Amplificaciones del material «Mitos en análisis integrativo»
Dada la limitación de espacio el apartado Amplificaciones del material, se ha acortado en el capítulo del libro y quien lo desee lo puede leer completo en esta publicación.
Contenido del capítulo y resumen
Epigénesis del mito.
Mitos en clínica de psicoanálisis junguiano.
Amplificaciones del material
Conclusiones.
Bibliografía.
Apéndice: Imágenes y tablas.
Resumen
Esta comunicación presenta un modo de tejer los relatos mitológicos en el análisis integrativo del psicoanálisis junguiano según la investigación del autor iniciada hace unos años. Objetivos. Que el lector comprenda e incorpore una herramienta para su arte de existir con su conciencia. Si su labor es clínica o de intervención psicosocial, para trasformar conciencias, la comunicación puede enriquecer su perspectiva y animar a profundizar su formación. Método. Presentación crítica de los conceptos epistemológicos según la perspectiva del autor, y de su praxis con materiales clínicos y referencias a investigaciones. Conclusiones. Aporta conocimientos de la psicología profunda y un método para trabajar con los complejos especialmente en psicoterapias individuales y grupales y en intervención psicosocial.
Palabras clave: mito, perspectiva junguiana, análisis integrativo
14 septiembre 2021
Texto del artículo
Epigénesis del mito
En la ilustración 4 se ejemplifican modos de encarnar una imagen, que pueden resultar de construcciones mitológicas de sujetos que sean estimulados por una misma imagen arquetípica. Los distintos relatos estarán relacionados con complejos del sujeto que los construye. Del mismo modo un sujeto que observe las imágenes puede inferir que subyace un núcleo común, que podemos denominar mitema o, incluso, imagen arquetípica.
Ilustración 4 Encarnaciones de imagen. Fuente: Mikel García
En la ilustración 5 se presenta un esquema didáctico de la Nekya, Monomito o El Viaje heroico (Campbell, 1997) que es un trabajo de conexión existencial, un uroboros cerrado sobre si mismo, desde el nacimiento, hasta la muerte del viajero después de cumplir sus tareas de la individuación. Un viaje repleto de ritos de paso, centrales en la estructuración de la conciencia: separaciones, hechos numinosos, maestros, …
La nekya está presente en muchos mitologemas en los que el héroe se enfrenta a sus monstruos y los vence con sacrificio y ayudas.
El arquetipo del viaje heroico cuando se activa promueve la estructura del yo y lo reconecta, tras la muerte simbólica de la inflación yoica, con lo inconsciente colectivo en un eje yo/sí-mismo funcional, qué es la condición de la individuación.
El complejo héroe se nutre del arquetipo, pero inviste heroísmos tanáticos en los que los sujetos buscan el poder, la admiración, el sacrificio masoquista disfrazado de altruismo. El complejo héroe es un complejo cultural, a activar ante catástrofes que pueden aniquilar la sociedad. Lo hemos visto en la Sindemia del COVID-19, en la que se esperaba que los sanitarios fuesen héroes sacrificiales, aplaudiéndoles para que se sintieran compensados (y obligados a seguir sacrificándose), y salvaran a la población, mientras, a la vez, se les agredía si volvían a sus casas a descansar por potenciales transmisores del virus invisible. Estos complejos exigen héroes más titanes que humanos para guerrear con el virus “anticristo” apocalíptico de la pandemia paranoica militarista.
«Así la muerte es el arquetipo más conciso de la vida, o bien la vida es restituida a su más concisa figura en la muerte. Por eso ha sido siempre tan importante para aquellos que piensan de verdad sobre la vida humana, contrastar muchísimas veces, recurriendo a este conciso arquetipo, lo que han comprendido acerca de la vida. Porque ningún pensador puede con la vida tal y como lo hace con la muerte». Kierkegaard en Las obras del amor (2006).
