, Madrid 2025). 

Colaborador con ONG médicas de intervención internacional, y en programas de formación a personal sanitario de atención Primaria; SIDA; maltrato infantil; muerte digna y a docentes. Especializado en maltrato infantil, trauma, duelo, tanatología, acompañamiento al muriente, integración de sistemas, estados de trance y místicos. Terapeuta de “Grupos de Duelo Online Ventana a ventana” desde confinamiento COVID-19. Psiconauta, antropólogo investigador del alma en la clínica médica y psicoterapéutica y trabajos de campo antropológicos cualitativos y cuantitativos, con énfasis en la Acción Participativa, docencia y divulgación psicopolítica de los hallazgos. Promotor de acciones participativas para el despertar del desierto interior y para la transformación social. Didacta  de la Sociedad Internacional Para el Desarrollo del Psicoanálisis Junguiano (SIDPaJ). Fotógrafo. Buceador. Alquimista. Hilozoísta. Hijo de Hermes. Creador herido. https://bit.ly/mikelcurriculum  iratxomik@gmail.com

Presentación y contenido

El texto, escrito con el estilo filosófico de Friedrich Nietzsche, realiza un análisis genealógico de la guerra en Ucrania, desmontando las narrativas morales convencionales para revelar una lucha subyacente por la voluntad de poder. Según esta perspectiva, la guerra no es un conflicto por ideales como la libertad o la soberanía, sino el síntoma de un mundo decadente donde los valores tradicionales se han invertido y vaciado de sentido.

La invasión rusa es interpretada como el acto de un «amo caído», un imperio que actúa por el resentimiento de su propia decadencia pos-1991. Putin intenta resucitar la «Rusia eterna», negando la humillación histórica y reaccionando con violencia ante la emancipación de Ucrania, a la que considera su propiedad histórica. Por otro lado, Occidente, heredero de la «moral de esclavos» del cristianismo, ha secularizado esta ética en conceptos como los «derechos humanos». Su postura es de una hipocresía profunda: condena la guerra pero carece de la voluntad de poder genuino para imponer su fuerza, limitándose a sanciones que son «oraciones laicas».

Ambos bandos operan bajo una moral del resentimiento. Occidente expande la OTAN y la UE bajo la máscara del altruismo, mientras Rusia construye un relato de defensa contra un Occidente decadente para justificar su violencia. Ucrania, canonizada como mártir de la democracia, y Zelenski, convertido en mesías laico, representan la transfiguración cristiana del sufrimiento en virtud. Esta narrativa es, en esencia, otro disfraz del resentimiento, donde la victimización se usa para legitimar el poder.

La guerra es, por tanto, el campo de batalla de un nihilismo activo, donde chocan narrativas rotas y ficciones políticas en un intento de dominar el vacío dejado por el colapso de los grandes relatos. Los líderes son parodias: un actor interpretando a un zar y un bufón convertido en icono. La conclusión es que este conflicto es la regla, no la excepción, de una humanidad enferma que, intoxicada por relatos morales caducos y hambrienta de poder, es incapaz de crear valores más allá del bien y el mal. La guerra evidencia la necesidad de un nuevo tipo de ser humano que pueda superar este ciclo de venganza y crear nuevos valores.

Ensayo