Ilustración 5 Vieje del heroe-heroina. Fuente: Mikel García
Herbert Blumer (1982), acuña el término interaccionismo simbólico. Las personas actúan sobre los objetos de su mundo e interactúan con otras personas a partir de los significados que los objetos y las personas tienen para ellas. Es decir, a partir de los símbolos. El símbolo permite, además, trascender el ámbito del estímulo sensorial y de lo inmediato, ampliar la percepción del entorno, incrementar la capacidad de resolución de problemas y facilitar la imaginación vera. Los significados son producto de la interacción social. Las personas seleccionan, organizan, reproducen y transforman los significados en los procesos interpretativos en función de sus expectativas y propósitos. «El símbolo sólo puede ser motivado por los comportamientos elementales del psiquismo humano» (Durand, G., 2000). La simbolización permite ampliar la percepción del entorno, incrementar la capacidad de resolución de problemas y facilitar la imaginación, la fantasía y la creatividad.
Para Malinowski (1948) el mito cumple una función esencial al codificar los conocimientos y las prácticas sociales, morales y religiosas de cuyos restos arqueológicos e históricos da cuenta. Para Eliade (1999) el mito es una estructura de lo real que escapa a una aprehensión empírico-racionalista, siendo más bien un “encarnamiento” que quizá tenga que ver con nuestros más inconfesables deseos y temores.
Para Dumézil (1974), la función de los mitos es expresar dramáticamente la ideología de que vive la sociedad, mantener conscientes no solamente los valores que reconoce y los ideales que persigue de generación en generación, sino ante todo su ser y estructura, los elementos, los vínculos, las tensiones que la constituyen. El sentido oculto de los mitos es de naturaleza histórico social para justificar las reglas y las prácticas tradicionales sin las cuales toda la estructura se dispersaría.
Recordar
En el momento del recordar, hay una reinscripción de la antigua memoria, se reestructura, entrando en un estado lábil. Esto abre la posibilidad de agregar elementos que no estuvieron en la situación original. «La idea principal, en síntesis, es que el estímulo contemporáneo activa una red mnésica que, a su vez organiza y provee significado a la actual experiencia perceptual. Desde esta perspectiva no hay una clara demarcación entre recuperar, como se pensaba antes, y consolidación. Cada operación de recuperación disparará un proceso de reconsolidación que permite la integración de la nueva información sobre la base del pasado» (Sara, 2000, p. 213). Esto transforma el pasado en algo nuevo. El viaje en el tiempo virtual de la terapia regresando al pasado resignifica lo vivido con los insights y el pasado cambia en cuanto a que ya condiciona pues ha sido elaborado.
La experiencia traumática afecta tanto a la codificación como a la recuperación de los recuerdos asociados a ella. Perry señala que «un patrón de información sensorial entrante puede ser interpretado como peligro y recibir una reacción en el tallo cerebral, el mesencéfalo y el tálamo varios milisegundos antes de que llegue a la corteza cerebral para ser interpretado como inocuo» (Perry, 1999, p. 18). Peter Levine (1997) ha descrito como en situaciones extremas el sentimiento, la sensación, la conducta, la imagen y el significado llegan a disociarse unos de otros. Sidoli afirma que estos pacientes usan su cuerpo como «contenedor y significante, en el cual puede escenificarse e incluso volverse a vivir el dolor físico no sentido» (Sidoli, 2000, p. 97). La memoria implícita (no declarativa) no requiere conciencia para ser almacenada ni para activarse, y se expresa como comportamiento, sensaciones somáticas, emociones. Es difícil de poder verbalizarse y sus contenidos pueblan un inconsciente precoz y no reprimido (Mancia, 2007). «Hay contenidos psíquicos, resultantes de experiencias nucleares, que nunca tuvieron expresión verbal, que no pueden ser recordados ni olvidados y que requieren un arte terapéutico para ser reconocidos e integrados» (Gerson, 2004). LeDoux (2015) afirma que la mayor parte de nuestras memorias son implícitas. El trauma complejo tiene que ver con esa memoria corporeizada. Fonagy et al. (2004, p. 435) señalan que “los afectos son estados mentales que pueden ser experimentados subjetivamente o de forma inconsciente”. La «vigilancia inconsciente» es un estado de sensibilidad a estímulos afectivos que puedan ser alarmantes, sean o no intencionales. El proceso funciona debajo del umbral de la conciencia (Holbrook et al., 2011) para servir a una función de alivio de la ansiedad «defensiva» o «compensatoria» y mejorar las respuestas de comportamiento a los estímulos ambientales relevantes. La memoria explícita da cuenta del inconsciente dinámico derivado de la represión por la vía del recuerdo.
Recordar trasciende los recuerdos personales, un epistrophé, una regresión en el tiempo a los orígenes colectivos. Mnemósine, es la diosa memoria, patrona del conocer y reconocer, consorte de Zeus y madre de las nueve musas, y estas, en su inspiración al humano le brindan la oportunidad de crear, integrando los orígenes de lo colectivo y las dinámicas personales del yo en el acto creativo, su opus alquímico que es su individuación, y alguna que otra de arte concreta.
Individuación
“De modo que la individuación sólo puede significar un proceso de evolución psicológica que realiza las determinaciones individuales dadas, o, en otras palabras, constituye al ser humano como ese ente singular que es. No por ello viene a hacerse «egoísta», sino que simplemente realiza su singularidad, lo cual, como queda dicho, está a distancia astronómica del egoísmo o del individualismo. (…) Ahora bien, el objetivo de la individuación no es otro que libertar el sí-mismo, por una parte, de las falsas envolturas de la persona y, por otra, de la fuerza sugestiva que ejercen las imágenes del inconsciente”.
El azar y el eterno retorno de Nietzsche son sinónimos de la sincronicidad y la función trascendente de Jung. Ambos afirman la necesidad de amar lo múltiple y cambiante del devenir heracliteano, en el que el conflicto (tensión) entre polos opuestos (se suele mal-leer como guerra) es permanente, necesario y el motor de la transformación. La espontánea desviación de la trayectoria de los átomos el Clinamen (Lucrecio seguidor de Epicuro), rompe la cadena causal, determinista, de su movimiento, introduciendo así un fundamento físico para justificar la acción libre, en los seres humanos, y el azar. Intuyo que esto inspira a Hillman (2010) en Un terrible amor por la guerra. Amar el devenir es arriesgarse, jugar a los dados en una sola jugada, pues somos un ser para la muerte. El filósofo Nagel (1995) contempla el psicoanálisis como una extensión de lo que él llama “psicología del sentido común”, sentido que el tránsito por la individuación consolida y a lo que la psicoterapia enseña a utilizar adecuadamente. Matar las inflaciones, sacar a la sombra de la cárcel, descolonizar las mentes, … en movimiento rizomático y espiral (baile) para acercarse al estado de simplicidad en el seno de la complejidad. Un simple gesto puede trasformar la cultura cuando el colectivo está receptivo. ¿Qué impulsa a Héctor a quitarse el casco, ponerlo en el suelo, para abrazar al niño? (Zoja, 2018). Amar el devenir permite que el eterno retomo actúe como principio ético. Un principio cuasi kantiano pero que lo trasciende al incorporar lo inconciente colectivo. La individuación no lo es sin la mirada ética. Mirada que hay que develar, deconstruyendo primero la moral del rebaño -grabada a fuego con interiorización superyoica y propuestas deontologistas- hasta tener, que “realizar el dios oscuro” como sostiene Barbara Hanna citando a Jung (2010, p. 31). En una investigación se constata como la psicoterapia trasforma la ética (García, 2017).
Este es el sendero de la individuación, tarea en fases, cuya función es reintegrarlo a una tensión entre la intersubjetividad compartida y la soledad radical del ser. En una primera fase de construcción del yo, hay una separación de la totalidad de lo inconsciente colectivo constelado en el sí-mismo del sujeto, que impacta afectivamente con una “culpabilidad ontológica”. «El mundo surge cuando el hombre lo descubre y lo descubre cuando renuncia a permanecer envuelto en la madre originaria, esto es, cuando sacrifica el estado inicial inconsciente» (Jung, 1912, p. 414). No hay ni resonancias en paralelo ni sujetos aislados, sino la constitución de una única y combinada subjetividad que incluye también lo inanimado. “Somos extranjeros donde sea que estemos” (Fernando Pessoa).
Cada acción es mortal y eso es origen de la vida del viviente. Ahí radica la creatividad como facultad humana para soportar vivir en la incertidumbre caótica del ciclo inmanente de la muerte-vida, y destilar la tensión en acciones en dos tiempos: matar (destruir-deconstruir) y dar vida (crear-animar-dar significación). La herramienta “creatividad” se fue construyendo en el desarrollo evolutivo de la especie humana, en varias fases hasta generarse el arquetipo “creación”. La capacidad creativa, es inmaterial, sentida como “tangible” por el quantum de energía biológica que la sustenta y que es objetivamente cuantificable (electromagnética, cuántica, …) y subjetivada como: “líbido”. Amar el devenir implica saber jugar y bailar. Aquel que juega reactivamente querrá tirar varias veces hasta que los dados den la combinación deseada. El juego de los dados, las tabas, el I Ching, se pueden usar como herramientas de individuación o como herramientas reactivas, al servicio de la sombra. La individuación es un proceso de construcción delicada que requiere atención y trabajo personal, muchos sujetos, aunque vayan teniendo más años no avanzan en su individuación. Lo determinante es una buena dinámica entre el yo y el sí-mismo, pero no es sencillo construir un eje-axis mundi funcional entre ambos polos. «Para el maestro Eckhart “todo lo que es propio de la naturaleza divina, todo eso es propio del hombre justo y divino; por eso, este hombre obra todo lo que Dios obra, y ha creado juntamente con Dios el cielo y la tierra, y es el generador del Verbo divino, y Dios no podría hacer nada sin ese hombre”» (Gilson, 1985). Es lo que dice Jung si entendemos Dios en términos psicológicos como una personificación de lo inconsciente colectivo y hombre como conciencia humana.
Hay posiciones teóricas que hacen prevaler uno u otro de los polos, e individuos que según sus “complejos” realizan la misma operación escisiva. Sujetos narcisistas pueden tener una disposición a conquistar también lo inconsciente colectivo. Una modalidad de estas estructuras es la defensa de la autoterapia, es decir, la no necesidad de un terapeuta, pues afirman que basta escuchar a lo inconsciente colectivo como si este fuese un maestro terapeuta sabio guía. La propuesta de una “intuición trascendente” que permita el conocimiento directo de la chispa divina en el alma, encontrando la verdad, puede resultar en sujetos concretos una falacia pre/trans “elevacionista” wilberiana de huida del kenoma. «Para Jung el arquetipo lleva ínsito tanto el lado oscuro como el luminoso» (Jacobi, 2019, p. 61). Con Kierkegaard «No se trata sino de buscar el lugar desde donde mirar», pero no es tarea sencilla. “Cuanto más obstinadamente tratas de aprender a disparar la flecha, obsesionado en alcanzar el centro de la diana, menos conseguirás lograr tu objetivo”. (Edelman & Tononi, 2002). Separatio (logos) es una operación de la alquimia para discernir los componentes, y llegar a la coagulatio (eros). Mantener la separación en polos apuestos antagónicos y con categorías valorativas morales de bueno o malo no despliega la individuación. “… El hombre es libre de decidir si “Dios” será un “Espíritu” o un fenómeno natural como el deseo vehemente de un adicto a la morfina, y en consecuencia si “Dios” actuará como una fuerza benéfica o destructiva”. Jung, OC. 11. (Jung, 2009, párr. 149).
Incomunicación
Hay confusión entre conceptos tan manidos y usados por la metafísica, la psicología, la ciencia: Sujeto, Objeto, Alma, Psique, … Cada humano las usa según lo que le resulta heurístico para aferrarse a algo identitario motivo por el que la incomprensión e incomunicación con los otros es manifiesta. Heidegger (1987, 2009) propone buscar existenciarios para salir del totalitarismo de las categorías y bajar al sentido más común del existir. Es un modo de matar-deconstruir para liberar energías hacia la creación de espacios de cooperación y escucha de la diversidad. En esto Jung confluye, aunque algunos junguianos no lo entienden.
Bibliografía
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